Este patio tan emblemático tiene forma rectangular y constituye un conjunto monumental con la fachada universitaria, hasta el punto de que parece concebido desde el Renacimiento; sin embargo, esto no fue así hasta el siglo XVII.
Al Paraninfo, o antigua cátedra de Derecho Canó-nico, se accede a través de una puerta situada en el rincón noreste del claustro y presenta un aspecto diferenciado del resto de aulas merced a la reforma llevada a cabo en 1862 y a los cambios realizados por el rector Tovar, en 1954, con ocasión de la celebración del VII Centenario de la Universidad, hasta tener el aspecto que ofrece en la actualidad.
El Edificio Histórico de la Universidad inició su construcción en 1415 en estilo gótico, como puede apreciarse por los contrafuertes rematados por pináculos, por las ventanas de arcos apuntados y las bóvedas de arista de su zaguán. Adopta una tipología marcadamente monacal, con claustro alrededor de un patio central donde se abren las distintas dependencias. Esta primera fase se concluyó en 1435 por Alfonso Rodríguez Carpintero y en una ampliación posterior se levantó el muro con almenas para señalar los límites de su jurisdicción o fuero. En principio, el claustro era de una sola planta, salvo en el ala de poniente que originariamente es de dos; los otros tres lados hasta completar el claustro son réplica del primitivo y fueron añadidos a finales del siglo XIX por José Secall, arquitecto aragonés afincado en Salamanca. Todo en este espacio es sobrecogedor, no solo por su singular arquitectura, sino por el silencio y devoción que se experimenta al pisar una institución milenaria por donde han pasado tantos hombres ilustres que irradiaron con su luz a todo el mundo.
La Universidad de Salamanca fue fundada en 1218 por el rey Alfonso IX al dotar a la antigua Escuela catedralicia, que ya gozaba de cierto prestigio, del rango de ‘Estudio General’ y, en contra de lo que algunos pudieran pensar, no es la heredera de la Escuela palentina, ya que hay testimonios documentales de la coexistencia de ambas instituciones a partir de 1220.
La Plaza Mayor de Salamanca es, sin duda, la más bella y radiante de todas las plazas españolas, y una de las más hermosas del mundo. Tiene como precedente a las de Madrid, Valladolid y, sobre todo a la de La Corredera de Córdoba, y es verdadero corazón de la ciudad que expresa el latir de la vida cotidiana.
Situada en la Plaza de San Julián, fue fundada en 1623 por don Bartolomé Caballero Torquemada, abad de la Real Clerecía de San Marcos, como casa de acogida de viudas pobres y honradas que se financiaba con el legado de su fundador y la modestísima dote de las internas más acomodadas. Puede decirse que fue “medio convento, medio hospicio”.
En 1605 llegan los trinitarios a Salamanca y se instalan en la iglesia de San Miguel de los Huertos, extramuros. Veinte años más tarde, ante el temor de las reiteradas crecidas del Tormes, se trasladan a la antigua plaza de San Adrián, hoy plaza de Colón. De ese antiguo monasterio de los Trinitarios Descalzos de la Orden de la Merced solo se conservan la iglesia y la fachada del convento, así como algunas edificaciones interiores que se han incorporado al recién inaugurado edificio que alberga los Nuevos Juzgados y que, con anterioridad, acogía las dependencias de la casa-cuartel de la Guardia Civil.
Colegio de la Real Compañía de Jesús o La Clerecía Los jesuitas se establecieron en Salamanca en el siglo XVI, en un austero edificio de traza clasicista situado frente al Colegio del Arzobispo Fonseca, que yo conocí en mi infancia como hospicio y hoy es colegio de enseñanza media Maestro Ávila. De allí, los miembros
El término ‘barroco’, como en su día el vocablo ‘gótico’, fue usado despectivamente para designar a un estilo artístico que se desviaba de la norma clásica. En España, este periodo artístico hace alusión al arte vinculado a la dinastía de los Austrias menores, desarrollado a lo largo del siglo XVII y durante la primera mitad del XVIII, caracterizado por la complejidad de las formas y por una intensa expresividad en todas sus manifestaciones. De hecho, “lo barroco” tiene un origen preciso, de naturaleza artesanal: en joyería se aplica a una piedra irregular o mal tallada. El epíteto barroco se utiliza como sinónimo de pésimo gusto: como lo anormal, lo exuberante, lo decadente; en contraposición a lo pulcro, lo armónico y lo clásico, y no es hasta comienzos del siglo XX cuando adquiere un juicio positivo.
Este convento está situado en la ronda del mismo nombre, que discurría paralela a la cerca medieval, muy cerca de la iglesia románica de San Marcos. Fue fundado a mediados del siglo XVI para religiosas franciscanas de la Orden de Santa Clara por el tesorero de Carlos V, don Cristóbal Suárez de Acevedo, y su esposa, doña Juana de Solís. De aquella fundación solo persiste la iglesia, muy modificada por la reforma de 1977.