Por Ramón Martín Rodrigo
Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia
Es de suponer que cuando un estudiante recibe un premio con el nombre de una persona se interese algo, aunque sea superficialmente, por conocer quién y cuándo se instituyó ese premio en concreto y por qué lleva tal nombre. Pero temo mucho que los beneficiados de un premio de una fundación universitaria salmantina hayan realizado las indagaciones convenientes al caso. Y quizás esta suposición se pueda aplicar a algunas de las personas que intervienen en la concesión de ciertas becas y premios. Pues bien, dado que hay una fundación de la Universidad de Salamanca que concede un premio con el nombre del doctor D. Gonzalo García, vamos a ver quién fue este personaje y otros datos que completen su biografía.
PD. Gonzalo de Amarante nació en Torresmenudas (Salamanca) el 10 de enero de 1874. Fue hijo de Tomás García, albañil, natural del mencionado lugar, y de María Rodríguez, cuya naturaleza correspondía a Peñaranda. Fue bautizado en la iglesia del referido lugar cuatro días después de su nacimiento2. Al menos tuvo una hermana, que le sobrevivió. El abuelo paterno de este niño era labrador, y el abuelo materno también era albañil, como el padre. Por tanto, queda evidenciado que la familia era de origen humilde.
Es necesario especificar esas profesiones por cuanto pueden explicar, al menos en buena medida, el motivo por el que el niño Gonzalo comenzó a estudiar. No debió ser otro que el de sus cualidades intelectuales, muy prontamente manifiestas. Seguramente serían los maestros de primera enseñanza quienes aconsejasen a la familia que dieran carrera al chico. Esta idea parece que queda justificada al ver que la tesis doctoral realizada por D. Gonzalo, que sería su primera publicación importante, está dedicada a sus padres y a sus maestros3. También puede calibrarse algo la valía de aquel escolar al ver que hacía una letra muy clara y casi perfecta, según se ve en su examen de ingreso en Bachillerato, bella escritura que mantiene mientras realiza la carrera.
Aprobado el ingreso en Bachillerato, comenzó a estudiar la enseñanza secundaria en el curso 1886-1887, es decir, a los 12 años de edad. A juzgar por una instancia que entonces presentaba al director del Instituto de Salamanca, el niño iba a ir a estudiar en el Colegio de San Miguel de Peñaranda, lo que se explica perfectamente, dado que de allí eran sus abuelos maternos y su madre, y allí se habría trasladado su familia. Estudió todo el Bachillerato en un ‘colegio privado’ dependiente del instituto, según dice su expediente académico4, acabando en el curso 1890-91, a los 17 años de edad. Sus calificaciones fueron muy buenas: 12 sobresalientes y cuatro notables. Enseguida, en el Instituto Fray Luis de León de Salamanca, realizó las pruebas de grado, con aprobado en el primer ejercicio y sobresaliente en el segundo. A esas notas se unió el sobresaliente en Alemán, en 1892, asignatura que también se exigía entonces a los estudiantes de Medicina, que solían cursar durante la carrera, pero los estudios se realizaban en el Instituto.
Hacer una carrera no estaba económicamente al alcance de cualquiera, pues los de fuera de Salamanca, además del coste de la matrícula y de los libros, por lo general tenían que vivir en alguna pensión, lo que significaba una considerable cantidad de dinero diariamente. Por consiguiente, nada es de extrañar que todo aquel que tuviera méritos suficientes optase a una beca en un colegio universitario. D. Gonzalo García se presentó a oposiciones a un colegio universitario, y obtuvo plaza. Ahora bien, fue necesario que hiciera una reclamación, por cierto, perfectamente razonada, de que le correspondía a él la única plaza que había salido para Medicina. Y, en efecto, fue nombrado becario del Colegio Mayor de Santiago Apóstol el 15 de diciembre de 1891, cuando ya no había lugar para matricularse en el año académico corriente. Él expone lo siguiente: “No hallándose matriculado en esta Facultad por carencia de recursos, suplica a la Junta rectora de Colegios Universitarios que se le reserve la beca hasta el próximo curso”. Y la referida Junta accedió a esta pretensión con fecha 30 de marzo de 1982. Por tanto, involuntariamente, D. Gonzalo perdió un curso.
Sin embargo ser becario le acarreó varios beneficios: además de la estancia, la comida y la disponibilidad de un lugar muy adecuado para el estudio, otras subvenciones económicas. En 1894 tuvo la mala suerte de que le tocase ser soldado. Incorporarse a filas significaba no poder seguir disfrutando la beca e interrumpir la carrera. La solución fue pedir a la Institución de Colegios Mayores un adelanto de 1.500 pts. para pagar la redención de soldado, garantizando el pago de ellas aceptando el descuento de la mitad del importe diario de la beca, hasta satisfacer la mencionada cantidad5. También la Junta rectora de Colegios Universitarios le costeó el título de licenciado y el de doctor. Gracias, pues, a todo ello se puede aplicar a este caso aquella idea tan buena deseable de que “ninguna persona de valía deje de estudiar por falta de medios”. Claro que entonces quienes lo pretendían tenían que ganar las escasas ayudas a pulso, con mucho esfuerzo y mucho mérito. Ese fue el caso de D. Gonzalo.
Si en la Enseñanza Secundaria había sido un alumno brillante, como era de esperar lo fue más en la licenciatura de Medicina. La estudió desde el curso 1892-93 al de 1898-1899, ambos inclusive, siete años académicos. En ellos, las calificaciones también fueron excelentes: 25 sobresalientes y un notable. Seguidamente, realizó el grado de licenciado, logrando un nuevo sobresaliente. En la carrera fueron sus profesores los conocidos Emilio Jaramillo, Ricardo Díez, Cristino Cebrián, Pedro Sánchez Llevot y otros también destacados en aquella Escuela de Medicina.
Referiré qué materias estudió en los cursos de doctorado, dado que en contadísimas ocasiones consta esto en los archivos de Salamanca, porque la tesis se realizaba en la Universidad Central de Madrid. D. Gonzalo estudió durante 1900 en las cuatro asignaturas siguientes: Historia Crítica de la Medicina, Ampliación de la Higiene Pública, Química y Biología con su análisis, y Análisis Químico y, en particular, de los venenos. Como era de esperar, en todas ellas la nota fue de sobresaliente. Igualmente, esa fue la calificación del grado de doctor, sacado en Madrid en el referido año.
Su tesis doctoral fue ‘Consideraciones sobre la patogenia y etiología de la astenia (neurastenia)’6. Hace en la misma una reseña histórica de los estudios de esta enfermedad, cita una serie de médicos, entre ellos a Roberto Whytt, Arnd, Bouchar, Beard, Hayen Erb, y Fere. Habla luego de teoría patogénica de la autointoxicación, origen, génesis, causas y sitio de la autointoxicación, etiología, evolución y síntomas asténicos, y termina con varias conclusiones.
D. Gonzalo estuvo en ejercicio docente 38 años, 11 meses y 6 días. Se jubiló en 1944, lo que significa que comenzó la docencia en 1905, una vez ganada la oposición a Auxiliar Numerario. Como terminó el doctorado en 29 de septiembre de 1900, es de suponer que prontamente conseguiría estar colegiado y una patente de médico para ponerse a trabajar. En mayo de 1902 solicitó tomar parte en oposiciones, en las convocadas de Auxiliares en la Facultad de Medicina de Salamanca, y en 1903 aprobaría la oposición de Médico de la Beneficencia Municipal de Salamanca, o al menos sería nombrado interino, puesto que una noticia de prensa dice que, en la reestructuración de los distritos médicos de Salamanca, corresponde a D. Gonzalo el de San Vicente7. Y como en julio de ese mismo año pide permiso temporal8 en ese puesto hasta fines de agosto — y se le concedió—, cabe suponer que sería para contraer matrimonio, deducción que se funda en que su hijo Tomás nació en 1904.
Siendo profesor auxiliar numerario de la Facultad de Salamanca, una vez ésta había pasado a ser estatal y estando instalada en el Colegio del Arzobispo, D. Gonzalo se va encargar con frecuencia de la enseñanza de la Cátedra vacante de Patología. Por eso se va a presentar varias veces a las oposiciones que de esta Cátedra o de otras de materia algo análoga se convoquen. Así, en 1910 lo hace a las oposiciones a Anatomía Descriptiva en la Facultad de Medicina de Zaragoza; en 1911, a oposiciones a la Cátedra de Técnica Anatómica de la Universidad de Salamanca; en 1914, a la misma Cátedra de Técnica Anatómica de la Universidad de Granada. No hubo suerte9. Su carrera docente es prácticamente coetánea con la de D. Andrés García Tejado, Adolfo Núñez Rodríguez, Julio Sánchez Salcedo y otros médicos bien conocidos.
En 1936, cuando el rector de la Universidad ordena en octubre que todos los médicos se presenten en ella, él acudió a la llamada. De lo cual cabe suponer tanto que sería militarizado, como que tan pronto la Universidad estuvo en funcionamiento, seguiría impartiendo clases10. Por eso, el 1 de marzo de 1938 impartió una conferencia en la Facultad de Medicina en un cursillo de divulgación científica11. Y se puede presumir también que, efectivamente, seguía ejerciendo la Medicina, porque ese mismo año de 1938 se edita una Guía Médica Fag, en la que él figura como uno más de los médicos de Salamanca.
En 1940, la editorial Salvat publicó un libro en la colección de ‘Manuales de Medicina’ con el título arriba mencionado, en el que figuraría esta obra junto a otras12 de los más afamados doctores de España de aquel momento, como Jiménez Díaz, Cañizo, Moraza, Bañuelos, etc., lo que da idea de la importancia que se le daba al estudio del médico de Salamanca. Esta obra, escrita por D. Gonzalo, recoge la conferencia impartida en 1938, pero lógicamente amplía y documenta mucho más los contenidos. Citando a Letamendi, Lewy, Viola, Pvlov, Senator, Bauer y otros especialistas, D. Gonzalo estudia la constitución individual y los factores conformadores de la misma. Expone los hábitos o tipos morfológicos, los temperamentos o tipos fisiológicos y presenta esquemas de los componentes de la individualidad. Así, aclara muchos conceptos, como el de personalidad, complexión, carácter, temperamento, etc. Una selecta bibliografía completa el trabajo que muestra ser un estudio de mucho tiempo, reflexión y calidad.
Ya llevo expuesto que de él no se ven anuncios como lo hacen muchos médicos. Por eso son contadísimas las veces en que aparece su nombre, y menos aún su fotografía: como suele decirse, hay que buscar con lupa para encontrar su nombre. A pesar de todo, no podía escapar a ser mencionado en varias ocasiones. Entre otras, en las siguientes: En 1916, en el banquete homenaje de los alumnos de Patología General a D. Primo Garrido, como nuevo catedrático de esta asignatura, al que asistieron Isidro Segovia, Arturo Núñez y Francisco Díez, en el que “el alumno Ernesto Sánchez dedicó un cariñoso recuerdo a D. Gonzalo, que guió sus pasos en Patología”. En la muerte de D. Antonio Díez González, el 9 de agosto de 1923, cuando fue uno de los cuatro señores que llevaron las cintas de la caja sepulcral, juntamente con los doctores Ángel Vázquez de Parga, Nicolás Rodríguez Aniceto y José Téllez de Meneses. En la muerte de D. Arturo Núñez García, juntamente con Andrés García Tejado, en 1943. En la venida de Alfonso XIII, el 27 de mayo de 1928, en el Paraninfo, juntamente con su hijo Tomás. En los cursillos de divulgación científica, en 1938, y en 1946, y poco más. Su nombre y sus apellidos tan comunes pudieron ser causa de que no gozase de popularidad, tal como los que llevaban esos apellidos mas sonoros, y por eso más conocidos, Cañizo, Moraza, Marín, Población, pero sospecho que él, sencillamente, no quiso prodigarse más.
Efectivamente, cada año la Universidad de Salamanca, cumpliendo con los fines de la Fundación Vicente Segundo y María Corselas, oferta tres premios cuyas bases se anuncian oportunamente en varios medios. Quizás la razón de los mismos se entienda muy bien observando el esquema familiar. Perfecta Corselas fue la mujer de D. Gonzalo. Natural de Nava del Rey (Valladolid), estudió magisterio en Salamanca de 1890 a 1893. El matrimonio tuvo tres hijos. A Tomás ya he hecho referencia.
María se casó con Segundo Vicente, natural de Montevideo, afamado pintor. Este matrimonio es el fundador de la referida fundación, que fue instituida13 por O. M. de 17 de junio de 1991. En ella hay establecidos tres premios “para fomentar la dedicación de profesionales en las áreas de Medicina, de Pintura y de Educación básica”. El de Medicina lleva el nombre del Dr. D. Gonzalo García Rodríguez, el de Pintura se denomina de D. Segundo Vicente y el de Enseñaza se llama de Dª Perfecta Corselas. Pero queda claro que, al establecer los nombres de los premios, se acordaron de los padres de María y de su esposo. Es lógico pensar que les dieron el nombre con el buen criterio de perpetuar dignamente su memoria.
Vacante en esta Facultad el cargo de secretario por fallecimiento de D. Guillermo Hernández Sanz, el 18 de marzo de 1924, D. Isidro Segovia, decano de la Facultad de Medicina, propuso para el cargo de secretario de la Facultad a D. Gonzalo, añadiendo entonces: “Cuyo celo y competencia me son conocidos” (ese cargo lo desempeñó varios años, lo que motivó la renuncia de algunas clases).
En la reseña que impartió en 1938, se añade como posdata: “D. Gonzalo nos habló del concepto de la individualidad humana desde el punto de vista médico, con galana frase, claridad de ideas, doctrinal siempre, maestro de recia personalidad, cimentada por su claro talento; él, hombre de estudio, que conoce y medita los problemas de la Patología General, nos hizo una completa y meditada conferencia, como corresponde a su inteligencia que investiga; a pesar de llevar al frente de la enseñanza cinco o seis lustros, enseñando las últimas controversias y analizando escrupulosamente las intricadas cuestiones, es joven en enseñar, en bien decir y exponer”.
En la Hoja de Servicios, en uno de los oficios recibidos, también se lee textualmente: Que “con celo y entusiasmo inigualable continúe el desempeño de una Cátedra hasta 1941”. En la necrológica escrita en ‘El Adelanto’ se precisa: “En su profesión supo exaltar en el claustro y fuera de ella, a través de organizaciones culturales en las que llevó la mayor parte de la iniciativa. Era muy querido en nuestra ciudad, prestigio ganado durante su larga existencia, plena de actividad, con personalísimas cualidades: sencillez, bondad, simpatía. Su muerte ha sido muy sentida entre sus amigos y compañeros, y su entierro ha sido una extensa manifestación de duelo”. Finalmente, en necrológica oficial universitaria14 consta esto: “Ha sido maestro de numerosas promociones médicas; gozó del respeto y consideración de sus compañeros y alumnos… Todos recuerdan lo permanente y eficaz de su magisterio”. Dicho quedó todo lo bueno. Da gusto recordarlo.
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