Con frecuencia quien pretende escribir cierta biografía, quiere encontrar en la historia de la persona elegida grandes méritos, hechos notorios y extraordinarios, pues contarlos dará justificación a su trabajo. Suena mucho el nombre de un personaje, al parecer, francamente popular y conocido. Se emprende su estudio, pero resulta que no se halla lo buscado, y no por dejar de escudriñar en los ámbitos apropiados o científicos, sino porque posiblemente nada “excepcional” de él cuenta para la posteridad. Cuando las cosas salen así, se viene a aceptar que, desde el punto de vista histórico, ni la persona biografiada llegó a ser una eminencia, ni siquiera declarada muy ilustre.
Cuando a un estudiante le toca desarrollar un asunto atractivo se alegra enormemente, pues se presta al lucimiento. La biografía de Dr. López Alonso resultaba a priori un trabajo apetecible, por cuanto el aludido médico escribió mucho, a la vez que de él se habló siempre elogiosamente. Con estas alegrías iniciales emprendía yo el trabajo, cuando me sucedió como al opositor que halla que otro en lista antes que él ha expuesto el tema brillante y meritoriamente. Porque prácticamente resulta imposible no ya superar, sino tan siquiera aproximarse literariamente a las cariñosas y sentidas notas necrológicas (siete páginas) que D. Arturo Núñez García escribió de su amigo y compañero, el Dr. López Alonso (E. Esperabé: Maestros y Alumnos más distinguidos de la Universidad de Salamanca). A ellas remito a quienes deseen leer algo expuesto con sinceridad, sin lisonja, con corrección y elegancia. Tres necrológicas más he visto sobre López Alonso, una en El Adelanto, otra en El Lábaro y la tercera en El Noticiero Salmantino, periódico que días después publicó otra extensa reseña con bastante información, firmada por don Dionisio García, médico de Villavieja de Yeltes. Además ofrece un resumen biográfico E. Esperabé en Salmantinos Ilustres. No son todos los escritos sobre este personaje, sino que hubo alguno más.
“No hubo en toda la provincia de Salamanca durante medio siglo más médico que Llevot.”
Si en nuestros días viviera don Inicial Barahona, estaría muy contento al ver promulgada y, además en buena medida cumplida, la reciente y tan nombrada medida legislativa: “No se permite fumar en sitios públicos”. Él, que para acortar un discurso conforme lo preceptuado, hizo suyo el conocido aforismo: “La ley es dura, pero es la ley”, estaría muy de acuerdo con la actual Ley Antitabaco, que aunque a muchos les cueste, deben cumplirla, porque el tabaco es muy perjudicial para la salud propia y para la ajena, cuestión que don Inicial ya dejó expuesta y demostrada hace ochenta y cinco años.
Don Arturo nació en Valladolid el 5 de septiembre de 1867. Su padre se licenció en Medicina en la Universidad de esa ciudad del Pisuerga, y eso explica que el feliz acontecimiento del nacimiento de su hijo pueda considerarse una circunstancia accidental. Pero quitando la naturaleza del suelo, en lo demás nuestro médico fue un completo salmantino.
Continuamos la nota biográfica de este destacado cirujano salmantino publicada hace dos números con un breve recordatorio a su importante papel en la cirugía salmantina de la primera mitad del pasado siglo. Sin duda fue la referencia de esta especialidad en la ciudad y como tal merece un recuerdo. Varias son las razones, primero, fue el cirujano por antonomasia de Salamanca, segundo, contribuyó a la formación de una importante saga quirúrgica en la ciudad y, tercero, tuvo un papel muy relevante en la cirugía de guerra de nuestro país. La posible parcialidad de estas líneas, imputable a la juventud del que suscribe, no serán obstáculo para acercarse a uno de los médicos salmantinos más interesantes de los últimos tiempos. Agradecemos la ayuda prestada por algunos de sus colaboradores como el Dr. Ferrer, que aporta las curiosas imágenes.
En 1932 consiguió la Cátedra de Cirugía de la Universidad Central, desde la que desplegó una importante labor asistencial e investigadora
Este médico salmantino, catedrático en Zaragoza y Madrid, destacó como una de las mentes más privilegiadas de la Cirugía en la primera mitad del siglo XX Entre los frutos de la medicina salmantina de la primera mitad del siglo XX seguimos encontrando auténticas autoridades en sus respectivos campos. Si hace algunos números era José Estella
Pocos meses después de que se proclamara la II República, la solemne apertura del curso 1931-1932 en la Universidad de Salamanca corrió a cargo de Casimiro Población, el catedrático de Ginecología y Obstetricia del que ya hablamos en esta sección el número pasado.