Por razones personales fáciles de entender, para mí tiene un valor especial el relato de las vivencias que me evoca la Hospedería de Fonseca, casi todas de índole emotiva, como para tantos otros colegas que estudiaron Medicina en la segunda mitad del siglo pasado en Salamanca. En efecto, entre otros destinos fue sede de la Facultad de Medicina y en las postrimerías del siglo pasado viví las reformas y amplia rehabilitación que se llevó a cabo en el edificio, hasta llegar a tener el aspecto que ofrece en la actualidad
Este colegio se edificó sobre un terreno situado entre las puertas de San Bernardo y de San Hilario o Postigo Ciego, a escasos metros de la cerca nueva y bastante alejado, por tanto, del edificio histórico de la Universidad. Fueron cedidos por el convento de San Francisco a don Alonso de Fonseca III, arzobispo de Toledo, y en 1524 se inició la construcción según proyecto de Diego de Siloé, con el asesoramiento del humanista Pérez de Oliva, rector de la Universidad. En él intervinieron maestros de la talla de Diego de Cobarrubias y Juan de Álava; éste último dejó la mejor muestra de su talento en el impresionante claustro.
Eran instituciones benéficas que nacieron “al calor y sombra de la Universidad” y estaban destinadas a alojar a jóvenes estudiantes con capacidades académicas y escasos recursos económicos.
Este patio tan emblemático tiene forma rectangular y constituye un conjunto monumental con la fachada universitaria, hasta el punto de que parece concebido desde el Renacimiento; sin embargo, esto no fue así hasta el siglo XVII.
Al Paraninfo, o antigua cátedra de Derecho Canó-nico, se accede a través de una puerta situada en el rincón noreste del claustro y presenta un aspecto diferenciado del resto de aulas merced a la reforma llevada a cabo en 1862 y a los cambios realizados por el rector Tovar, en 1954, con ocasión de la celebración del VII Centenario de la Universidad, hasta tener el aspecto que ofrece en la actualidad.
El Edificio Histórico de la Universidad inició su construcción en 1415 en estilo gótico, como puede apreciarse por los contrafuertes rematados por pináculos, por las ventanas de arcos apuntados y las bóvedas de arista de su zaguán. Adopta una tipología marcadamente monacal, con claustro alrededor de un patio central donde se abren las distintas dependencias. Esta primera fase se concluyó en 1435 por Alfonso Rodríguez Carpintero y en una ampliación posterior se levantó el muro con almenas para señalar los límites de su jurisdicción o fuero. En principio, el claustro era de una sola planta, salvo en el ala de poniente que originariamente es de dos; los otros tres lados hasta completar el claustro son réplica del primitivo y fueron añadidos a finales del siglo XIX por José Secall, arquitecto aragonés afincado en Salamanca. Todo en este espacio es sobrecogedor, no solo por su singular arquitectura, sino por el silencio y devoción que se experimenta al pisar una institución milenaria por donde han pasado tantos hombres ilustres que irradiaron con su luz a todo el mundo.
La Universidad de Salamanca fue fundada en 1218 por el rey Alfonso IX al dotar a la antigua Escuela catedralicia, que ya gozaba de cierto prestigio, del rango de ‘Estudio General’ y, en contra de lo que algunos pudieran pensar, no es la heredera de la Escuela palentina, ya que hay testimonios documentales de la coexistencia de ambas instituciones a partir de 1220.
La Plaza Mayor de Salamanca es, sin duda, la más bella y radiante de todas las plazas españolas, y una de las más hermosas del mundo. Tiene como precedente a las de Madrid, Valladolid y, sobre todo a la de La Corredera de Córdoba, y es verdadero corazón de la ciudad que expresa el latir de la vida cotidiana.
Situada en la Plaza de San Julián, fue fundada en 1623 por don Bartolomé Caballero Torquemada, abad de la Real Clerecía de San Marcos, como casa de acogida de viudas pobres y honradas que se financiaba con el legado de su fundador y la modestísima dote de las internas más acomodadas. Puede decirse que fue “medio convento, medio hospicio”.
En 1605 llegan los trinitarios a Salamanca y se instalan en la iglesia de San Miguel de los Huertos, extramuros. Veinte años más tarde, ante el temor de las reiteradas crecidas del Tormes, se trasladan a la antigua plaza de San Adrián, hoy plaza de Colón. De ese antiguo monasterio de los Trinitarios Descalzos de la Orden de la Merced solo se conservan la iglesia y la fachada del convento, así como algunas edificaciones interiores que se han incorporado al recién inaugurado edificio que alberga los Nuevos Juzgados y que, con anterioridad, acogía las dependencias de la casa-cuartel de la Guardia Civil.