A mediados del siglo XIX, en1851, se creó en Salamanca el Hospital de Dementes, en el Colegio de Huérfanos. Los primeros asilados fueron acogidos el 22 de enero del citado año. Hasta entonces, los pacientes salmantinos eran atendidos en Valladolid por la Diputación de la provincia vecina. A partir de ese día y hasta el momento actual ha sido la Corporación provincial de Salamanca la que ha corrido con los gastos de la atención de los enfermos mentales
El hospital dependía desde el punto de vista administrativo religioso de la parroquia de San Isidoro, conocida popularmente entre los salmantinos como San Isidro, al tratarse de una de las iglesias más cercanas al estudio salmantino. Los entierros y la administración de los sacramentos a los asilados en el Hospital del Estudio eran responsabilidad del párroco de San Isidro, que en el caso de los de la penitencia, comunión y extremaunción eran muy frecuentados por los enfermos del hospital. Este trabajo diario estaba remunerado por la Universidad.
La profesora Teresa Santander leyó su discurso de ingreso en el Centro de Estudios Salmantinos en 1993.
La Cofradía de Nuestra Señora de Rocamador era una comunidad religiosa ilustre que ostentaba numerosos títulos concedidos por los muchos influyentes cofrades que pertenecieron a su claustro. Sus cuatro nominaciones eran las de Muy Noble, Antigua, Limpia y Santa. Parece que fue fundada por un caballero de la Orden de San Juan y a esta institución nos hemos referido someramente en uno de nuestros artículos donde tratamos el legado que estos monjes guerreros han dejado a la ciudad de Salamanca. A la Cofradía de Nuestra Señora de Rocamador pertenecían las familias más nobles de la ciudad, incluso un cardenal, Ascanio Colonna, fue cofrade de la misma.
En uno de los rincones más recoletos de la vieja Salamanca, en el territorio que perteneció a los repobladores procedentes de Castilla, se encuentra una pequeña iglesia a la que muy pocos salmantinos han tenido acceso. Sin culto, escondida, pasando desapercibida, en la actualidad pertenece a la Parroquia de San Juan de Sahagún y está dedicada a actividades pastorales juveniles para aquellos chavales que viven en el entorno de este templo del centro de la ciudad.
El autor destaca el papel que este centro cumplió en la formación de numerosos médicos entre los siglos XVII y XX Antonio Vargas y Carvajal otorga testamento el 24 de octubre de 1649. Fundaba entonces lo que sería el seminario que llevaría su nombre. En este centro se admitían niños huérfanos, pobres y, si no
Los lectores que tengan una cierta edad recordarán las Casas de Socorro. Estos centros sanitarios urbanos fueron muy populares en nuestras ciudades y a ellas se recurría tanto para suturar una brecha, vigilar un chichón o pitera resultante de una pedrada, en caso de mordedura de un perro o para hacerse poner inyecciones por el practicante de turno. En sus instalaciones se realizaban intervenciones quirúrgicas que no necesitaban de hospitalización. También, en ocasiones, se las utilizaba para despertar de una melopea a un compañero de juerga nocturna y, en más de una riña, en las que las diferencias se habían saldado con algún herido leve, para curar a los malparados contendientes.
El autor recuerda el paso por Salamanca de los religiosos de San Antonio Abad, dedicados a atender a los enfermos del llamado “fuego infernal”