La revolución científico-técnica nos ha proporcionado una tecnología que todavía no usamos adecuadamente y en toda su amplitud y profundidad. La creación y desarrollo de la electrónica: la radio, la Televisión, el teléfono, el láser, internet. La creación de las armas nucleares. La conquista del espacio, el vuelo espacial y el alunizaje. La irrupción del libro electrónico. El descubrimiento de los antibióticos, los anticonceptivos, el trasplante de órganos y la clonación, entre otros muchos avances de la Medicina.
Fue fundada hacia 1190 como parroquia en el barrio de los toreses, y en el primer tercio del siglo XIII Alfonso IX la adjudicó a la Orden de Santiago. En el año 1268 el infante don Martín Alonso, hijo bastardo de aquel rey, y su esposa Dª María Meléndez de Sousa, supuesta infanta de Portugal, fundaron en ella un convento de Comendadoras de Santiago; pero lo que queda de aquella época apenas son pequeños restos al norte del actual coro.
El miedo a la cornada y a la muerte, (o al fracaso), son algo consustancial a la fiesta de los toros. Pero el lugar natural donde se desarrollan esos sentimientos es indudablemente el ruedo. Ya se ha tocado este tema con anterioridad en sus dominios respectivos. Ahora parece oportuno centrarlos en el sitio donde se vive ese acontecimiento. El ruedo.
Desde los orígenes del cine, y heredada de la literatura e incluso de la tradición oral, la espinosa pregunta acerca de «quién nos cuenta qué», es decir, del punto de vista adoptado en cualquier narración ha hecho reflexionar sobre si éste es falible o no, y en qué circunstancias. En los últimos años ha renacido la moda de elaborar relatos en los que al final se demuestra la falsedad del testimonio del narrador. Es el caso de Shutter Island, donde un policía resulta no ser tal y la verdad de esta historia ambientada en 1954 reside en los doctores que intentan ayudarle a superar sus traumas.
Llegaba tarde. Pero por más que quería ir más deprisa, no podía. Era como si una plomada tirara de mi centro de gravedad hacia abajo, hacia la dura y milagrosa tierra, y no me dejara levantar las plantas del suelo. Resoplaba como una caballería y un sudor fino e impaciente me iba bañando de arriba abajo. Pensé que sería imperdonable presentarme así ante el Obispo.
El médico para poder afrontar con seguridad el continuo y vertiginoso avance del conocimiento médico, necesita realizar un esfuerzo permanente de actualización de sus conocimientos y de adquisición de nuevas habilidades, que le permitan mantener un nivel de competencia profesional acorde a las exigencias de cada momento.
Recientemente he leído, en una entrevista a Elisabeth Bandinter, con motivo de la publicación y éxito de su libro El Conflicto, cuyo contenido ignoro. En él esta filósofa dice que “el instinto maternal convierte a las hembras en primas de los primates”. ¿Pero la raza humana no es un primate?
Cuando uno vive en una ciudad que no es la suya, intenta por todos los medios comprender los entresijos de su lugar de residencia para adaptarse mejor. En mi caso, después ya de unas cuantas primaveras en el campo charro, creo que he comprendido la idiosincrasia salmantina, pero hay dos aspectos que mi humilde masa cerebral no acaba de encajar: el condenado frío y las trabas que tiene el Complejo Asistencial de Salamanca.
El toreo, es verdad y así lo dice la biografía de Belmonte cuando era adolescente, se hace alguna vez, más antes que ahora, a campo abierto y a la luz de las estrellas.
El fallecimiento de Luis García Berlanga, referencia ineludible del cine español en los últimos sesenta años, nos impulsa a recordar, en su memoria, una de sus películas más celebradas y polémicas, rodada en el extranjero –porque aquí habría sido imposible entonces– y protagonizada por un odontólogo parisino que parece tener la vida confortablemente resuelta en todos los aspectos, hasta que queda fascinado por el atractivo erótico de una muñeca de dimensiones humanas.