Por Ramón Martín Rodrigo
Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia
Conserva un protocolo notarial del Archivo Histórico Provincial de Salamanca un impreso (utilizado como un simple papel) que contiene las proposiciones que va a defender en público un estudiante de Medicina. Está Fechado en 1757. En sí ya es novedad por la fecha. Además, una vez que se traduce del latín, se descubre lo poco adelantada que entonces estaba la ciencia médica. Luego, reflexionando con más calma se cae en la cuenta de no se ha avanzado tanto desde entonces, por cuanto aún en el siglo XXI con alguna frecuencia oímos decir “tiene fiebre, -quizás unas décimas- pero no se sabe de qué le proviene”.
He escrito estas proposiciones de un modo aproximado a como aparece el impreso, aunque con otro tipo de orla y formato, y lo he traducido más al sentido que al pie de la letra, y así lo ofrezco no sólo para curiosidad, sino también para añadir un ejemplo más a la Historia de la Medicina.
Conclusiones de Física, de Medicina y de Cirugía que se han de discernir públicamente
La existencia es un acto vital indudable para todos, sin embargo sobre la cusa de ello disienten los autores: Unos consideran que es producida tan sólo por accidentes, aunque no con autoridad propia; otros consideran que se produce inmediatamente por una virtud intrínseca del alma. Así el eximio Doctor d. 18Metafísica, sección 5. sí todos los de la (escuela, u opinión) jesuita. Así también nosotros.
Admitimos que la misión de la sangre es indicar con fiebres que proceden de la corrupción de los humores, pero como cualquier enfermedad de la salud tenga cuatro fases universales, se ha de preguntar cuál es la mejor ocasión de aplicar el remedio en estas; tenemos duda, ¿acaso puede ejercerse al principio de la fiebre maligna? Contestamos afirmativamente.
A la misión de la sangre, como a cualquier otro remedio, se oponen cosas contradictorias cuya fuerza de oposición impide que de ningún modo se aplique el remedio. Por consiguiente se pregunta si acaso los calores de la primera fase no impiden la misión de la sangre. Aceptamos una parte afirmativa.
Hay quien divide las fiebres hasta la humoral diaria, aunque ni tan siquiera siempre se mantiene en pie la celebérrima opinión de los Dogmáticos de que se hade dividir hasta las partes de aquellas. Se cae en la duda sobre qué sea la fiebre diaria. Determinamos que es un calor preternatural comunicado al viviente por los espíritus calientes y putrefactos.
Se comprueba por experiencia que se dan fiebres intermitentes, pero dudamos del foco de ellas y creemos que puede ser cualquier parte del cuerpo hasta la cual se entrega periódicamente una pequeña porción de humor y apropiada para ser maléfica.
Suponemos como cierto que el dolor es comitente a las heridas como la sombra al cuerpo, aquel ha de salir por la solución de continuidad. Sin embargo se duda se acaso se de usar en su curación medicinas liberadoras (fuertes) o mitigadoras. Concluimos con el Doctor Musit. que conviene en aquellas que contiene en sí abundancia de sal vocal
Siendo proposiciones que han de ser defendidas, será en el Teatro Máximo Salmantino que arriba se indica, siendo presidente el Señor Doctor D. Manuel Herrera y Coman, siendo moderador primero de la Cátedra de Apolo, el día 7 de febrero del año de Nuestro Señor 1757, en la hora de vísperas. En Salamanca en casa de García de Honorato, tipógrafo de la Universidad.
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