Sólo una artista como ella, pintura por los cuatro costados, con raíces genealógicas bien hundidas en el corazón de la charrería, podría ofrecernos esta espléndida antología de los trajes y las galas de los hombres y mujeres de los campos salamanquinos.
Después de habernos referido a los personajes de médicos recogidos en dos películas ya clásicas, como El hombre elefante y El niño salvaje, nos fijamos ahora en un título bastante más reciente, aunque también más alejado desde el punto de vista geográfico y cultural: Doctor Akagi, dirigido por el japonés Shohei Imamura en 1998 y que pasó fugazmente por las pantallas españolas.
No he elegido el título –cardiológico-, por escribir para una revista médica. Ni siquiera por haber hecho las primeras ilustraciones del Manual de electrocardiografía del Dr. Estella (por lo que presumo no sólo de hermano, sino pedantemente de “coautor”). La elección obedece a una imagen acuñada por Unamuno, allá en septiembre de 1932, en un artículo dedicado al ágora salmantina. Escribió don Miguel: “Este es el corazón, henchido de sol y de aire, de la ciudad”. Setenta y cuatro septiembres más tarde, el autor del más importante libro sobre este Monumento Nacional, Alfonso Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, escribiría: “lo que ha sido y por ventura sigue siendo (la Plaza), corazón vivo y palpitante de la ciudad, ágora ciudadana, foro comercial y anfiteatro festivo en una pieza”.
¿Sabríamos los límites
de los universos de Holbein,
Durero, Rembrandt, Goya
y Picasso si no hubieran grabado?
Los estudios los inicia en la escuela aneja a la Normal de Magisterio, pasando en 1897, al colegio Jesuita de San Carlos Borromeo, con la intención de seguir la carrera eclesiástica, intención que abandona en 1901, pasando a estudiar bachiller con una beca en el colegio menor universitario de Santa Ana y San Andrés. Esta beca de dos pesetas la conservará hasta el final de los estudios de Medicina, siendo esta la clave económica que le permitió completar su formación universitaria.
Era don Vicente uno de los hombres más ricos de Salamanca, sino el más rico. Banquero, de los muchos que ha dado esta tierra. Baste recordar entre ellos a las familias Coca y Cobaleda que los entrados en años recordarán, sobre todo, por la quiebra de la última, que afectó a muchos salmantinos que tenían en aquella banca local depositados sus ahorros. Algunos de los lectores retendrán en la retina el precioso edificio de la Plaza de los Bandos, con aquel jardincillo de entrada que daba a la banca familiar más empaque del que realmente tenía.
Tras las versiones de la ministra y el consejero de Sanidad, recogemos en Salamanca Médica las opiniones de Guillermo Sierra, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España, que ofrece la visión de un hombre íntegro, comprometido al máximo en la defensa de la profesión y contrario a cualquier tipo de medalla por su gestión al frente de la OMC. Sin tapujos y con las ideas muy claras, Sierra aborda las principales preocupaciones del sector. Critica el desfase entre el alto nivel profesional del médico español y el deficiente trato que reciben de la Administración. Defiende la colegiación como compromiso con la sociedad para garantizar la adecuada atención sanitaria y advierte de las promesas sanitarias –casi nunca cumplidas- que se oirán en boca de los políticos en los próximos meses.