Pocos meses después de que se proclamara la II República, la solemne apertura del curso 1931-1932 en la Universidad de Salamanca corrió a cargo de Casimiro Población, el catedrático de Ginecología y Obstetricia del que ya hablamos en esta sección el número pasado.
El autor repasa la historia de la institución que formaba a los estudiantes, entre ellos de Medicina, que cantaban los Oficios en la Catedral
Volvemos a las aulas de la Facultad de Medicina de Salamanca para rescatar, en esta ocasión, la figura del ginecólogo Casimiro Población Sánchez (Salamanca, 1885 – Madrid, 1940), íntimo amigo de nuestro anterior invitado Agustín del Cañizo García, con el que compartió inquietudes académicas, profesionales e ideológicas en la Salamanca de principios del XX.
El autor cuenta la historia que tuvo como protagonistas a la madre del comunero Pedro Maldonado y a Francisco Solís, afamado doctor del XV
Dedicamos un segundo número a la figura de Agustín del Cañizo García. En él, tras un breve repaso a su nueva etapa en Madrid al abandonar Salamanca, reproduciremos algunas de sus máximas de vida y algunas de las opiniones que suscitó entre discípulos, colaboradores y compañeros.
El 25 de abril de 1935 se pone la primera piedra del sanatorio antituberculoso con mayor capacidad de España. Un hospital con 500 camas, que al final quedaría en 601, se situaba a menos de tres kilómetros de la carretera de Salamanca a Ciudad Rodrigo. Las obras iban a buen ritmo cuando estalla la guerra y es nombrado el general Severiano Martínez Anido, que durante muchos años daría su nombre al centro, presidente del Patronato Nacional Antituberculoso. La Diputación Provincial se dirige a la Dirección General de Prisiones para solicitar la concesión de brigadas de reclusos, que permitiese seguir con la construcción, petición que aprueba dicha institución a finales de mayo de 1937.
El profesor Cañizo obtuvo la Cátedra de Patología Médica de Salamanca con 27 años, los mismos que permaneció en ella
Cuando nos disponemos a celebrar con una magna exposición la contribución como médico y político de don Filiberto Villalobos, es necesario que los salmantinos recordemos la obra que más le costó lograr a nuestro ilustre antepasado, el Hospital de los Montalvos.
Estimo oportuna la difusión de este artículo, que figura en dos publicaciones de nuestra Sociedad de Conciertos, a raíz de lo escrito por el crítico musical de un importante diario madrileño afirmando que por primera vez ha sido posible oír en Madrid esta Sinfonía de Mahler en 2004. Lo cierto es que en Salamanca esto ocurrió el 29 de octubre de 1976 en el gran concierto con el que nuestra Sociedad inauguró la temporada 1976-1977.
En este número de Salamanca Médica nos adentramos en uno de los capítulos más convulsos de la Medicina salmantina, algo que hoy sería una auténtica hecatombe, muy difícil de comprender, pero que fue realidad hace 146 años. Medicina, una de las disciplinas con las que echó andar la Universidad de Salamanca en el siglo XIII, quedó fuera del listado de carreras del Estudio salmantino a mediados del siglo XIX por decisión gubernamental. Fueron once años fuera del escenario académico nacional, un periodo que dio paso a la Facultad Libre de Medicina, centro no estatal soportado por la Diputación, primero, y por el Ayuntamiento, después, que hizo posible que se siguiera impartiendo Medicina en la ciudad.