Ahora que el Colegio Médico de Salamanca celebra el 120 aniversario de su creación, me ha parecido conveniente recordar a uno de sus más destacados presidentes, que lo sacó adelante de graves y acuciantes problemas, aunque ahora no nos parezcan de tanto calado. Además, también me he fijado en él por ser una figura muy eminente en Salamanca, cuya biografía había quedado atrás sin motivo alguno.
Sabiduría, austeridad y modestia fueron sus características. Fue uno de los personajes más preclaros de su tiempo (Necrológica)
Su filiación, localidad de nacimiento y parte de su familia quedan explicitadas en una certificación de la partida de bautismo, unida su expediente académico y que dice así:
“D. Ignacio de la Iglesia, presbítero, cura ecónomo de la parroquia inclusa en la catedral de Burgos, certifico que en el libro de bautizados de la referida parroquia de mi cargo se halla la partida nº 79, en que consta lo siguiente: En Burgos, a 28 días de abril de 1862, bauticé a un niño que nació el día 20 de dicho mes, y se le puso por nombre José Manuel. Es hijo de don Mateo de Bustos, natural de Pelayos (Salamanca) y vecino de Burgos (subteniente retirado) y de Feliciana, natural de Santibáñez el Real, en esta provincia y vecina de Burgos. Abuelos paternos, Tomás de Bustos, natural de Pelayos, y Agustina Ramos, natural de Galinduste. Fue su padrino D. Juan de Bustos, natural de Pelayos, vecino de Burgos, comerciante, y su esposa, doña Manuela Ibáñez, vecina de Burgos”.
Aunque el nombre es compuesto, en adelante sólo lo nombraré José, pues así consta de forma general. Posiblemente su padre, que según ‘El Adelanto’ murió en 1899 en Pelayos, pueblo cercano al río Tormes, se habría venido a este lugar antes de comenzar la enseñanza secundaria José, pues de haber seguido en Burgos no habrían cursado en Salamanca bachillerato él y sus hermanos Sergio y Esteban, éste último casado con doña Carolina Curto; también fue médico y murió en 1925.
José de Bustos y Miguel realizó los cursos de bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Salamanca Fray Luis de León, los que acabó en junio de 1876, a los trece años de edad, con notas de 5 aprobados y 8 sobresalientes, de ellos, dos con accésit, más sobresaliente en el grado de bachiller. Seguidamente, en septiembre de ese año, se presentó a premio extraordinario en la sección de Ciencias, en cuyo examen desarrolló la teoría de los espejos curvos. Y el tribunal acordó haber lugar a premio. Así pues, queda claro que ya desde muy joven no sólo ‘despuntaba’, sino que llevaba unas notas excepcionalmente meritorias.
Como se intuía, no defraudó en adelante, sino que se superó. Realizó a la vez dos carreras universitarias, la de Ciencias Físico-Químicas y la de Medicina y Cirugía, ambas en Salamanca. Empezó los estudios universitarios en 1876, y acabó la carrera de Ciencias en 1881 y la de Medicina en 1882. Sus calificaciones fueron brillantísimas. En Ciencias, 10 notas, de las que 9 fueron sobresalientes y, de ellos, tres con premio y una con matrícula de honor. En Medicina, 20 sobresalientes, de los que 5 fueron con premio y 3 con matrícula de honor, y 2 notables. En los ejercicios de grado de licenciado de ambas carreras también ganó sobresaliente y además en sendos grados, haciendo la correspondiente oposición, también obtuvo premio extraordinario. Es decir, expedientes así resultan una gloria para la Universidad de Salamanca, y también para la Medicina de esta ciudad.
El siguiente curso estuvo en París como pensionado para ampliar estudios, y a partir de 1883 comienza su labor como profesor en la Universidad de Salamanca.
En noviembre de 1883 fue nombrado ayudante de clases prácticas en la Facultad de Ciencias. El Claustro de la misma informó favorablemente, recibiendo el título de esa ayudantía el día 8 del citado mes, con un haber de 750 pts. anuales. En esta Facultad impartió también la asignatura ‘Ampliación de la Física’ y la de ‘Mineralogía y Botánica’ en el tiempo de ausencia o enfermedad de los profesores propietarios
El ‘Eco Escolar’, el 15 de diciembre de 1918, presenta algunos rasgos de él, diciendo:
“Un enorme sacrificio le cuesta levantarse, pues está visitando sus enfermos hasta altas horas de la noche… Si lo consideramos como médico, vemos en él a un hombre callado, observador, al que toma una octava parte de un pliego para hacer una receta, que puede caber en un pocillo, al médico, en fin, enemigo de recetas. Le gusta lo arcaico y lo histórico. No quiere malgastar el dinero en objetos modernos, pues a él le basta su gabán negro, su bufanda inmemorial y su característico y nunca variado hongo que todos hemos conocido y que ya he perdido la esperanza de heredarlo”.
En esta descripción algo más larga que el resumen presentado, aunque lleva un poco de ironía, se ofrece una visión de seriedad y trabajo. Poco más sabemos de otros aspectos positivos en su vida, como que el claustro de profesores de la Facultad de Ciencias dice que, estando satisfecho del celo con que desempeñaba su cometido, se hará cargo de alguna asignatura mientras el titular de la misma esté ausente o enfermo, y por eso fue docente en otras dos disciplinas, además de la de ‘Prácticas de Física’; o bien que en 1916 pidió licencia para asistir a unas conferencias de Meteorología; y que en marzo de 1918 realizó un viaje de prácticas con sus alumnos.
Como en 1885 fue uno de los vocales del tribunal para examen de grado de bachillerato para la enseñanza privada, nada tiene de particular que por entonces presentase solicitud al Ministerio de Instrucción Pública para ser admitido a oposiciones a varias cátedras de Instituto vacantes en Badajoz, Toledo, Gijón (Instituto Jovellanos), Baeza y Ciudad Real. Para ello presentó el programa razonado y demás documentos, hecho que deja ver su trabajo y su aspiración. Afortunadamente, no siguió por ese camino, porque las circunstancias le encaminaron por otro derrotero, el de la docencia universitaria. En 1902 ascendió a Catedrático:
“Por cuanto Su Majestad el Rey ha tenido a bien nombrarle catedrático en propiedad de ‘Cosmografía y Física del Globo’ de la Facultad Municipal de Ciencias, sección de Químicas de la Universidad de Salamanca, con haber anual de 3.500 pts. Madrid a 7 de marzo de 1902”.
Al año siguiente solicitó el cargo de secretario de la referida Facultad de Ciencias. La hoja de sus servicios, cerrada en 1914, nos proporciona un buen resumen de su actividad como profesor hasta esa fecha:
Profesor Ayudante (1883): 8 años, 10 meses, 23 días; sueldo, 750 pts. al año.
Catedrático, interino (1892): 9 años, 5 meses, 4 días; sueldo, 950 pts.
Catedrático en propiedad (1902): 1 año, 9 meses, 24 días; sueldo, 3.500 pts.
Catedrático numerario (1914): 1 mes, 13 días; sueldo, 4.000 pts.
Posteriormente ya no aparecen los datos de su ejercicio, pero sí la subida de sueldo, que fue así: en 1918 pasó a ganar 7.000 pesetas al año; en 1919 el sueldo subió a las 8.000 anuales, y en 1925 alcanzó las 10.000 pesetas al año.
En 1896, don José de Bustos obtuvo por oposición el primer puesto en la plaza para médico de la Beneficencia de Salamanca, cargo que desempeñó hasta su nombramiento como catedrático de Ciencias, en 1902; por tanto, unos siete años.
Fue a Madrid a cursar el doctorado en la Universidad Central. En ella, efectivamente, realizó y aprobó la tesis doctoral sobre ‘Etiología de la tisis pulmonar’, memoria presentada para obtener el grado de doctor en Medicina y Cirugía el año 1889 (conservada en la Complutense, y digitalizada). Este trabajo fue publicado en Salamanca en 1900.
Además, a él se deben dos discursos de apertura de año académico de la Universidad de Salamanca, cosa extraordinaria, pues lo normal era que cada catedrático realizase uno solo. El primero fue en la inauguración del curso 1898-1899, con el trabajo titulado ‘Parte que esta Universidad tomó en la corrección gregoriana del calendario’, publicado en Salamanca 1898; y el segundo, en la apertura del curso 1922-1923, con el título ‘Vocación para la enseñanza’, igualmente publicado en esta ciudad (estas publicaciones se custodian en la biblioteca general de la Universidad de Salamanca; de ellas se ha dado noticia en la obra ‘Historia de la Universidad de Salamanca. Volumen I’, Luis Enrique et alii; coordinador, Pedro Bezares, pág. 307, nota 53). En el discurso u oración inaugural del curso 1922-1923 expresa que los fines de la Universidad son la docencia y la investigación, y que para esa misión ha de tener el profesor condiciones especiales de inteligencia y de carácter, y añade:
“El que enseña sin gusto, quien tiene las energías espirituales empleadas en otra obra especulativa o práctica, quien difunde la cultura por estímulo de la paga, medro personal, ambición, aunque sea de fama o gloria, ese no está llamado a la enseñanza”.
Él, como docente, siempre alcanzó gran consideración, y como investigador y difusor de conocimientos colaboró en diferentes revistas científicas (esto último se dice en la necrológica escrita tras su muerte en ‘El Adelanto’, día 20 de abril de 1939, pág. 5ª).
Dejamos aquí su actividad como profesor, también sus cargos de diputado provincial y presidente de la Cruz Roja de Salamanca, y pasamos a ver otra faceta de su vida, la de presidente del Colegio Médico, cargo llamativo, como se apreciará, porque, aunque era médico, su titularidad principal, como queda expuesto, era la de catedrático de ‘Cosmografía y Física del Globo’. No he visto el comienzo de su gestión como presidente del Colegio Médico, sino que en 1918, aquel fatídico año de tanta mortandad, ya lo presidía él.
Don José Bustos se va a encontrar con cuatro problemas fundamentales: colegiación obligatoria para el ejercicio médico; la epidemia gripal; establecer un domicilio social y la cuestión de las clínicas. Además de estos asuntos, por entonces el Colegio Médico tenía otros dos proyectos: la creación de una biblioteca en la que se reunieran obras fijas y obras para préstamo y la publicación de un boletín.
Por un Real Decreto de 1917 se ordenó la obligación para todo médico que ejerciese su profesión de estar colegiado. Hasta entonces había algunos que no lo hacían. El Colegio Médico no tuvo más que aplicar lo estipulado. Y como complemento, se mandó que los certificados extendidos por los médicos lo fuesen en papel del Colegio.
La epidemia gripal que ocasionó infinidad de muertes, también se llevó consigo la vida de algunos profesionales que visitaban a los enfermos (se ha dicho que la gripe viajaba en el maletín del médico). Era labor del Colegio Médico hacer llegar a todos los ejercientes las orientaciones precisas, atender a sus peticiones y seguir el desarrollo de esta enfermedad para estudiar sus causas, efectos y medios de curación (véase el acuerdo marcado con asterisco en la cita que sigue unas líneas más abajo).
Según ‘El Adelanto’, el día 1 de julio de 1918, presidida por el Dr. Bustos, se celebró sesión de la Junta de Gobierno del Colegio Médico, asistiendo los vocales Sres. Juárez, Población, García Tejado, Maldonado y Medina Corbalán. En ella se aprobó el acta de la sesión anterior, y se tomaron los acuerdos siguientes:
– “Celebrar, el inmediato mes de septiembre, la ya acordada asamblea general de médicos castellanos, quedando ultimado el programa”.
– “Enviarlo a las juntas de los Colegios castellanos, al efecto de que verifiquen el señalamiento de los temas que deseen incluir en él”.
– “Tan pronto como quede confeccionado definitivamente este programa, se llevará a cabo alguna propaganda”.
– “También se determinó que la Junta de Gobierno organice un concurso entre médicos a fin de premiar el mejor proyecto para realizar en la región la previsión médica. El Dr. Bustos explicará las condiciones, tema y detalles”.
– “Realizar cursillos durante el actual verano destinados a los médicos rurales que sean impartidos por especialistas”.
– (*) “Finalmente, que por una ponencia se reúnan cuantos datos e historias clínicas se puedan enviar de enfermos de la reciente epidemia gripal. Esa ponencia se ha de discutir en el Colegio en sesión extraordinaria científica, a fin de elevar a las corporaciones superiores el resultado de la investigación y colaboración de los profesionales en la provincia”.
Completando la noticia anterior, unos días más tarde se expone que la Junta del Colegio Médico ha tomado el acuerdo de que se realicen unos cursillos de vulgarización científica, en los que explicarán temas, entre otros, los doctores D. José Bustos y D. Primo Garrido.
El Colegio Médico venía celebrando sus sesiones en diversos sitios, según la ocasión; por ejemplo, en el salón del Ayuntamiento en 1914, e incluso se hizo en el propio domicilio de Don José cuando él fue presidente. Como el Colegio Médico no tenía sede social, andaba de prestado o pagando alquiler por un local en que celebrar sus reuniones. Efectivamente, las reuniones de la Junta Directiva en el año de 1918 se tuvieron primeramente en la calle de San Justo N.º 4. Luego se cambió de sitio, pues se buscó un local amplio. Un anuncio incluido en ‘El Adelanto’ del 7 de mayo de 1918, dice así: “Aviso a los médicos: Se convoca a los señores médicos de Salamanca a una reunión que tendrá lugar en el local de la Liga de Agricultores y Ganaderos, calle Espoz y Mina, nº 14. El presidente del Colegio Médico, José de Bustos y Miguel”. El 15 de agosto de 1818, se acordó que se formase una comisión para buscar una casa en la que instalar la sede del Colegio Médico, pero aún el 6 de septiembre de ese año no disponían de ella, puesto que se hizo la reunión en el domicilio del Dr. Calama, lógicamente bajo la presidencia del Dr. Bustos. Asistieron a la reunión los médicos Juárez, Peláez, Íñigo Maldonado y Alfredo Medina Corbalán. Finalmente, el día 8 de junio de 1919 se produjo la inauguración del domicilio social:
“Ayer se congregó la Junta de Gobierno del Colegio Médico en el nuevo local de la Plaza de los Bandos, asistiendo los vocales D. Juan González Péláez, D. Manuel Muñoz Orea y los de Centro Farmacéutico Sres. Hoyos, Gutiérrez y Beltrán de Heredia, que fueron invitados. El presidente, Sr. Bustos, pronunció breves y elocuentes palabras (‘El Adelanto’, 9-VI-1919)”.
El problema de las clínicas, probablemente antes de aparecer en mayo de 1917, ya se había venido incubando desde tiempo atrás, bajo el postulado siguiente: una Facultad de Medicina que adolezca de clínicas, ni es apta para una buena docencia, ni tiene viabilidad. El claustro de profesores de Medicina aborda el tema del Hospital Clínico, y acuerda que el Ayuntamiento y la Diputación Provincial deben contribuir, juntamente con el Hospital (el de la Santísima Trinidad), a la instalación de las clínicas.
Al paso de los meses el problema se agudiza. Los estudiantes hacen manifestaciones y se disponen a hacer huelga. Se ha llegado a plantear la posible supresión de esta Facultad, que lógicamente alarma a todos. Mientras, se habían venido apuntando soluciones, como establecer clínicas en el Hospital de la Santísima Trinidad y en el Hospicio. Los estudiantes se movieron en varios frentes: crearon un periódico, ‘Voluntad’; pidieron apoyos al Ayuntamiento, a la Diputación, a los profesores, a la Cámara de Comercio, al rector Unamuno, a otras personas y, por supuesto, al Colegio Médico, que lógicamente se la dio en la medida que pudo, sobre todo de apoyo moral. Una comisión fue a Madrid y la cuestión entró en vías de solución en 1923.
La terminación por D. José de Bustos en este cargo director del Colegio Médico tampoco es muy explícita en la prensa; sin embargo, se entiende, al ver la biografía de D. Nicasio Cimas Leal, que don José de Bustos ya había terminado su mandato en 1922, año que, al menos ocasionalmente, preside la Junta directiva don Andrés García Tejado. Después también llegó a ser presidente D. Nicasio Cimas Leal.
En 1923 asistió a una conferencia que organizó la Academia de Santo Tomás, bajo la presidencia del reverendo P. Saliro, director de la misma. También estuvo presente D. Emilio Sánchez Salcedo. Versó el tema sobre ‘Los Rayos X y su aplicación’ (‘El Adelanto’, 4-III-1923). En 1928, don José de Bustos asistió, juntamente con otros médicos, al homenaje tributado D. Casto S. Tapia, diputado provincial. Cuatro años más tarde, nuestro biografiado presumiblemente se jubilaría de profesor al cumplir los 70 años de edad, en 1932. He especificado “como profesor”, por cuanto en 1838, en la ‘Guía Fac’, que relaciona todos los médicos de Salamanca por especialidades, él figura como médico de Medicina general.
Murió D. José de Bustos y Miguel el 19 de abril de 1939. Poco después lo daba a conocer el ‘Boletín del Colegio Médico’ (año XIII, 1939), especificando su baja del Colegio Médico, por defunción. Y entonces el Colegio Médico acordó pedir una fotografía a la familia del finado para ponerla en la sede de la institución, lo que significa un buen detalle y deseo de que perdurase su recuerdo. Espero y deseo que esta sencilla y breve biografía también sirva para ello.
Deja una respuesta