Por Jesús Málaga1
La salida a la calle de una nueva revista editada por el Colegio de Médicos de Salamanca me brinda la oportunidad de escribir sobre el pasado de nuestra ciudad. Salamanca tuvo y sigue teniendo un gran protagonismo en la Medicina española. Uno de mis principales empeños será desentrañar algunas de las múltiples contribuciones de la ciudad del Tormes a los saberes galénicos.
Nuestra Universidad cuenta desde hace décadas con una de las cátedras de Historia de la Medicina más prestigiosas de España. Sus titulares, los profesores Granjel y Carreras, han investigado y dado a conocer en múltiples publicaciones nuestro rico acervo médico. Algunos de los datos aquí reseñados me fueron aportados generosamente por ellos.
El descubrimiento arqueológico de los restos de la iglesia de San Nicolás, junto al río Tormes, en las inmediaciones del recién inaugurado Museo de Automoción, supone recuperar para Salamanca uno de los vestigios más interesantes de la Historia de la Medicina Española.
La llegada de Raimundo de Borgoña, su mujer, la que posteriormente sería reina de León, doña Urraca, y el obispo don Jerónimo, de la orden cluniacense, para repoblar la ciudad en 1102, debió ser desoladora. Salamanca se había convertido en tierra de nadie, y, posiblemente, sólo una pequeña guarnición árabe habitaba dentro de las viejas murallas romanas2.La arribada de los repobladores supuso una distribución del espacio intramuros entre los francos, serranos y judíos. El resto de los nuevos vecinos se establecieron fuera del perímetro de la vieja ciudad. Los portogaleses, bragancianos, toreses, castellanos y gallegos quedaron abrazados por la nueva cerca medieval que construyeron los nuevos habitantes de Salamanca.
Durante la dominación árabe, en el surde la ciudad, entre la cerca y el río, una comunidad pequeña de cristianos, los mozárabes, continuaron con sus ritos y creencias, ante la permisiva mirada de los sarracenos. En esa franja de terreno, desde la Vega hasta la Puerta de los Milagros, se fueron construyendo un encintado de iglesias y ermitas en las que se daba culto a las más diversas advocaciones de Cristos, Vírgenes, Ángeles, Santos y Mártires de la Iglesia.
Santa María de la Vega, San Miguel Arcángel, San Juan el Blanco, San Andrés, San Nicolás, San Gil, Santiago, San Gervasio, La Santa Cruz, San Lorenzo conformaban un cinturón religioso que nos aporta datos sobre la escasa, pero dinámica, comunidad mozárabe salmantina3. A esta larga lista habría que añadir las iglesias situadas en la margen izquierda del Tormes, como es el caso de la Santísima Trinidad, que algunos historiadores creen se trata de la ermita de Nuestra Señora de Rocamador, y San Esteban de allende la puente, que en 1256 el obispo don Pedro dona a las monjas Benitas que habían tenido que abandonar su convento por una riada.
Muchas de esas iglesias se erigieron con la llegada de los nuevos pobladores, pero otras, entre ellas, quizás, la de San Nicolás, estaban en pie antes de la repoblación de don Raimundo de Borgoña.
Los mozárabes tenían vetado el culto en la antigua catedral visigótica, situada en el mismo lugar donde se construyó la catedral vieja, y utilizaban como sede mitral San Juan el Blanco, cerca de los Mostenses, en la antigua calle del Obispo. Sin embargo la ciudad permaneció sin prelado, ya que el ordinario residía la mayor parte del tiempo en Oviedo, donde tenía asignada una iglesia titular. Antes de desaparecer, este templo estuvo regentado por diversas órdenes religiosas. Dominicos y Trinitarios lo abandonaron definitivamente debido a las múltiples crecidas del Tormes.
Entre las mencionadas iglesias y ermitas del barrio mozárabe se encontraba la de San Nicolás de Bari, situada en el teso del mismo nombre, pero, en todo caso, como se puede comprobar por el ábside que ha quedado al descubierto en los sótanos de la nueva construcción que lo alberga, muy cerca del cauce y del nivel de las aguas del río. Villar y Macías data su construcción poco antes de 1180.
Esta pequeña iglesia entra por la puerta grande de la historia de la medicina española el 18 de marzo de 1419, cuando el cabildo de la catedral la cede, junto a la casa del ermitaño, a la Universidad de Salamanca para instalar en ella la Casa de la Anatomía o Teatro Anatómico. Los aledaños de la iglesia servirían desde entonces de cementerio para los estudiantes pobres, no reclamados por sus familias, que morían en el Hospital del Estudio. Este hospital, para el tratamiento de afecciones agudas, estaba situado en el patio de Escuelas Menores, en lo que hoy es el Rectorado, y fue estudiado magistralmente por la recientemente desaparecida Teresa Santander4.
La aportación del cabildo, entregando a la Universidad la iglesia de San Nicolás de Bari, no fue gratuita. La firma del convenio se realizó solemnemente en la capilla del Salvador, hoy de Talavera, en el Claustro de la Catedral Vieja, y quedó muy claro en el contrato que el beneficiario de esta iglesia, que quedaba sin su asignación, sin casa y sin empleo, recibiese de las finanzas del Estudio, para siempre jamás, seis pares de gallinas en dinero, por razón de la casa del ermitaño5.
Con Felipe II se instituyen en Salamanca las cátedras de Cirugía y Anatomía que tendrían su ubicación física en la iglesia de San Nicolás. En ese espacio daría sus explicaciones su primer titular, el catedrático Cosme de Medina, que accedió a Salamanca desde el Monasterio de Guadalupe. Aprovechando el ábside semicircular de la iglesia, los alumnos se distribuirían en semicírculo, en un entarimado dispuesto en gradas para poder observar las disecciones de cadáveres, en consonancia con las tradicionales lecciones de anatomía que inmortalizó Rembrandt.
Las inundaciones frecuentes, sobre todo la del 26 de enero de 1626, la denominada de San Policarpo, originaron la ruina y abandono de la iglesia por parte de la Universidad y, posteriormente, del cabildo. Fue demolida en 1802 y sus piedras empleadas en las obras que por aquellos tiempos se realizaban en el Hospital General. Lugares más seguros, junto al antiguo Hospital General de la Santísima Trinidad, cercanos a la iglesia de San Román, en lo que hoy ocupa el colegio de las Siervas de San José, conformaron el complejo clínico y preclínico de los estudios de Medicina a partir del siglo XVI. En la edificación entre la iglesia y lo que hoy domina el patio de los condes de Francos todavía se pueden ver restos del que fuera instituto anatómico.
El colegio de las Josefinas recoge en su suelo algunos de los hospitales que desaparecieron en 1581. Santa Margarita y los Mártires6 son dos de los que quedaron asumidos-aportando sus dependencias y espacios- por el General de la Santísima Trinidad. Su pequeño tamaño, las pocas rentas y la necesidad de reducir la larga veintena de estos albergues, que no reunían las condiciones necesarias de habitabilidad y atención médica, terminaron por convencer a las autoridades del momento de la necesidad de concentrar los recursos. La orden expedida por Felipe II redujo a tan sólo tres los hospitales de Salamanca. El Hospital del Estudio7, Santa María la Blanca8 y el referido de la Santísima Trinidad9 fueron los elegidos. De los tres quedan vestigios en la ciudad, así como de otros muchos de los desaparecidos.
De la iglesia de San Nicolás se sabe, por las excavaciones arqueológicas realizadas, que se conserva toda la planta que, sobrepasando la calle, se introduce con los pies de la nave en el solar del Museo de Automoción.
La recuperación y posible visita de las ruinas de la iglesia de San Nicolás desde el citado museo supondría para la ciudad el logro de tres objetivos: la incorporación a las rutas turísticas de uno de los lugares claves de la Historia de la Medicina Española, el incremento de la oferta artística de Salamanca y el posible embrión de un Parque Temático o Aula de Interpretación de la Historia de la Medicina Española, con el recorrido virtual y real de los diversos lugares donde se pueden encontrar vestigios de nuestro pasado médico-sanitario10.
Para darnos cuenta de la magnitud real de los restos arqueológicos que aún quedan de la iglesia de San Nicolás de Bari, podemos compararlos con los del presbiterio de la iglesia de San Polo, hallados con motivo de la construcción de un hotel en las inmediaciones y que hoy ocupan la terraza al aire libre del citado establecimiento hotelero11.
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