Por Ramón Martín Rodrigo
Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia
Don Jerónimo nació en Villavieja de Yeltes1 (Salamanca) el 12 de octubrede 1933; hijo de Andrés Sánchez, y de Felicidad García; nieto, por la rama materna, de Felicidad Castro Barco y biznieto de Sebastián Castro Alonso. Señalo concretamente el apellido Castro para que se entienda lo que expongo más delante respecto a su título nobiliario.
Don Jerónimo dejó escritos varias veces los datos profesionales de su ‘currículum vitae’2 , pero voluntariamente veló las noticias de carácter más personal y familiar, así como sus primeros estudios. Ahora, como su biografía, atendiendo a la profesión médica, resulta suficientemente adecuada para la extensión que ha de ocupar en estas páginas, tampoco me ocupo en descifrar los años de su infancia y pubertad. Sí diré que, dado que su padre fue muchos años maestro del pueblo, desde luego los estudios de enseñanza Primaria de su hijo estarían bien fundamentados. Y es de suponer que también los de Bachillerato, pues no faltaría el control paterno de los conocimientos que iba logrando su hijo, fuera en un instituto, fuera interno en un colegio.
Por otra parte, en el pueblo, y coetáneo de su padre, ejerció como médico titular más de treinta años D. Dionisio García Alonso (†1930), a quien se debe la fundación, en Villavieja, de las Escuelas del Ave María, siguiendo las indicaciones pedagógicas del famoso Padre Manjón, que visitó la localidad. Y aunque es evidente que D. Jerónimo nació después de muerto el mencionado médico, tanto su recuerdo como su obra podían servir de estímulo a los jóvenes estudiantes.
A lo anterior puede unirse que D. Jerónimo comenzó muy joven la carrera de Medicina en la Facultad de Salamanca, y en el curso de la misma logró, en 1956, y por oposición de Otorrinolaringología (O.R.L), la categoría de ‘alumno interno”, que deja ver su aplicación y significó una ventaja para su formación práctica. Y se formó junto a los profesores y catedráticos A. Sánchez Rodríguez y F. Rodríguez Adrados, algo que, siendo unas figuras excepcionales en O.R.L, Don Jerónimo siempre consideró como una suerte o ventaja y, en consecuencia, al saber aprovechar las enseñanzas recibidas, un mérito excepcional. Se licenció en Medicina en 1959, año famoso por dar inicio a la apertura y a los Planes de Desarrollo de España.
Luego, como era necesario y casi preceptivo, completó su formación científica, así como su especialidad, en Francia, Italia, Mónaco, Alemania, Suiza, Inglaterra y Portugal.
Una vez acabada la carrera, contrajo matrimonio con María del Carmen Gómez Díez, con quien tuvo dos hijos: Serafín y Andrés, que también son médicos.
Nada más terminar la licenciatura, comenzó la docencia en la Facultad de Medicina de Salamanca como ayudante de clases prácticas de O.R.L., desarrollando este trabajo desde 1959 hasta 1967, es decir, ocho cursos. Eso no impidió -al contrario, le sirvió- que durante ese tiempo se preparase y aprobase la tesis, en octubre de 1962, con título de ‘Sobresaliente’, y la especialidad en Otorrinolaringología, obteniendo el título en ella en 1964. Su afán de conocimientos no terminó, ni mucho menos, y así en 1969 obtuvo el título de Médico de Enseñanza Media y Deportiva. Y mientras tanto, se fue preparando para opositar a diversas plazas, como la de profesor adjunto de O.R.L. en Salamanca (1966 y 1970), la de catedrático de O.R.L. de Salamanca y de Cádiz (1969) y la de profesor agregado de Sevilla (1971). Y como se sabe, aunque no se obtenga plaza, ese tipo de preparación se ha considerado siempre un mérito más, pues no en vano significa la dedicación de varios años de estudio y de puesta al día de los conocimientos.
La vocación docente no la abandonó, y luego volvió a la misma como profesor asociado del área de Cirugía en el Departamento de O. R. L. de la Universidad de Salamanca, desde 1988 a 1993. En los mismos años impartió clases a posgraduados en el Hospital Virgen de la Vega de Salamanca. Y en los siguientes años, hasta 1997, llevó cursos de Doctorado, dio clases a los M.I.R., dirigió alguna tesis y tesina y, además, pronunció alguna conferencia.
El título de especialista le facultó para abrir consulta, lo que efectivamente hizo, y durante muchos años atendió a los pacientes en su domicilio de la calle Fray Luis de Granada, 2, 2º, pasando por la misma particulares y asegurados de varias entidades. Pero además, desde 1976 hasta 1993, fue jefe de sección de O.R.L. en el Hospital Virgen de la Vega (conocido por Ambulatorio), en el que, lógicamente con su equipo, diariamente tenía que atender a los pacientes que requirieran su servicio.
En 1964 se le concedió, por Concurso de Méritos Profesionales, una Beca de Investigación Científica y Terapéutica. En 1972 se le otorgó el Premio de Investigación Beecham, extrahospitalario. Ya en 1974 se le concedió el Premio Nacional de Medicina Asturiana, al haber descubierto, ‘por primera vez en el mundo’, un adeno-virus, que fotografió, por microscopia electrónica, y con el que produjo células cancerosas artificiales, semejantes e idénticas a las que se estudian en Oncología y también, por supuesto, se estudian y analizan en el Centro del Cáncer, en Salamanca, y en otros muchos centros. Éste fue un trabajo por el que en su día le avaló y felicitó personalmente el profesor D. Severo Ochoa, Premio Nobel de Medicina. Fue publicado en la ‘Revista Española de Ciencias Médicas’, y del mismo se realizaron varias reseñas en la prensa nacional: ‘La Nueva España’, de Oviedo; ‘La Gaceta Regional’ y ‘El Adelanto’, ambos de Salamanca; así como en ‘ABC’, de Madrid, bajo el título ‘Actualización de investigaciones antiguas sobre virus y células cancerosas’, incluyendo fotografías de lesiones celulares.
En 1975, fue Premio Nacional de Investigación Científica Berenguer y Beneyto. Y ese mismo año también fue Premio de Investigación Científica Morrit. En 1976, alcanzó el Premio Nacional, Medalla de Bronce, de la Sociedad Española de Otorrinolaringología. En 1978, fue Premio Nacional de Investigación Científica de la Academia de Medicina de Galicia. Además, ese año también fue galardonado con el Premio Nacional de la Academia Médico-Quirúrgica Española, en Madrid.
Sus trabajos, entre artículos y libros, él mismo los resumió en los siguientes: libros y monografías científicas publicadas (10); casos clínicos (26); trabajos de investigación y experiencia científica (41). En total, 77.
Entre sus trabajos cabe señalar los de investigación básica sobre patología de O.R.L.; sobre tepapéutica de O.R.L.; sobre cultivos virus y citología cancerosa y sobre cancerología experimental. Y su comunicaciones fueron, entre otras, las de ‘Estudios y comentarios sobre células humanas cultivadas en vitro de amígdalas’; ‘Tratamiento de neoplasias’; ‘Estudio antihistamínico en rinitis’. Por tanto, como se ve, fue muy amplia y valiosa la investigación científica y técnica de este prestigioso doctor. La desarrolló en la Cátedra de O.R.L. de la Universidad de Salamanca, en Servicios de Microscopía Electrónica; en la Seguridad Social de esta misma ciudad y en el CSIC del IOATO. Entre otros méritos de este doctor, se hallan los de haber sido miembro asociado de ‘The Worl Medical Association, Inc. de New-York’ por concurso de méritos profesionales y personales desde 1970.
Igualmente, su asistencia a numerosos congresos médicos nacionales de su especialidad, como los habidos en Madrid, Mallorca, Bilbao, Barcelona, Sevilla y Cádiz y el internacional. Y fue nombrado por el Comité Científico del III Congreso Autonómico de la Sociedad Castellano-Leonesa de O.R.L. presidente de la mesa de comunicaciones.
En consecuencia, atendiendo a su trayectoria profesional, y a su ‘currículum vitae’, fue propuesto como candidato para el Premio Castilla y León, en la modalidad de Investigación Científica y Técnica. Y si bien no se le otorgó, ello no desmerece en absoluto su valía, pues el premio no quedó desierto, sino que se concedió a otra u otras personas que se consideraron en ese momento de mayor mérito o de más urgencia para su concesión. Por eso mismo, la publicación de estas semblanzas de su biografía va destinada a paliar en alguna medida esa falta de un reconocimiento social y moral a su larga y fructífera labor.
Como investigador de la historia de su pueblo, publicó el libro ‘Historia de Nuestra Señora de los Caballeros de Villavieja de Yeltes’, en el que recoge la historia de la mencionada imagen, además de interesantes datos históricos y etnográficos de su pueblo y su genealogía3. Don Jerónimo demostró ser un luchador incansable por la devolución a su pueblo de la imagen de la Virgen de los Caballeros, que a su parecer se encontraba en Ciudad Rodrigo. Por ello, tuvo que arrostrar desde denuncias al Obispado a varios artículos en la prensa local (años 2006- 2007) que aún se pueden consultar en internet.
Él, con su libro y de otros modos, siempre dio muestras de cariño a sus paisanos y a su pueblo. Él gustaba de pasar algunos días en su finca, en la alquería de Santidad.
Como investigador de su genealogía, especialmente en la rama del apellido Castro, procuró asesorarse de las personas más eruditas en el tema, y siempre infatigable y con tesón, obtuvo el carné de investigador del Ministerio de Educación y Cultura, y visitó asiduamente diversos archivos.
Además, realizó los pertinentes estudios hasta ganar el título de Diplomado por la Escuela de Genealogía, Heráldica y Nobiliaria, Asociación de Hidalgos a Fuero de España, por el Colegio Marqués de la Ensenada, de la Universidad Complutense de Madrid, en 1994. De esta suerte, no descansó hasta conseguir demostrar su entronque familiar con la nobleza de apellido Castro, remontándose hasta Bernardo de Carpio. Luego solicitó, y se le reconoció oficialmente, el reconocimiento como Conde electo de Castro, que, según la legislación, transcurrido un tiempo determinado de provisionalidad o de posibles reclamaciones, queda hecho efectivo y hereditario, sin que ya figure como electo.
Otras dos aficiones tuvo, que reservadamente me dijo: la de conservar alguna antigüedad y la de actuar como zahorí para averiguar restos arqueológicos, como el emplazamiento de la antigua iglesia de Santo Tomé de los Caballeros, de lo que llegó a levantar un plano, que ha quedado en borrador.
Con fecha 13 de septiembre de 1996, solicitó la jubilación voluntaria de profesor asociado, que se le comunicó el 14 de enero de 1997. Quince días después, pasó a ser pensionista, el 29 de enero de 1997. Murió el 15 de agosto de 2010, a los 76 años de edad. Se le dijo el funeral en la parroquia de Salamanca de Monte Carmelo. Fue enterrado en el cementerio de Villavieja de Yeltes.
D. Jerónimo fue una persona muy amable, de creencias religiosas muy arraigadas, que no temía demostrar públicamente; valiente en la defensa de sus derechos y argumentos, era capaz de escribir en defensa de los valores tradicionales o de plantar una denuncia.
Siempre atento al entrevistador, describía con curiosos detalles anécdotas de su pueblo y de sus años de estudiante. Salamanca debía haberle dado más protagonismo como hombre de gran cultura y valía. Sirvan estas líneas de recuerdo y de mi agradecimiento a su afable trato y sincera amistad.
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