En una película, Los dientes del diablo, un policía es enviado a capturar a un esquimal que había matado a un misionero. Cuando lo encuentra, el esquimal le habla sobre el misionero: «No he visto a nadie más grosero que aquel hombre. Le invité a mi comida -eran gusanos vivos-, y la rechazó; le ofrecí a mi mujer para que se tumbase a reír con ella y no la quiso… ¿Qué mala educación tenía!». Tumbarse a reír, o sea, hacer el amor y el humor.
Cuando se vuelve a hablar con insistencia de la eterna crisis del cine español –y se teme que esta vez sea verdad, dadas las dificultades con que tropieza la aplicación de la nueva Ley elaborada para protegerlo–, no estará de más echar la vista cuarenta años atrás para revisar una película como No desearás al vecino del quinto, protagonizada por un ginecólogo que se hace pasar por homosexual para evitar las reticencias de los hombres de su pueblo y que fue uno de los títulos más taquilleros de nuestra cinematografía. Porque de aquellos polvos vienen muchos de los lodos actuales.
Continuando con nuestro periplo por la Salamanca medieval, hoy vamos a centrarnos en las dos parroquias que restan de las cinco que han llegado hasta nosotros, mejor o peor conservadas, pero completas: las dedicadas a San Martín y a San Cristóbal.
Acabo de ver los últimos cuadros pintados por Jacinto Orejudo, quien me pide unas líneas para el catálogo de una exposición que proyecta hacer.
Conserva un protocolo notarial del Archivo Histórico Provincial de Salamanca un impreso (utilizado como un simple papel) que contiene las proposiciones que va a defender en público un estudiante de Medicina. Está Fechado en 1757. En sí ya es novedad por la fecha. Además, una vez que se traduce del latín, se descubre lo poco adelantada que entonces estaba la ciencia médica. Luego, reflexionando con más calma se cae en la cuenta de no se ha avanzado tanto desde entonces, por cuanto aún en el siglo XXI con alguna frecuencia oímos decir “tiene fiebre, -quizás unas décimas- pero no se sabe de qué le proviene”.
Santa María la Blanca no tuvo tanta suerte en la segunda agrupación de hospitales realizada dos siglos después por Carlos III, más concretamente en el año de1788. En ese año, por real cédula de 2de septiembre, fue suprimido y quedó incorporado al Hospital General de la Santísima Trinidad. Sus muchas rentas pasaron a engrosar las arcas del General. La firma del rey se estampó estando la familia real veraneando en el palacio de la Granja de San Ildefonso, y el cierre lo llevó a cabo el intendente corregidor don Miguel José de Aranza. Ese mismo día quedó suprimido también el nuevo hospital de Nuestra Señora del Amparo.
Esperábamos a salida del aula donde, cierto profesor, calificado de “hueso”, estaba examinando. En aquel momento salía del examen mi amigo Fernando y comentó: “Me ha JODIDO”; una señorita añadió: A MI TAMBIÉN, y ruborizándose hasta el cuello, al momento añadió: “no a mi No”. Sin remitirnos a las precisiones gramaticales de Cela, en cuanto a la terminación de la palabra en ADO o en ENDO, que marcan una sensible diferencia.