El traje charro por María Cecilia Martín

Por M. Puertas

Todo un mundo de poesía, en estos dibujos charros de M.ª Cecilia Martín.

Sólo una artista como ella, pintura por los cuatro costados, con raíces genealógicas bien hundidas en el corazón de la charrería, podría ofrecernos esta espléndida antología de los trajes y las galas de los hombres y mujeres de los campos salamanquinos.

Ese maravilloso dibujo que es siempre el esqueleto y armazón de su gran pintura se nos da aquí con una sensibilidad increíble. Dibujos no ilustrativos ni estáticos. Dibujos para el ensueño, la evocación y la poesía. Dibujos que por ese hálito sutil de su arte, son paradójicamente, pintura. Dibujos que no necesitan del color para que el espectador sensible imagine la sinfonía cromática que estos trajes y tocados llevan en sí. El contrapunto del amarillo oro viejo de la horquilla de filigrana, penetrando el negro ébano del cabello femenino; cómo el encaje vela y tamiza los rutilantes fieltros multicolores o el espejeante cabrillear al sol del bordado de lentejuelas.

Dibujos dinámicos y definidores de la vida de unos hombres y mujeres sobre un trozo de la meseta castellana. Campesinos que se ennoblecen con sus capas de merina, piezas de viviente cerámica cocida al fuego lento del sol estival, y que luego cuartea el viento ábrego y el cierzo mesetario dejando surcos en sus rostros. Mientras el hombre trabaja sobre un mar de cuero, la mujer –perfecta casada- lo hace en el hogar entre los enseres y sus hijos. Pero llega la fiesta y de las arcas con aroma a membrillo salen las galas y los tocados seculares, heredados, y se viste con ellos para asistir a la Loa y adorara su Virgen con la dignidad de una emperatriz de Tiziano y el prehistórico hieratismo de una dama oferente del Cerro de los Santos.

Pocas veces, yo diría que ninguna, ha sido tratado el tema tan magistralmente como lo ha hecho M.ª Cecilia Martín.

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