ALBERTO GÓMEZ ALONSO: Catedrático y jefe del Departamento de Cirugía del Hospital Universitario

Por M. Puertas

“La medicina se ha complicado por la evolución hacia un hombre cada vez más inseguro y light en valores”

Nos visita en este número el catedrático Alberto Gómez Alonso, la cabeza visible de una de las áreas más importantes del Hospital Universitario de Salamanca, quien expone sus pensamientos y sentimientos sobre temas personales y profesionales. De sus palabras se desprende seriedad, responsabilidad, reconocimiento de las limitaciones, capacidad de delegación, preocupación por el bienestar del paciente como eje central del sistema y afán por dar la talla en la docencia asistencial como mejor garantía para la competencia profesional de los futuros cirujanos. Sin duda, un ejemplo de vida al servicio de quien quiera aprender, también a lo largo de estas páginas. Gracias, profesor.  

¿Qué tal la crisis? ¿Le está afectando en algo?

Me está afectando en cuanto a mi alrededor veo situaciones preocupantes y dramáticas, sobre todo por la repercusión social y personal del paro, que es algo agobiante.

¿Ve la situación tan mal o las ha habido peores?

En mi experiencia personal recuerdo que en los 40 la situación era crítica, en el colegio, por ejemplo, niños de mi edad pedían un trozo de bocadillo. Afortunadamente aquello ya está casi olvidado, pero de la etapa posterior, no recuerdo una situación tan crítica como la de ahora, que culmina una mala gestión de la economía general y familiar. El ahorro siempre ha sido fundamento de la economía de una familia. Sin embargo, estos años pasados se pedía y se daba dinero para todo y como es lógico eso no podía ir a buen puerto.

¿Propone alguna solución o eso se lo dejamos a los políticos?

Hay que volver a las protecciones anteriores, austeridad, ahorro, contención del gasto, quitemos lo no imprescindible, eliminemos cosas que no son necesarias, por ejemplo, el derroche en alumbrado público, y dejemos para lo que es necesario como son los servicios sociales y sanitarios.

Ya en el plano personal, camino de los 70, ¿hasta cuándo seguirá al pie del cañón?

Hasta que las normativas universitarias me lo permitan. Mi carrera concluye el 12 de octubre de 2010, pero como está iniciado el curso, pediré permiso para terminar el 30 septiembre de 2011.

¿Qué aliciente tiene, después de tantos años, seguir en el quirófano?

Lo cierto es que a lo largo de los años uno va variando, de una labor estrictamente asistencial a funciones más de tipo administrativo. Es como una pirámide en la que de joven hay base muy amplia de labor asistencial y después ,por la complejidad del sistema, se va pasando a una labor administrativa. En mi caso operaba mucho más hace 15 años que ahora, cuando mi cargo requiere que esté en más labores de coordinación, de búsqueda de más recursos, como más quirófanos, y de procurar cumplir esa triple función de asistencia, docencia e investigación.

¿Y dar clase tantos años después, qué aliciente tiene?

Tiene un aliciente, que yo comparo con los actores de teatro, que siempre salen preocupados a la escena. Yo sigo tan preocupado por mis clases como hace 34 años cuando empecé. Ahora hay otros métodos, otras fórmulas, eso me preocupa, me interesa y me ilusiona.

Pensando en el futuro inmediato, ¿cómo afronta la etapa de la jubilación?

Bien, porque creo que en la vida en general y en cualquier actividad, lo fundamental es saber adaptarse a las circunstancias y situaciones. Si hace veinte años eran 8 o 10 horas en el quirófano, ahora son otros planteamientos y labores distintas que las puramente asistenciales. Estoy aceptando bien la evolución de mis 68 años. Sin olvidar que detrás de mí hay gente joven con gran ilusión y mucha capacidad de trabajo, que hacen una cirugía magnífica, con niveles de calidad comparables a cualquier hospital de España.

¿Ya sabe a qué va a dedicar el tiempo?

Si Dios me da salud, tengo una afición, soy un ebanista frustrado. En verano restauro muebles, antigüedades y tengo gran afición por el bricolaje en general. Además me gusta la música, leer… creo que no me aburriré.

¿Sus proyectos de vida a corto y medio plazo?.

En el ámbito profesional ir profundizando en la organización del departamento por unidades de subespecialidades, por enfermedades. Ahora no se entiende que una persona pueda dominar todos los campos. Hay técnicas que requieren una dedicación preferencial como la patología mamaria, la cirugía esofagogástrica, el área hepatobiliopancreática, colorrectal, etc., lo que no quiere decir que no haya que tener una formación básica buena, para concretarlo en un campo más específico. En este momento estamos en eso, analizando y aplicando hacia donde debe ir la cirugía.

De lo mucho andado, ¿qué balance hace?

Me hubiera gustado todavía haber conseguido más, en el sentido de tener diseñadas todas esas áreas descritas anteriormente, un hospital con mejores condiciones de habitabilidad, porque ahora la vida aquí es bastante incómoda, sobre todo para los pacientes. Desde el punto de vista docente, me hubiera gustado que las plazas vacantes se hubieran cubierto ya, con un cuadro más estable de titulares. En ese aspecto no estoy contento, porque el proceso de incorporación de nuevos profesores, lentísimo, no ha podido ser. Respecto a investigación desde que fui decano del año 1978, me preocupé por tener un espacio para la experimentación animal, ahora no tenemos ese espacio para los animales y me gustaría diseñar un departamento de investigación experimental, porque la formación del cirujano es muy importante desde el punto de vista experimental. Insisto, no estoy descontento del balance, pero me gustaría haber conseguido más en esa triple vertiente.

¿Satisfecho con la trayectoria?

Sí, porque la trayectoria, como siempre tuve claro desde pequeño, ha sido la de médico y cirujano general, una profesión absolutamente apasionante, que exige grandes dosis de generosidad, esfuerzo físico y psíquico, con evoluciones tormentosas y muertes, algo que imprime una forma de ser especial. La satisfacción de ver evolucionar a los enfermos es impagable, algo intrínseco a nuestra vocación. Sin vocación no se puede ser cirujano, aunque vengan muchos más avances. Esa relación íntima con el enfermo y de responsabilidad individual hacia él será siempre la base de la cirugía.

¿Alguna espina clavada?

La de aquellos pacientes que no han evolucionado bien y han fallecido. Hay determinados pacientes que son inolvidables.

¿Arrepentido de algo?

Sí, cuando vuelves la vista atrás, rebobinando, siempre dices que en alguna ocasión podías haber actuado de otra manera. Siempre hay luces y sombras en la vida de cualquier persona y en la de un cirujano también.

¿Qué no ha hecho que le hubiera gustado hacer?

Pues me hubiera gustado tener un mayor contacto con la cirugía del extranjero, haber hecho estancias más largas en centros extranjeros y haberme impregnado de las corrientes de cirugía que me ha costado más incorporar.

A título ya más íntimo, hablemos de Alberto Gómez Alonso. ¿A quién se enfrenta el lector?

Creo que soy una persona sencilla, quizás con una estructura psíquica que se parece más a D. Quijote que a Sancho Panza, porque pretendo conseguir metas lejanas y a veces me encuentro con molinos. Pero creo que el mundo progresa más por los que son como D. Quijote que por los que son como Sancho Panza. Quizás doy la impresión de ser muy frío, de que no siento, de ser aparentemente distante, pero no es verdad… Creo que soy responsable. Reconozco mis limitaciones, por eso no tengo ningún inconveniente en delegar responsabilidades y tengo gente con capacidades extraordinarias para tratar bien para luego enseñar e investigar bien.

A mí me parece una persona muy seria y estricta, ¿es así?

Estricto procuro serlo, serio lo parezco, pero también tengo mi sentido del humor. Soy un poco como nuestra tierra, aparentemente seca y árida, pero escarbas un poco y es una tierra extraordinaria. Por eso me causó una gran impresión ir a Tenerife, donde la filosofía de la vida es más el disfrute de la existencia, aquí tiendes hacia la trascendentalidad de la vida, la austeridad, y eso marca.

Alberto Gómez Alonso hombre, ¿cómo se define?

Me defino como un ciudadano castellano y español, con todo lo que esto significa, una persona que defiende una ética natural, como médico y biólogo, que defiende la vida en cualquiera de sus manifestaciones, desde el comienzo, y comienza muy pronto, hasta el final, como médico tengo también mi responsabilidad social y como universitario pretendo trasladar y ser generoso en el ámbito docente, no sólo asistencial, y como católico creo que la vida debe tener un sentido trascendente.

Alberto Gómez Alonso profesional de la medicina, ¿cómo es?

Un médico que evolucionó pronto hacia la cirugía y que tiene muy en cuent ala relación con el paciente. No se puede olvidar que si existimos es porque hay un paciente. En función de ellos estamos todos los demás. Actualmente además la Medicina no es esa especie de norma de haré todo lo que esté en mi conciencia y según mi criterio. Creo que ahora eso no vale. Si mi criterio no está de acuerdo con los estándares internacionales, no estaré actuando bien. La ética profesional es algo imprescindible, pero la competencia profesional también. Están muy bien el humanismo, la bioética, pero la competencia profesional también es imprescindible.

¿Y el profesor y catedrático?

Hay que desarrollar en lo posible la triple función. Es una mesa con tres patas, asistencia, docencia e investigación. En nuestro caso, una investigación basada en el paciente, para conocer, por ejemplo, el porqué de las infecciones, cómo disminuir complicaciones, etc., son multitud de interrogantes que todos los días se nos plantean y que trasladamos a los básicos para ver si conseguimos respuestas. Gracias a ese diálogo vamos avanzando, no con las expectativas que se difunden a veces, sino conquistando pequeñas batallas. Nuestra investigación parte del paciente y debe volver al paciente.

En general, ¿cuál ha sido su filosofía de vida?

Viví con mis padres y mis maestros, los profesores Beltrán de Heredia y González González, el trabajo, la responsabilidad y esa pequeña obra que representa hacer todos los días lo mejor posible las cosas, aunque sean pequeñas. También intentar lograrlo en los que tienes alrededor, sin olvidar que en cirugía hay algo incuestionable, quien opera es el responsable, individual e intransferible, de la intervención. Mi maestro más directo decía que cuando te planteas una meta lejana y costosa, siempre se consigue algo más que con objetivos cortos. También dentro de mi filosofía de vida, reconozco mis limitaciones y que a mi alrededor tengo gente capaz y admirable para suplirlas.

En el plano profesional, su opción por la Medicina, ¿cómo se fraguó?

Al lado de mi padre. Le acompañaba en los años de inicio de carrera a las consultas domiciliarias y a su consulta en Toro (Zamora). Recuerdo su primera incisión en una mano y mi primera apendicitis, pero sobre todo la dedicación de mi padre, que no tenía ni una hora libre y 365 días de guardia. Aquellos médicos tenían que hacer muchas cosas, ahora impensables, en lo que fue la base de la Medicina de Familia de hoy.

¿Siempre quiso ser médico?

Sí, no me planteé otra carrera, a pesar de que mi padre me advertía de lo que significaba.

¿Y por qué la cirugía?

Quizás por mi buena disposición manual y mi afición a las artes plásticas. Me hubiera gustado dibujar y pintar bien, pero reconozco que para eso no tengo dotes, aunque manualmente creo que soy bastante capaz. También porque me sentía identificado con los profesores Beltrán de Heredia y González, a cuya clínica me adscribí como alumno interno.

¿Algún maestro?

Fundamentalmente los dos, Beltrán de Heredia y González, y luego, aunque parece un tópico, tengo multitud de maestros todos los días alrededor mío. En conversaciones, visitas al quirófano, etc., estoy recibiendo enseñanzas todos los días, de manera que sigo aprendiendo y sigo teniendo interés por aprender.

¿Qué le ha dado esta profesión?

Muchas satisfacciones, absolutamente indescriptibles, que compensan todo lo negativo.

¿Le ha quitado algo?

Sí, tranquilidad, horas de sueño, vida familiar, horas de asueto, pero sabía a loque me exponía cuando elegí la profesión de cirujano.

¿Lo mejor de ser cirujano?

Restituir la salud a los pacientes después de un diagnóstico y una intervención, es una satisfacción indescriptible, sólo entendible teniendo vocación.

¿Lo peor?

El perder pacientes. Es una lucha titánica, aunque en los últimos años la mortalidad y las complicaciones son mucho menores, porque tenemos mucho apoyo de multitud de unidades y especialistas.

¿Su relación con el enfermo?

Creo que buena. Procuro acercarme al paciente y que éste perciba que soy el responsable de su problema. Esa relación íntima es algo que defiendo por encima de todo, ocupes el nivel que ocupes. Siempre he dicho que es importante la labor de equipo, pero eso no está reñido con la responsabilidad individual de un cirujano. Seguir al paciente, verlo a diario, se traduce después en una serie de condiciones para una mejor evolución. Presumo de tener un buen plantel de cirujanos alrededor y calidad por parte de la enfermería. Si este hospital funciona así de bien, es por la dedicación de todos los que estamos alrededor del paciente. Creo que todo el mundo trabaja por delante de la estricta obligación laboral y normativa. La sociedad debe percibir que damos en general más de lo que se nos pide.

¿Cuál cree que han sido sus aportaciones desde el punto de vista profesional?

Cuando llegué a Salamanca en 1974, me encontré con una situación transitoria, en el Hospital Provincial, cuya estructura conocía. Dentro de la cirugía, no se distinguían áreas específicas. En esa situación transitoria, procuré aplicar lo aprendido en un hospital moderno como era el de Tenerife. Es decir, desarrollar áreas y especialidades indiscutibles, como el área de traumatología o neurocirugía. Dentro de la cirugía general se fueron desarrollando áreas específicas y eso había que hacerlo desde el punto de vista asistencial pero también docente, porque entiendo que si hay especialidades, quien enseña mejores quien practica ese campo concreto. Luego desde el punto de vista de la docencia he contribuido a desarrollar multitud de planes de estudio.

¿Ha creado escuela?

Creo que desde el punto de vista de un modo de hacer y de actuar, los que hayan aprendido algo de mí son los que deben decirlo. Creo que algo he enseñado, y entre otras cosas, he enseñado a aprender, aunque más que una formación mía, yo diría que es del conjunto del Departamento. La figura del maestro tradicional, piramidal, está desapareciendo a favor de un reparto de responsabilidades.

El Decálogo

¿Las señas de identidad del Departamento?

Creo que es un Departamento bastante adaptado a las corrientes modernas, sólo nos falta el área de los trasplantes, que es una espinita que tengo clavada. En su momento fue injusta la decisión de concederlos a Valladolid, por planteamientos distintos a los sanitarios. En el diseño de áreas específicas creo que está a un buen nivel, también la cirugía general. Estamos dentro de los 20 mejores hospitales de España y seguimos planteando nuevas metas.

¿Las razones de su éxito?

Si esto funciona bien, es porque tengo alrededor gente muy responsable, muy capaz y muy consciente de lo que debe hacer.

¿Algún agradecimiento?

En primer lugar, a los pacientes que han depositado su confianza en nosotros, en segundo lugar a los alumnos y al personal, no sólo médico y de enfermería, sino también de secretaría, por su espíritu de entrega y sacrificio. Que funcione así de bien un engranaje tan complejo, es una labor apasionante.

¿Cómo valora la evolución de su especialidad hacia una superespecialización cada vez mayor?

Es un tema interesante. Como ha ocurrido en otras fases de la historiade la cirugía, cuando se pensaba que las especialidades significaban perder cuerpo, ahora el debate se plantea con los grupos preferenciales. Creo que el secreto está en formarse bien a nivel general durante la residencia, y después la evolución natural es la subespecialidad. Si un cirujano hace un esófago cada año, se le complica mucho más que si hace 20. La experiencia en un campo muy concreto es importante y los comités son imprescindibles en patologías muy complejas.

¿Los robots sustituirán algún día al cirujano?

Es curioso, no han sido tan rentables para la cirugía general como se pensaba. Aparte de que son caros, en cirugía general no tienen la aplicabilidad que pueden tener en algunas áreas de cirugía cardiaca o urológica. No obstante, hay que destacar que ya se ha operado a distancia con un mando. Esto como adelanto técnico es importante, pero su aplicabilidad se derivará en el futuro. Ahora también está adquiriendo importancia la cirugía por orificios naturales y la cirugía endoscópica ya ha supuesto extraordinarios avances.

¿Qué opina de las nuevas generaciones de cirujanos?

Que son extraordinarias. Los que tengo alrededor, creo que salen de su periodo de formación de residencia, magníficamente formados, con una capacitación equiparable a cualquier país de Europa. Esto requiere no sólo una rotación, sino interés por aprender y aquí en Salamanca tenemos un entorno privilegiado para ello, con posibilidades. Siempre pretendo que el residente termine la residencia con la tesis o con ella prácticamente concluida.

Usted vivió de cerca el nacimiento del Hospital Clínico Universitario. ¿Cómo ve reforma proyectada?

Vinimos a desarrollar un hospital nuevo, un hospital y una facultad. A medida que pasaba el tiempo fuimos asumiendo esa idea de docencia y asistencia. Ahora que estamos de acuerdo en enseñar y asistir, falta que las instituciones (Universidad y Sacyl) se pongan de acuerdo. Nosotros lo tenemos bastante asumido, ahora falta que las instituciones den el paso para que esto sea un hospital universitario desde el punto de vista funcional. Cuando se aprende Medicina es cuando el alumno está con nosotros, viviendo la realidad hospitalaria.

Su vida en corto

¿Llega tarde el nuevo hospital?

Para mí sí, porque no lo voy a conocer, pero para otros…Creo que tenía que haberse cambiado antes, porque desde el punto de vista estructural cada vez es más incómodo, sobre todo para el paciente.

¿Qué supondrá para Salamanca este nuevo centro?

Creo que será un paso más hacia una Medicina más moderna, mucho más confortable para los pacientes y desde el punto de vista de desarrollo asistencial, docente e investigador, porque en este hospital se deben integrar esas tres funciones.

¿Su visión de la medicina y la sanidad en la actualidad?

La medicina se ha complicado porque en el concepto de la sociedad y del hombre ha venido a ocupar ámbitos antes impensables. Se está medicalizando la vida. Ahora, por ejemplo, el hecho de tener un conflicto personal o familiar también tiene que ver con el médico. No sólo hay que procurar bienestar físico, sino también psíquico y social. Esto es así debido a la evolución del hombre, hacia un hombre inseguro, light desde el punto de vista familiar, que acude al médico ante situaciones que son puramente personales. La medicina está complicándose porque el hombre cada vez va más al médico ante casos como conflictos familiares, antes impensables, control de la natalidad, cambio de sexo… Por otra parte, el enfermo acude imbuido por el derecho de que las cosas salgan bien. Es cierto que tiene derecho a ser tratado, pero no a que se le den seguridades. El derecho a la salud se está equivocando, es el derecho a ser tratado lo mejor posible, pero no a seguridades. Cada vez se exigen más responsabilidades y esto a veces genera situaciones un poco tensas, realidades médico-legales que amargan mucho, porque en muchas ocasiones son exigencias absolutamente injustificadas.

Según eso, el médico hoy lo tiene, ¿mejor o peor que antes?

Creo que la labor médica en general es más compleja que antes, aunque tenemos más medios y posibilidades desde el punto de vista de organización hospitalaria. Entre otras cosas porque tenemos que ofrecer las máximas seguridades para el paciente y adaptarnos a los estándares internacionales.

¿Qué reformas acometería en el modelo de medicina actual?

En el ámbito quirúrgico, una actividad hospitalaria mucho más continuada y reglada, es decir, jornada prolongada, que ocupara la actividad desde las 9 a 18 horas, por ejemplo. Creo que de 8 a 15 horas es poco rentable desde el punto de vista sanitario. Asimismo abogo por dar mayor autonomía a los departamentos y gestionar los medios con una mayor fluidez.

¿Algún consejo para los jóvenes doctores?

Transmitirle la necesidad de que estamos por los pacientes y que la vida del cirujano es poco cómoda. Es cierto que las vocaciones no están creciendo en cirugía, pero sin duda ésta es apasionante, en el sentido de que esa entrega, ese desvelo, tiene una recompensa inigualable como es la de restablecer la salud. Es la base de una actividad que tiene que ser fundamentalmente vocacional. Aquí no valen las buenas intenciones. También es importante la humildad.

¿Es partidario de volver a abrir el grifo en las facultades para paliar la supuesta escasez de profesionales?

Absolutamente en contra. La enseñanza de la Medicina es distinta a otras áreas. Requiere una enseñanza junto al paciente, y si además vamos hacia una enseñanza tutorial no puede ser que haya más alumnos.

¿El contacto con jóvenes en las aulas qué le ha aportado?

Es imprescindible para mantener la vitalidad en la docencia asistencial. El hecho de tener residentes es un reto para enseñar a aprender, para mantener el espíritu de actualización… Yo soy un enamorado de los jóvenes. Creo que sus críticas muchas veces están justificadas, por eso, por ejemplo, me interesan sus opiniones sobre el funcionamiento de nuestro servicio.

La tarea de enseñar, ¿cómo la ve en la actualidad?

Una enseñanza más junto al paciente, que debe hacerse a pie de obra. Es la tendencia.

¿Labor clínica, docencia o investigación?¿Con cuál se queda?

No se pueden separar, por orden de prioridad hay que asistir, impartir docencia e investigar, pero todo hay que concatenarlo en lo posible.

A su Universidad, ¿cómo la ve?

Con posibilidades en el ámbito sanitario, tiene buenas perspectivas. Las universidades están intentando captar alumnos, debemos procurar una excelente docencia e investigación y aquí tenemos medios para ello.

¿Cómo valora el nuevo modelo universitario que se quiere implantar?

A pesar de las protestas de los alumnos, creo que todo lo que sea acercar la enseñanza a la realidad profesional, enseñar a aprender y todo lo que conduzca a eso, es bueno. Siempre un cambio de plan supone novedades. Es un reto muy importante. Ahora, ya no hablamos de la lección magistral, sino de enseñar a hacer, a saber hacer y a saber por qué se hace. El estudiante es el centro y debe estar activo para aprender.

Aunque es zamorano, hablemos de Salamanca. ¿Su opinión de la Salamanca científica y médica?

Creo que excelente, con unas posibilidades enormes y un hospital de los mejores de España, según los indicadores.

¿El nivel político de la provincia?

Pues hombre, la política la entiendo en el sentido de solucionar problemas y todo lo que sea ser útiles, me parece muy bien, y todo lo que responsa a mis planteamientos personales, irá de acuerdo conmigo y si no pues no.

¿La ciudad cómo la ve?

Espléndida. Nos faltan las comunicaciones, pero es una ciudad humana, por su calidad de vida, en la que se puede hacer una gran labor en el ámbito que se quiera. Desde el punto de vista monumental, no hay mucho que decir, es evidente su belleza.

Aún recuerdo lo mal que le sentó que Salamanca no hiciera oír su voz para conseguir hace ya varios años el programade trasplantes hepáticos.

Ese 2002 fue un año fatal para mí, organicé un congreso que no resultó bien, tuve que pasar por el quirófano, el proyecto de los trasplantes no se nos concedió… pero bueno no sirve lamentarme, sino aceptarlo y llevar la vida por otros derroteros. Reconozco que fue una frustración.

A nivel personal, de política ¿cómo andamos?

Estoy al margen y observando cómo evoluciona, viendo cómo se reavivan debates históricos, matrimonios que no lo son, interrupciones de la vida… Es algo absurdo y contraproducente reavivar las dos Españas.

Si no es muy secreto, ¿por dónde andan sus ideas?

Están claras, ética natural, defensa de la vida, trascendencia del hombre, católico…

Hablemos también del género humano y sus relaciones. ¿Qué sensaciones le causa la sociedad actual?

Preocupante, porque precisamente la esencia del hombre, eso de ser cuerpo y espíritu, el planteamiento de luchar, aceptar, hacer sus actos trascendentes, ser familiar, esa célula se está desmoronando, tiene sus defectos. El hombre se convierte en un hombre light, a nivel de afecto, responsabilidad hacia los demás… Cuando se olvida la esencia del hombre como pilar fundamental, el hombre se desequilibra y vienen los problemas. No hablo de religión, sino de ética y filosofía de lo que es el hombre. Pero también tengo mi esperanza porque creo que el mundo y sociedad se salvan por determinados núcleos de liderazgo. El cómodo lamento no es una solución, hay que volver a las raíces de lo que es el hombre, a la esencia del ser humano que no es sólo biología.

Entonces, es pesimista respecto al modelo de vida que preside hoy los comportamientos humanos.

 Hay que variar radicalmente.

En su caso, ¿es verdad aquello de que detrás de un gran hombre hay una gran mujer?

No hubiera podido desarrollar mi actividad, si no hubiera contado con mi esposa, su capacidad de trabajo e inteligencia.

¿Su visión de la familia?

Aparte de las carencias motivadas por la profesión, creo que es la escuela fundamental de la vida. Igual que yo recuerdo mi época familiar, creo que mis hijos recordarán su estancia en Salamanca durante su formación.

¿Su vida en el plano religioso?

Soy prácticante. Para mí la religión es imprescindible, la entiendo como algo connatural con mi vida, fundamental para mi actividad profesional.

¿Cómo le gustaría ser recordado?

Como creo que soy, un hombre sencillo, responsable, mucho más afectivo de lo que puede aparentar mi cara austera, y que puso un grano de arena en esta gran empresa que es la enseñanza y la asistencia.

Por cierto, ya que estamos en una revista colegial, ¿qué opinión le merece el Colegio de Médicos de Salamanca?

Me parece que la actividad del Colegio está muy de acuerdo con los tiempos que vivimos. Eso se traduce también en la revista, que es muy amena y formativa.

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