Texto: Jesús Málaga
Fotografías: Andrés Santiago Mariño
Una ermita, un pequeño cementerio y un humilde hospital, todos ellos dedicados a Nuestra Señora de la Misericordia Refugio de los Desgraciados, eran las únicas propiedades de una de las cofradías dedicada a la atención de los condenados a muerte. Hay que visitar la plazas Mayor y de San Cristóbal para recordar el triste cometido de la cofradía. El cumplimiento de las condenas a muerte tenía su ritual. El centro de la Plaza Mayor de Salamanca era el lugar específico para cumplir la sentencia. Cuando se iba a ejecutar a un delincuente, instalaban un altar con la imagen de la Virgen de la Misericordia enfrente del catafalco, para que fuera visualizado por el penado. Antes del acto le proponían auxilio espiritual y en el momento de la ejecución le acompañaban con rezos.
La ejecución se realizaba, como hemos dicho, en la Plaza Mayor, como antes lo fue en la de San Martín. Consumado el acto, llevaban el cadáver a la ermita de Nuestra Señora de la Misericordia, en la Plaza de San Cristóbal, donde se velaba y se hacían rezos y preces por el difunto. Pasados los funerales se les solía enterrar en un pequeño cementerio anejo a la ermita. Hasta hace no muchos años se conservaba una inscripción en una casa de planta baja, posiblemente el domicilio de la santera o cuidadora de iglesia, alusiva a la cofradía. Desgraciadamente esta toza desapareció, como otras tantas en la ciudad, con la construcción de las casas de Bodegones-Plaza de San Cristóbal.
En 1836 la cofradía de Nuestra Señora de la Misericordia Refugio de los Desgraciados describe la asistencia a un preso condenado a garrote vil. La cita la recoge Rosa María Lorenzo en su trabajo La cera en la religiosidad popular. La extrae del libro de cuentas de la cofradía adscrita a la parroquia de San Cristóbal en apartado referido al citado año.
…A eso de las ocho de la noche del 23 de abril y segundo día de que estuvo encapilla dicho reo, salió toda la hermandad con luces encendidas de su hermita hasta las reales cárceles, acompañando al Sr. Prior que llevaba en sus manos un crucifijo y otros dos hermanos llevaban uno la túnica y su soga blanca para ponersela dicho Sr. Prior al reo y el otro la cena en una bandeja figurandose esta por unos bizcochos y una botella de vino.
En el día de la justicia y tercero de capilla, la Hermandad concurrió a su hermita a las nueve de la mañana con el fin de asistir a vajar a la Virgen Santísima la Mayor, desde ella a la plaza Mayor donde se la coloco vajo el dosel que estava hecho inmediato al patívulo para que el reo se acogiese a su vista vajo su amparo y protección y le sirbiese de consuelo.
A las once y media de la misma mañana se juntó la misma hermandad en su capilla para vajar desde ella al suplicio precedidos en procesión de dos filas y diciendo al lado del Juramento donde hiba montado el reo cuatro hermanos por si le ocurriese algún accidente o cayese, cogerle y con efecto así se verificó y dadas las doce salió el reo y precedido conforme ba dicho y concluida la Justicia y fallecido el reo se retiró la hermandad dejando la Virgen en dicho sitio hasta la hora de ponerse el Sol al anochecer que bolbio a reunirse la hermandad en la capilla y bajo a dicha plaza a recibir el cadáver descendido del patíbulo por el executor como así se realizó y condujo a la hermita acompañando al mismo acto la efigie en procesión con las luces encendidas no solo de la hermandad sino de muchos fieles y devotos, en donde depositado que fue y cerradas sus puertas se dejo asta la ora de las nueve de la mañana del dia veinte y seis de dicho mes anterior de Abril, siguiente al de la Justicia dia en que se le hizo los funerales asistiendo con luz encendida en manola hermandad y poniéndole al cadáver veinte y cuatro achas en las asnillas a los lados del féretro, hubo misa con vestuarios, canturia de siete voces y dos vajones y concluido todo fue conducido por los sepultureros al dicho cadáver al cementerio. Acompanandole con luz en mano cuatro cofrades.
La última noticia de la actividad de la cofradía la aporta el diario salmantino El Adelanto. En su sección hemeroteca del 26 de septiembre de 2000 informa de la ejecución, hace 100 años, de Juliana. Su descripción es escalofriante.
Este triste suceso fue ayer el tema obligado de todas las conversaciones en los cafés y paseos. Todos calificaban de horrible el acto próximo a verificarse y, seguramente, si el voto de la opinión pública, sin excepciones, hubiera valido, Salamanca no contaría el 26 de septiembre de 1900 como uno de sus días de luto y de desgracia.
Lo cierto es que, ayer, en la cárcel, todo era lúgubre y siniestro; nadie levantaba la voz, nada turbaba el sepulcral silencio.
Era un cuadro imponente hasta lo sumo el que ofrecía la fúnebre capilla envuelta en penumbra; la Virgen de la Misericordia, con su negra túnica; el ambiente pesado de la estancia; el padre Segura formulando siempre frases consoladoras; la víctima, estática o gimiendo desesperada, y los Lanceros de Borbón a la puerta del fúnebre recinto.
Es la primera ejecución que se ha llevado en Salamanca tras el decreto del ministro. A la hora indicada para el acto, el cortejo se dirigió al patio del patíbulo y se ejecutó la sentencia. Acto seguido se la depositó en el ataúd y los testigos firmaron el acta.
Junto a la iglesia había también un humilde hospital, según algunos autores el más pequeño e insignificante de cuantos tuvo Salamanca a través de su historia, del que no ha quedado vestigio alguno. El 30 de abril de 1389, Sancha Díez otorga testamento dejando una casa y lagar que tenía en la plazuela de San Cristóbal, para fundar un hospital bajo la advocación de Nuestra Señora de la Misericordia, mandando que pusiesen seis lechos con sus almadraques, cabezales y cubiertas para acoger romeros y romeras pobres. Fue suprimido en la reforma de hospitales realizada por Felipe II, en 1581 en que fue adscrito al Hospital de la Santísima Trinidad. Desaparece en tiempos del obispo don Julián de Diego y Alcolea en que la iglesia pasó a la Unión Ferroviaria y la Unión Obrera. La cesión recoge la distribución de los 112 metros cuadrados entre las dependencias del hospital, la capilla, sacristía, vestuario, casa del sacristán y pequeño jardín Su patrimonio se vio aumentado con varias donaciones de algunos bienhechores.
En la ermita, barroca del XVIII, se veneraba la imagen de vestir de Nuestra Señora de la Misericordia. Una vez desaparecido el culto en la misma, la escultura pasó al coro bajo de la iglesia de Sancti Spíritus donde todavía se venera junto al Cristo de los Milagros, llegado también a ese lugar desde su capilla desaparecida.
La nave del templo tuvo a través del tiempo varios usos. En los primeros años de siglo XX y en la posguerra se instalan las escuelas del Patronato de San José y en los años 50 fue cine para niños, con el nombre del Esposo de la Virgen. Fue regentado por don Antonio Blázquez Madrid, cura que había abierto unas aulas del Patronato en la vecina iglesia de San Cristóbal para paliar la escasez de puestos escolares de aquellos tiempos.
El nacimiento del barrio de los Pizarrales en el primer tercio del siglo XX, y el incremento imparable de la población del citado barrio, reclamó la atención de las autoridades eclesiásticas que construyeron en su parte alta una iglesia a la que trasladaron la espadaña de la ermita de Nuestra Señora de la Misericordia. El primer templo de Pizarrales se inaugura el día 12 de junio de 1916. Una vez abierta la nueva iglesia del barrio, en la misma carretera de Ledesma, quinientos metros más cerca de la ciudad, la capilla permanece cerrada hasta hace unos pocos años que se convierte en centro cultural del barrio y la espadaña pasa a ser la enseña del mismo. Los muchos intentos realizados para devolver a su sitio original la espadaña han chocado con los vecinos de Pizarrales que consideran esta preciosa fachada una de las muestras de identidad del barrio.
En la actualidad la ermita de Nuestra Señora de la Misericordia alberga una imprenta. Ha desaparecido su primitiva cubierta y la actual es de uralita. Todavía se conservan dos puertas barrocas. La sur con un bello relieve de la virgen y la oeste, donde estuvo ubicada la espadaña trasladada a Pizarrales, presenta adornos que la hacen singular y atractiva a pesar de la mutilación sufrida. Su interior primitivo ha desaparecido por completo.
En este momento en los que la Plaza de San Cristóbal ha visto recuperar la iglesia románica del siglo XII, donde los hospitalarios tuvieron su sede compartida con la iglesia de San Juan de Barbalos, todo reclama una recuperación urgente de la ermita de Nuestra Señora de la Misericordia. La Salamanca monumental tiene todavía una treintena de monumentos que precisan de inmediato su restauración si no queremos que desaparezcan. Son pequeños templos, palacios, colegios menores, como el de Pan y Carbón, el más antiguo de la Universidad, casonas, lienzos de muralla vacea, romana y medieval, el magnífico crucero de San Cebrián o el único pozo de la nieve que todavía nos queda en pie.
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