Cuando uno vive en una ciudad que no es la suya, intenta por todos los medios comprender los entresijos de su lugar de residencia para adaptarse mejor. En mi caso, después ya de unas cuantas primaveras en el campo charro, creo que he comprendido la idiosincrasia salmantina, pero hay dos aspectos que mi humilde masa cerebral no acaba de encajar: el condenado frío y las trabas que tiene el Complejo Asistencial de Salamanca.
Por las sonrisas en las fotos no diríamos que estas personas han pasado duros momentos. El capitán Aliste, en la foto con su esposa, perdió las piernas por una bomba de ETA en su coche. Irene Villa y su madre sufrieron la amputación de sus piernas y un brazo por la misma causa. Irene me dijo que lo que más le ayudó era el carácter positivo, luchador y alegre de su madre. Su madre me comentó que una vez que, tras la explosión del atentado y la incertidumbre, por fin supo que su hija estaba viva, ya no le importó cómo quedase.
El toreo, es verdad y así lo dice la biografía de Belmonte cuando era adolescente, se hace alguna vez, más antes que ahora, a campo abierto y a la luz de las estrellas.
El fallecimiento de Luis García Berlanga, referencia ineludible del cine español en los últimos sesenta años, nos impulsa a recordar, en su memoria, una de sus películas más celebradas y polémicas, rodada en el extranjero –porque aquí habría sido imposible entonces– y protagonizada por un odontólogo parisino que parece tener la vida confortablemente resuelta en todos los aspectos, hasta que queda fascinado por el atractivo erótico de una muñeca de dimensiones humanas.
an Abarca Campal ha sentado cátedra en la gestión hospitalaria española. Este cirujano salmantino está al frente de uno de los grupos sanitarios más importantes del país. Y lo está por sacrificio, tesón y defensa a muerte de un modelo de asistencia centrado en el médico y el paciente. Todo un ejemplo de pasión por una profesión. Un hombre hecho a sí mismo que repasa sus constantes vitales en esta entrevista y ofrece sus ideas sobre la Medicina y la Sanidad actual. Deseamos que el lector celebre con nosotros este reencuentro tan entrañable con la tierra que le vio nacer y que no le ha podido ver ejercer, ni como médico ni como empresario.
El estado de bienestar del que disfrutamos en la actualidad se debe a la asimilación de descubrimientos realizados a lo largo de nuestra historia remota o reciente. Hechos como el descubrimiento del fuego, la rueda, la fundición de metales, etc., se pierden en la noche de los tiempos, pero otros descubrimientos relativamente recientes con frecuencia pasan inadvertidos, tal es el caso sobre el que se pretende llamar la atención en este artículo.
La Dra. Ana Mª de Cecilia nos irá presentando en esta nueva sección parte de su colección de pintura y escultura y lo que le sugieren, pluma en mano, estas obras. El viaje continúa en Madrid.
Parece que el origen de este convento hay que buscarlo en una humilde ermita consagrada a Santa María, en la ladera del cerro de San Cristóbal, junto a la desaparecida iglesia de San Román y no muy alejada de la puerta de Santo Tomás de la cerca nueva. La primera abadesa, Dª Urraca, viuda de Fernando II de León, y un grupo de damas y huérfanas de la nobleza deciden “motu proprio”, en la primera mitad del S. XIII, agruparse en comunidad siguiendo la regla de la orden benedictina, pasando al poco tiempo a regirse por la orden de San Francisco; pero un incendio ocurrido en 1413 redujo a cenizas casi todo el convento, en el que perecieron algunas religiosas, salvándose los muros de la iglesia, los canecillos que sostenían los antiguos aleros, un Cristo y la crujía norte del claustro.
“Gran caballero, hombre bueno, todo sencillez y cordialidad. De vida austera y digna. Fue limpia su ejecutoria profesional y particular, forjada en el trabajo y en la rectitud de conciencia”
El autor recuerda el papel como alcalde de Florencio Pollo Martín