Por M. Puertas
En este número de Salamanca Médica nos adentramos en uno de los capítulos más convulsos de la Medicina salmantina, algo que hoy sería una auténtica hecatombe, muy difícil de comprender, pero que fue realidad hace 146 años. Medicina, una de las disciplinas con las que echó andar la Universidad de Salamanca en el siglo XIII, quedó fuera del listado de carreras del Estudio salmantino a mediados del siglo XIX por decisión gubernamental. Fueron once años fuera del escenario académico nacional, un periodo que dio paso a la Facultad Libre de Medicina, centro no estatal soportado por la Diputación, primero, y por el Ayuntamiento, después, que hizo posible que se siguiera impartiendo Medicina en la ciudad.
Nos acercamos a este capítulo a través de la obra “La Facultad Libre de Medicina de Salamanca (1868-1903)”, de Luis Sánchez Granjel, quien más ha investigado sobre el tema, ahondando tanto en las peculiaridades académicas del momento como en la reacción de la ciudad ante la desaparición de Medicina.
En esta breve introducción histórica, antes de recordar a algunos de los médicos que protagonizaron este capítulo de la Medicina salmantina, conviene empezar por la Ley de Instrucción Pública, también conocida como Ley Moyano, de 1857. Esta norma promulgada bajo el Gobierno del general Narváez, en los últimos años del reinado de Isabel II, fue la que privó a la Universidad de Salamanca de sus Facultades de Medicina y Ciencias como centros docentes estatales. Esta drástica medida, asentada en el debilitamiento de una ciudad en decadencia y que hizo peligrar las subvenciones gubernamentales para toda la Universidad de Salamanca, se prolongaría hasta 1868.
La Ley Moyano de 1857 privó a la Universidad de Salamanca de las Facultades de Medicina y Ciencias como centros estatales
Ese año, y tras el destronamiento de Isabel II, la Junta Revolucionaria provincial, presidida por Tomás Rodríguez Pinilla, padre de Hipólito Rodríguez Pinilla, que después sería el primer catedrático por oposición de la Facultad salmantina, hizo posible la creación de la Facultad Libre de Medicina de Salamanca. Pocos días después de llegar al poder la Junta Revolucionaria se restablecieron, sin consentimiento del poder central, los estudios médicos, bajo el patronazgo de la Diputación hasta 1875, y desde ese año a 1903 soportados por el Ayuntamiento, pero con un importante intervencionismo ministerial.
El nuevo centro tendría que esperar hasta 1872 para que el Ministerio reconociera como oficiales los títulos de la Facultad Libre. En abril de 1875, una Real Orden pone fin de modo transitorio a la actividad de la Facultad. Sin embargo, en agosto de ese mismo año el Ayuntamiento impide esa desaparición haciéndose cargo de la Facultad. Poco después, en el año 1977 comenzaron las continuas reivindicaciones por parte de las autoridades de la Universidad de Salamanca y de la ciudad reclamando que Medicina vuelva a tener condición de estatal. Sin embargo, el proceso no se comenzaría oficialmente hasta 1901 y culminaría a finales de 1903 con el reconocimiento como estatal de la Facultad, una medida con efectividad en los presupuestos de 1904.
Durante los 35 años de la Facultad Libre de Medicina, el profesorado corrió a cargo en su mayoría de profesionales con ejercicio en la ciudad. Desde la Junta Revolucionaria se designó a Pedro Sánchez Llevot, el médico de más prestigio en la ciudad, para la organización de la Facultad. Las actividades docentes se iniciaron el curso 1968-1969, impartiendo el preparatorio y el primer año de Medicina. En el preparatorio, el cuerpo de profesores lo formaba: José Esteban Lorenzo (director de trabajos anatómicos); Juan José Villar y Macías (Química); Gabriel Aparicio (Física experimental); Nicolás Gómez Garrido (Zoología, Botánica y Mineralogía); Manuel Períañez (ayudante de disección) y Juan Espejo (encargado de la portería del Anfiteatro Anatómico).
Asimismo, el primer claustro médico dela Facultad Libre lo integraban:
Pedro Sánchez Llevot (decano y titular de Anatomía)
Rodrigo Sánchez Gómez (Patología general con su clínica)
Gabriel López Pérez (Patología quirúrgica)
Ramón Hernández y Hernández (Terapéutica, materia médica y arte de recetar)
Nicolás González (Anatomía quirúrgica y operaciones)
Lucas García Martín (Patología Médica)
Ángel Núñez Sampelayo (Obstetricia, Ginecología y Enfermedades de los niños) Marciano de Nó (Preliminares clínicos y clínica médica)
José Esteban Lorenzo (Clínica quirúrgica y encargado de enseñanza de practicantes y matronas)
Domingo Hoyos y Hoyos (Clínica de Obstetricia)
Ángel Villar y Macías (Medicina Legal y Toxicología)
Manuel Períañez Crespo (Director del Anfiteatro Anatómico)
Desgraciadamente de la gran mayoría de estos profesores de la Facultad salmantina no ha quedado nada escrito. No obstante, Salamanca Médica, con ayuda de la citada obra de Luis Sánchez Granjel, quiere recordar en estas páginas las figuras de alguno de ellos. En números anteriores ya se habló más ampliamente de Hipólito Rodríguez Pinilla, Anastasio García López e Isidro Segovia y Corrales, que aunque no formaban parte del primer claustro de la Facultad Libre sí que vivieron la última parte de este centro.
Pedro Sánchez LLevot fue el médico a quien la Junta Revolucionaria encomendó la fundación de la Facultad y su gobierno. Nació en 1824. Hizo los estudios médicos en Salamanca antes de la supresión de la anterior Escuela. Se doctoró en Madrid. A su vuelta, tras una pequeña estancia en el extranjero, conquistó un gran renombre profesional en la ciudad. En este sentido, de él señala Enrique Esperabé que “sus consejos y opiniones pesaban en el ánimo de todos, sin que sus colegas se atrevieran jamás a contradecirle”, reseña Sánchez Granjel. También se decía que “Llevot dormido sabía más que los otros facultativos despiertos”; “no hubo en toda la provincia –continúa Esperabe- durante medio siglo más médico que Llevot. Su frase al parecer favorita: “Hay que estudiar al paciente más que a la enfermedad”, de innegable modernidad, tiene cuño letamendiano, cita Sánchez Granjel.
Destacó por su carácter fosco e intemperante, fruto de su prestigio clínico. Ocupó los puestos de Inspector de Sanidad, Subdelegado de Medicina y Médico jefe de la Beneficencia municipal. Por todo ello, apunta Granjel, no es extraño que la Junta Revolucionaria encomendase a Sánchez Llevot, a pesar del carácter conservador de sus preferencias políticas, la gestión para crearla Facultad Libre de Medicina.
Hasta 1891 dedicó su actividad a la cátedra de Anatomía. En esa fecha, una Real Orden del 25 de noviembre puso a su cargo la enseñanza de la Clínica médica, cometido docente más próximo a su especialidad profesional. Entre otras responsabilidades, además de ser titular de dos cátedras y de las tareas de gobierno en el Decanato, fue el primero en ocuparse de la enseñanza de la Higiene, y en 1870 tuvo que aceptar de forma temporal la cátedra de Anatomía al abandonarla el auxiliar Nicolás González Garrido.
La muerte le sobrevino el 11 de diciembre de 1894. Nada ha quedado escrito sobre él, salvo el discurso de apertura del año académico 1869-70 en el que disertó sobre el tema: “Noticia de la historia e importancia de la Higiene”.
Su fallecimiento coincide con el comienzo de una etapa de rápidos cambios en el gobierno de la Facultad. Le sucede, por Real Orden de 24 de diciembre de 1894, su primer colaborador, José Esteban Lorenzo. A la muerte de éste en 1897, desde el Rectorado se propone como decano a Gabriel López Pérez, que ya había cumplido deberes de decano durante la larga enfermedad de Esteban Lorenzo. López Pérez fue jubilado en octubre de 1900. Entonces desempeña el cargo durante menos de un mes Manuel Periáñez, hasta la elección como decano de Isidro Segovia el 14 de noviembre de 1900. Éste continuaría hasta su muerte en enero de 1925.
Nació en Salamanca en 1830. Completó en Madrid los estudios realizados en Salamanca. En la capital charra ejerció como cirujano en el Hospital de la Santísima Trinidad. En la Facultad Libre, primero fue el encargado de la cátedra de Disección y luego de la de Clínica quirúrgica. Por último, ocupó el decanato a la muerte de Sánchez Llevot.
Entre los siguientes decanos destaca Isidro Segovia, cuya vida ya fue abordada en el pasado número de la revista.
De varios claustrales médicos se conocen datos que ayudan a reconocer su estampa humana. A continuación citamos algunos.
Nació en La Alberca. Tras hacer sus estudios en Salamanca, gozó de renombre como operador y tuvo a su cargo la cátedra de Obstetricia desde 1869 hasta su muerte diez años después.
Hijo de un oficial de carabinero. Tras interrumpir sus estudios médicos en Salamanca para intervenir en la última contienda dinámica, estuvo al servicio de la Compañía del ferrocarril de Salamanca a la frontera portuguesa, y como médico fue muy estimado, señala Sánchez Granjel, aunque en palabras de Rodríguez Pinilla, no obtuvo la retribución económica que mereció en el quehacer clínico. Inicia su carrera docente como Ayudante de trabajos anatómicos en1878 y en 1885 ocupó fugazmente la cátedra de Anatomía, y al año siguiente es designado titular de la cátedra de Histología, cuando esta disciplina fue incorporada al currículo de la licenciatura. Desde 1892 hasta su muerte en 1897 ejerce como catedrático de Anatomía. Fue redactor de la revista La Regeneración Médica, que dedicó un emocionado recuerdo a su carrera.
Este vallisoletano fue el segundo catedrático numerario de la Facultad salmantina, después de Hipólito Rodríguez Pinilla, cuya vida se abordó en el número 4 de esta revista. Primero alumnos y luego docentes, señala Sánchez Granjel, fueron los dos primeros profesores numerarios que tuvo el Estudio médico salmantino antes de su reconocimiento estatal, como catedráticos por oposición respectivamente de Histología, Histoquimia y Anatomía Patológica, y Enfermedades de la Infancia.
Núñez García nació en Valladolid en 1867. Al igual que Rodríguez Pinilla cultivó el periodismo en la “Plana literaria” de El Adelanto y con anterioridad a 1904 en otras revistas como El Estudiante de Salamanca y El Porvenir. Su carrera docente la inicia en 1895, fecha en la que es nombrado Conservador de los Museos anatómicos. En 1903 oposita y consigue la Cátedra de Histología, Histoquimia y Anatomía Patológica de la Facultad salmantina. En contraposición a la casi total ausencia de obra médica escrita en los integrantes del Claustro, publicó bastantes obras. Editó su memoria doctoral bajo el título “Valor diagnóstico del análisis de orina”, que fue defendida en Madrid. En 1898 publica en Salamanca cuatro cuadernos didácticos de un Manual de Patología en el que destaca su defensa de la “sugestión terapeútica” y la hipnosis. A pesar de estar alejado de la clínica y dedicado a la docencia, en dicho manual, según Sánchez Granjel, se presenta como especialista en enfermedades nerviosas y de afecciones respiratorias, así como del aparato genitourinario.
Algunos profesores del Claustro médico de la Facultad Libre sumaron a la actividad docente y a la práctica médica profesional un destacado intervencionismo en la política municipal. Entre ellos cabe destacar a:
Nacido en Salamanca en 1821. Perteneció a las Facultades de Ciencias y Matemáticas. Ocupó la cátedra de Higiene, fue miembro de la Diputación del Hospital de la Santísima Trinidad y llegó a presidir la Diputación provincial. A su muerte, en 1885, la Academia de Medicina y Cirugía de la que era presidente, le dedicó una sesión necrológica, con la intervención de médicos como Lucas García Martín, Casimiro Baz y José López Alonso.
Representó en el Ayuntamiento a la minoría republicana como concejal.
Fue alcalde de la ciudad en 1890. Murióen noviembre de 1900. Según recoge Sánchez Granjel, “tuvo en la Facultad el modesto puesto de Ayudante de clases prácticas y en él fue objeto de reprensión en 1899 acusado de tener abandonado el servicio clínico puesto a su cuidado”.
Fue alcalde en 1899, en una etapa del gobierno del partido conservador. Cuesta Martín, nacido en la localidad abulense de Piedrahita, cursó Medicina en Salamanca, se doctoró en Madrid y tras dos años en el extranjero se estableció en la capital salmantina. Su vida académica, se inicia como Ayudante de clases prácticas, cargo al que renuncia en 1886. En 1890 obtiene la interinidad en Medicina Legal y en 1898 ocupa la cátedra de Clínica médica. Tras su muerte en 1918 se le reconocieron las cualidades de “buen clínico y médico de justa reputación”, en palabras de Enrique Esperabé.
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