Por Ramón Martín Rodrigo
Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia
Muchos han sido los escritos y las palabras en honor de D. Luis en su vida y después de su fallecimiento. El Colegio Médico de Salamanca le tributó un merecido homenaje en 2013. Con ello se dejó bien claro la meritoria e ingente labor realizada por D. Luis como historiador de la Medicina, así como los frutos de su talento. ‘Salamanca Médica’ le había entrevistado en el año 2004, y sus palabras y sus fotos quedaron recogidas en el número 6 de esta revista, en la que, además, D. Luis publicó en los primeros números unos artículos muy interesantes. Por tanto, la revista ‘Salamanca Médica’ del Colegio de Médicos de Salamanca quiere dejar también el recuerdo de este eminente doctor en la serie de biografías que viene realizando. Me toca, pues, a mí, modesto escritor de semblanzas de ‘Maestros con historia’, realizar la del eminente D. Luis. Es tarea que me hace temer no lograr exponer dignamente lo más característico de su larga vida.
D. Luis escribió resumidamente su biografía en ‘Veinticinco años de catedrático (1955 -1980)’ y, posteriormente, en ‘Una vida de historiador’ (San Sebastián, 1998), pero se fijó especialmente en lo profesional. El ‘curriculum vitae’ de D. Luis fue necesario presentarlo diversas veces con motivo de la entrada en algún cargo o la concesión de alguna distinción honorífica. También, sin esa necesidad, sobre D. Luis han escrito Juan Riera Palmero, Francisco Herrera, José María Urkía, Diego Gracia, Luis Carlos Tejerizo, señaladamente en ‘El hombre que hay detrás del historiador’, y otros1. Naturalmente, lo que D. Luis silenció por modestia o por otras razones no lo expone nadie o casi nadie, salvo algún detalle.
D. Gerardo Sánchez Campo fue un médico que ejerció en varios destinos. En 1916 ya se había casado con María del Carmen Granjel2. Hacia 1918 se encontraba en Los Arcos (Navarra), desde donde se trasladó a Segura (Guipúzcoa)3. En este pueblo nació el 26 de agosto de 1920 su hijo Luis, y él ha dejado escrito: “Hijo de padre castellano y madre gallega, con ascendencia valenciana… Me criaron en Ikorza, un caserío a medio camino entre Segura y Ceraín, y fue el vasco el primer idioma que escuché y las primeras palabras que aprendí. La profesión de mi padre, médico rural, me apartó, ya adolescente, de la tierra nativa, trayéndome a Castilla. Esto fue en 1932, en que se trasladó mi padre a ejercer a la provincia de Salamanca… [Tengo, pues,] dos componentes esenciales, el salmantino y el vasco. Pero en Salamanca está mi familia y profesionalmente la razón de mi vida”.
Se deduce que siendo niño estudiaría la enseñanza primaria en su pueblo natal. Inició el Bachillerato en 1931 en Santiago de Compostela (lo que tiene explicación por ser su madre nativa de Galicia), lo continuó en el Instituto de Enseñanza Media de Béjar y lo acabó en 1936. Cuando comenzó la Guerra Civil, él tenía 16 años, con lo cual, a causa de la misma, le tocó experimentaruna interrupción obligada e involuntaria en sus estudios. Él escribió textualmente4: “En febrero de 1939 fui evacuado del frente de Extremadura a Salamanca, por hallarse aquí, como médico militar habilitado, mi padre”. De lo que se deduce que, posiblemente, D. Luis pudo ser movilizado luego que cumplió los 18 años5. En 1939 inició la carrera de Medicina en la Facultad de Salamanca. Promediada la carrera, descubrió la falta de vocación [para ciertas prácticas de Medicina]. Según palabras textuales, “como estudiante era más conocido en la Facultad de Filosofía y Letras que en mi propia Facultad”. Así pues, nos encontramos con que, en su caso, se aplicó perfectamente el principio que dice que cada cual ha de dedicarse a aquello que mejor vaya con sus aptitudes y su vocación, porque en él nació —y siguió acertadamente— la vocación por la Historia de la Medicina. Finalizó los estudios de licenciatura en febrero de 1945.
Contrajo matrimonio, a sus 35 años, con Julia Santander Rodríguez el 30 de septiembre de 1955. Tuvo una hija, Mercedes, y dos hijos, Luis y Gerardo. En su época era una necesidad, y también una moda, salir al extranjero, especialmente a Alemania, para completar la formación. Pero al acabar D. Luis su carrera, la economía española estaba por los suelos y la Universidad no podía sufragar los gastos que eran necesarios para los deseados viajes fuera de España. D. Luis solicitó varias veces salir al extranjero. En 1949 lo hizo para acudir a Berna para dar unas conferencias. También solicitó salir fuera de España en 1965, 1967 y 1969. Es de suponer que, si no fue en todas esas ocasiones, iría en algunas de ellas, y en otras no reflejadas en su expediente. Por España se movió con frecuencia, ya por su profesión para formar tribunal de oposiciones, tesis y congresos, ya por motivos voluntarios: Madrid, Valencia, Cádiz y, sobre todo, el País Vasco fueron sus principales puntos de viajes. Primeramente vivió en la calle de Zamora, número 51. Más adelante, en la Plaza de la Fuente, nº 11-13, 5º B. En su juventud era costumbre en Salamanca, que seguía sobre todo un buen número de intelectuales, acudir por las tardes a alguna tertulia; él, por entonces, solía acudir al café Castilla6.
Dio comienzo su labor docente en la Facultad de Medicina como ayudante de las clases prácticas de las cátedras de Farmacología y Terapéutica Clínica y Anatomía, en el curso 1947-48. Pasó a encargado de curso de Historia de la Medicina durante los años académicos de 1948-49 a 1954-55. En 1948, realizó la tesis doctoral, dirigida por D. Pedro Laín Entralgo, que fue su mentor, desarrollando como tema ‘La psicología de Carl Gustav Jung en las relaciones entre medicina y religión’. El título de doctor le fue expedido el 2 de septiembre de 1949.
Opositó a la Cátedra de Historia de la Medicina de la Universidad de Salamanca y la ganó en 1955, la cual desempeñó desde entonces hasta su jubilación, el 30 de septiembre de 1986. Contaba entonces con más de 41 años de ejercicio continuado en la docencia y 31 en el referido cargo de catedrático7. En tanto, también se hizo cargo de la Cátedra de Psiquiatría en el curso 1957-58 y del curso de Psicología en el curso 1962-63.
Resulta chocante que un profesor de la Universidad estatal de Salamanca lo fuera, a la vez, de la Universidad Pontificia de la misma ciudad, sobre todo cuando se estableció la denominada ‘dedicación exclusiva’ o de incompatibilidad por 1975. Sea como fuere, él fue profesor de Psicología en la Escuela Superior de Psicología de la Pontificia desde su fundación, es decir, desde 1966. Luego, convertida esta Escuela en Facultad en 1977, D. Luis fue profesor encargado de Historia de la Psicología. Y ese mismo año se le nombró profesor honorario de la citada Universidad salmantina.
Jubilado el 30 de septiembre de 1986, solicitó el nombramiento de profesor emérito de la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca. Para este nombramiento fue necesario que presentase una vez más el currículum profesional actualizado, lo que, lógicamente, hizo. Aunque requisito legal, llama la atención la solicitud que, al respecto, firman los miembros de cuatro cátedras —Psiquiatría, Psicología, Medicina Legal e Historia de la Medicina—: Alfonso Ledesma, J. F. Prieto y R. Muñoz Garrido (solo hay tres firmas), que textualmente dice:
“Consideramos que el profesor Sánchez Granjel, en su sostenida labor docente, amplia labor investigadora, fundador de un centro de investigación y creador de una Escuela que en la actualidad cuenta con tres cátedras y un profesor titular (Univ. de Valladolid, Málaga, Cádiz, el País Vasco), y por su servicio a la Universidad de Salamanca en diversos cargos académicos cumple los requisitos… tiene relevantes méritos y posee facultades suficientes… considerando pertinente destacar la concesión por la Universidad de Salamanca, en 1984, de la Medalla de Oro”.
Cuando se reunió la Junta de la Facultad de Medicina en junio de 1986, nuevamente el profesor Ríos volvió a recordar los grandes méritos y el magnífico currículum de Sánchez Granjel. Así pues, como era lo lógico, fue nombrado profesor emérito, el 27 de febrero de 1987, y en esta categoría siguió hasta abril de 1991, presentando cada curso la correspondiente memoria de su actividad docente e investigadora. Terminada su misión como profesor emérito, aún continuó docencia impartiendo un máster de Gerontología en la Universidad de Salamanca y siendo profesor de Historia de la Gerontología Social de la UNED de Vergara (Guipúzoa). Haciendo resumen de las tesinas y tesis dirigidas, así como de los tribunales de diferentes exámenes en los que fue presidente o vocal, podemos decir, redondeando las cifras, que las tesis alcanzan el centenar, y otro tanto las tesinas.
D. Luis desempeñó cinco cargos importantes en la Universidad de Salamanca. Ello atestigua que supo gestionar sus cometidos con honradez y responsabilidad, además de demostrar que fue capaz de compatibilizar a la vez varios trabajos, como la preparación de clases, la investigación y los asuntos administrativos. Se le nombró jefe del Servicio Español del Profesorado del Distrito Universitario (1963), cargo en el que sustituyó a D. Miguel Cruz Hernández, y que tenía el cometido de formular la propuesta de profesores de Formación Política. Fue secretario de la Facultad de Medicina (1955), secretario general de la Universidad (1957), administrador general de la Universidad (1967- 1973), y el más principal de todos cargos fue ser vicerrector de Ordenación Académica de la Universidad (1976 -1980).
En la línea de profesor y personaje erudito, se encuentran en el haber de D. Luis los discursos y las disertaciones de variados temas. Los discursos pronunciados son: el del VII Centenario de la Universidad de Salamanca (1953); la lección inaugural del curso 1970-71 en la misma Universidad; el de la incorporación como académico de número a la Real Academia de Medicina de Salamanca (1973), contestado por Pedro Laín Entralgo; el de apertura del curso 1978-79 de la Real Academia de Medicina de Salamanca y el de ingreso en la Real Academia Nacional de Medicina (2003), contestado por Diego Gracia Guillén.
Entre las contestaciones a discursos, se hallan las dadas a los de Emiliano Hernández Benito, José Fermín Prieto Aguirre, Antonio Álvarez Morujo y Julio Soler.
En una ocasión, en sus méritos se relacionan nueve conferencias impartidas, y la Real Academia de Medicina da cuenta de otras nueve de 2003 a 2009, pero en uno de sus currículos he contando 27. Ciertamente, fueron muchísimas más las disertaciones, conferencias, charlas y mesas redondas en las que tuvo protagonismo, aunque, por el motivo que fuera, en más una ocasión no se han reflejado los temas y las fechas.
En este epígrafe agrupo y sintetizo una serie más de los méritos de D. Luis, porque escribirlos todos aquí resulta imposible. Pongo unos ejemplos. Consiguió una beca de Estudios en España concedida por la la Fundación Juan March (1961). Fue presidente de la Sociedad Vasca de la Historia de la Medicina (1984); Medalla de Oro de la Universidad de Salamanca (1984); miembro de honor de la Academia de Historia de la Medicina de Londres (1985); académico de número, secretario y presidente de honor de la Real Academia de Medicina de Salamanca (1973); presidente del Centro de Estudios Salamantinos; Medalla de Oro del Seminario de Historia de la Medicina Vasca (1988); Doctor Honoris Causa de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontifica de Salamanca y socio de honor de la Asociación Española de Pediatría (1989). Consiguió el Premio Nieto Serrano de la Real Academia Nacional de Medicina (1949) y se le otorgó el Premio de Castilla y León de Ciencias Sociales y Humanidades (1989). Medalla de Oro de la ciudad de Salamanca en 2001, fue nombrado también académico de número de la Real Academia Nacional de Medicina (2003) y bibliotecario de la misma.
Sigo en este epígrafe al mismo D. Luis y lo referido por Francisco Herrera y José María Urkia8. Sistematizando un poco este capítulo, puede presentarse en los siguientes apartados: creación de un Instituto de Estudios, publicación de ‘Cuadernos de Historia de la Medicina’, ‘Monografías’, ‘Historia General de la Medicina Española’ y ‘Atención especial a la Generación del 98’. Sobre la creación de un Instituto de Estudios de Historia de la Medicina, D. Luis escribió:
“Como investigador, quehacer al que he dedicado casi por completo mi actividad intelectual, he sido fiel al proyecto de trabajo que me tracé al iniciar mi labor en el campo de la Historia de la Medicina en 1948. Para hacer realidad el propósito, fundé en 1955, incorporándolo a la Cátedra, un ‘Seminario de Historia de la Medicina Española’ que, años más tarde, instalado en el Palacio de Fonseca, se transformaría en Instituto. Los frutos de este quehacer como historiador quedan reseñados en la relación de libros y estudios, de tesinas de licenciatura y tesis doctorales que incorporo a este resumen de mi vida universitaria”.
Seguidamente, expone los frutos del Instituto, citando las publicaciones realizadas, que aquí no hay sitio para recoger, y señala también que contó con la ayuda de colaboradores de reconocido prestigio, expresándoles su reconocimiento9. Precisa que entre 1962 y 1975 el Instituto publicó la revista ‘CUADERNOS de Historia de la Medicina’ (14 volúmenes), a la que se incorporó una sección de ‘MONOGRAFÍAS’, integrada por 33 volúmenes. Pasando a referir otros trabajos de investigación, su principal aportación corresponde a los estudios de ‘HISTORIA GENERAL DE LA MEDICINA ESPAÑOLA’, obra grande y valiosa, aconsejada por Pedro Laín Entralgo, que D. Luis tardó en verla completada treinta años (1978- 2008), y fue publicada en cinco volúmenes: el I, la Medicina en la Edad Antigua y Medieval; el II, la Medicina en el Renacimiento; el III, la Medicina española del siglo XVII; el IV, la Medicina española del siglo XVIII y el V, la Edad Contemporánea. Sobre esta obra, él precisó: “[Ha sido] tarea que resume mi vida entera de investigador”.
Para no alargar en demasía este trabajo, no cito otras obras suyas relacionadas con la historia médica10. Según el mismo D. Luis, entre 1949 y 1985 llevaba publicados 40 libros y 150 estudios y artículos, cantidad que aún se incrementó con posterioridad, con cuatro publicaciones en el año académico 1986-87, más cuatro libros de 1988 a 1990. Mejor que decir todos y cada uno de los títulos de sus artículos, ensayos, prológos, libros, con editorial y año, creo que es exponer, resumiendo, que los libros publicados suponen medio centenar. Según Juan Riera Palmero, “suman más de medio millar… y su obra no es fragmentaria, sino que constituye un todo continuado”11. Lógicamente, en su labor investigadora y de publicación contó con prestigiosos colaboradores12.
Faceta especial de su actividad investigadora es la que toca temas relacionados con la literatura y, más concretamente, con LA GENERACIÓN DEL 98, que es abordada en diversas ocasiones, ya con ese título13, ya con otros, como ‘Panorama del 98’, ‘Nuevo asedio al 98’, ‘Generación literaria del 98’, ‘Figuras menores del 98’, ‘Maestros y amigos del 98’.
Es unánime que D. Luis ha fallecido quedando en la sociedad opinión generalizada de que fue trabajador, culto, sabio, afable y excelente persona, y merecedor de los premios, distinciones y homenajes que se le han dado14. Sánchez Granjel “no dejó faceta, rama o especialidad que no estudiase”. Para ello, leyó mucho, investigó incansablemente y publicó sus trabajos. Todo lo cual requiere gran disciplina y la persecución de un objetivo. Su amor al trabajo se patentiza en su prolífica producción, por la cual ha quedado como una figura clave en la historiografía médica intelectual. La redacción de sus publicaciones es, con frecuencia, amena, y su léxico, claro y rico. Intelectual de memoria extraordinaria, sabía recordar en sus disertaciones anécdotas, hechos y personas. Afable, todo entrega y generosidad, supo conquistarse las simpatías de cuantas personas le trataron y le conocieron.
Fruto de ambas cosas han sido los nombramientos como socio, miembro de honor o presidente de diversas instituciones, los honores tributados (medallas, doctor honoris causa, socio o miembro de honor), los cálidos homenajes en su honor y los libros y trabajos en homenaje de él. D. Luis fue un hombre creyente, de arraigada la fe católica —con asiduidad oía misa por la mañana— y, además, dotado de resignación cristiana bien notoria desde que murieron su esposa y a su hijo Luis.
Para terminar, diré que esta biografía, que aparecerá cuando va a estar próximo el aniversario de su muerte( 29–XI-2014), quiere ser una vela más que se deja encendida en su memoria, la cual el Colegio Médico de Salamanca desea que siga dando luz por muchos años.
Notas:
Deja una respuesta