Por Jesús Málaga
Aunque Fernando Araujo en su libro La Reina del Tormes emplaza este hospital en lo que hoy es el Campo de San Francisco, Villar y Macías lo sitúa cerca de este parque, pero junto a la puerta de Villamayor, en su cara norte, en lo que se corresponde con la esquina opuesta al Hospital de la Santísima Trinidad, en la Plaza de la Fuente, antiguo Caño Mamarón.
En ese lugar se encontraba el pequeño hospital fundado por una de las familias más influyentes de Salamanca, los Rodríguez de las Varillas. Esta familia nobiliaria salmantina de los siglos XIV y XV descendía del conde repoblador don Vela. Este es el motivo por el que en su escudo figura cinco barras o varillas.
Fernando Rodríguez de las Varillas fue un rico hombre del siglo XII. Un descendiente suyo, mucho más tarde, en el siglo XIV, inicia el linaje. Gonzalo Rodríguez de las Varillas, primer señor de Cemprón Y Bernoy, al que sucedió su hijo Juan Rodríguez de las Varillas, noble salmantino que acompañó al rey Alfonso XI en la batalla del Salado y al cerco de Algeciras en 1349, formando parte del batallón salmantino formado para luchar contra los árabes.
Juan Rodríguez fue abuelo de la famosa heroína salmantina María la Brava, cuyo palacio todavía se conserva en la Plaza de los Bandos, antes de Santo Tomé. Dos de los miembros más destacados de la familia fueron Pedro Rodríguez de las Varillas, nombrado regidor en 1401 por el rey Enrique III en cumplimiento de las ordenanzas de 1390, y Rodrigo González de las Varillas, caballero de la Banda, que fue nada menos que consejero del rey Juan I, oidor de Enrique III y Procurador por el Consejo Salmantino en las Cortes de 1390. Sus hijos, don Alonso Rodríguez de las Varillas y don Juan Rodríguez de Villafuerte fueron consejeros de los reyes.
El hospital comenzó a funcionar a finales del siglo XIV, en 1380. Su portada estaba blasonada por un escudo del linaje de los Varillas para mostrar ante los salmantinos su dependencia institucional y económica. En la entrada al hospital se podía leer una cartela en la que se decía: “Es casa de la Cofradía de Señor santo Tomé é su Hospital”. Para atender a los asilados en el hospital se constituyó una cofradía integrada por los caballeros hidalgos pertenecientes a este linaje.
El Hospital recibió el sobrenombre de “Los Escuderos” para recordar a cuantos desconocían su origen, que se trataba de una hermandad en la que todos sus miembros eran nobles. El nombre de la cofradía hablaba por sí solo: “Cofradía de los Hidalgos”. Esta agrupación de fieles persistió incluso después de 1581, año en el que desaparece como tal el hospital de Santo Tomé de los Escuderos al ser suprimido e integrados todos sus bienes en el General de la Santísima Trinidad1. Tuvo poco más de doscientos años de vida.
La cofradía estaba radicada en la iglesia de Santo Tomé, el templo que fue bastión de uno de los bandos nobiliarios en los que se dividió Salamanca desde el medioevo. Su importancia e influencia era tal que asistió como corporación a los funerales de Felipe IV. Al ser abandonado, el hospital fue ocupado por los religiosos Calvaristas, Franciscanos Descalzos, hasta que en el año 1588 estos frailes se trasladaron a un nuevo convento construido extramuros de la ciudad, en los terrenos de la que hoy es la Estación de Autobuses y, durante mucho tiempo antes, campo de futbol, llamado del Calvario en honor a los Franciscanos reformados, los Calvaristas.
Para poder estudiar el Hospital de Santo Tomé de los Escuderos hemos de recurrir a desentrañar a sus fundadores, el linaje de los Varillas, que fueron señores de Aldeanueva del Campo Mojado, Arévalo y Quejigal.
La casa señorial de los Varillas estuvo en la Plaza de Santo Tomé, hoy de los Bandos, en el lugar donde se levantó posteriormente la iglesia de los Carmelitas Descalzos, que en nuestros días acoge a la parroquia de Nuestra Señora del Carmen. La iglesia desaparecida de Santo Tomé ocupaba el centro de la plaza de los Bandos, donde en la actualidad está situada la fuente de piedra y los paseos de los jardines de la plazuela.
José Sánchez Vaquero2, en su libro sobre los Linajes de Salamanca nos describe con gran detalle los personajes más significativos de esta familia a partir del siglo XV. Los primeros Varillas que cita el canónigo salmantino son Pedro Rodríguez de las Varillas, caballero y señor de Villagonzalo y su hijo Ruy González de Salamanca que llegó a ser el primer Señor de Aldeanueva del Campo Mojado, Arévalo (lugar distinto de la población del mismo nombre de la provincia de Ávila) y Quejigal entre otras muchas heredades en nuestra provincia. Ruy llegó a ser regidor de Salamanca y estuvo luchando en 1435 en la tala de Granada.
Fundó dos capellanías perpetuas en la iglesia de Santo Tomé para que celebraran cinco misas semanales por su alma. Ruy tuvo un hijo de su esposa doña Leonor de Vega, el licenciado Pedro Rodríguez de Vega, que heredó los títulos de su padre, la casa en la plaza de los Bandos y llegó, al igual que su progenitor, a ser Regidor de Salamanca.
Como solía ocurrir en aquellos tiempos las familias nobles salmantinas emparentaban entre ellas. Don Pedro se casó con Doña María de Fonseca, mujer rica y hacendada que era hija de Diego de Acebedo, señor del Tejado y de Calzada, y de Doña Catalina de Fonseca, hermana del famoso Patriarca Fonseca. Doña María, al enviudar, se mete monja de clausura en el convento de las Úrsulas, cenobio que había fundado su tío el arzobispo Fonseca.
El cuarto Varillas, citado por José Sánchez Vaquero, es el hijo primogénito de Don Pedro, Alonso Rodríguez de Fonseca que a sus heredades sumó las de su mujer, que entre otras cosas fue señora del Cubo. Como si el cargo fuera hereditario Alonso también fue regidor de Salamanca.
El quinto Varillas, hijo de Alonso, fue don Pedro Rodríguez Nieto de Fonseca, que heredó los títulos de sus padres y casó con una rica hacendada zamorana de la casa de Alba de Aliste y de Carvajal y que a su vez desempeñó el cargo político de regidor de Salamanca.
Alonso Rodríguez Nieto de Fonseca fue el sexto en el orden de sucesión de la familia Varillas de los citados por Vaquero, que para no variar llegó a sentarse en el sillón de regidor de Salamanca. Su primogénito, Don Sancho Rodríguez Nieto de Fonseca, fue su sucesor ya en el siglo XVII.
Don Sancho fue harina de otro costal. Además de atesorar posesiones y riquezas mil, de ser regidor como la mayoría de sus antecesores, fue caballero de la orden de Santiago, juez conservador del Estudio de la Universidad de Salamanca y Gentilhombre del Rey Felipe IV. Quiso establecer junto con su cuñado, don Juan Maldonado Vargas, el Colegio Menor de los Vargas, proyecto que quedó frustrado.
El sucesor de la casa fue Antonio Rodríguez de Fonseca, Señor de Aldeanueva, el Cubo y otras muchas heredades de la provincia salmantina y de otras provincias limítrofes. Termina la serie de esta rama de los Varillas con Josef de Guzmán que emparentó con la casa de Arauzo.
Una segunda rama de Los Varillas se corresponde con los señores de San Esteban y Pelazas, pertenecientes también a la colación de Santo Tomé y en su iglesia se encontraban sus enterramientos. El primer señor de San Esteban y Pelazas, en la tierra de Sayazo, en la jurisdicción de Zamora, fue Ruy González de Ovalle. Fue uno más de los regidores reales de Salamanca. Esta rama de los Varillas se unió a la de los Nietos de Tirados, concentrando ambas casas Doña María Nieto de Luna.
La tercera rama de Los Varillas se corresponde con la de Los Señores de Cañal y Hondura. Esta familia estaba ubicada fuera de la colación de Santo Tomé, en la colación de Santa Eulalia, en la céntrica calle de los Herreros. Sus enterramientos también se realizaron en lugares distintos de los anteriores Varillas, ya que en vez de hacerse en Santo Tomé se hicieron en San Francisco el Grande. Su miembro más destacado fue Juan de Arauzo, segundo señor de Cañal y Hondura, que fue vasallo del Rey. El tercer señor de la casa, Fernando de Arauzo, fue regidor de Salamanca y como su padre, recibió el título de vasallo del rey. La casa de Arauzo se unió a la de Pitiegua y Ventosa con el casamiento de Doña Leonor de Arauzo con Don Suero Alfonso de Solís, noble que funda este nuevo mayorazgo refundado.
La cuarta rama de los Varillas es la de los Señores de la Torre del Gordo, de Juan Vázquez y los heredamientos de la Herguijuela que pertenecían a la colación de San Julián y Santa Basilisa. Su casa palacio estaba situada en la calle del Pozo amarillo y sus enterramientos los hicieron en la vecina iglesia de San Julián. El primer titular de esta rama fue Rodrigo de Villafuerte, que se casó con María de Deza, hermana del doctor Juan Ibáñez de Deza y Frechilla, catedrático de Prima de la Universidad de Salamanca. En esta cuarta rama aparece por primera vez una vinculación de los Varillas con la Universidad.
La quinta familia de los Varillas se corresponde con los Señores de Villagonzalo cuya casa solariega se situaba en el palacio de la Plaza de Santo Tomé, en cuya iglesia se encontraban los enterramientos de sus miembros. El primer señor de Villagonzalo fue Juan Rodríguez de las Varillas. Pertenecía al Consejo del Rey y fue servidor de los reyes Enrique II y Juan I. Este último título solamente lo poseían los Mayores del Reino.
Pedro Rodríguez de las Varillas fue el segundo de los señores de Villagonzalo. Fue regidor de Salamanca y Caballero de la Banda e intervino en la batalla de Aljubarrota. Su hijo Lope Rodríguez de las Varillas también llegó a ejercer como regidor de Salamanca y heredó todos los grandes títulos de su padre. El hijo mayor de Lope, Gonzalo Rodríguez de Ovalle, heredó el título de señorío, llegó a ser regidor de Salamanca.
El quinto señor de Villagonzalo fue Antonio Rodríguez de Salamanca que, como si fuera hereditario, fue nombrado por el rey regidor de Salamanca. El sexto señor de esta quinta rama fue Gonzalo Rodríguez de Salamanca, que pertenecía a la Orden de Santiago y que también ejerció como regidor de Salamanca y como Gobernador de Alexandría de la Palla.
Esta rama de los Varillas emparentó matrimonialmente con otra de las poderosas familias salmantinas, los Solís. Antonio Rodríguez de las Varillas, su hijo Gonzalo Rodríguez de las Varillas y su nieto Antonio Rodríguez de las Varillas fueron todos ellos regidores de Salamanca con lo que de los nueve señores estudiados por José Sánchez Vaquero en esta rama ocho llegaron a la máxima autoridad real de Salamanca.
Otra de las ramas de Los Varillas, la sexta, fue la de los Señores de Villafuerte. Pertenecían a la colación de San Martín, iglesia donde fueron enterrados sus personajes más ilustres. Muchos de sus miembros fueron regidores de Salamanca. El primero de ellos, el doctor Juan Rodríguez, fue además Procurador de las Cortes, embajador de Castilla en el reino de Aragón, Caballero de La Banda y Consejero del Rey. Su hijo, su nieto y su bisnieto, todos con el nombre de Juan, fueron regidores de Salamanca.
El quinto señor de los Villafuerte fue una mujer, Inés Rodríguez de Villafuerte, que emparentó con otra de las familias influyentes de Salamanca, los Maldonado. Así el hijo don Juan Rodríguez de Villafuerte Maldonado y su hijo también fueron regidores.
Otra de las grandes ramas de Los Varillas fue la de los Señores de Sancho Bueno cuya casa solariega se situaba en la colación de San Julián y Santa Basilisa, templo donde se conservan sus enterramientos. Su palacio era el de los Sexmeros de la Tierra, hoy perteneciente a la Cámara de Comercio.
Gonzalo de Villafuerte, el primer señor de Sancho Bueno, fue regidor de la ciudad de Salamanca al igual que su hijo primogénito, su nieto y su bisnieto.
El quinto lugar en la sucesión de la familia de Sancho Bueno lo ocupó una mujer: Mencia Rodríguez de Villafuerte. Emparentó vía matrimonial con los Rodríguez Villafuerte Maldonado. Los últimos señores de la casa desde finales del siglo XVI y durante todo el siglo posterior fueron mujeres: doña Mencia Rodríguez de Villafuerte y Mendoza, doña María Rodríguez de Villafuerte y Bracamonte y doña Leonor Rodríguez de Villafuerte y Bracamonte. El hijo mayor de esta última cabeza de familia fue Don Pedro de Vega y Villafuerte, heredero del señorío y conde de Gramal, que ejerció de maestro de campo en Flandes y de gobernador de Amberes.
La hermana de don Pedro fue la heredera, ya que éste murió sin sucesión. Casó con don Álvaro Pérez Osorio y Fonseca, conde de Villanueva de Cañedo. La casa llega hasta el siglo XVIII con Manuel Josef Osorio Vega Fonseca y Villafuerte y con su hijo Juan Osorio Guzmán Vega Fonseca y Villafuerte.
La última rama de los Varillas citada por José Sánchez Vaquero es la de los Señores de Jejo y Gargabete. Pertenecieron a la colación de San Juan, su casa solariega se encontraba en la calle del Pozo Amarillo y sus enterramientos se realizaron en el convento de San Francisco el Grande.
El primer señor de la casa en pleno siglo XV fue Rodrigo de Fontiveros, regidor de Salamanca. Es el que adquiere Gargabete al convento de las Clarisas por un trueque, aportando al monasterio el lugar de Andrés Bueno. Su hijo Fernando también ejerció de regidor de la ciudad. Murió sin sucesión y su casa la heredó su hermana Aldonza, que no tuvo hijos, pasando a su muerte la titularidad del linaje a su primo Gonzalo de Villafuerte, que incluyó el señorío en la Casa de Sancho Bueno.
Después de este repaso a las distintas ramas familiares de los Varillas la primera impresión que tenemos es la del enorme poder político, económico y social que ejercieron durante los siglos XV, XVI y XVII en lo que hoy es el Oeste Peninsular, especialmente en las hoy provincias de Zamora y Salamanca.
Salamanca fue un coto cerrado para los Varillas, unos a otros se traspasaban los títulos de regidor, y en nuestra ciudad y en su alfoz no se hacía nada sin su consentimiento. Se comprende bien que cuando quisieron construir a su costa un hospital eligiera un espacio junto a la puerta de Villamayor y le dotaran de las rentas suficientes para su funcionamiento.
El hospital de Santo Tomé de los Escuderos fue una institución poderosa, con recursos suficientes para acoger enfermos todos los días del año. La Salamanca actual mantiene en su callejero una calle que va desde la Gran Vía hasta la Plaza del Mercado dedicada a este poderoso apellido. Esta céntrica calle nos recuerda a la todopoderosa familia de los Varillas que, al igual que los Solís con el Hospital de Santiago y San Mancio, tuvieron en el hospital de Santo Tomé de los Escuderos una muestra más de su poderío.
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