Por Ramón Martín Rodrigo
Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia
Cuando a un estudiante le toca desarrollar un asunto atractivo se alegra enormemente, pues se presta al lucimiento. La biografía de Dr. López Alonso resultaba a priori un trabajo apetecible, por cuanto el aludido médico escribió mucho, a la vez que de él se habló siempre elogiosamente. Con estas alegrías iniciales emprendía yo el trabajo, cuando me sucedió como al opositor que halla que otro en lista antes que él ha expuesto el tema brillante y meritoriamente. Porque prácticamente resulta imposible no ya superar, sino tan siquiera aproximarse literariamente a las cariñosas y sentidas notas necrológicas (siete páginas) que D. Arturo Núñez García escribió de su amigo y compañero, el Dr. López Alonso (E. Esperabé: Maestros y Alumnos más distinguidos de la Universidad de Salamanca). A ellas remito a quienes deseen leer algo expuesto con sinceridad, sin lisonja, con corrección y elegancia. Tres necrológicas más he visto sobre López Alonso, una en El Adelanto, otra en El Lábaro y la tercera en El Noticiero Salmantino, periódico que días después publicó otra extensa reseña con bastante información, firmada por don Dionisio García, médico de Villavieja de Yeltes. Además ofrece un resumen biográfico E. Esperabé en Salmantinos Ilustres. No son todos los escritos sobre este personaje, sino que hubo alguno más.
Sin embargo siempre quedan detalles sin especificar, bien por falta de investigación, bien por creerlos secundarios, o bien, porque, a pesar de la búsqueda, no se hallan. He ahí en esto último el primer escollo: en la Universidad de Salamanca no queda su expediente ni de estudiante ni de profesor. No obstante otras vías de indagación proporcionan algunos resultados. En el Colegio Médico dejaré depositados para posibles consultas datos complementarios de ésta y de otras biografías que voy escribiendo.
D. José López Alonso nació en Yecla de Yeltes el 25 de julio de 1854, siendo sus padres Tomás López, maestro de Primera Enseñanza, y Tomasa Alonso. Estudió la enseñanza secundaria en Ciudad Real. Tras los estudios de Bachiller, José López comenzó en 1870, a sus 16 años, los estudios de Medicina. Los terminó en1874, adquiriendo el grado de Licenciado en Medicina y Cirugía en mayo del citado año, cuando aún no había cumplido los20 años de edad. Aunque Dionisio García dice que tuvo notas brillantísimas, y aunque en El Adelanto se escribió que su expediente estaba ‘preñado de sobresalientes’, la verdad es que en la carrera tuvo pocos, si bien estudió como alumno libre cinco asignaturas, lo que requiere más esfuerzo.
Entregado a estudios profesionales, no es extraño que su matrimonio resultase algo tardío, como el de tantos intelectuales. Don José López Alonso se casó a los 34 años, el día 1 de febrero de 1889 en la iglesia de San Martín de Salamanca, con Rosa Sánchez Casanueva, de 33 años de edad, natural de Tamames. Dentro de ese año nació su primogénita Pilar, que murió cumplidos los 14 meses. Luego nacieron José, que también falleció, poco tiempo después que su propio padre, Mercedes y Felisa.
El Doctor López Alonso, murió en la Salamanca el 5 de abril de 1898, a los 44 años de edad, cuando estaba en plena madurez vital y profesional. Un violento ataque de angina de pecho cortó el hilo de la existencia de este ‘sabio y malogrado catedrático’.
Don José López apenas terminada su carrera hizo oposiciones a Sanidad Militar y obtuvo plaza, con lo que ejerció como médico en el Ejército del Centro durante la última guerra civil (es decir, la tercera guerra carlista, que terminó en 1876). Se doctoró en 1879 y seguidamente debió salir al extranjero. Luego estuvo de médico en Villar de Ciervo y en Parada de Rubiales, pero pronto se vino a Salamanca a ejercer como ‘médico libre’. Aquí comienza a sobresalir y a ganar prestigio profesional en los años ochenta, siendo ya médico del Hospital General, cuyo edificio, falto de reparación y de los modernos adelantos, significaba un baldón para la ciudad. Un año exacto después de la muerte de don José se colocó la primera piedra del nuevo Hospital de la Santísima Trinidad.
Establecido en Salamanca, el Doctor López Alonso siguió estudiando, por lo cual tomó posesión del cargo de Profesor Clínico interino de la Facultad de Medicina de Salamanca el 26 de junio de 1890 (R. O. de 31 de mayo de 1890), ejerciendo seguidamente como Profesor Auxiliar en la misma Facultad. No era bastante, el 1 de febrero de 1895 tomó posesión de la Cátedra de Clínica Médica de la referida Facultad. Atrás quedaban las horas de sacrificio y de estudio que se requieren para aprobar una dura oposición, además de estar desempeñando la profesión.
López Alonso sentó las bases para la ‘colegiación de los médicos’ en cooperación con el ginecólogo doctor Argenta. En 1884 asistió y trabajó con afán en las reuniones preparatorias de la Academia de Medicina de Salamanca, que se hacían en el salón del Ateneo de Salamanca y presidía don Ángel Villar y Macías. (Después fue presidente de la misma don Marciano de No). En la inauguración de referida Academia, el 22 de octubre de 1884, don José López figura como secretario general, y contesta al discurso del presidente honorario de la misma, don Pedro Sánchez Llevot. Diez años más tarde se halla en un caso semejante, pero más trascendente aún, la creación del Colegio Médico de salamanca, del que fue presidente el doctor don José Luis Muñoz, y fue secretario nuestro biografiado.
Dado que el Doctor López Alonso ocupó bastantes más cargos y puestos de relevancia social, además de los ya mencionados, para no alargar demasiado la exposición, veamos una sencilla relación de sus muchos y valiosos méritos, destacando primeramente los profesionales, luego los literarios:
Fue fundador y director de El Correo Médico (que fundó con Alvarado, y muerto éste, él lo continuó) y La Regeneración Médica, así como la Revista de Medicina y Cirugía Práctica; Genio Médico quirúrgico; Revista Médica Catalana. Escribió infinidad de artículos científicos con los que se granjeó justa fama de médico competente.
En 1884 publicó un folleto titulado Etiología y profilaxis del cólera morbo asiático. Luego el 5 de julio de 1885 escribió una Cartilla Sanitaria con preceptos higiénicos para prevenir la invasión del terrible azote. La edición se agotó en cinco días, y una segunda también se vendió rápidamente. Aquel mismo año publicó en El Correo Médico hasta 51 trabajos, lo que da idea de su talento, y para que su nombre no se repitiera tantas veces usó hasta tres seudónimos “L. Solano”, “L. Pozasol” y “Solón Zapelo”. Para la creación de tales seudónimos juega con su nombre y su apellido, variando las letras, así de ‘A. López,’ pasa a ‘López A’, lo que, a su vez invirtiendo el orden de las sílabas, da ‘Zapelo’.
Su merecido crédito profesional en aumento continuado, quedaba patentizado por numerosa y selecta clientela y por sus publicaciones. Entre bromas y no bromas de él escribió un amigo “Envidia causa a porfía/ el doctor Solón Zapelo…”
Pero la obra monumental de López Alonso, “la que había de ceñir el laurel de la victoria y esculpir con letras indelebles su nombre en los fastos de la Historia Médica del pasado siglo” (A. Núñez) fue Estudio Histórico-Clínico de la epidemia de cólera morbo asiático ocurrida en Salamanca en 1885-86. Gracias a ella fue nombrado Académico correspondiente de la Real Academia y Cirugía de Barcelona y ésta concedió a su libro medalla de oro (Premio Salvá), galardón justísimo al talento y laboriosidad. Su labor ímproba y verdaderamente titánica quedaba así dignamente recompensada. Nada extraña por tanto que fuera nombrado secretario del Congreso de Ciencias Médicas de Barcelona, desarrollado en 1888, del cual precisamente él dejo escrita una valiosa reseña.
Don José López fue en Salamanca el apóstol de las ideas del doctor Ferrán respecto del cólera. Pero no sólo se abrió fama en Barcelona, también conoció médicos importantes en Madrid, y fue socio corresponsal de Histología de Madrid. Su estudio constante y las lecturas profesionales le permitieron estar al tanto de los últimos descubrimientos, de lo que es prueba tanto la exposición bibliográfica que hacía en el Correo Médico, como las opiniones críticas de las teorías científicas y de los avances científicos. Entre sus artículos se pueden citar “Las propiedades zimóticas de ciertos virus”, “El problema de la rabia”, “La acción de la thuya en vegetaciones, verrugas, etc.”, “La influencia de la temperatura en el cólera”, la sección de “Academias y Sociedades”, la sección de “Bibliografía científica”, y el “Hipnotismo como medio inquisitivo aplicado a la Medicina”, que originó una serie de réplicas y contrarréplicas entre el autor de un libro de Hipnotismo, don Juan Manuel Bellido Carballo, y él, publicadas en El Adelanto en 1888-89 y en otros medios.
“Un hombre cordial, afable y de buen carácter, un sabio, pero no por eso era grave, serio y adusto, todo lo contrario”
López Alonso “había nacido para luchar y fueron sus armas la prensa la Tribuna y la cátedra” (A. Núñez). Su lucha era el trabajo responsable. Así lo deja ver en más de una ocasión, por ejemplo, cuando “respondiendo a la atenta invitación que me dirige oportunamente la Comisión Organizadora del Congreso de Medicina de Barcelona, y considerando que quien no concurre, pudiendo hacerlo a estos certámenes de las ideas, comete un delito de lesa ciencia, yo que siento arder en mi sangre, etc.”
Su merecido crédito profesional en aumento continuado, quedaba patentizado por numerosa y selecta clientela y por sus publicaciones. Entre bromas y no bromas de él escribió un amigo “Envidia causa a porfía/ el doctor Solón Zapelo…”
Entre otras de sus muchas actividades se señalan también la de ser presidente del tribunal de oposiciones a las becas de los Colegios Mayores (sección de Ciencias) en septiembre de 1889, ser vocal del tribunal de oposiciones a las plazas de médicos de la Beneficencia Municipal, informar en algún proceso judicial, etc.
La ciudad atravesó una epidemia de viruela en 1882, luego el cólera en 1885-86, y finalmente la gripe en 1890. Por tanto, los médicos de Salamanca tuvieron, sin buscarlo, campo apropiado para aplicar sus conocimientos, como él mismo hizo para prevenir la epidemia de cólera y, como una vez extendida ésta, lo llevó a la práctica su amigo Cristino Cebrián. En ese ambiente de profesores de la Facultad de Medicina y de enfermedades es en el que destacó don José López, y “eso que el Ayuntamiento tiene médicos sin cuento”, según decía un escritor en plan de humor. Profesores y compañeros de López Alonso fueron por entonces, entre otros, Guillermo Hernández, Indalecio Cuesta, Antonio Díez, y José Esteban Sánchez. En 1892 decía un escritor que formaban un ‘triunvirato’ (excepcional, de gran valía) los doctores Leopoldo Alonso, Cebrián y López Alonso. Precisamente los tres formaban parte de la Comisión de Beneficencia y Sanidad del municipio, y estaban muy interesados en mejorar la higiene de esta ciudad, y entre otras cosas pidieron que en Salamanca se hicieran cloacas, para evitar tener que depositar los excreta en las dos malolientes esguevas o albercas urbanas que entonces había. Los tres médicos atendían también a la distribución de socorros a los enfermos y convalecientes en unión de concejales y de otras personas. Precisamente tres de los amigos de López Alonso murieron como él prontamente: Cristino Cebrián en 1897; Florencio Pollo, que tomó posesión de Profesor clínico a la vez que él de catedrático, murió en 1901; y Casimiro Baz, en 1903. Los dos últimos fueron alcaldes de Salamanca, y él fue concejal y 2º teniente de alcalde. (¿Es que había tomado la Parca asiento en el Ayuntamiento para cargarse a los médicos?).
Una vez que hemos visto lo concerniente a su profesión, vamos a resumir lo relativo a su vocación de escritor. Don José López fue socio y representante en Salamanca de la Sociedad de Escritores y Artistas Españoles, socio corresponsal del Ateneo de Madrid, y fundador del periódico El Fomento, en unión de los señores Onís, Navarro y Barrado, y con Arturo Núñez fundó la revista Salamanca Festiva (1891). Colaboró además en todos los periódicos de su ciudad y logró merecida fama como ‘literato’. Incluso lo llaman ‘periodista’ en alguna ocasión.
Entre las obras en prosa, realizadas con lenguaje selecto, pulcro, elegante, castizo y rebosando un estilo propio y peculiar, además del Estudio sobre la Epidemia del cólera, hay que destacar El Realismo en el Arte, discurso pronunciado en la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy, de la que era consiliario, para la inauguración del curso 1880-81, en el que habla del ‘fin del Arte’ y analiza las teorías del ‘realismo en el Arte’ que en aquel ‘siglo material’ eran originadas en las ideas de Comte y de Stuart Mill, de las que él no es partidario.
Ya antes de acabar los estudios de Medicina, don José López había compuesto algunos versos. Esperabé dice que fue poeta fácil. Mejor sería precisar, como dijo Dionisio García, que fue ‘inspirado poeta’. De sus composiciones poéticas hay que destacar las siguientes: Oda a la muerte del cardenal Cuesta, (1873). El largo poema La Conciencia, que lo forman una serie de décimas que narran el encuentro en Yuste de Carlos I de España con su hijo bastardo don Juan de Austria. El libreto de la ópera Zahara, del maestro Espino. Historia de un Misere (no tiene nada que ver con el “Miserere” de Núñez de Arce), donde emplea varios tipos de estrofas, pero fundamentalmente un romance, en el que recoge la leyenda del joven y enamorado compositor Manuel José Doyagüe, composición leída en la velada literario- musical del 22 de diciembre de 1892 (Casualmente, respondiendo a la liturgia de Semana Santa El Miresere, y Lamentaciones de este músico se cantaron en la catedral de Salamanca dos días después del fallecimiento del Dr. López Alonso). (Ya hacía años Diego Madrazo había escrito una elegía a la muerte del célebre músico salmantino). López Alonso escribió también versos en el Álbum de Santa Teresa (1882). Formó parte del jurado establecido para el Certamen Literario, juntamente con José María de Onís (1889). Algunos años dejó sus versos en la “Plana Literaria” que publicaba como suplemento El Adelanto, y en ese espacio escribe, por ejemplo, con ocasión del Centenario del Descubrimiento de América, haciéndolo entre buenos poetas, como Cándido R. Pinilla y Arturo Núñez.
Finalmente son suyas otras muchas composiciones, que juntamente con las citadas, siempre todas muy aplaudidas, contribuyeron a que él conquistase un “puesto distinguido en los aficionados al divino arte”, tanto que su obra fue objeto de estudio y lectura en la Universidad de Salamanca el 23 de abril de 1910, para conmemorar la muerte de Cervantes, según informó el catedrático de Literatura don Luis Rodríguez Miguel en El Resumen. También El Adelanto el 25 de abril de 1910, da cuenta de los actos que se hicieron en esta ocasión «honrando a López Alonso».
Por cierto que el aludido profesor incluye a López Alonso entre los poetas líricos españoles del siglo XIX, precisando: “Pulcro en el decir, cuyas odas y sonetos tienen un corte clásico”.
No se puede terminar la biografía sin dejar de presentar las cualidades humanas de don José López, para lo cual, lógicamente se ha de acudir a lo que escribieron sobre él antes y después de su muerte: “Un hombre cordial, afable y de buen carácter, un sabio, pero no por eso era grave, serio y adusto, todo lo contrario”, según don Arturo Núñez. Una persona que admitía bromas y que aún disponía de tiempo para ser socio del Casino de Salamanca. Para don Dionisio García fue “médico-poeta, filósofo profundo, pensador sublime, eximio historiográfico, clínico eminente, siempre pensando en trabajar y trabajando siempre”. Otras veces se lee que era inteligente y laborioso y una personalidad de alto y justísimo prestigio. Sin embargo, la superior categoría de su espíritu le hacía reconocerse personalmente menos valioso que lo que en realidad era y que la sociedad lo consideraba. Así, por ejemplo, quiere ‘justificarse’ en el Discurso pronunciado en la Escuela de San Eloy, y así también al dedicar su obra a la Universidad de Salamanca escribe “el más humilde de sus alumnos y el último de sus profesores”. Padre y esposo amantísimo, y convencido creyente, según se desprende de sus obras, lleno de buenas cualidades, su muerte fue una grandísima pérdida parala Medicina y para Salamanca. Hace bien el Colegio Oficial de Médicos de Salamanca en recordarlo.
El Adelanto dice el 25 de abril de 1910 que estudió Secundaria en Ciudad Real, pero debe ser una confusión, pues lo más probable es que la estudiara en Ciudad Rodrigo. También allí aparece confundida la fecha de la boda.
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