En Salamanca se dio un ejemplo que todavía se recuerda en el callejero, Juan Antonio Picornell y Obispo, que con tan solo tres años y medio fue examinado por primera vez por doctores de la Universidad de Salamanca
“Maestro de recia personalidad, cimentada por su claro talento; él, hombre de estudio, que conoce y medita los problemas de la Patología general… Es joven en enseñar, en bien decir y exponer”
A la hora de elegir a tres doctores eminentes para presentar unas breves semblanzas de los mismos, he procurado que los elegidos tuvieran algo en común. Pronto he hallado algunos hechos en los que hay analogía: época de estudios, docencia, ejercicio profesional y cargos. Para que mejor se vean sus coincidencias en la sociedad salmantina, además de ser coetáneos y compañeros, escribo en color otros hechos destacados de esa semejanza
La preeminencia de determinados doctores ha hecho que varios médicos, siendo también excelentes profesionales, hayan sido pospuestos en la presentación de sus biografías. Sin acudir a medianías, de vez en cuando será conveniente recordar a aquellos médicos algo olvidados que por alguna circunstancia tuvieron gran reconocimiento social. Igualmente, algunos de los más prestigiosos doctores en Salamanca tampoco han sido objeto de atención, porque cuando se encontraban en un buen momento se marcharon de esta ciudad. Seguidamente recojo brevemente las semblanzas de cuatro doctores, dos de la primera clasificación y otros dos de la segunda, pero limitándome a su estancia en nuestra capital.
Una persona amable que ya destacó como alumno de la Facultad de Medicina de Salamanca, donde también fue docente. Como investigador, le otorgaron numerosos premios por los avances alcanzados, y pasó consulta de su especialidad, la Otorrinolaringología, tanto en el Hospital Virgen de la Vega como en su casa de la calle Fray Luis de Granada. En su faceta más personal, tuvo tiempo de escribir un libro sobre su pueblo, Villavieja de Yeltes, y especializarse en Genealogía.
Trabajador, culto, sabio, afable y excelente persona, y merecedor de los premios, distinciones y homenajes que se le han dado, Sánchez Granjel “no dejó faceta, rama o especialidad que no estudiase”. Intelectual de memoria extraordinaria, sabía recordar en sus disertaciones anécdotas, hechos y personas. Afable, todo entrega y generosidad, supo conquistarse las simpatías de cuantas personas le trataron y le conocieron.
Tras licenciarse en Medicina, comenzó su labor asistencial como médico titular del pueblo de Nava de Béjar, en plena epidemia de la gripe. En 1921 aprobó las oposiciones a la Beneficiencia Municipal de Salamanca, y en 1925 comenzó a dar clases en la Facultad de Medicina. Desde 1926, y durante once años, fue presidente del Colegio de Médicos.
Una gran figura salmantina. Prestigioso médico, se ganó la confianza y el respeto de toda una generación de Salamanca, en la que se destacó por sus muchos y relevantes méritos. Adquirió generales simpatías por su carácter abierto, su bondadoso trato y su capacidad para granjearse amigos.
Catedrático de ‘Cosmografía y Física del Globo’, lideró una institución con cuatro frentes abiertos: la gripe de 1918, la colegiación obligatoria, la inexistencia de sede colegial y la falta de clínicas en la Facultad de Medicina
Una biografía breve, reuniendo unas hermosas semblanzas de don Darío Carrasco, ha sido publicada por don Luis Carlos TEJERIZO LÓPEZ en el libro La Real Academia de Medicina de Salamanca, Una crónica muy personal (Salamanca, 2006).