Doctor Don Manuel JuliánMuñoz-Orea

Por Ramón Martín Rodrigo

Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia

De la unión de genes de varias provincias

Una gran figura salmantina. Prestigioso médico, se ganó la confianza y el respeto de toda una generación de Salamanca, en la que se destacó por sus muchos y relevantes méritos. Adquirió generales simpatías por su carácter abierto, su bondadoso trato y su capacidad para granjearse amigos.

Muchas han sido las veces en que Salamanca ha recibido la aportación de sangre nueva que parecía vivificar la tradicional, ya acostumbrada a la vida rutinaria de esta ciudad. En este caso se unieron para bien ciertos genes de un pueblo de Guadalajara, con otros de Alba de Tormes, y la criatura resultante fue, nada menos, que D. Manuel Julián Muñoz Pollo.

En efecto, Manuel Julián Muñoz Pollo, que así era su nombre completo, aunque oficiosamente renunció a Julián y a Pollo, nació en Salamanca el 17 de agosto de 1881. Fue hijo de D. Timoteo Muñoz Orea, natural de Chera, del municipio Prados Redondos (Guadalajara), y de Dª. Casimira Pollo, natural de Alba de Tormes (Salamanca). Sus abuelos paternos, Ramón y Josefa, eran naturales del referido Chera, en tanto que los abuelos maternos lo eran de Alba de Tormes. Manuel tuvo varios hermanos: Josefa Petra, Paulino Silvestre y Gaspar Isidoro.

El determinismo se impone: a estudiar

Su padre, D. Timoteo Muñoz Orea, realizó los estudios universitarios en Salamanca de 1863 a 1877, fue catedrático de griego de la Universidad de Salamanca, y llegó a ser una de las figuras más prestigiosas de la misma a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. En esta ciudad universitaria fue decano de la Facultad de Letras, concejal del Ayuntamiento, diputado provincial y presidente del Casino de Salamanca, al menos cuatro veces.

Qué va a hacer un hijo de un profesor de la Universidad, que nace y vive entre libros? Pues, lógicamente, estudiar primero el bachillerato y luego una carrera, si, como se supone, valía para ambas cosas. Y como en este caso no sólo valía, sino que el niño era inteligente y estudioso, pues tanto mejor. En definitiva, Manuel Julián había venido y crecía en este mundo encaminado a los estudios.

Manuel Julián cursó el bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Salamanca, y lo acabó con calificación de aprobado el 2 de julio de 1896, a los quince años de edad. A la par, y en el mismo Instituto Fray Luis de León, realizó en el año académico de 1893 a 1894 el curso primero de Francés, sacando sobresaliente; el siguiente año, de 1894 a 1985, realizó el segundo curso en esta lengua, sacando notable; y, finalmente, de 1896-1897 estudió Alemán y obtuvo la calificación de bueno. Así lo certifica el director del instituto, D. Mariano Reymundo Arroyo.

Seguidamente, Muñoz-Orea, como él se anunciaba, realizó la carrera de Medicina en la Universidad de Salamanca. La elección de esta carrera tuvo que ser bastante personal, pues se deduce que, siendo su padre profesor de Letras, no le faltarían sugerencias y propuestas para que siguiera una licenciatura de esta rama. Él eligió la Medicina, y consiguió el grado de licenciado en junio de 1904. En este examen tuvo como tribunal a tres doctores prestigiosos: Isidro Segovia Corrales, presidente, y Guillermo Hernández Sanz y Antonio Diez González, vocales. El tribunal le otorgó la calificación de aprobado. Le tocaron en suerte, y él desarrolló, en un ejercicio, el tema de ‘Fracturas de la clavícula’ (de la asignatura Patología Quirúrgica), y en otro ejercicio, el tema ‘Causa de la malaria, preceptos higiénicos para evitarla’ (de la asignatura Higiene Pública).

Examinando su expediente académico, vemos que de 1896 a 97 obtuvo tres notas con bueno y una con aprobado; en el curso 1897-1898 sacó un bueno y dejó una signatura; en 1898-99, sus calificaciones fueron dos con bueno; en el 1899-1900, sus notas fueron tres con bueno y un aprobado; de 1900 a 1901, un aprobado y un notable; de 1901 a 1902 las calificaciones se quedaron en tres aprobados; en el siguiente curso, de 1902 a 1903, sacó tres notables y dos aprobados; y finalmente, en el año académico de 1903 a 1904, sus notas fueron un sobresaliente, dos notables y un aprobado. En resumen, ocupó ocho años en la licenciatura obteniendo 12 aprobados, 8 buenos, 6 notables y un sobresaliente. Esto demuestra que Manuel Julián Muñoz no fue un estudiante brillante y excepcional, pero, al menos, considerando su expediente académico según los criterios actuales, la nota media del mismo estaría entre el bueno y el notable, por lo que hay que admitir que como estudiante tuvo cierto mérito. No he visto señalado en su expediente un dato importante, que él resalta en sus anuncios, el de que fue alumno interno de la Facultad de Medicina, merecimiento que se obtenía por una oposición especial.

Acabada la carrera, a ejercer toca. Repican a boda

Hay que foguearse en la profesión, de la teoría hay que pasar a la cruda realidad, visitar a los enfermos, firmar un contrato, cumplir lo estipulado, adquirir el compromiso de atender a una serie de igualados. Por eso mismo, pronto estuvo de médico en la villa de Granadilla (Cáceres). Labrado un porvenir, es el momento de pensar en matrimonio, porque, de lo contrario, la juventud avanza, y formar un hogar no es tan fácil. Joven y en un pueblo, fácilmente surge el amor. Así pues, D. Manuel se casó en Granadilla el 7 de febrero de 1909, contrayendo matrimonio con Dª. Remedios Fernández Iglesias. De este matrimonio nació al menos un hijo, según se deduce de la información puesta en Internet, en la obra ‘Los Maristas en Salamanca’, en la cual se dice: “Valiéndonos de algunas amistades, se logró encontrar una casa. Don Manuel Muñoz-Orea, médico, quien, confundiéndonos con los Hermanos de las Escuelas Cristianas de Valladolid, donde su hijo estuviera interno, nos arrienda, con mucha amabilidad y muy cara, su casa en la Plazuela de San Juan de Sahagún, N.º 5, frente al ábside de la iglesia”. Confirma en gran medida la veracidad de esta noticia que D. Manuel murió en el aludido domicilio, la Plazuela de San Julián.

Tesis, publicación de la misma y felicitaciones

Portada del libro editado con su tesis doctoral ‘Datos para la geografía médica de Salamanca’. (Biblioteca Digital de CyL)

La vida de un médico en un pueblo es dura, la ganancia es menor que la de un especialista en una gran ciudad, por tanto, mejor es pensar en el doctorado y en una especialidad. No consta dónde realizó la especialidad de Urología, pero sí que realizó el doctorado en la Universidad Central de Madrid y, una vez que lo superó, publicó el trabajo que fue su tesis doctoral, titulada ‘Datos para la geografía médica de Salamanca’, cuyo prólogo es del Dr. D. Hipólito Rodríguez Pinilla. Esta obra, francamente muy bien presentada, con una serie de planos de la ciudad de Salamanca, fue muy elogiada en su época. Y lo más meritorio de la misma es que, al paso de los años, ha seguido siendo consultada por médicos, historiadores y geógrafos debido a los datos estadísticos y la información local que contiene de esta ciudad. Y prueba de que aún no ha perdido su valor es que ha sido digitalizada por la Junta de Castilla y León. Entre otras reseñas sobre la aludida tesis, cabe señalar las aparecidas en ‘Avante’, N.º 249, un periódico de Ciudad Rodrigo (epígrafe Bibliografía, 16 de enero de 1915), en ‘El Adelanto’ y la puesta en ‘El Bejarano’, una publicación de la ciudad de Béjar, en la que, entre otras cosas, se dice:

“De esta obra dice en el prólogo de la misma el ilustre doctor Pinilla: «La monografía, curiosísima sobre la urbe salmantina, representa para la vieja ciudad un documento necesario para su reforma, para su saneamiento y modernización, en el sentido higiénico, tan necesario como un plano altimétrico y parcelario»; y agrega: «Mi antiguo discípulo, hoy mi querido compañero, ha realizado calladamente una obra de salmantinismo al par que una obra de ciencia estimabilísima». Y finalmente: «Esta obrita del doctor Orea debe constituir el vademécum de todo concejal, de todo maestro de obras, de quien, por obligación, por mandato y, en in, simplemente por cariño a Salamanca se interese por su renovación y perennidad…»”.

Esta tesis, que mereció la censura de sobresaliente, concedida por ilustres maestros, cual don Ildefonso Rodríguez, doctores Hinojar, Maestre, Forns y Pittaluga, afirmamos que interesa a todos los hombres que sientan cariño por la ciencia y por la humanidad.

Este es uno de los planos incluidos en la obra del Dr. Manuel Muñoz Orea Pollo ( obra digitalizada por la Junta de Castilla y León)

En la tesis presenta estadísticas de mortalidad y compara las de Salamanca con las de otros lugares. También hace estudio por barrios dentro de la propia ciudad, y lo que es más interesante es que los resultados los relejó en planos coloreados –lo que para entonces suponía un avance técnico especial y costoso–. Igualmente, se fijo tanto en causas como en las posibles prevenciones de mortalidad, para lo cual propugnó soluciones higiénicas, sanitarias, alimenticias, etc. De esta suerte, vemos que no sólo eran adecuados los elogios que recibió su tesis doctoral, sino que aún continúan teniendo validez los consejos y remedios propuestos a in de reducir la mortalidad de una ciudad.

Manuel Muñoz -Orea publicó ‘Cuadros sinópticos de Anatomía humana,’ libro editado en 1901 y, por tanto, siendo aún estudiante, con prólogo de don Arturo Núñez García. Así pues, dos doctores de importancia en Salamanca son los introductores de sus obras, a los que se suman los tres famosos de Madrid del tribunal de su tesis. Lástima que don Manuel no publicase algunas obras más.

Su vocación es el ejercicio de la Medicina. Clínica propia y consulta en ella

Anunciar con una foto su clínica no fue algo exclusivo de él; otros doctores también lo hacían. Así, por ejemplo, en ‘La Ciudad’ aparece la fotografía de la clínica del Dr. Alonso Nieto, oculista; y en ‘El Adelanto’ aparece la foto del laboratorio del Dr. Díez Rodríguez, cirujano, y más delante, la foto del sanatorio que don Paco construyó para su trabajo. Pero lo interesante de este anuncio del Dr. Muñoz Orea es, por una parte, ver cómo su gabinete está dotado con los aparatos modernos; por otra, la cantidad de enfermedades a las que puede atender –urinarias, venéreas, de la piel, calvicie–, y finalmente, cómo la consulta se hará gratis a los pobres que justifiquen serlo verdaderamente.

Voy a comprarme un Ford. Saluda al rey Alfonso XIII

“Tienes cuatro mulas tordas, un caballo delantero, un carro de ruedas verdes… ¿Qué más quieres, carretero?”. Así escribió el poeta Rafael Alberti. Algo semejante se puede aplicar a don Manuel Muñoz. Él se diría a sí mismo: “Para desempeñar mi trabajo, quiero un Ford”.

– Vale 8.000 pts.

– No importa. Me vendrá muy bien para ir a pasar consulta a Ciudad Rodrigo.

Y para viajes como los que haría hasta Granadilla. Y compró el automóvil y en él se desplazaba algunos días a Miróbriga, a realizar allí las consultas solicitadas. D. Andrés Pérez Cardenal, delegado regio de turismo en Salamanca, cuenta en su obra ‘La venida de Alfonso XIII a las Hurdes’, cómo él animó a don Manuel Muñoz para que lo llevase en su coche hasta Granadilla con ocasión de la venida de Alfonso XIII a las Hurdes. Y, efectivamente, ambos hicieron ese viaje en junio de 1922, acompañándoles doña Remedios, la esposa de D. Manuel. También especifica don Andrés Pérez que en Granadilla presentó a don Manuel al rey Alfonso XIII. De ese viaje perdura una fotografía en la que se ve a don Manuel junto a su coche. Éste es un Ford y tiene señalado en la matrícula el número 187, que deja ver que el total de coches para uso particular en Salamanca alcanzaba esa cifra cuando él compró su vehículo.

Tras los pasos de papá: la política le llama. Concejal en 1921 y 1922 (en los primeros meses)

Ya llevo expuesto aquí que el padre de don Manuel, don Timoteo, fue diputado provincial y concejal del Ayuntamiento de Salamanca. El hijo también entró en el Consistorio salmantino, si bien la política del momento hizo que fuera concejal por poco tiempo, solamente año y pico, entre 1920 y 1922. Igualmente, el hijo, como lo fue el padre, fue nombrado presidente del Casino de Salamanca, centro entonces de gran importancia social, en donde se reunían las élites de Salamanca y su provincia, pero don Manuel apenas tomó posesión dimitió, de suerte que estuvo en el cargo seis días (del 30-XII-1930 al 6-I-1931). Eran tiempos de poca estabilidad político-social, y también el Casino poco antes había experimentado cambios rápidos de sus juntas directivas.

¿Cómo se gana nombradía y fama? Los diferentes anuncios y domicilios de consulta del Dr. Orea

El nombre de un padre conocido y su profesión, el trabajo continuo, una dosis alta de prudencia, el ejercicio de varias actividades además de la principal y, sobre todo, el continuo anuncio de la profesión médica en los diferentes medios de prensa que entonces existían, todos estas cosas debieron de influir bastante para que nuestro personaje adquiriera prestigio y fama. He aquí unos ejemplos de esos anuncios:

Sus anuncios se prodigaron en ‘El Adelanto’ y, ocasionalmente, en otros periódicos y revistas menos conocidos, por ejemplo, en ‘El Charro’(5 de febrero de 1914); en ‘El Practicante’, nº 15, el día 27 de marzo, y en el citado ‘Avante’.

Y llegó el fin, junio de 1956

Cuando ya habían pasado los más difíciles años de postguerra, cuando ya España contaba con la amistad de Norteamérica, en junio 1956 vino la ‘Parca’ inexorable en busca de don Manuel. Éste contaba entonces la edad de 74 años y diez meses. El Colegio Médico de Salamanca aún adolece de un diccionario en el que queden reseñados todos los médicos cuya labor haya sido de importancia. Ahora esto lo permite, la vía electrónica. Espero que estas páginas contribuyan a esa loable labor de recopilación y difusión de biografías de personas de valía.

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