Inicial Barahona Holgado

Por Ramón Martín Rodrigo

Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia

Al servicio de la deontología profesional

Si en nuestros días viviera don Inicial Barahona, estaría muy contento al ver promulgada y, además en buena medida cumplida, la reciente y tan nombrada medida legislativa: “No se permite fumar en sitios públicos”. Él, que para acortar un discurso conforme lo preceptuado, hizo suyo el conocido aforismo: “La ley es dura, pero es la ley”, estaría muy de acuerdo con la actual Ley Antitabaco, que aunque a muchos les cueste, deben cumplirla, porque el tabaco es muy perjudicial para la salud propia y para la ajena, cuestión que don Inicial ya dejó expuesta y demostrada hace ochenta y cinco años.

La prensa en ocasiones recoge informaciones que confunden o no son plenamente ciertas: Así en 1954 un periódico local presentaba la siguiente noticia: Primer informe serio estadístico sobre el daño que causa el tabaco, por Albert Chavex (3 de julio de 1954). Pues bien, bastantes años antes, ya lo había analizado el doctor salmantino don Inicial Barahona, como arriba se adelanta.

Don Inicial fue encargado de pronunciar el Discurso de Apertura del Año Académico 1921- 1922 en la Universidad de Salamanca. Entonces tomó como tema Historia Social Terapéutica y Toxicológica del tabaco y la nicotina, para explicar los efectos del tabaco. En el desarrollo de su conferencia analizó las clases de tabaco, los componentes y las consecuencias del mismo. Él, quizás por modestia profesional, aclaró en la “introducción” del tema que posiblemente su discurso, como otros pronunciados en ocasiones semejantes, no fuera útil. Sin embargo, lo fue y lo sigue siendo.

Su discurso inaugural del curso 1921-1922 versó sobre la adicción al tabaco

Don Inicial nació en Sobradillo (Salamanca) el 7 de abril de 1872. También fueron naturales de esta villa sus padres, doña Ángela Holgado y don Juan Andrés Barahona López, médico en este pueblo, cuyos vecinos le tributaron un homenaje y le dedicaron una calle con motivo de su jubilación en 1910. Los abuelos paternos y maternos fueron labradores. Don Inicial tuvo, al menos, una hermana (gravemente enferma en 1913, en Madrid) y un hermano, don Casto que nació en 1875, y que como él llegó a ser una figura de gran prestigio, alcanzando una Cátedra de Derecho de la Universidad de Salamanca, y siendo nombrado en 1934 Director de Registros y Notarías.

Tienen escrito de Sobradillo que fue un pueblo en cuyo origen se establecieron algunos gallegos, y añaden que uno de los apellidos característicos de la villa, “Barahona”, es de origen judío. Aquí, sin entraren tales disquisiciones, se puede comprobar que cualquiera que fuera su remota ascendencia –gallega o judía-, y la reciente salmantina, don Inicial fue un estudiante aplicadísimo, una figura genial, una persona fuera de lo común, con una voluntad y una inteligencia excepcionales.

Siendo niño, Inicial Barahona estudiaría como es de suponer enseñanza primaria en Sobradillo. Luego la segunda enseñanza ya la cursó en el Instituto de Salamanca, obteniendo el Grado de Bachiller en 1890. A partir de entonces cursó los Estudios Preparatorios para la carrera de Medicina, obteniendo en ellos 4 sobresalientes y 1 notable. A continuación realizó la Licenciatura de Medicina en la Universidad de Salamanca, desde 1891-92 a1896-97, todos los seis cursos seguidos sin perder convocatoria y con gran brillantez, obteniendo en las diversas asignaturas 20 sobresalientes, entre ellos 4 premios y dos menciones de honor, y solamente 2 notables. Realizó el examen de Grado de Licenciado en Medicina el 30 de marzo de 1897, obteniendo la calificación de Sobresaliente.

Obtuvo premio en Obstetricia desarrollando Un caso de puerperismo infeccioso, cuyo examen fue calificado de “trabajo concienzudo y meritorio”, por el tribunal, constituido por los doctores Román, Gabriel Alonso y Ángel Núñez Sampelayo, entonces prestigioso ginecólogo.

Para el premio en Patología Médica tuvo que desarrollar como tema La diátesis cancerosa ante don José López Alonso, don Manuel Periáñez Crespo, y don José Esteban Sánchez.

También don Inicial estudio la carrera de Ciencias Físicas y Químicas, que entonces se creía que era una ciencia no sólo auxiliar, sino también necesaria de la Medicina. Pero la trayectoria de nuestro biografiado deja claro que la verdadera vocación de don Inicial era la Medicina, posiblemente nacida al calor de la práctica de la misma por su padre. En Ciencias las notas de este estudiante no fueron tan brillantes como en Medicina, cosa lógica porque los estudios de la carrera de Ciencias los hacía como alumno de enseñanza libre. Pero de hecho también obtuvo una mención de honor, 2 premios y varios sobresalientes. Pasó en esos exámenes por profesores como don Cecilio González, don Eduardo de No y don Jerónimo Cid.

Como era entonces necesario, tuvo que marchar a Madrid a realizar la tesis doctoral, durante un año, consiguiendo el Doctorado en Madrid en junio de 1898, con nota de sobresaliente. Poco tiempo o nada estuvo sin trabajo, por cuanto pronto, cumpliendo lo preceptuado por el Reglamento para ser médico de la Beneficencia General, es decir, de la que depende del Estado, lo fue un tiempo, como también fue médico del Hospital del Niño Jesús en Madrid. En esa época conocería al doctor Ost y Esquerdo, señalado como su entrañable amigo, con quien seguramente intercambió algunas ideas sobre enfermedades mentales y los estudios de criminalidad de Lombroso, Garofalo, Tarde y otros. En diciembre de 1904 aprobó la oposición a Cátedra de Medicina Legal de la Universidad de Salamanca, de la que tomó posesión el 1 de enero de 1905. Por entonces viajó a Francia y a Alemania visitando en una y otra nación centros especializados de Medicina, que luego describió perfectamente.

Publicaciones

Cuatro son sus publicaciones importantes Septicemia y Pivemia puerperales, Tesis Doctoral. Lecciones de Medicina Legal, Salamanca, 1908 (edición agotada); Técnica médica de la Ley de Quintos vigente. El médico y el reclutamiento para el Ejército. Reconocimiento Quintos, Salamanca, 1916 (edición agotada, informada favorablemente por los Ministerios de la Guerra y de la Gobernación); Discurso de Apertura del curso 1921-1922, Salamanca, 1922.

Las Lecciones están editadas en dos tomos, el primero distribuido en siete capítulos y el segundo en otros cinco, que en conjunto suman 700 páginas, y contienen hasta 75 temas muy elaborados, y aunque don Inicial especifica que ha puesto muy poco de su parte, excepto en la adaptación a las leyes españolas de las doctrinas científicas, no es así, sino que ésta es una obra suya plenamente documentada. En ella no sólo se trata de autopsias, datación de la muerte, antropología médica, etc., sino también de otras muchas cuestiones que hoy constituyen el campo de la policía científica y de los laboratorios (huellas, delitos, simulaciones), así como también de las cuestiones médico-legales de los diferentes casos en que puede encontrase un médico. Y, ¡cómo no! de la deontología médica, respecto de la cual escribió:

“El hecho de ser médicos, no nos excusa de ser hombres y como tales, sujetos a cometer esos pecados capitales que vician irremediablemente nuestras relaciones de confraternidad; el orgullo, el amor propio, celos, ambición…, es decir la soberbia de creernos superiores a otros en ciencia”.

Ocupó la Cátedra de Medicina Legal de Salamanca entre 1905 y 1929, que consigue la de Madrid, donde se jubila en 1942

Coetáneos, maestros y alumnos

En Salamanca don Inicial fue coetáneo de otros médicos renombrados como Casimiro Población, Filiberto Villalobos y Andrés García Tejado. Precisamente este último fue su auxiliar numerario en la cátedra de Medicina Legal, y la ocupó cuando don Inicial se marchó a Madrid. Así pues, don Inicial fue alumno de prestigiosos médicos, como el citado don José López Alonso, tuvo como compañeros otros no menos ilustres (por ej. Isidro Segovia), y, además, por sus enseñanzas desfilaron muchos de los que posteriormente también alcanzaron gran reputación profesional. En su asignatura y en Salamanca, aunque normalmente no eran muchos los sobresalientes, tampoco solían faltar del orden de tres o cuatro cada curso.

Según se ha reiterado muchas veces, a comienzos del siglo XX Salamanca consiguió que las Facultades de Medicina y de Ciencias pasaran a ser estatales, resultado conseguido con la mediación de varios de los profesores y médicos del momento, entre los que se encontraba el joven Dr. Barahona.

Don Inicial no estuvo nunca metido en política, e igualmente parece que tampoco quiso ser representante de tal o cual asociación. Además, como lo suyo no erala clínica, sino la enseñanza y los estudios, por eso resulta un personaje que en contadas ocasiones salió en los periódicos, y así tan sólo ocasionalmente lo vemos citado: como asistente a la inauguración de la clínica de don Francisco Díez (1912); como miembro del Casino de Salamanca (ingresó como socio de número el 15 -I- 1905, y tras alguna baja temporal volvió a ingresar el 14 de marzo de 1911); en Notas de Sociedad cuando se dice que ha salido de Salamanca con su distinguida familia para su finca de El Castañar (Béjar), (6 -VII- 1923); en el homenaje a don Filiberto Villalobos por su nombramiento de ministro, hecho en Madrid (10 -V- 1934), y pocas veces más.

Entre sus viajes profesionales se cuentan los realizados a Madrid en 1910,1918 y 1923 como “Vocal de tribunal” de oposiciones. Comenzó ganando 3.500pts. anuales. Que pasaron a 4.000 en 1908 al cumplir el primer quinquenio. La muerte o jubilación de algún catedrático suponía un movimiento hacia adelante en el escalafón rebajando el número. Por estas circunstancias don Inicial pasó aganar 6.000 pts. en 1915, siendo entonces su número en el escalafón el 305, en 1918 su sueldo subió las 8.000, y al año siguiente alcanzó las 10.000 con el número de escalafón 218. Así sucesivamente, pues en 1928 ya tenía el número 127.

Catedrático en Madrid

Valencia, Barcelona y Madrid ofrecían a los intelectuales más campo de trabajo, estar más al día de los avances científicos y promoción. Nada es de extrañar que algunos de los profesores médicos de Salamanca consiguiesen méritos suficientes para trasladarse ya a Valencia (Dr. Fornos), ya a Madrid (Dr. J. Estella, Dr. C. Población). Siguiendo este camino, en diciembre de1929 don Inicial Barahona consiguió por concurso de traslados la Cátedra de Medicina Legal de Madrid, que quedó vacante al jubilarse el Dr. don Tomás Maestre.

A dicha Cátedra estaba vinculada desde ese mismo año, que fue el de su creación, la Escuela de Medicina Legal, cuya Dirección hubiera pasado a desempeñar don Inicial, conforme pidieron el decano y claustro de profesores de la Universidad de Madrid, pero, como lo permitía el Reglamento, quiso seguir al frente de la referida Escuela y de hecho siguió hasta1936 el Dr. Maestre. Tomo la información de don Félix Legaz Castell, que publica esto en Revista de la Escuela de Medicina Legal, septiembre de 2006, quien continúa diciendo: “Parecía que el Dr. Barahona iría a sucederle en la Dirección, pero con motivo de la Guerra Civil española dicho profesor fue separado del cargo por desafecto al régimen republicano… Finalizada la fratricida contienda fue repuesto en su Cátedra el Dr. Barahona, pero dada su edad (67años) y estado de salud, proximidad de jubilación, etcétera, fue designado como director el Dr. D. Antonio Puga”.

Don Inicial Barahona se jubiló en1942, y aún vivió bastantes años más, pues murió en el verano de 1955, según recoge la Memoria de la Universidad de Salamanca del curso 1954-1955. Fue el mismo año en que murieron don Filiberto Villalobos y don Serafín Pierna, tres médicos eminentes y a la vez tres figuras señeras salmantinas.

No cabe duda de que el Dr. Barahona fue un honrado profesional, siguiendo las ideas de deontología médica que él explicaba. Fue un competente profesor que tuvo por suyas las palabras amar y saber con las que en su Discurso animaba a los estudiantes a que siguieran el “amar el saber”. Probablemente también fue un convencido creyente, por cuanto precisamente acabó aquella su Lección Inaugural con el valiente gesto de una petición: Que se rece una plegaria por los compañeros fallecidos el año anterior.

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