JUAN ANTONIO GONZÁLEZ GONZÁLEZ: Geriatra y catedrático

Por Maxi Puertas

“Procuro honrar e imitar la bondad, espíritu de trabajo y sacrificio que aprendí de mis padres”

Nos visita en este número Juan Antonio González González, un médico que ha dedicado su vida a jóvenes y mayores. La docencia y la geriatría han ocupado la amplia trayectoria de este profesional, que da cuenta en esta entrevista de los motores de su vida: la familia y la medicina. Sus palabras, emitidas con la serenidad que le caracteriza, son una lección de vida, en base a valores como el sacrificio, la dedicación, ilusión y responsabilidad. En estas páginas propone, entre otras cosas, aprender de los mayores y respetar el legado de la experiencia. Así sea, pues a todos nos espera una tercera edad.

¿Es tan formal y serio como parece?

No, en absoluto. Soy sociable y pienso que asequible a todo tipo de conversación. Una de mis características es saber oír, digerir y contestar. En clase los alumnos me tienen por muy serio, pero la enseñanza debe ser seria, pienso. Es decir, que también rompe algún plato de vez en cuando. Sí, creo que todo el mundo y eso es hasta bueno.

Tiene un tono de voz particular, ¿es un sentimental?

Sí, sentimental y afectivo.

Últimamente se le ve menos (desde que dejó la Presidencia de la Real Academia).

Se me ve menos en actos de representación, pero en mi vida cotidiana sigo siendo el mismo de siempre, con mi actividad docente, mi consulta y mi ocio.

¿Cómo le va la vida?

Muy bien, estupendo. En perfecta convivencia y afectividad familiar y entregado a mi profesión.

Y la crisis, ¿le está afectando en algo?

En determinados aspectos sí, pero pertenecemos a una generación que hemos vivido la época y crisis de la posguerra y vimos como nuestros padres con gran espíritu de sacrificio, lograron superarla y nos enseñaron al esfuerzo constante y vivir en austeridad. Mi mayor afectación está en ver y sentir la repercusión que tiene la crisis en determinados países, colectivos, familias y personas, especialmente el paro laboral, la formación y educación de la infancia y juventud. Supongo que a nivel sanitario también afectará en la dotación de material docente e investigador, becas, etc.

Ya en el plano personal. Camino de los 70, ¿hasta cuándo tiene pensado seguir en activo?

Profesionalmente en la docencia hasta que la ley lo permita. En mi consulta de geriatría, de momento pienso seguir.

¿Cómo afronta la etapa de la jubilación?

Perfectamente aceptada y adaptada por razones de mi forma de ser, desde la juventud y en mi madurez, y esto se ha incrementado por la formación en la especialidad de geriatría en la que he impartido gran número de cursos de preparación para la jubilación. El éxito está en aceptar y adaptar las nuevas circunstancias que van concurriendo en la persona y en su entorno.

¿Y ya sabe a qué dedicará el tiempo cuando llegue?

A vivir íntegramente con la familia y realizar el ocio que mis facultades físicas y psíquicas me permitan.

¿Sus proyectos de vida a corto y medio plazo?

Continuar siendo el que soy y seguir realizando lo que hago, los pilares de mi vida, la familia y la profesión, y un poco de ocio.

¿Qué aliciente tiene, después de tantos años, seguir pasando consulta?

Pienso que ahora aún puedo seguir siendo útil a la sociedad con mis conocimientos y experiencia. Sí voy retirándome y dejando que otros compañeros cojan el testigo. Con ellos puedo seguir colaborando en un segundo plano en la medida que sepa, pueda, ellos lo acepten y me lo soliciten. En mi consulta sí continuo trabajando.

¿Y dar clase tantos años después, qué aliciente tiene?

Para mí es absolutamente necesario por las siguientes razones: Me comunican e informan de lo que piensa y quiere la juventud. Me mantienen actualizado con el espíritu de comunicación y diálogo intergeneracional; me obliga a estar al día en los avances científicos y esto, a seguir leyendo y estudiando todos los días; me obligo, por un lado, a impartir las clases (sin ningún guión), lo que hace mantener activa mi memoria y capacidad de síntesis y exposición. Por otro lado, siempre he permitido e invocado que las clases sean un continuo coloquio “libre”, mantiene mi agilidad mental, además de intentar estar al día. También me produce la satisfacción propia de enseñar lo que sé y transmitir mi experiencia. Por último, haber creado una escuela que continúa el trabajo que hemos iniciado.

De lo mucho andado, ¿qué balance hace de su vida, en primer lugar?

Desde mi infancia mis padres me dieron muestras de bondad, espíritu de trabajo y sacrificio, cualidades que siempre admiré, agradecí y aprendí, por ello, procuro honrar e imitar. Desde muy joven establecí un orden de prioridades en la vida y en cada momento, estos fueron:

Primero y para mí el más importante, la familia. Es el lugar ideal de formación y enseñanza de los valores humanos personales, familiares, culturales, éticos y sociales generales. En mi caso y sin lugar a dudas, la mayor suerte de mi vida es haber conocido y haberme casado con mi esposa Mari Carmen, que con su intensa bondad e instinto maternal ha dado y enseñado el concepto perfecto de integración yamor familiar y hacia el prójimo. Ha mantenido la coherencia y el equilibrio emocional con sus consejos y en ocasiones su silencio, pero siempre al lado, apoyándonos espiritualmente a lo largo de todo nuestro matrimonio. Altos valores, “máximos” a los que se unen, su gran capacidad de trabajo, entrega y sacrificio por la familia. Esa ella a quien debo todo lo realizado y conseguido en mi vida. Estoy convencido que nuestras tres hijas, a mi juicio “excelentes en todos los aspectos” y sus maridos “también excelentes” y los cuatro maravillosos descendientes (tres nietas y un nieto) que tenemos, también piensan así, pues aún, en este momento y en estas circunstancias de la vida, a pesar de los años, la primer y última llamada del día es de ellas y de nuestros nietos. Acto simple, pero que a mí, cuando las oigo, es lo que más me satisface de la vida cada día. Este equilibrio de unidad y amor que ella ha infundido y mantenido en la familia me ha permitido tenerlo y trasladarlo en mi vida, en mi ejercicio profesional y docente.

¿El balance a nivel profesional?

Mi profesión, ser médico, la he realizado con dedicación, ilusión, responsabilidad y amor de lo que hacemos y a quien lo hacemos, al ser humano, específicamente al ser humano enfermo, al ser humano que sufre (psíquica y físicamente), a esa persona que abre su corazón y sentimientos a nosotros. Actividad que otorga a los médicos, por un lado, la satisfacción más grande que un ser humano puede poseer, tenerla capacidad de ayudar al prójimo. Por otro, la obligación y responsabilidad de hacer todo lo humanamente posible para comprenderle y ayudarle. En cuanto a la actividad docente, repetiría lo citado en una de las preguntas anteriores. Estos puntos, actividad asistencial y docente o docente y asistencial, me han permitido viajar mucho profesionalmente, algo muy satisfactorio para mí, sensación que se incrementaba por poder “salmantinear con gran orgullo” de nuestra ciudad en todos ellos.

Finalmente, destacaría mi vivencia en el campo social, por estimar que es imposible separar el ser y el saber de la sociedad, de ella aprendemos, con ella debemos colaborar y a ella debemos entregar todo nuestro saber y experiencia con el denominador común “del amor al prójimo” en todos nuestros actos, pues en conclusión, a la sociedad pertenecemos y a las personas que la constituyen nos debemos.

¿Satisfecho con la trayectoria?

Sí, totalmente, me he entregado a mi familia, a mi trabajo con vocación, con la máxima voluntad, ilusión y esfuerzo. Entrega que he intentado practicar con sencillez y reitero, con amor al ser humano. Estoy seguro que Dios me ha dado mucho más de lo que he merecido.

¿Alguna espina clavada?

Ejercer de médico durante muchos años, te permite un contacto continuo con enfermos, que te otorga “luces y sombras”, momentos de gran satisfacción y felicidad, cuando curas o alivias aun paciente, pero también hay muchas espinas que se recuerdan constantemente. Son aquellos enfermos que evolucionaron mal y ese recuerdo no desaparece nunca de la mente, el por qué sucedió, y la soledad y tristeza que en esos momentos siente el médico, a veces incomprendido.

¿Y a nivel docente?

Las satisfacciones y espinas docentes, aun siendo también muy importantes, para mí están en otra escala de valores, pero quiero puntualizar entre las primeras, el haber conseguido que la Facultad de Medicina de Salamanca, fuera la primera que impartiera Fisiología del Envejecimiento y Geriatría a nivel de pre-grado con carácter opcional (1.987), hasta que se aprobara como disciplina troncal. Más tarde, a nivel académico, haber sido presidente de la Real Academia de Medicina de Salamanca y más tarde elegido por unanimidad presidente del Consejo de Reales Academias de Medicina Territoriales de España. Finalmente mi actividad en Geriatría y Gerontología.

Mi espina profesional es no haber conseguido se instalara una “Unidad Geriátrica” en el Hospital Clínico, para loque he luchado inconmensurablemente a todos los niveles desde el comienzo funcional del mismo hasta el momento actual. Realicé gestiones, conversaciones, proyectos, etc. y recibí muchas promesas que luego no se cumplieron y me motivaron gran disgusto.

¿Arrepentido de algo?

Repetiría íntegramente mi vida, salvo pequeños matices, pero siempre sería médico.

¿Qué no ha hecho que le hubiera gustado hacer?

 Haber tenido tiempo para hacer más investigación en el campo del envejecimiento y de la mente humana, para saber más psicología, específicamente psicofisiología.

A título ya más íntimo, hablemos de Juan Antonio González. ¿A quién se enfrenta el lector?

Mi primer y principal escalón es ser amante de la unidad familiar. Creo que soy un hombre sencillo y cordial, intensamente trabajador y responsable como persona y profesional. Pienso y deseo haber sido clonación de mis padres y sus características, antes citadas. Profesionalmente he tenido tendencia perfeccionista, “siempre quiero saber y hacer más” para defensa de la vida, de la calidad de la vida y de los valores humanos, principalmente éticos, morales, de paz justicia y esperanza. Ello implica el haber buscado siempre el camino correcto para llegar a ello con el trabajo, la entrega y la comprensión con todos y de todos los seres humanos a través del estudio y el diálogo. Me satisface mucho intercambiar opiniones con los compañeros de profesión sanitaria en todas sus ramas y dialogar con amigos. Psíquicamente soy realista y optimista, disfruto de todo, incluso de cosas muy simples, a las que busco el lado bueno y bonito.  

Insisto, a mí me parece muy formal y de seriedad exquisita, ¿es así?

Sí, soy serio. Creo que lo estoy manifestando en estas preguntas. Me gusta lo recto, lo correcto, y sigo diciendo, serio y afectivo.

Juan Antonio González profesional de la medicina, ¿cómo es?

Médico asistencial, dedicado con plenitud física, psíquica y profesional al ser humano que sufre, con el sentimiento y deseo permanente de siempre intentar curar y el obligatorio de siempre conseguir aliviar, condición que me obliga a la formación continua, permanentemente, tal como me enseñaron a hacerlo mi maestro científico, el profesor Gandarias, y maestro clínico, el profesor Moreno de Vega.

Y el Juan Antonio profesor y catedrático, ¿cómo es?

Vivir la docencia es estar siempre en tiempo de estudiante, estudiando, aprendiendo y enseñando. Por un lado, consiste en la transmisión de información, que para mí debe tener un origen trípode, que son, conocimientos fundamentales, basados en los que están universalmente admitidos en simbiosis con las actuales líneas de investigación de reconocido prestigio y los avances que van consiguiendo, unidos a la experiencia que a lo largo del ejercicio de la profesión he ido acumulando. Por otro lado, en la función docente, debemos saber crear y mantener un estado de empatía fluida entre profesor y alumno que permita alcanzar un coloquio continuo y fácil, con el que se estimule al alumno el sentido de responsabilidad y entrega al ejercicio de la profesión que va a ejercer, con la obligación de mantener siempre el estudio. Crear la vocación de investigación y colaboración con todos los compañeros. Una característica más es la de intentar imprimir en los estudiantes una forma de ser exigente con su cargo, con puntualidad, seriedad, educación y respeto a la Universidad, a la sociedad y a ellos mismos.

En general, ¿cuál ha sido su filosofía de vida?

La seriedad, el esfuerzo y la responsabilidad.

En el plano profesional, su opción por la Medicina, ¿cómo se fraguó?

Primero, por tener dos hermanos médicos, que me inclinaron hacia ella y en segundo lugar, el ejemplo que viví de mis profesores, de mis maestros y de mis compañeros y la exigencia de querer aliviar y sanar si era posible a los enfermos.

¿Siempre quiso ser médico?

Desde aquel momento, siempre. De pequeño, no.

¿Qué recuerda de los inicios?

El estímulo y la exigencia del saber, la felicidad de la juventud y del compañerismo, y un espíritu de poder llegar a ser útil al ser humano. Desde el principio me inicié en medicina interna, avalado por los cimientos básicos de la fisiología. Acabé en junio y en octubre obtuve una plaza de médico titular de APD, pero pedí la excedencia, al haber conseguido al mismo tiempo la plaza de ayudante de clases prácticas en patología general, algo que me tiraba más.

Y luego, ¿por qué la geriatría?

Comencé geriatría en 1969 basado en un curso que hice en Valladolid impartido por el profesor Olegario Ortiz y otro en Madrid impartido por los doctores Salgado Alba y Guillén Llera. A raíz de estos cursos, vi la ayuda que podía dar a las personas seniles por tener incrementadas sus necesidades.

¿Qué aporta el paciente mayor frente a otro tipo de pacientes?

Es una enciclopedia del saber, de experiencia y realidad de la vida, con gran sentimiento de bondad y perdón.

¿Destacaría algún maestro en su vida?

Científicamente el profesor Gandarias en fisiología, y los doctores Moreno de Vega en clínica médica y Flórez Tascón en geriatría.

¿Qué le ha dado esta profesión?

La mayor satisfacción que puede tener una persona, con sus luces y sombras como decíamos antes, pero en las sombras sacamos provecho de esa tristeza, esa soledad, esa realidad de la vida y yo gracias a Dios he sentido el consuelo y la adhesión familiar que me comprende y reconforta en esos momentos.

¿Le ha quitado algo?

No.

¿Lo mejor de ser geriatra?

Poder oír con paciencia a los ancianos, intentarlos comprender e intentarlos aliviar de su dolencias psíquicas y físicas, y aprender de ellos.

¿Lo peor?

No poder ser eficaces en todos sus males, porque muchos de ellos son irreversibles, irrecuperables, y desearías poder ser útil.

¿Su relación con el enfermo?

Una de las cualidades ha sido la organización. Doy el tiempo suficiente para poder conversar con el enfermo y su familia, en conclusión, la relación termina siendo una empatización médico-enfermo absoluta, que en la mayoría de las ocasiones ha llegado a ser amistad.

¿Cuál cree que han sido sus aportaciones desde el punto de vista profesional?

En la investigación básica no como hubiera deseado, pero muy humildemente, pienso que sí, en mi época del Doctorado. Posteriormente han sido aportaciones clínico-asistenciales en el campo del envejecimiento y la geriatría.

¿Ha creado escuela?

Sí. Algunos de ellos ocupan cátedras, son profesores titulares, jefes de servicio y directores de residencia.

¿Cómo ha sido su relación con la Universidad de Salamanca?

Perfecta, dedicado a ella con mi mayor integridad, conocimiento y aportación de todo mi saber.

¿Me llama la atención que actualmente no sea profesor de la Facultad de Medicina?

No lo soy por tener concedida la prejubilación desde 2004.

¿Se prejubiló por alguna razón?

Me prejubilé y punto.

En el plano asistencial, también me extraña que no haya trabajado en el Clínico. ¿Fue una opción suya?

Fue una opción mía, porque mi deseo desde siempre era haber ejercido una labor asistencial en geriatría, pero al no conseguir mis peticiones, opté por hacer la asistencia en mi consulta.

Eso en Salamanca, es de atrevidos.

Pues sí, pero no me he arrepentido nunca ni me arrepiento.

Como profesional reconocido, ¿cuál cree que han sido las razones de su éxito?

Creo que están contestadas en el balance de mi vida profesional.

¿Algún agradecimiento especial?

Sí, a mis padres, especialmente a mi esposa, a mis hijas, hermanos, profesores, maestros, compañeros, amigos, enfermos…

¿Cómo valora la evolución de su especialidad?

Científica y asistencialmente la evolución ha sido extraordinaria, administrativamente muy lenta.

El geriatra sigue sin estar reconocido lo suficiente en la sanidad pública, ¿lo cree así?

Sí está reconocido, pero no admitido en plenitud de facultades y posibilidades para el bien de los ancianos, de la sociedad y de la propia administración, pues el ejercicio de la medicina geriátrica preferentemente es preventivo, es coordinador de múltiples enfermedades y ahorrador de gasto administrativo.

¿Qué opina de las nuevas generaciones de médicos?

Actualmente los médicos están muy bien preparados, son responsables y mantienen perfecta comunicación entre la medicina integrada y especializada, apreciando en ambas un elevado e importante conocimiento, comparable, estimo, a cualquier sistema sanitario del mundo.

La práctica médica siempre ha sido muy difícil, pero ahora se va a incrementar la complejidad en la asistencia, pues el paciente a través de las distintas vías de información (internet, etc.) ha aumentado su cultura sanitaria, especialmente en lo referente a la enfermedad que padece. Las dudas y preguntas que hacen al profesional a veces son complejas y de actualidad, lo que obliga al médico estar al día en los avances médicos.

Pienso que la administración debe actualizar y elevar la remuneración de los sanitarios. Para justificar esta propuesta, creo que se debe valorar el esfuerzo que se precisa para llegar a ser un buen médico y para mantenerse al día en el progreso de los conocimientos, el elevado costo que supone comprar libros, revistas y “tenerlos que leer, aprender y comprender”, asistir a congresos, etc.

El médico hoy lo tiene, ¿mejor o peor que antes?

Mejor porque tiene más medios de diagnóstico y peor, porque el número de enfermos es mayor, el enfermo es más complejo y le pide mucho más, le exige un diagnóstico más concreto.

¿Qué reformas acometería en el modelo de medicina actual?

En la práctica, pienso que aumentar el número de profesionales, establecer un ratio médico-enfermo que permita al profesional mayor capacidad para conocer psíquica, familiar, social y patológicamente al enfermo. En conclusión, sería volver al médico de familia antiguo, que era el consejero, médico, abogado, apagafuegos, todo…, con una formación y unos medios actualizados, y una perfecta relación y comunicación con las especialidades.

¿Algún consejo para los jóvenes doctores?

Vivir la medicina con gran responsabilidad, dedicación al estudio, dedicación absoluta al enfermo, con comprensión, dedicación y amor. Y la obligación permanente de estudio y si es posible, de investigar. Y sin olvidar la perfecta y fácil comunicación con los compañeros de profesión.

¿Es partidario de volver a abrir el grifo en las facultades para paliar la supuesta escasez de profesionales?

Si es necesario sí, pero siempre con la obligación administrativa de incrementar el número de plazas docentes, sobre los que deberán preocuparse de que estén bien formados y de que tengan vocación de docencia.

La tarea de enseñar, ¿cómo la ve en la actualidad?

En el campo teórico, el docente actualmente tiene una buena dedicación, pero en el práctico está muy limitado por falta de profesores de clases prácticas y de medios. Ahora la relación con el alumno es mucho más abierta que antes, hay una interrelación profesor-alumno más fácil y más dialogante.

Hablemos de Salamanca. ¿Su opinión de la Salamanca científica y médica?

Hay especialidades que son tan vanguardistas que son punto de referencia en todo el mundo. A nivel asistencial hospitalario, es comparable a cualquier sistema sanitario del mundo. A nivel de consulta de ambulatorio lo considero excelente, pero excesivamente sobrecargado de pacientes en relación tiempo-enfermo. Todo ello es un orgullo para Salamanca.

¿El nivel político de la provincia?

Creo que podría estar mejor.

¿La ciudad cómo la ve?

Preciosa. Es un museo en la calle.

A nivel personal, de política ¿cómo andamos?

Como puede deducir por esta entrevista, mi ideal político siempre ha estado, está y estará en el grupo que defienda la ética, el “derecho a vivir” con dignidad (en todos los aspectos), incremente la calidad de vida en todas las edades, estamentos y países del mundo, establezca e imponga los derechos humanos, la democracia, justicia y paz, todo ello con el denominador común del amor y respeto al prójimo.

Pero eso en términos de ideología y partido actual, ¿en qué se traduce?

Es el partido que más cumpla esas premisas.

Hablemos también del género humano y sus relaciones. ¿Qué sensaciones le causa la sociedad actual?

Considero que estamos asistiendo a una modificación en la escala de valores humanos y cristianos. Creo que se debe principalmente a un desmoronamiento de la unidad familiar y del respeto dialogante hacia los padres, profesores y a nuestros semejantes. Actualmente se da preferencia a objetivos secundarios, economía, poder, confort, etc. y lo que para mí es lo más gravoso “el egoísmo y la envidia”, sentimientos de desarraigo que se trasladan a la convivencia habitual, social y profesional.

¿Lo ha sufrido en sus carnes?

Sí.

Entonces, es pesimista respecto al modelo de vida que preside hoy los comportamientos humanos.

Pienso que es un bache que se ha de superar con gran fuerza, para alcanzar los niveles normales de sociabilidad, familiaridad y bien actuar.

Supongo que usted será un defensor a ultranza del respeto a los mayores. ¿Se les tiene lo suficiente en cuenta hoy?

Creo que no. No en la medida que merecen. Ahora no se les da la atención, el respeto y el cariño que se merecen.

En su caso, ¿es verdad aquello de que detrás de un gran hombre hay una gran mujer?

Sí, de forma sobrada, como he expresado en uno de mis puntos anteriores.

¿Su visión de la familia?

La unidad principal de la sociedad, en todos los aspectos.

¿Su vida en el plano religioso?

Católico sin lugar a dudas.

¿Es difícil ser católico hoy?

No, es muy sencillo y se es muy feliz siendo católico.

¿Qué opina de casos como el de la joven italiana que acaba de morir tras 17 año sen coma?

Como persona soy defensor de la vida y como médico busco la vida, la calidad de vida, aliviar el dolor e intentar curar. En conclusión, que a esta persona y a todas las que estén en esta situación lo que hay que hacer es darle buenos cuidados personales y sanitarios. Está demostrado que los dementes en estado muy avanzado no responden al fármaco pero sí a una caricia, intentando en muchos casos esbozar un inicio de sonrisa.

Para un familiar, ¿pensaría lo mismo?

Por supuesto.

¿Cómo le gustaría ser recordado?

Como un hombre sencillo que fue un buen esposo y padre, de profesión médico, a la que se dedicó en cuerpo y alma con el mayor amor hacia sus semejantes, especialmente al enfermo.

¿Cómo valora su etapa de presidente de la Real Academia de Medicina de Salamanca?

La recuerdo y considero de un gran honor y satisfacción, alta responsabilidad e inconmensurable gratitud a mis compañeros, que depositaron su confianza en mi persona. En ese tiempo, ingresaron nuevos y jóvenes Académicos Numerarios y Correspondientes de elevado prestigio Nacional e Internacional. Se estableció comunicación con entidades científicas, como es con el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Salamanca, iniciando los Cursos de Actualización Médica y otras sociedades científicas y Reales Academias Internacionales. A nivel social, creando premios de investigación en colaboración con la Junta de Castilla y León, la Excma. Diputación Provincial de Salamanca. Con el Excmo. Ayuntamiento estuvimos presente en los actos culturales en el año 2.002, cuando Salamanca celebró el nombramiento de Ciudad Cultural Europea y un largo etc. que motivaron el reconocimiento por parte de las restantes Reales Academias de Medicina Territoriales de España, que tenían presente a la Real Academia de Medicina de Salamanca en todos los actos académicos que se realizaban, congresos, formación de la junta directiva, etc. hasta llegar a ser elegido por unanimidad presidente del Consejo de Reales Academias de Medicina Territoriales de España. Pienso es el máximo honor que he podido tener. En realidad, siento un inconmensurable e inolvidable agradecimiento a todos los Académicos por el apoyo que en todo momento me dieron.

¿Le guarda especial cariño a la Real Academia?

El mayor y más sincero recuerdo y cariño a la Real Academia y a sus integrantes.

Por cierto, ya que estamos en una revista colegial, ¿qué opinión le merece el Colegio de Médicos de Salamanca?

Primero, lo considero absolutamente necesario y segundo, considero excelente la actividad sanitaria, social y de formación que está manteniendo y realizando, entre las que incluyo esta revista.

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