Por Julio PÉREZ RODRÍGUEZ
Ginecólogo jubilado
Recientemente he leído, en una entrevista a Elisabeth Bandinter, con motivo de la publicación y éxito de su libro El Conflicto, cuyo contenido ignoro. En él esta filósofa dice que “el instinto maternal convierte a las hembras en primas de los primates”. ¿Pero la raza humana no es un primate?
Más adelante afirma “No existe el instinto de maternidad”
¿Qué sería de nosotros si no hubiera existido? Me imagino a la mujer, después de parir, tirando al recién nacido a la basura y dejando que se las compusiera por sí mismo. Precisamente la descendencia que más necesita de atenciones y cuidados hasta llegar a poder valerse por sí misma. ¿No ha sido la maternidad o la paternidad (¿?) las que han llevado al nuevo ser hasta ese punto?
El conflicto provocó que la líder verde Cecile Dolot y la exministra de Ecología Kociusko-Morizet la acusaran de panfletaria.
Como tocólogo he podido ver cómo las mujeres acariciaban “sus entrañas”, como si lo hicieran, directamente, al nuevo ser que esperaban. He estado convencido que entre ambos, además de estas “comunicaciones táctiles”, tendrían que producirse otras (hormonales, nerviosas, o…… simplemente humorales).
Más adelante añade: No existe el instinto de maternidad. Es verdad que en el momento de amantar intervienen las hormonas como la oxitocina y prolactina, pero las realidades biológicas no implican que la madre tenga necesidad imperiosa de alimentar con su propia leche al niño…, pero ¿Para qué o para quién se produce?
Rechaza, sin ningún argumento, la opinión de la profesora Sarah Hrdy, eliminando la evidencia de las razones biológicas, ¿pero, para qué ha puesto ahí la naturaleza esas mamas?
Parece ser, deduzco, que sus escritos persiguen promocionar el Feminismo, tratando de imponerlo a cualquier manifestación en su contra; pero, vayamos por partes: El feminismo y el “masculinismo” (evito la palabra machismo por sus connotaciones) no deben considerarse opuestos, sino complementarios, hay unas funciones exclusivamente femeninas y otras masculinas, el resto deben ser compartidas y, a ser posible, repartidas equitativamente.
Pero dando paso a los despropósitos o, mejor aún, a la fantasía: Los recientes avances en el transformismo sexual están aún poco avanzados, pues sería un (al menos actualmente) interesante logro, que por acciones hormonales o quirúrgicas o ¡Quién sabe! otras, que se consiguiera la transformación real y completa de una mujer en hombre o viceversa. Yo creo que sí, ¿no habría hombres que desearan gozar de los placeres de la maternidad? O acaso ¿Ha sido el objetivo del reciente caso del “hombre embarazado”, que hemos conocido por la prensa?
Deja una respuesta