“Yo quiero jugar con ellos”. Humor como herramienta de unión.
Este artículo quiere ser un pequeño, pero justo homenaje a todas aquellas personas ( hombres o mujeres), que han tenido la fortuna o la suerte de llegar a la tercera edad ( jubilación) en idóneas condiciones físicas y, sobre todo psíquicas, entre la oscuridad y el silencio…
Ahora que estamos en el bicentenario de la Guerra de la Independencia parece oportuno y adecuado poner las miras en un descendiente directo de unas personas, — los Díaz— (como Miguel Díaz de Collantes) que tuvieron cierto protagonismo en aquella época en la villa de Salvatierra de Tormes. De aquella actuación pudiera haber nacido el gusto por la política a Eusebio Día y Díaz de Collantes, que fue diputado en las Cortes de la Primera Republica, en las de Amadeo I y en las de la Restauración, y que como diputado era conocido por el Charro de Salamanca. Si las semblanzas del anterior médico legan en momento adecuado, también las del que sigue llegan en buena hora, porque siendo don Emilio Firmat, muy amigo de don Miguel de Unamuno, este año que dedicado al tan insigne personaje, bien está exponer algo de sus amigos, aunque sea someramente.
Con dieciocho largometrajes en su haber, en treinta años de carrera, Pedro Almodóvar sigue debatiéndose entre entusiastas y detractores, entre el afán de reconocimiento y el desprecio aparente por la opinión de los demás, entre su reconocida habilidad para llamar la atención y unas pretensiones intelectuales que neutralizan la posible validez o al menos el interés de algunas de sus obras. En La piel que habito se propone reflejar los traumas de un médico empeñado en crear un tipo de piel artificial resistente a las agresiones, con la que se podría proteger a los seres queridos, en una especie de sueño hipermoderno de omnipotencia.
Este monasterio e iglesia conocidos popularmente por “Los Dominicos” es el resultado de varias reedificaciones que tuvieron lugar sobre el solar ocupado por la primitiva iglesia románica de San Esteban, con su cementerio y posesiones contiguas de 1256, después de que los monjes se viesen obligados a trasladarse allí desde la iglesia de San Juan el Blanco, en el arrabal del puente, por las frecuentes riadas del Tormes.
Es el monumento del plateresco más hermoso de España, del que se han realizado imitaciones por doquier en España e Hispanoamérica, entre ellas el majestuoso cuartel de ingenieros de Salamanca o la Bella Tapada en la plaza de los Bandos, también en nuestra ciudad. Es un palacio residencial, luminoso, bien orientado.
La figura de un cirujano plástico, joven y cosmopolita, obligado con engaños a ejercer la medicina general en una aldea perdida de la costa canadiense, es el motor que pone en marcha la acción de La gran seducción. Pero la película se centra sobre todo en las condiciones de vida y las maniobras de los habitantes del lugar, mientras el doctor Paul Lewis queda simplemente como un hombre bienintencionado que no se entera de nada.
En la actualidad existen serias dudas de que habitase la casa tan vengativa dama, ya que fue edificada por su nieto don Gonzalo Rodríguez de Monroy en la última década del S. XV, sobre el solar de la mansión anterior. La casa ha sufrido muchas reformas interiores desde el S.XVII hasta la actualidad y ha servido para los más diversos usos. Tras albergar dependencias del Colegio Oficial de Farmacéuticos, en la segundad mitad del S.XX pasó a ser propiedad de Caja Duero y en la actualidad está siendo remodelada interiormente, al parecer como sala de exposiciones. De todas formas su portada principal conserva su traza original de finales del gótico.
“A partir de hoy voy a bailar siempre que me dé la gana. Toda mi vida temiendo loque los demás iban a pensar de mí. Nomás”. Le salía de dentro a una mujer de 67 años como conclusión, puesta en común, de uno de mis talleres.
El diestro sabe que cualquier ademán suyo en la plaza es una hazaña, pero guarda un “silencio emocionado y hondo” alimentado en la “clásica elegancia con seriedad” hasta ser, como de Manolete dice J. Antonio Muñoz Rojas, “la seriedad hecha figura” con la solemnidad de una estatua: “el andar se le puso / confiado y solemne, / con empaque de estatua”, una seriedad que todos admiran: “erguida y hábil tu silueta asombra” porque sabe que puede ser el verso de Fernando Quiñones, “un rayo derribado de repente”, o llegar a ser un “río ya enterrado”, porque admite que “henchido va vade recto mandamiento, / todavía mortal y ya Destino”.