Las órdenes militares tuvieron una fuerte presencia en Salamanca. Pero, así como de los Templarios solamente conocemos su ubicación en lo que hoy es convento de las Isabeles, sin embargo la Orden de los Caballeros Hospitalarios fue dejando un intenso rastro por la ciudad y la provincia, de forma que todavía hoy podemos disfrutar de su legado y de muchos de los lugares salmantinos colonizados por aquellos frailes guerreros.
El autor continúa en esta segunda parte la historia del camposanto salmantino a partir del siglo XIX
El autor repasa en este artículo la historia de los cementerios de la ciudad y su papel en la salud pública salmantina
El autor nos acerca en esta segunda parte del artículo a los detalles de la vida de los jóvenes que se encargaban del canto en la Catedral
El autor repasa la historia de la institución que formaba a los estudiantes, entre ellos de Medicina, que cantaban los Oficios en la Catedral
El autor cuenta la historia que tuvo como protagonistas a la madre del comunero Pedro Maldonado y a Francisco Solís, afamado doctor del XV
El 25 de abril de 1935 se pone la primera piedra del sanatorio antituberculoso con mayor capacidad de España. Un hospital con 500 camas, que al final quedaría en 601, se situaba a menos de tres kilómetros de la carretera de Salamanca a Ciudad Rodrigo. Las obras iban a buen ritmo cuando estalla la guerra y es nombrado el general Severiano Martínez Anido, que durante muchos años daría su nombre al centro, presidente del Patronato Nacional Antituberculoso. La Diputación Provincial se dirige a la Dirección General de Prisiones para solicitar la concesión de brigadas de reclusos, que permitiese seguir con la construcción, petición que aprueba dicha institución a finales de mayo de 1937.
Cuando nos disponemos a celebrar con una magna exposición la contribución como médico y político de don Filiberto Villalobos, es necesario que los salmantinos recordemos la obra que más le costó lograr a nuestro ilustre antepasado, el Hospital de los Montalvos.
El autor hace referencia al hospital que existió en lo que hoy es la capilla de la Veracruz, donde se atendía a enfermos desheredados de la fortuna
Una ermita, un pequeño cementerio y un humilde hospital, todos ellos dedicados a Nuestra Señora de la Misericordia Refugio de los Desgraciados, eran las únicas propiedades de una de las cofradías dedicada a la atención de los condenados a muerte. Hay que visitar la plazas Mayor y de San Cristóbal para recordar el triste cometido de la cofradía. El cumplimiento de las condenas a muerte tenía su ritual. El centro de la Plaza Mayor de Salamanca era el lugar específico para cumplir la sentencia. Cuando se iba a ejecutar a un delincuente, instalaban un altar con la imagen de la Virgen de la Misericordia enfrente del catafalco, para que fuera visualizado por el penado. Antes del acto le proponían auxilio espiritual y en el momento de la ejecución le acompañaban con rezos.