Ronda estaba enriscada en la sierra, como una prolongación
natural del paisaje, y, a la luz del sol, me pareció
la ciudad más hermosa del mundo.
Juan Goytisolo
Pocos meses después de que se proclamara la II República, la solemne apertura del curso 1931-1932 en la Universidad de Salamanca corrió a cargo de Casimiro Población, el catedrático de Ginecología y Obstetricia del que ya hablamos en esta sección el número pasado.
El autor repasa la historia de la institución que formaba a los estudiantes, entre ellos de Medicina, que cantaban los Oficios en la Catedral
En este número nos atrevemos a alborotar la pacífica jubilación de Ángel López-Berges, uno de los grandes protagonistas de la pediatría salmantina de los últimos cincuenta años. Su sentido del anonimato se desmorona a medida que encarrilamos una larga y amena conversación, en la que sale a flote su profunda vocación por la Pediatría y el niño. Con su elegancia habitual, virtud que conserva intacta a los 85 años, y con verbo tajante, irónico y crítico, nos da cuenta de la satisfacción del deber cumplido. Sin alardes, pero con las ideas muy claras, López-Berges ofrece algunas claves de vida que no entienden de especialidades médicas. Son reflexiones de hombre a hombre.
Hace ahora cinco años se estrenaba en nuestro país Las confesiones del doctor Sachs, dirigida en 1999 por el veterano realizador francés Michel Deville y que tuvo escasa repercusión entre nosotros, a pesar de los numerosos premios que había cosechado. Una película que gira permanentemente en torno a la profesión médica, además de bucear en algunos aspectos esenciales de la existencia humana.
Todos hemos tenido muchos maestros, pero alguno ha sido especial; aquel que nos aconsejó el oficio; aquel que dejó una huella más profunda en nuestra vocación. Don José Luis Puente Domínguez fue uno de los primeros.