Una ermita, un pequeño cementerio y un humilde hospital, todos ellos dedicados a Nuestra Señora de la Misericordia Refugio de los Desgraciados, eran las únicas propiedades de una de las cofradías dedicada a la atención de los condenados a muerte. Hay que visitar la plazas Mayor y de San Cristóbal para recordar el triste cometido de la cofradía. El cumplimiento de las condenas a muerte tenía su ritual. El centro de la Plaza Mayor de Salamanca era el lugar específico para cumplir la sentencia. Cuando se iba a ejecutar a un delincuente, instalaban un altar con la imagen de la Virgen de la Misericordia enfrente del catafalco, para que fuera visualizado por el penado. Antes del acto le proponían auxilio espiritual y en el momento de la ejecución le acompañaban con rezos.
La Plaza Mayor de Salamanca sigue siendo, después de 250 años de su construcción, el lugar de encuentro de los salmantinos y cita obligada de cuantos nos visitan. Todos conocemos las vicisitudes que tuvieron que afrontar los ayuntamientos de entonces para poder terminar el espacio urbano más importante de la ciudad y uno de los más singulares de España. La enorme plaza de San Martín, una de las más grandes en dimensiones del imperio, dio paso a varios espacios de gran belleza entre los que destaca la Plaza Mayor.
Era don Vicente uno de los hombres más ricos de Salamanca, sino el más rico. Banquero, de los muchos que ha dado esta tierra. Baste recordar entre ellos a las familias Coca y Cobaleda que los entrados en años recordarán, sobre todo, por la quiebra de la última, que afectó a muchos salmantinos que tenían en aquella banca local depositados sus ahorros. Algunos de los lectores retendrán en la retina el precioso edificio de la Plaza de los Bandos, con aquel jardincillo de entrada que daba a la banca familiar más empaque del que realmente tenía.
De las muchas ermitas que tenía Salamanca, ni una sola ha sobrevivido a la ciudad actual. La mayoría de los pequeños templos de culto popular han desaparecido sin dejar rastro. Sin embargo, muchas de las publicaciones de los estudiosos de nuestro pasado han logrado ubicarlas y recrearlas. Así, hoy día, podemos conocerlas a través de sus descripciones
La salida a la calle de una nueva revista editada por el Colegio de Médicos de Salamanca me brinda la oportunidad de escribir sobre el pasado de nuestra ciudad. Salamanca tuvo y sigue teniendo un gran protagonismo en la Medicina española. Uno de mis principales empeños será desentrañar algunas de las múltiples contribuciones de la ciudad del Tormes a los saberes galénicos.