Por Alejandro SEGALÁS
Periodista
Cuando uno vive en una ciudad que no es la suya, intenta por todos los medios comprender los entresijos de su lugar de residencia para adaptarse mejor. En mi caso, después ya de unas cuantas primaveras en el campo charro, creo que he comprendido la idiosincrasia salmantina, pero hay dos aspectos que mi humilde masa cerebral no acaba de encajar: el condenado frío y las trabas que tiene el Complejo Asistencial de Salamanca.
En lo de la meteorología tendrán que ver mis genes extremeños, acostumbrados a unos graditos más, pero lo del Hospital es que no tiene explicación. Recientemente, el centro hospitalario salmantino se ha embolsado otro premio para sus nutridas vitrinas: el de mejor hospital en atención al paciente en los “Best in class” de 2010. Este año además ha sido galardonado como la mejor gestión hospitalaria patria también en los “Top 20”. Por no hablar de los numerosos reconocimientos a nivel nacional e internacional que reciben las batas ilustres que conforman la plantilla sanitaria local.
Es curioso, pero todos estos títulos no sirven para aplacar el afán de centralización y protagonismo de Valladolid. Los detractores de este argumento nos tildarán de provincianos y chovinistas, aunque en realidad no reconocen que disparamos por algo y con buena pólvora. No es cuestión de decir que nuestro hospital es el mejor de la Región así porque sí, sino que desde hace décadas las grandes figuras de la medicina salmantina (no los nombro a todos ya que no caben en este artículo) han puesto al complejo salmantino en la cúspide nacional.
Es razonable la postura de la Administración regional de centralizar y apostar por los hospitales de la capital si Castilla y León tuviera un nivel de investigación y de atención similar, pero es que no seda esa circunstancia, puesto que hay un foco sanitario que alumbra a toda la Comunidad y es salmantino.
Los profesionales salmantinos tienen que hacer el doble para que se les reconozcan o se les apoyen sus proyectos. Por un lado, supone un impulso motivacional extra, aunque por otro es una situación de la que uno se cansa, puesto que aunque lo importante es que cada uno sepa que lo está haciendo bien, de vez en cuando, gusta que te lo digan y que te apoyen.
La Consejería de Sanidad en muchas ocasiones ve en el Hospital de Salamanca un quebradero de cabeza, cuando en realidad tendría que verlo como un enclave puntero y generador de conocimiento.
Lo mismo hay que ser castellano y leonés para comprender esta situación, como hay que ser gallego para apreciar el arte de llover. No lo sé, el caso es que no lo comprendo, aunque creo que la única solución posible, visto lo visto, es que la Junta haga un residencial cerca del Río Hortega o del Clínico de Valladolid y que nuestros fonendoscopios más prestigiosos se muden a la capital. El resto de mortales, nos quedaremos aquí pasando frío.
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