Volvemos en esta ocasión al cine clásico para recordar una de las biografías de médico más impresionantes y polémicas que el cine haya realizado jamás, aunque por diversos motivos relacionados con las peculiares características de la industria cinematográfica no alcanzase la resonancia que merecía desde muchos puntos de vista: el Freud dirigido por John Huston en 1962, a partir de un argumento original de Jean-Paul Sartre, y que la Universal decidió titular Freud, pasión secreta, para darle más «morbo» comercial…
A pesar de haber obtenido la Palma de Oro en el Festival de Cannes de2001 –el primer premio del certamen más importante del mundo–, La habitación del hijo ha pasado casi desapercibida por nuestras salas y corre el peligro de caer en un olvido injustificado. Y es que esta película, dirigida por Nanni Moretti, no tiene los atractivos que hoy parece exigir el gran público, no pretende ser comercial a toda costa y no invita a comer palomitas. Bien al contrario, es una obra intimista, hecha de miradas y sugerencias, en torno al drama de un psiquiatra y su esposa que pierden inesperadamente a uno de sus hijos.
En su trigésimo tercer largometraje, estrenado en 2000 sin demasiada resonancia, el cineasta norteamericano Robert Altman dibuja con su humor e ironía habituales el retrato de un médico, el doctor Sully Travis, ginecólogo de gran éxito entre la clientela más distinguida de Dallas, pero herido en su esfera íntima por la extraña enfermedad que aqueja a su esposa.
Después de habernos referido a los personajes de médicos recogidos en dos películas ya clásicas, como El hombre elefante y El niño salvaje, nos fijamos ahora en un título bastante más reciente, aunque también más alejado desde el punto de vista geográfico y cultural: Doctor Akagi, dirigido por el japonés Shohei Imamura en 1998 y que pasó fugazmente por las pantallas españolas.
Rosellini me ha enseñado que las actitudes pesimistas son snobs. Se habla de la incomunicación, de la decadencia…Son maneras de no tener en cuenta los asombrosos progresos que se hacen en la medicina, en la ciencia, en la sociedad. Antes de adoptar actitudes morales hay que informarse de lo que existe, de lo que está bien, e informar de ello a los demás». Esta frase, pronunciada por François Truffaut poco después de terminar el rodaje de El niño salvaje (1969), compendia el pensamiento de un autor que con esa película empezó a distanciarse de la llamada «Nouvelle Vague» francesa, surgida de la revista «Cahiers du Cinéma» y cuyos principios había compartido hasta entonces con Jean-Luc Godard, por ejemplo, para quien «un travelling es una cuestión moral».
La hospitalidad ofrecida por el Colegio de Médicos de Salamanca en las páginas de su nueva revista nos permitirá ir componiendo, número a número, una galería de retratos de profesionales de la Medicina, tal como aparecen en películas, clásicas o contemporáneas, pero siempre destacadas por su interés cinematográfico.