Por Ramón Martín Rodrigo
Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia
Tenemos un hospital moderno, limpio, con salas blancas, paredes blancas, barnizadas, todo albura 1.
Rosendo García, natural de Moríñigo (Salamanca) y Manuela Tejado, nacida en Fariza (Zamora) constituían en 1873 un matrimonio, domiciliado en la calle de San Justo, número 48 de Salamanca. El 8 de noviembre de ese año les nació aquí un niño, al que bautizaron al día siguiente y le pusieron por nombre Andrés2. Este es hoy el personaje salmantino biografiado.
Andrés García Tejado estudió la segunda enseñanza en el Instituto de esta ciudad, obteniendo el Grado de Bachiller3 en septiembre de 1888. Como con muchos estudiantes ha sucedido, Andrés García Tejado, una vez que inició la carrera de Medicina, a partir de 1888, fue obteniendo notas señaladamente mejores que en el Bachillerato. Efectivamente las calificaciones de Andrés García Tejado en las asignaturas de Medicina, aunque no todas puedan calificarse de brillantísimas, en general, fueron muy buenas o brillantes4. Entonces, quien obtenía sobresaliente podía optar a una calificación más honrosa, pero para ello había de superar un nuevo examen de ‘oposición’, pues esa ‘calificación superior’ de premio o de mención de honor, podía ser disputada por varios alumnos.
En efecto, nuestro estudiante hizo examen de oposición en Clínica Médica de primer curso, consiguiendo “Premio ordinario”5; igualmente realizó esa prueba de oposición a la asignatura Clínica Quirúrgica de primer curso, en la que fue calificado con “Mención de Honor”6, y, finalmente, también ganó la calificación de “Matrícula de honor” en Clínica Obstetricia. Para obtener el Grado de Licenciado nuevamente había que pasar por un tribunal. Tras cursar el año académico 1894-95, Andrés García Tejado presentó solicitud para el examen de de Grado de Licenciado el 5 de junio de 1895, obteniendo las calificaciones de “Admisible”(que entonces se daban a estas pruebas), tanto en el primer ejercicio como en el segundo. Así Andrés García consiguió ser Licenciado en Medicina en junio de 1895, a los 21 años de edad, siendo de destacar, por tanto, que acabó su carrera muy joven. Habían sido sus profesores eminentes médicos, como Isidro Segovia, Indalecio Cuesta y José López Alonso7.
Seguidamente marchó a Madrid a realizar el curso de doctorado, pues en Salamanca no se podía obtener, (la Facultad de Medicina entonces no era costeada por el Estado), logrando el título de Doctor en Medicina y en Cirugía en julio8 de 1898. En noviembre de aquel mismo año solicitó y logró ser incorporado al Claustro de la Universidad de Salamanca.
Ejerció de médico en Rágama9 (Salamanca), aunque por poco tiempo, porque en octubre de 1902 comenzó a prestar sus servicios como Auxiliar interino en la Facultad de Medicina. Tres años más tarde, mediante oposición, consiguió ser nombrado Profesor Auxiliar numerario del cuarto grupo de la misma Facultad, y ya en febrero de 1905, fue adscrito a las enseñanzas de Medicina Legal y de Terapéutica, cuya cátedra desempeñaba entonces don Inicial Barahona. También impartió las asignaturas de Toxicología, y de Farmacología.
Se casó con Manuela Blanco Cobaleda, de una distinguida familia de Salamanca, de cuyo matrimonio nacieron, entre otros hijos, Manuel y Andrés García Blanco, también personajes ilustres en esta ciudad.
Prontamente el Dr. García Tejado comenzó a ser conocido en Salamanca como personaje que podía estar, y estuvo en diferentes puestos de responsabilidad política. En 1906 se hablaba de que podía ser nombrado alcalde. En enero de 1924, durante la Dictadura del general Primo de Rivera, fue designado Presidente de la Excma. Diputación Provincial. Ya antes de tomar posesión de su cargo había dejado claro cuál era su objetivo: “La construcción de un Hospital provincial, necesario para dar solución al deplorable estado de la Beneficencia provincial, y para acabar con el agudo problema de las clínicas de la Facultad”. Es decir, su proyecto buscaba tres objetivos: beneficiar la curación de los enfermos, dotar de clínicas a la Facultad de Medicina, y procurar el progreso de la ciencia y de la enseñanza, pues estaba concebido como centro de enseñanzas y de prácticas, además de su función normal de albergar y curar a los enfermos. Él pensaba que se podría levantar sobre la base del hospital que la Diputación tenía en el Hospicio, pues el principal obstáculo que se presentaba era el limitado presupuesto de la Corporación Provincial. Esto era entonces uno de los graves problemas que hacían que las obras no fueran realizadas con la rapidez necesaria.
Su idea fue acogida de forma muy favorable y, tras las gestiones oportunas de elaboración del proyecto, adjudicación de las obras y firma de escrituras, la primera piedra para el nuevo Hospital se colocaba en enero de 1927 y las obras empezaron en el siguiente mes, continuando a buen ritmo hasta 1928. Vino luego un cambio de diputados en la Corporación Provincial, que presidió don Nicolás Rodríguez Aniceto, pero también su fin primordial se concentró en la terminación del edificio. Así en los primeros meses de 1929 el estado de las obras era verdaderamente avanzado. La Diputación aún cambió otra vez de representantes, en 1930, a la caída de la Dictadura. Pero igualmente el presidente de la Institución, D. Gregorio Mirat y los nuevos diputados, ya de elección democrática, siguieron con la alteza de miras que los anteriores hasta completar la obra del Hospital y su dotación de medios técnicos introduciendo algunas reformas. La recepción definitiva del Hospital tuvo lugar el 18 de julio de 1930. Estaba dotado con dos quirófanos y todos los adelantos de la época. Su coste total se calculó entonces en 2.619. 526 pts10.
Andrés García Tejado trabajó también en varios proyectos durante su mandato como presidente de la Diputación, como fue la atención a la Casa de Dementes. Y en otro orden de cosas la subida de sueldo a los empleados de la Diputación. Con todas estas cosas nada es de extrañar que se fuera granjeando grandes simpatías en la ciudad.
Hoy aquel Hospital Provincial ha sido destinado a otras actividades, pero no se olvida que el edificio y la calle en que se alza le fueron dedicados a distinguido Doctor en homenaje a su memoria. Envida de don Andrés García se le rindió un homenaje universitario, al ser inaugurado el Hospital, el 5 de octubre de 1930, cuando ya había concluido su presidencia de la Diputación.
En 1929, al marchar a Madrid don Inicial Barahona, el doctor García Tejado se hizo cargo de la cátedra de Medicina Legal, que siguió desempeñando hasta su jubilación. Fuera del marco universitario desarrolló otras actividades de tipo profesional, como la de ser médico de la Beneficencia Municipal, y además tuvo abierta consulta en la Plaza de los Bandos, número 4. Dio conferencias (por ejemplo en la Casa del Estudiante, en 1935).
D. Andrés García no publicó ningún libro, pero escribió artículos de tipo profesional desde muy joven, así en 1906 Breves consideraciones sobre el tratamiento hipodérmico de la sífilis11 que fue un discurso que pronunció en la Academia Médico-farmacéutica, de la que formaba parte. También tomó la pluma en alguna ocasión para otros temas ajenos a la medicina, como cuando escribió un brevísimo artículo en Ideal Patrio (1931), revista que apenas nacida feneció, en que él se muestra un ferviente monárquico.
Llevaba de docente en la Facultad de Medicina más de cuarenta años, cuando al cumplir los setenta años de edad, en 1943, pasó a la jubilación. Había sido profesor de numerosas promociones médicas de esta Universidad, en las que perduró durante mucho tiempo el recuerdo de sus enseñanzas.
Por esta labor le fue concedida la Gran Cruz de la Beneficencia, cuyas Insignias fueron costeadas mediante suscripción popular, así como un busto suyo, realizado por el escultor Macías12, que se colocó en el zaguán del Hospital Provincial y Clínico. En mayo de 1943 los alumnos de cuarto curso de Medicina, y algunos profesores, con el decano de esta Facultad, el Dr. Querol, le rindieron un homenaje con motivo de la próxima jubilación. Luego el 30 de noviembre de 1944 se celebró en Salamanca un homenaje en su honor, organizado por la clase médica de la provincia, el Colegio Médico que se hizo cargo de la iniciativa, la Jefatura Provincial de Sanidad y las autoridades provinciales y locales. El motivo del homenaje fue rendirle una prueba de agradecimiento, por sus gestiones siendo presidente de la Diputación para levantar un edificio destinado a Hospital Provincial y Clínico. Consistió dicho homenaje en el ofrecimiento de un hermoso pergamino que expresa el agradecimiento de la clase médica y en el descubrimiento de un busto que se colocó en el zaguán del Hospital.
En el curso de la preparación de este homenaje la Diputación Provincial instituyó una beca para un estudiante de Medicina, denominada de “García Tejado”, según el acuerdo del 18 de abril y ratificación del 27 de octubre, de cuantía anual de 3.650 pts. al año, y para empezar a disfrutarla desde primero de enero de 1945.
Don Andrés García Tejado tuvo siempre gran relación con los médicos de Salamanca, especialmente con los que fueron los profesores de la Facultad. Lógicamente bastantes de los médicos de la ciudad fueron cambiando con el paso de los años y se ve que van correspondiendo a distinta época. Así a principios del siglo el trato y comunicación se establecía con Arturo Núñez, Antonio Díez, Guillermo Hernández, Cañizo, etc. Cuando en 1944 se le hace un homenaje están presentes, entre otros: Valdés, Querol, Carrato, Arcocha, Bondía, Moraza y Pérez Álvarez, los que, en general, y alguno más como Pierna, Polo Bello y Peláez acudieron a su entierro. Y en 1955, cuando se recordó el XXV aniversario de la inauguración del Hospital provincial asistieron al acto homenaje en su memoria, Moraza, Cuadro y Marín. Así pues, muchas eminencias médicas lo apreciaban y lo valoraban justamente. Esto quiere decir que García Tejado había sido un hombre de valía profesional.
D. Andrés García Tejado falleció en Salamanca el 16 de octubre de 1952. La prensa local ofrece la merecida y laudatoria necrológica, reseñando que fue siempre un “gran intelectual, un profesor meritísimo, un perfecto caballero de recto proceder, amable y jovial, de carácter optimista, animoso, sencillo, de gran bondad y abierto a la comprensión los problemas”. También consignó una necrológica la Memoria Académica de la Universidad del curso 1952-53, resaltando sobre todo su currículum profesional y una serie de atributos como los arriba mencionados.
Don Andrés García Tejado tuvo siempre gran relación con los médicos de Salamanca, especialmente con los que fueron los profesores de la Facultad.
La memoria del Dr. García Tejado, por tanto, quedó ligada a la vida universitaria y a la ciudad de Salamanca, siendo muchos los que aún lo recuerdan y que pedían estas líneas. Espero que a unos les agraden y que a otros le sirvan de aporte documental.
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