Por Germán Payo Losa
Director de Educahumor
En una película, Los dientes del diablo, un policía es enviado a capturar a un esquimal que había matado a un misionero. Cuando lo encuentra, el esquimal le habla sobre el misionero: «No he visto a nadie más grosero que aquel hombre. Le invité a mi comida -eran gusanos vivos-, y la rechazó; le ofrecí a mi mujer para que se tumbase a reír con ella y no la quiso… ¿Qué mala educación tenía!». Tumbarse a reír, o sea, hacer el amor y el humor.
La situación, respecto al sexo, ha cambiado mucho. Recuerdo que mis hijas, de muy pequeñas, jugaban con unas muñecas con la forma de un bebé recién nacido. No olvidaré la expresión de espanto de su bisabuela cuando se las ponían debajo del vestido y decía una a la otra: “Voy a tener un bebé”. “Estas niñas saben más que yo cuando me casé” – exclamaba.
Hoy sabemos más. “Existe más información que educación, más liberación, más preservativos, más permisividad, pero han aumentado las frustraciones y ha disminuido el deseo”. Afirmaban Masters y Johnson hace años. Y continuaban: “Las mujeres en su voluntad de definirse han obligado al hombre a hacer otro tanto y la identidad masculina ya no es lo que era”. Las mujeres se han emancipado. Han ganado en asertividad y autoestima. Ahora hay que enseñar a los hombres a convivir con este nuevo tipo de mujer que tiene independencia. Rosa María Sardá dice que hay hombres que “sólo son para una noche. No los puedes aguantar más”. Y el hombre teme no estar a la altura, lo que aumenta el estrés, que es la enfermedad número uno en occidente, y que ilustra Eugenio: «Hago el amor a estilo frutero, esto es, de guindas a brevas». Con excepciones: «¿A qué edad desaparece el gusto por el sexo?»- preguntaron a Eubi Blake de 97 años: «Tendréis que preguntara alguien mayor que yo» –respondió.
Hablaba a médicos y enfermeras. “Yo no sé hacer reír, pero sé escuchar, comprender, animar, dar cariño, agarrar de la mano, en definitiva, relacionarme con un paciente”-comentaba una enfermera. “Yeso es lo importante -terciaba yo-; pero hay otra cosa más, hacerle reír. Yo puedo aprender cómo hacerlo y es maravilloso cuando lo logras”.
En la relación sexual es semejante. Eres una buena pareja, de conversación amena, capaz de percibir sentimientos y comunicar los tuyos; tienes creatividad, delicadeza, fuerza y pasión; sabes cómo hacer el amor y varías. Está muy bien. Pero si tienes sentido del humor y haces reír, todo lo anterior mejora, pues la estimulación puede transferirse en situaciones cargadas de emoción (Zillman). Esto une sexo y humor. La estimulación emocional (la risa) puede aumentar la intensidad de la estimulación en una siguiente situación cargada emocionalmente (el sexo). Este efecto “puente” es tremendo. Además la risa elimina los efectos del estrés. Más risas, menos estrés.
Y esto sin olvidar otro de los componentes emocionales: el amor. En El indomable Will Hunting, un psiquiatra explica: “Mi mujer murió de cáncer. Y, ¿sabes, después de todos estos años, lo que recuerdo mejor? Los pedos que se tiraba. Alguna vez eran tan fuertes que me despertaban o nos despertaban a los dos, y me echaba a mí la culpa. Recuerdas con cariño todos esos pecadillos que son los que hacen la vida tan especial.
Si tu novia te parece perfecta, perdona que te decepcione. No lo es. Pero la clavees si yo estoy dispuesto a asumir todas esas imperfecciones de la persona con la que comparto la vida. Asumir y aceptar.” Aunque alguno piensa que «El matrimonio es la única guerra en la que duermes con el enemigo», al menos compartes besos que son «El mejor método de adelgazamiento. Cuando los estás dando es imposible comer».
Sin embargo “No hay indicios de que, por el hecho de estar enamorado, la sexualidad sea siempre o casi siempre más gratificante. Hemos tenido ocasión de tratar con centenares de parejas que se amaban y se sentían apegados a su unión, pero cuya relación sexual dejaba mucho que desear”. Masters y Johnson.
Se puede afirmar del humor lo que Eric Fromm decía del amor en El Arte de amar:
– En el amor parece importar más el objeto al que amar (o de qué reír)- tengo que ser “atractiva/o”- que la facultad que todos tenemos para amar (o para reír).
– Y puede aprenderse a amar (y a mejorar el humor). En su libro indica algunos caminos, entre ellos, dedicación, tiempo, esfuerzo.
Hacer el amor y el humor nos da un bienestar que rebosa hacia los demás. Una pega: el presidente de un Colegio de Psicólogos, viendo una exposición, de nuestro programa “Educar desde el humor”, me dijo confidencialmente: “Si hiciésemos más el amor y nos riésemos más, los psicólogos nos iríamos al paro”. Con la crisis en este país, mejor será que cierre la boca, porque me hacen caso y ¡lo que nos faltaba!: más paro.
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