El Hospital del Estudio (I)

Texto: Jesús Málaga

Fotografías: Andrés Santiago Mariño

La profesora Teresa Santander leyó su discurso de ingreso en el Centro de Estudios Salmantinos en 1993.

Eligió un tema inédito para su entrada en este prestigioso grupo de investigadores de la historia de Salamanca, el Hospital del Estudio. La doctora Santander desempeñó el cargo de bibliotecaria y archivera de la Universidad de Salamanca desde 1974 hasta su jubilación. Por sus manos pasaron miles de documentos que fueron catalogados con esmero, entre ellos los de esta institución hospitalaria que fue un referente en la historia de la medicina española y que acogía en 1529 estudiantes pobres con enfermedades que no fueran contagiosas ni incurables1.

Cuatro largos siglos de existencia dieron a este centro sanitario una antigüedad solamente superada en Salamanca por el Hospital de la Santísima Trinidad. Desde 1413, que inició su andadura, hasta 1810 que cerró sus puertas como hospital de la Universidad de Salamanca fue testigo de los años más gloriosos del Estudio y de su decadencia en los siglos XVIII y XIX2.

En una casa con corrales, situada en la Rúa Nueva, en el barrio judío, lo que hoy conocemos como calle Libreros y Patio de Escuelas Mayores -esta última entonces no existía como espacio urbano- cuyo propietario debió ser un tal Midras que dio el nombre a la casa, se estableció en 1413 el Hospital del Estudio. El Rey Juan II concedió a la Universidad dicho espacio para que fueran atendidos en él los enfermos sin recursos del estudio salmantino.

En sus inicios fue un lugar de hospedaje benéfico de estudiantes sanos y enfermos y tuvo un carácter religioso ya que a los allí alojados se les atendía tanto los males del cuerpo como sus necesidades espirituales. Hasta el siglo XVI funcionó como un hospital medieval, con acogida religiosa de los asilados. Será después cuando pase a tener estatutos propios con los que se gobernó hasta su desaparición en el siglo XIX.

Vista desde el interior del hospital

Estaba dedicado a Santo Tomás de Aquino, cuya imagen se encuentra en el tímpano de la fachada, y que se hace acompañar de una Anunciación maravillosa, con la Virgen y el Ángel de más edad que los representados en la de la portada de San Benito, para mí gusto las dos anunciaciones en piedra más primorosamente esculpidas de Salamanca. Rematan, por arriba de la portada, tres escudos reales, sin la granada, lo que los data antes de enero de 1492, fecha de la toma por los cristianos, al mando de los reyes Católicos, del reino de Granada. También podemos ver un escudo con las palabras del versículo 2 del salmo 40 de la Vulgata que dice “Dichoso el que cuida del pobre y desvalido, en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor”. El edificio cedido por el Rey fue insuficiente para albergar el Hospital y la Universidad adquirió las casas colindantes a, entre otros propietarios, el deán y cabildo de la catedral. Como estamos hablando del barrio judío, las casas adquiridas limitaban con el solar de la vivienda del Rabí Yudá, capellán que fue de los judíos.

Posteriormente, las muchas intervenciones constructivas en el edificio, sobre todo la del siglo pasado para convertir el viejo Hospital del Estudio en Rectorado, desfiguraron el interior del mismo. La primera de las reedificaciones la llevó a cabo la Universidad con la ayuda del Maestreescuela en 1472. Trece años después, las autoridades académicas adquirieron un nuevo solar con lo que ampliaron el Hospital hacia las Escuelas Menores y en 1487 Juan Pereira, arcediano de Nájera y beneficiario de la iglesia de San Martín, cedió terrenos frente a las Escuelas Mayores, en la Rúa Nueva.

El edificio concluyó exteriormente en 1492, pero con posterioridad a ese año se produjeron nuevas intervenciones en su interior. En 1507 el Hospital tenía nueve pequeñas cámaras amuebladas con escaños y mesas, algunas de ellas eran alargadas, de estudio, con sus bancos respectivos, una cámara para el ama, una habitación para el clérigo que ejercía de capellán y, además, existía una cámara en la planta baja de usos variados, una cocina y, como estancia esencial, la capilla.

detalle de la crestería.

En 1529, la Universidad encargó los estatutos del Hospital del Estudio. Trece estudiantes pobres se beneficiarían desde entonces de las curas necesarias. El paso de un hospital medieval, con albergue de enfermos y sanos, más como residencia que como centro sanitario, a otro exclusivamente para enfermos, necesitó de una nueva renovación interior del edificio y para ello, trasladaron a los asilados a otras dependencias universitarias para hacer las obras. En aquellos tiempos era rector de la Universidad de Salamanca Fernán Pérez de Oliva que, juntamente con el doctor Montemayor y el maestro Juan Martínez Siliceo, se encargó del traslado del hospital mientras se realizaban las obras en las dependencias de las Escuelas Mayores.

Antes de la vuelta del Hospital del Estudio al Patio de Escuelas se compraron unas casas colindantes para la ampliación del recinto sanitario a unos vecinos de la ciudad de Ávila, pero no nos queda apenas vestigios de cómo sería el recinto remodelado y ampliado en su interior ya que todo él fue integrado en las obras realizadas a mediados del siglo XIX para albergar el Rectorado.

Por los libros de claustro, Teresa Santander logró conocer algunas de las características del hospital como que las ventanas al exterior del dormitorio estuvieron protegidas por rejas desde 1550 por miedo a que entrasen personas ajenas al centro sanitario desde el Patio de Escuelas Mayores. Las rejas permanecieron en su lugar hasta 1846, fecha en la que las ventanas fueron trasformadas en balcones.

Gracias a la doctora Santander, sabemos que la enfermería se situaría en el lugar que actualmente ocupa la sala de Juntas del Rectorado y que el dormitorio era frío ya que estaba orientado al norte en una ciudad a 800 metros sobre el nivel del mar. Esta mala orientación hizo que en 1563 el claustro se pensase trasladar definitivamente el Hospital del Estudio y dejar su inmueble como una dependencia más del Colegio Trilingüe.

detalle del zaguán.

En el acta de la sesión, presidida por el rector Pedro Manrique, se dice que los pobres enfermos no tenían sol y que las camas y el dormitorio daban hacia el cierzo. Los claustrales afirmaban que las camas con los enfermos estaban todas juntas en una sola sala y que la muerte de los pacientes era vivida con angustia por los enfermos acostados al lado del moribundo. Este hacinamiento era el que a muchos profesores y alumnos enfermos les hacía desistir de asilarse en el Hospital del Estudio para curar sus dolencias.

En la planta baja estaban, al menos a mediados del siglo XVI, la capilla, el zaguán y algunos aposentos para paneras de la Universidad. También esta planta fue utilizada en ocasiones como cárcel o como hospedería. En el rellano de la escalera debió haber una habitación para que pernoctaran los criados que atendían a los pacientes.

La capilla del hospital tenía autorización del obispo don Sancho, desde el 28 de abril de 1429, para tener uno o dos altares para decir misa. En 1488 el bachiller Martín Fernández de Treviño estableció una capellanía perpetua de misa diaria en el citado hospital. Para subvencionar la capellanía aportó las rentas del Mesón de la Estrella que estaba junto a la iglesia de San Nicolás.

Según los inventarios de la Universidad de Salamanca de los años 1507 y 1511, el altar de la capilla era de madera con cajonería de las de entrar y salir, con un retablo formado por dos tablas que se cerraban y que representaban a Nuestra Señora y San Jerónimo; también había dos Cristos, uno de bulto y otro de pincel, una tabla de Nuestra Señora en una tabla dorada, una cruz con un crucifijo de azófar, una tabla de cera, un par de misales y algunos ornamentos sagrados.

Antigua capilla del Hospital del Estudio, actualmente Sala de Juntas de Gobierno de la Universidad.

La superficie de la capilla se amplió en el siglo XVI hasta conseguir el espacio actual que ostenta un artesonado de madera, ventanas molduradas con arcos de medio punto abiertas al Patio de Escuelas Mayores. Desde la enfermería los pacientes accedían a través de una escalera incrustada en el muro, conservada todavía en la actualidad, a una tribuna desde la que podían oír misa sin salir apenas de sus dependencias. En el año 1547 el claustro ordenó se dijera misa en la misma sala donde se encontraban encamados los enfermos, con esta medida querían posibilitar que los enfermos graves oyeran misa sin salir de la cama.

Al cerrarse el hospital en 1855 el inmueble pasó a ser el depósito del archivo histórico de la Universidad de Salamanca hasta 1944, después de esa fecha se transformó en un pequeño museo para albergar los mensajes de las universidades de todo el mundo con ocasión del VII Centenario del Estudio Salmantino. Actualmente, desde 1990, la capilla se ha transformado en la sala de Juntas del Gobierno de la Universidad y por lo tanto el lugar donde se acuerdan los asuntos más importantes para el estudio salmantino.

Hasta el siglo XVI el hospital era gobernado desde el claustro y con órdenes que figuraban como si fueran estatutos. Una hospitalera se encargaba de la administración, pero estaba bajo la supervisión de uno o varios visitadores nombrados por la Universidad.

Los hospitaleros eran los custodios de los enseres y el dinero del hospital de los que rendían cuentas cada semana al visitador. Cobraban de sueldo 4.000 maravedíes anuales a principios del siglo XVI. A mediados de ese siglo se creó por Real Provisión de Carlos V un nuevo cargo, el de mayordomo-administrador-capellán que incluía en una sola persona las funciones administrativas y religiosas.

Este funcionario era el encargado de recibir a los estudiantes enfermos, siempre que fueran remitidos con cédula del rector, visitador y médico. Estaba obligado a estar presente en las visitas del médico, las del cirujano, a la comida, a la cena y a darles las medicinas prescritas por los galenos. Tenía que visitar a los enfermos antes de acostarse y a medianoche, así mismo estaba presente en los últimos momentos de los moribundos.

Detalle del artesonado y tribuna de la capilla

Los visitadores inspeccionaban el hospital y eran nombrados por un periodo de 12 meses en el claustro que se celebraba por San Lucas. El visitador vigilaba el inventario del hospital, inspeccionaba sus instalaciones -al menos una vez cada semana-, se interesaba por la forma en que eran curados y tratados los enfermos hospitalizados preguntando a los mismos asilados, interrogaba sobre el día a día a la hospitalera y autorizaba los libramientos ordinarios que eran los que no ascendían a más de 15 ducados, ya que cantidades superiores eran competencia del claustro que debía autorizar el gasto.

Sala de Retratos.

Hasta finales del siglo XVI los visitadores recibían por su trabajo un sueldo en especies, doce pares de gallinas por la Pascua de Navidad, posteriormente cobraron en moneda. Pero la responsabilidad última del Hospital del Estudio era de los 20 o 22 miembros del Claustro de Diputados de la Universidad de Salamanca. Los miembros eran 10 catedráticos propietarios y 10 ó 12 no propietarios que eran elegidos entre la nobleza, las dignidades, los licenciados, los bachilleres e incluso alumnos, siempre que tuvieran más de 25 años.

El Claustro de Diputados se reunía dos veces al mes, respondiendo a las imposiciones de los estatutos de la Universidad, y entendía sobre los asuntos ordinarios entre los que se encontraban los referidos al Hospital del Estudio.


Notas:

  1. Santander, T. El Hospital del Estudio (1413-1810). Centro de Estudios Salmantinos. Salamanca, 1993. ↩︎
  2. Álvarez Villar, J. El Patio de Escuelas de la Universidad de Salamanca. Ediciones Universidad de Salamanca. Salamanca, 2001. ↩︎

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