Se fabrican las lentes

Por E. CARRASCAL
Catedrático de Histología

En 1853 Sir Austin Henry Layard regresa de una excavación que realiza en la ciudad de Nínive, capital del antiguo reino asirio en el norte del actual Irak. Entre los diversos tesoros que trae de la biblioteca de Asurbanipal, del palacio de Sennaquerib, para el Museo Británico, se encuentra uno que le intriga especialmente, se trata de una pequeña pieza de cristal de roca pulido de aproximadamente una pulgada y cuarta (3,4 cms) con una superficie plana y la otra convexa, la pieza procede de una época en torno al siglo séptimo antes de Cristo. Layard consulta con Sir David Brewster, un famoso físico y especialista en óptica, quien, tras examinar el misterioso objeto, concluye que debió ser utilizado “para aumentar la imagen de objetos o para concentrar los rayos del sol”.

La óptica en el Periodo clásico

En el siglo V a. C. los griegos conocían las propiedades de los espejos, cauterizaban las heridas con lentes. Quizá la primera lente del mundo clásico fue la que construyó Aristófanes en el año 424 a.C. con un globo de vidrio soplado, lleno de agua. Sin embargo, su propósito no era la de amplificar imágenes, sino la de concentrar la luz solar «cristales encendedores».

La primera mención al fenómeno de la refracción de la luz la encontramos en el libro de Platón, La República (428 a.C. –347 a.C.). El gran geómetra alejandrino Euclides (siglos IV- III a.C.), en sus tratados de «Óptica» y «Catróptica», aparecen observaciones geométricas tan importantes como la propagación rectilínea de la luz, que él consideraba como un tentáculo lanzado desde el ojo hasta el objeto.

Los filósofos de la antigua Grecia idearon teorías sobre la naturaleza de la luz en las que confundían la luz con el fenómeno de la visión. Según decían los pitagóricos, «la visión es causada por la proyección de imágenes lanzadas desde los objetos hacia los ojos». Por el contrario, los platónicos afirmaban que la sensación visual se produce cuando los «haces oculares» enviados desde los ojos chocan con los objetos. El griego Epicuro (341 a.C.- 270 a.C.) dice que «de los objetos brotan partículas que hieren los ojos e impresionan la vista». Conocía la ley de la reflexión de la luz, como lo expresa Lucrecio en su libro De la naturaleza de las cosas donde se dice claramente que el ángulo de incidencia es igual al ángulo de reflexión. También habla de la refracción de la luz, indicando que una varilla, parcialmente sumergida en el agua se ve quebrada, pero no ofrece ninguna explicación del fenómeno.

Aristóteles (284-348 a.C.) rechazaba estas dos teorías de la visión y proponía que el medio existente entre el objeto y el ojo desempeñaba un papel esencial. Decía que cuando este medio (que puede ser o aire o agua, por ejemplo) está en reposo hay oscuridad pero que, excitado por la «lumbre» de un objeto, el medio pasa al estado activo y se vuelve transparente. Los colores del objeto pueden entonces viajar hasta nuestros ojos. Según sea el «estado de actividad» del medio los colores varían. Aristóteles es el primero en mencionar la vista corta y la vista larga.

El cordobés Séneca (3 a 65 d.C.) fue el primero en mencionar la capacidad amplificadora de las lentes convergentes al describir como se veían las cosas a través de un globo de vidrio lleno de agua. Describe los colores que se ven a través de un prisma transparente.

El astrónomo Claudio Tolomeo de Alejandría (siglo II d.C.), sin duda uno de los más grandes científicos de la antigüedad, escribió el libro Óptica, donde establece que el rayo incidente, la normal a la superficie, y el rayo reflejado están en un plano común. Tolomeo también encontró una forma aproximada de la ley de refracción, válida únicamente para ángulos de incidencia pequeños. En su Libro quinto de óptica informa de la construcción de un aparato para medir con exactitud los ángulos de incidencia y de refracción intentó obtener una relación entre los ángulos de incidencia y de refracción, aunque no logró formular las leyes. Escribió tablas de valores para diversos medios transparentes y sostuvo que los rayos que llegan de las estrellas se refractan en el aire, por lo cual la dirección observada difiere de la real.

Aetius de Amida (502 – 575), educado en la Escuela de Alejandría, menciona la miopía en sus escritos científicos designándola como «Vista Corta» y haciendo la observación de que algunos miopes tienen los ojos saltones.

La óptica en la Edad Media

Los árabes

En la Edad Media sólo los árabes hicieron estudios sobre la óptica ya que una de las ramas de la Medicina islámica más desarrollada fue el estudio de las enfermedades de los ojos debido a lo cual se interesaron especialmente por su estructura. Los físicos árabes entendieron la dióptrica en el sentido de «paso de la luz por los cuerpos transparentes», llegándose a partir de ahí a la fundación de la óptica moderna. El cristalino indicó el modo de emplear lentes de cristal o de vidrio para ampliar la imagen o para leer, especialmente los ancianos. En las lentes tenemos la primera prolongación del aparato ocular humano.

Al-Hazen 1032

El filósofo árabe Abu Ysuf Yaqub IbnIs-Hak, más conocido como Al-Kindi, que vivió en Basora y Bagdad (813- 880 d.C.), escribió un libro sobre óptica llamado De Aspectibus. En él hace algunas consideraciones generales acerca de la refracción de la luz, pero además contradice a Platón al afirmar, igual que Aristóteles, que la visión se debe a unos rayos que emanan de los cuerpos luminosos, y no del ojo, de donde parten viajando en línea recta para luego penetrar al ojo, donde producen la sensación visual.

Abu el Ali Hasan Ibn al-Haitham, conocido por su nombre latinizado Alhazen (965-1038 d.C.), nacido en Basora, en algún momento de su vida, fue a Egipto invitado por al-Hakim, quién era conocido como el Califa gruñó. Escribió más de 200 libros, pero se conservan muy pocos, entre ellos un tratado monumental del sistema óptico, ‘Opticae, que sobrevivió gracias a su traducción al latín en el siglo XIII. En este trabajo contradijo las creencias de científicos, como Ptolemeo y Euclides. Alhazen propuso acertadamente que los ojos reciben luz reflejada de los objetos. El trabajo también contiene un examen detallado de las leyes de reflexión y refracción explicando con precisión el movimiento más lento de luz a través de las substancias más densas.

Este tratado no logró superarse hasta el siglo XVII y tuvo una gran influencia sobre Roger Bacon (siglo XIII), y Witelo (Vitellio). De Al- Hazén se conservan las palabras usadas para identificar las partes del ojo: retina, córnea, humor acuoso.

Hizo importantes adelantos en la óptica de lentes y de espejos, y realizó también las primeras experiencias de la dispersión de la luz en sus colores. Fabricó lentes, construyó equipos parabólicos como los que ahora se usan en los modernos telescopios y estudió las propiedades de su enfoque. Estuvo a punto de descubrir la teoría del aumento de las lentes que fue desarrollada en Italia tres siglos más tarde.

Los frailes de la Edad Media, hacia el año 1000 d.C. y siguiendo las teorías de Alhazen, desarrollaron las llamadas «piedras para leer». Posiblemente eran de cristal de roca o de alguna de las llamadas piedras semipreciosas (posiblemente berilio). Estaban talladas en forma de una media esfera y aumentaban la letra.

Abu I-Walid ibn Rusd, más conocido como Averroes (1126 – 1198), nació en Córdoba en 1126, disipó con sus escritos definitivamente la antigua idea de que los rayos luminosos partían del ojo e hizo aportaciones importantes a la óptica en general.

Sus obras fueron traducidas al latín y formaron parte de la intelectualidad europea en el siglo XIII. Su nombre va unido al empuje del pensamiento clásico occidental. En él confluyen las oposiciones más enfrentadas en la distinción entre la razón y la fe. Sus enseñanzas llegaron hasta el siglo XVII.

Al-Gafiqi vivió entre los siglos XII y XIII. Escribió la obra Guía del oculista, y aunque onomatopéyicamente suena como el inventor de la gafa, no es así porque realmente se llamaba “Mohamed Ibn Quossoum Ibn Aslan”. (La palabra gafas viene del alemán y quiere decir patillas o varillas para afianzar la montura detrás de las orejas. Por eso se usa el plural). AlGafiqui se le conocía así porque nació en Gafiq (nombre árabe del actual Belalcázar, un pueblo situado al norte de Córdoba, en la comarca de Los Pedroches). Fue un oculista práctico de gran experiencia. Autor de la obra Guía del oculista. Mantuvo una ardua polémica con Abulcasis, por la existencia de la cápsula del cristalino.

Los árabes ya tenían lentes, pero muy imperfectas y rudimentarias.

Piedras para leer

Alfonso IV de Castilla, reconquista Toledo a los musulmanes en 1085, e inicia de inmediato un movimiento de traducción del árabe al latín, que despertó el interés por las ciencias en toda Europa.

En la Escuela de traductores de Toledo el arzobispo cisterciense francés Raimundo de Toledo, organiza el famoso centro de traducciones de Toledo, acuyo frente estuvo Domingo Gundisalvo (1181), contando con la colaboración de Juan Hispano, personaje un tanto misterioso. Toledo recibió también la visita de maestros ingleses y del continente, interesados por las obras científicas que deseaban conocer en sus idiomas originales, para lo cual estudiaron árabe y griego, estudio que dio como fruto la traducción de algunos libros que poco a poco fueron incrementando el patrimonio de las bibliotecas.

Durante el siglo XII una gran parte de la obra aristotélica, diversos comentarios, obras de Platón y muchas obras de los griegos y de los árabes, sobre todo de Medicina y Astronomía, son accesibles a los europeos continentales, que pueden disponer incluso de más de una versión de muchas de estas obras.

Roger Bacon nace en Ilchester (Inglaterra), entre 1210 y 1214 y muere en1292. Estudió en Oxford y en 1236 se trasladó a París. Fue profesor de Artes en esta Universidad, entrando en contacto con Alejandro de Hales y Guillermo de Auvernia, estudió a fondo la obra de la escuela árabe y desde 1247, se dedicó a los estudios científicos. Regresa a Oxford y en 1251, escribió sobre los espejos, la multiplicación de las especies y una metafísica, sin embargo, se le prohibió enseñar y volvió a París.

En el año 1266, en la Universidad de Oxford, talló las primeras lentes con la forma de lenteja que ahora conocemos, y de donde proviene el nombre de lente del latín “lens-lentis” = lenteja. En su libro Opus Majus, en la sección siete, dedicadas a la óptica, Bacon describe muy claramente las propiedades de una lente para amplificar la letra escrita. Comprobó que las personas que ven mal pueden volver a ver las letras si utilizan vidrios tallados.

Bacon fue un científico avanzado a su tiempo, captó los errores del calendario juliano, señaló los puntos débiles del sistema tolemaico, indicó en óptica las leyes de reflexión y los fenómenos de refracción, comprendió el funcionamiento de los espejos esféricos, ideó una teoría explicativa del arcoíris, describió ingenios mecánicos (barcos, coches, máquinas volado ras) y tomó de los árabes la fórmula de la pólvora de cañón.

Entran los venecianos.

La razón por la cual no se habían fabricado lentes de calidad aceptable con anterioridad, era la ausencia de un buen vidrio. En los primeros anteojos se utilizó el cuarzo y el agua marina, pero conforme aumentó la demanda fue necesario elaborar vidrio óptico.

Lentes de remache

A principios de la Edad Media, la fabricación de vidrio de alta calidad era un secreto celosamente guardado por los artesanos de Constantinopla. Durante la cuarta Cruzada, en 1204, los venecianos decidieron saquear Constantinopla en lugar de acudir a Tierra Santa. Al regresar a Venecia, los invasores de Constantinopla se llevaron consigo los artesanos del vidrio, que confinaron en la isla de Murano, fabricando lentes que vendían a toda Europa, guardando el secreto de su fabricación bajo pena de muerte. Los cristales tallados se idearon en principio para un sólo ojo.

Esta situación de monopolio acaba pronto y el secreto sale de Murano difundiéndose a toda Europa.

El paso siguiente fue montar las lentes en un armazón, lo que ocurrió entre 1285 y 1300. Le pusieron un borde de madera, hierro, cuero, plomo, cobre, o concha a dos de esos cristales tallados y los unieron con remaches de manera que formaran una unidad. Se les llamó «Lentes de remache». En esta época la lupa era ya usada por relojeros, joyeros y mercaderes de tejidos.

En el libro Lilibian Medicinae (Florencia,1299) se menciona el uso de anteojos para facilitar la visión. Eran lentes de aumento de forma plano-convexas que se utilizaban para ayudar a corregir la presbicia y se colocaban encima de los libros para hacer las letras más grandes. En la Edad Media, tener unas gafas significaba tener grandes conocimientos.

Anteojos

A partir del siglo XIV se desarrolló en Europa la construcción de lentes para corregir defectos de la vista. Aparecen las lentes cóncavas para la miopía. Sabemos que las usaba Petrarca (1304-1374). En la iglesia de San Nicolás de Treviso, existe el primer cuadro de una persona con lentes, se trata del cardenal Hugo de Provenza, pintado por Tomás de Modena en 1352. La primera mención de la existencia de fabricantes de anteojos, data del año 1300 (aparece en el listado de oficios de Venecia).

En el siglo XVI las gafas son ya un elemento de moda y de conocimiento. Surgen las monturas con varillas, se añade un puente paraque descansen en la nariz y se usan nuevos materiales.

Para más detalles consultar la Web http://www.usal.es/histologia


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