El cine negro ha utilizado con frecuencia a los médicos como parte del esquema de investigación de un crimen, unas veces en calidad de testigos, otras de implicados en alguna forma y otras, en fin, de expertos que colaboran con la policía o con el fiscal en la resolución del enigma. Pero en pocas ocasiones la acción ha girado tanto en torno a un médico como en A través del espejo, donde Robert Siodmak, gran especialista del género, y su guionista Nunnally Johnson sitúan al psiquiatra Scott Elliott en el centro mismo de una trama presidida por dos hermanas gemelas.
Vista en una primera exposición unas semblanzas biográficas del Dr. Moraza, en esta segunda, para completar su biografía, recojo anécdotas e informaciones que me han comunicado oralmente diversos médicos, y he obtenido de publicaciones y de Internet.
El autor concluye la serie de textos sobre los títulos médicos impartidos en la ciudad
Iniciamos en este número el repaso a destacadas trayectorias profesionales, aún por acabar, pero que ya han reunido éxitos más que suficientes para brillar con luz propia. Es el caso de nuestro primer invitado, el catedrático de Microbiología José Ángel García Rodríguez quien a lo largo de estas páginas nos descubre una vida dedicada en cuerpo y alma a la docencia y la investigación. Su verbo tranquilo nos permite acercarnos a una mente despejada, a un absoluto apasionado por su trabajo, por Salamanca, por su Universidad y por los problemas que rodean a ambas.
Los años finales del siglo pasado y los del comienzo del presente, se caracterizan por una gran rapidez y profundidad en los cambios sociales y sanitarios que se producen en todos los países desarrollados y que no tienen parangón en la historia de la humanidad. Entre ellos, cabe destacar por su importancia el cambio demográfico, que se manifiesta por un importante y progresivo envejecimiento de la población; también modificaciones en los patrones de enfermedad, con una primacía actual de los procesos crónicos; cambios en las expectativas de salud de la población, relacionadas con la mejora de las condiciones económicas y de educación; y finalmente cambios tecnológicos y en el conocimiento clínico, que han posibilitado los cambios antes citados. Estas transiciones sanitarias, como las denomina Albert Jovell, son la causa del gran avance y la complejidad que hoy tiene la medicina.
Después de alcanzar cierta resonancia internacional con películas como El beso de la mujer araña (1985) –basada en la novela homónima de Manuel Puig– y las producciones norteamericanas Tallo de hierro (1987) y Jugando en los campos del señor (1991), Héctor Babenco vuelve a las calles brasileñas en 2003 para arrojar luz sobre el sistema penitenciario de su país. Y el personaje encargado de hacerlo es el médico de la prisión de Carandiru, al que los reclusos irán explicando los motivos que les han llevado hasta allí
Hace casi tres meses falleció Menchu Gal Orendain en Irún, su ciudad natal, en la que esperaba inaugurar el magnífico museo que llevará su nombre y albergará casi toda su obra. Con la desaparición de esta gran artista, pierde la pintura española del siglo XX una de sus figuras más importantes y que desde este momento hay que incluir con todos los honores en la nómina de grandes figuras femeninas que curiosamente ha aumentado en este siglo, donde brillan María Blanchard, Maruja Mallo, Olga Sacharoff, Delhy Tejero, Rosario de Velasco, Consuelo Santos, Amalia Avia, María Antonia Dans y Carmen Laffon.
El papel del facultativo no es sólo prescribir un tratamiento o verificar tal operación, es también tranquilizar a quien sin motivo esté preocupado y devolver la alegría de vivir a muchas personas*.
El autor continúa la serie de textos sobre los títulos médicos impartidos en la ciudad
Parece, Camilo, que te entiendes mejor con tu madre que con tu padre. Eso, al menos, me dicen y, en el fondo significa que con tu padre no te entiendes. Yo no me entendí con ninguno de los dos. Me acoracé frente a ellos. Aunque debí suponer que mi padre, con una especial rigidez, pretendía ocultar su predilección, nos pasamos la vida jugando al escondite. Hasta que fue demasiado tarde. Porque, yo creo, que no se trata de sentimientos –es insólito que un hijo no quiera a su padre, o viceversa-, sino de su expresión. Los sentimientos no están hechos para manifestarse “in artículo mortis”, sino para teñir las relaciones de quienes los poseen. Pero los seres humanos solemos ser muy torpes. Por no exteriorizarnos vamos de malentendido en malentendido.