ÁNGEL LÓPEZ-BERGES BERMEJO: Pediatra

Por M. Puertas

“El niño es el padre del hombre; todo lo que se haga por él es poco”

En este número nos atrevemos a alborotar la pacífica jubilación de Ángel López-Berges, uno de los grandes protagonistas de la pediatría salmantina de los últimos cincuenta años. Su sentido del anonimato se desmorona a medida que encarrilamos una larga y amena conversación, en la que sale a flote su profunda vocación por la Pediatría y el niño. Con su elegancia habitual, virtud que conserva intacta a los 85 años, y con verbo tajante, irónico y crítico, nos da cuenta de la satisfacción del deber cumplido. Sin alardes, pero con las ideas muy claras, López-Berges ofrece algunas claves de vida que no entienden de especialidades médicas. Son reflexiones de hombre a hombre.

¿Cómo lleva la jubilación?

Encantado. No quiero caer en el tópico de que jubilación viene de júbilo, pero la verdad es que no soy capaz de entender al que se jubila y lo pasa mal, existiendo tantas cosas como hay que nos entretienen y nos permiten actuar con una libertad fabulosa. Cuando dicen que no están jubilados si no jodilados no me lo explico. ¡Se disfruta de tantas formas! Y conste que lo digo desde un punto de vista muy personal, porque yo si voy con alguien por la calle, seguro que es un familiar.

¿De la Medicina se retira uno alguna vez?

El médico es médico desde el día que le dan el título, ya para siempre. Así debería ser también en otras profesiones o dedicaciones, que algunos olvidan. Ser médico es ejercer un sacerdocio, y mejor o peor hecho, ahí está, pero sobre todo hecho con una enorme abnegación y un enorme cariño a la persona, al ser que te consulta y se abre a ti. Es algo que me emociona, sólo con pensarlo.

“Creo que si pongo en una balanza los errores y los aciertos, he tenido más aciertos que errores y más felicidad que infelicidad. Es así y no hay quien lo mueva”

¿Se cambia mucho con la tercera edad?

La tercera viene a ser como un cómputo de toda la vida del individuo y creo que los caracteres varían poco con la edad. Cuando una persona mayor es muy cascarrabias, si se analiza su vida, se verá que fue un cascarrabias cuando era ya un chavalín.

¿Está satisfecho con su vida?

Sí, sí, me encanta, no quisiera vivir otra. Es posible que haya tenido errores, como todos, pero creo que si pongo en una balanza los errores y los aciertos, he tenido más aciertos que errores y más felicidad que infelicidad. Es así y no hay quien lo mueva.

¿El balance de su carrera?

He sido un estudiante como hay muchísimos, lo único que quizás yo he tenido un gran cariño al niño, algo que quisiera matizar de la siguiente forma. Tengo el concepto de que el niño es el padre del hombre. Todo lo que se haga por ese niño a mí me parecerá siempre poco, siempre se podría haber hecho algo más, porque si el niño es el padre del hombre, todo lo que hagamos por él, a través de una buena alimentación, de cuidarle médicamente, psíquicamente, en los aspectos éticos, morales, mañana va a repercutir en el bien del hombre.

¿Su filosofía de vida?

Vive y deja vivir. No ser tan impertinentes de querer siempre imponer nuestras formas, no, cada uno vive con arreglo a toda una serie de parámetros y todo lo que nos rodea influye extraordinariamente. No somos así porque sí, no, no, somos así porque hay algo que nos rodea que es lo que hace e influye en toda una serie de cuestiones, desde los estudios, la atención, la memoria, la afectividad, el sentido crítico…

¿Si volviera para atrás repetiría como médico?

Sí, no se me ocurriría ser ingeniero de caminos.

¿Y de pediatra?

También, me dedicaría por y para el niño, por lo que he dicho antes.

¿Por qué la pediatría?

Porque el niño es el padre del hombre, bien sencillo es, porque todos los desvelos que se hagan a favor de ese niño, supondrán un fruto extraordinario al día de mañana. Todo ese gamberrismo que nos rodea en la actualidad y que se trata de justificar diciendo que para eso van a la escuela, no es así, no hombre, no, la educación, la formación, el moldeara un niño se hace dentro de la familia y lo demás, por añadidura. Todo ese consorcio es el que forma al futuro hombre. No es sólo labor de padres, pero tampoco sólo de la escuela, aunque ésta sea de curas o frailes.

¿Qué satisfacciones le ha reportado esta especialidad?

Muchísimas. Muchas veces voy por la calle y me para una madre: “No me conoce, ¿verdad? No señora, perdone que no la relacione. Usted me salvó a un hijo. Bueno señora, no sería tan trágico como usted me lo pinta. Sí, sí”. Créase que en ese momento nadie me parecería superior a mí.

¿Qué tienen los niños que no tengan los adultos?

El niño tiene la candidez, es virgen para todo, no tiene maldad, podrá ser travieso, inquieto, pero maldad no. Partamos de la base que nunca en biología, y nosotros somos un ente biológico puro, dos y dos son cuatro, a veces dos y dos son cinco o tres. Los niños se van modelando, como todo, fruto de lo que nos rodea y ese niño será en un futuro lo que nosotros queramos que sea, ni más ni menos.

¿En qué ha cambiado el trabajo del pediatra desde su punto de vista?

El progreso que ha experimentado la medicina en general y la atención del niño en particular ha variado muchísimo las cosas. Sólo con que pensemos que la mortalidad infantil se ha reducido prácticamente a cero, podemos hacernos una idea. Y esto es así por muchos motivos. Se es capaz de diagnosticar cuando va a venir un ser con un defecto congénito, y son muchos los casos que ya no se van a ver porque está perfectamente autorizado el aborto para esa mujer. Además, la Medicina ha progresado mucho, primero, porque la alimentación es mejor, porque la profilaxis es infinita, ahora se hace profilaxis de un montón de enfermedades que antes eran pasto de muerte, han mejorado mucho las condiciones higiénicas, el hogar, la tecnología…

Un buen pediatra es el que…

Es una persona que vive para y por el niño. Cuando eso se lo mete uno dentro de la cabeza ya no hay horas…

Los pediatras son una referencia muy importante para toda familia, aún más en casos de reconocido prestigio como el suyo, ¿alguna vez ha sentido la presión de sentirse observado por muchos ojos, esa presión de la fe ciega en el doctor?

La verdad es que en el momento en el que van los padres o familiares, nada más entablar con ellos una conversación, uno se da cuenta si está en la onda o no con ellos. Muchas veces a través simplemente del interrogatorio, ya sabes si hay feeling, si hay algo que no sabes cómo definirlo, pero que está ahí. O ves que no, que no le has hincado el diente. Y cuando a través de una historia clínica no le hincas el diente, es que hay una especie de desconexión entre padres y médico, que unas veces se soluciona y otras no. De igual forma, nada más viendo cómo te miran, cómo te hablan, te das cuenta, si esas personas están creyendo en lo que les dices y en lo que haces.

¿Son peores las madres que los niños?

Es una pregunta capciosa, porque no es que sean peores. La madre lo único que tiene es esa ansiedad propia de ella, ese instinto maternal de protección, y resulta que muchas veces si eso lo exageramos y lo elevamos a una potencia determinada, tienes que actuar en muchas ocasiones como si fueras un bombero.

¿Desde las consultas se puede educar?

Claro que sí, puedes influir, sobre todo en aquellos casos que te dicen que este niño es muy rebelde, que no puedo con él. Cuántas veces le he dicho a los padres, que lo que le pasa a ese niño es que hace lo que le da la gana, porque son unos blandos. En el momento que tu sí sea sí y tu no sea no, verás como eso no ocurre y no por eso te van a querer menos.

Después de ser padre de ocho hijos, ¿qué sensaciones le causa el descenso progresivo de la natalidad?

Pues hombre, creo que radica fundamentalmente en que la mujer trabaja. Desde ese momento, es imposible que pueda haber matrimonios con una gran cantidad de hijos. Todo lo que sea pasar de dos o tres hijos es inconcebible, no pueden… ¿quién los atiende?

¿Siente preocupación por algún aspecto en particular de la Medicina de hoy?

Lo que hecho más en falta es la relación médico-enfermo, en nuestro caso como pediatras, la relación médico-padres o tutores. Eso se ha degradado muchísimo. No es comprensible aquello de que el médico era como familia tuya. Había veces, dicho un poco en broma, que decías, señora no me ha faltado nada más que acostarme con usted y el niño en medio para cobijarlo entre los dos. Echo de menos esa especie de comunión que existía padres-médico o familiares con el médico, una relación mucho más íntima, frente a la de ahora mucho más fría.

¿Cómo se podría volver a eso?

Eso ya no tiene vuelta atrás. Haría falta un cataclismo enorme y que los que quedaran, que serían pocos, volvieran a eso. Sería volver a servir vino nuevo en odre viejo. Recuerdo el respeto que en mi casa tenían al médico de cabecera, como si fuera un dios, y quizás algo de eso influyó en mí cuando decidí estudiar Medicina, por ver, si de verdad eran hombres tan importantes.

¿Son peores las madres que los niños?

Es una pregunta capciosa, porque no es que sean peores. La madre lo único que tiene es esa ansiedad propia de ella, ese instinto maternal de protección, y resulta que muchas veces si eso lo exageramos y lo elevamos a una potencia determinada, tienes que actuar en muchas ocasiones como si fueras un bombero.

¿Desde las consultas se puede educar?

Claro que sí, puedes influir, sobre todo en aquellos casos que te dicen que este niño es muy rebelde, que no puedo con él. Cuántas veces le he dicho a los padres, que lo que le pasa a ese niño es que hace lo que le da la gana, porque son unos blandos. En el momento que tu sí sea sí y tu no sea no, verás como eso no ocurre y no por eso te van a querer menos.

Después de ser padre de ocho hijos, ¿qué sensaciones le causa el descenso progresivo de la natalidad?

Pues hombre, creo que radica fundamentalmente en que la mujer trabaja. Desde ese momento, es imposible que pueda haber matrimonios con una gran cantidad de hijos. Todo lo que sea pasar de dos o tres hijos es inconcebible, no pueden… ¿quién los atiende?

¿Siente preocupación por algún aspecto en particular de la Medicina de hoy?

Lo que hecho más en falta es la relación médico-enfermo, en nuestro caso como pediatras, la relación médico-padres o tutores. Eso se ha degradado muchísimo. No es comprensible aquello de que el médico era como familia tuya. Había veces, dicho un poco en broma, que decías, señora no me ha faltado nada más que acostarme con usted y el niño en medio para cobijarlo entre los dos. Echo de menos esa especie de comunión que existía padres-médico o familiares con el médico, una relación mucho más íntima, frente a la de ahora mucho más fría.

¿Cómo se podría volver a eso?

Eso ya no tiene vuelta atrás. Haría falta un cataclismo enorme y que los que quedaran, que serían pocos, volvieran a eso. Sería volver a servir vino nuevo en odre viejo. Recuerdo el respeto que en mi casa tenían al médico de cabecera, como si fuera un dios, y quizás algo de eso influyó en mí cuando decidí estudiar Medicina, por ver, si de verdad eran hombres tan importantes.

Figuras como Fermín Querol o Guillermo Arce son palabras mayores para usted, ¿qué destacaría de estos maestros?

 El profesor Querol era un excelente clínico y un buen didáctico y el profesor Arce era un hombre de una talla comparable a los grandes maestros de la Medicina española, como Marañón o Jiménez Díaz. Ese era el gran valor que tenían.

¿La figura del auténtico maestro se ha perdido?

Hombre, es que el antiguo maestro no sólo era un maestro, sino también una migo, creías en él con una fe ciega. En la actualidad los afectos no son como antaño. Es muy difícil que sea así con una Medicina tan deshumanizada como la actual.

“Abolir los Colegios como quieren algunos sería una monstruosidad”

¿Cómo médico qué papel ha jugado para usted el Colegio?

Fui vicepresidente del primer Colegio democrático de España con Ángel Zamanillo como presidente. Pienso que el Colegio es fundamental en la vida de un profesional de la Medicina. No se concibe que el médico pueda ir por libre, sin someterse a una serie de reglas y preceptos que marca el Colegio. El Colegio es como la casa del padre, ir allí es como ir a visitar a tus padres. Abolir los colegios como quieren algunos sería una monstruosidad.

¿Cómo ve al Colegio en la actualidad?

Encuentro que se está preocupando mucho de la formación de los médicos, para que se pongan al día en las múltiples facetas en las que progresa la Medicina. Y debe ser así. Al Colegio no sólo hay que ir a ver el partido por tener una buena pantalla de televisión, sino que debe ser un lugar de reunión para el intercambio de pareceres.

¿La Medicina salmantina goza de buena salud?

Ahora estoy apartado del alma mater que es la Facultad de Medicina de la Universidad, pero considero que muchos aspectos, especialmente el Centro del Cáncer o los departamentos de Hematología y Medicina Nuclear, están en auge. Son los más destacados ahora, sobre todo los hematólogos.

“La Cátedra no me tentó nunca. He satisfecho mis ansias como profesor, pediatra y puericultor”

¿Y la Pediatría salmantina?

De eso no quiero opinar. Siendo parte, no quiero ser juez.

En una ciudad universitaria como ésta y como profesor vinculado muchos años a la Universidad, ¿no le tentó nunca la Cátedra?

No me hubiera desagradado, pero no me tentó nunca. Cuando pude, no fui y se acabó. Mis ansias las he satisfecho a través de la enseñanza de la Pediatría desde mi puesto de profesor titular de la Facultad de Salamanca, desde mi trabajo en la sanidad estatal como puericultor del Estado y desde la medicina social como jefe de Servicio de Pediatría del Hospital Materno-Infantil Virgen de la Vega, del que fui su impulsor y que conseguí con la ayuda sindical y del entonces director, Balbino López.

¿No es una espina clavada entonces?

No, me he conformado y satisfecho mis ansias tal y como he dicho antes.

El mejor momento de su vida en lo personal

Conocer a la que posteriormente fue mi mujer y madre de mis queridos hijos, ocho nada menos.

En lo profesional

Cuando en 1953 gané la plaza de profesor adjunto de Pediatría y la oposición de médico puericultor del Estado, porque suponía servir al Estado y no a mis intereses.

¿Y los peores momentos, si los ha habido?

Profesionalmente como todo médico, he pasado por circunstancias en las que uno no puede ni dormir a gusto, por algún enfermo que se podía ir de las manos, pero ninguno comparable a la pérdida de mi querida esposa en seis meses escasos. Eso fue un golpe, no bajo, sino por debajo del bajo. No quiero ni pensarlo, no lo puedo olvidar. Vive conmigo.

Al margen de la Pediatría, ¿le ha tentado algo en la vida como para dedicarse a ello?

Soy un manazas, no sirvo ni para arreglar un enchufe en casa. Cierto es que me hubiera gustado haber tenido más tiempo para leer mucho y adquirir nuevos conocimientos, aunque sólo fuera por satisfacción personal.

¿Y la política?

Me tentaron, pero no. Estaba en lo mejor de mi carrera y nada me atraía tanto como ejercerla con generosidad, prontitud y decencia. Después de dos legislaturas, ¿quién hubiera sabido que yo era pediatra? La política no era comparable con la satisfacción grande que tenía yo con la enseñanza y el ejercicio de tan querida por mí Pediatría.

“El mejor momento de mi vida fue conocer a mi esposa y el peor su muerte”

 Podemos hablar de un hombre políticamente de…

Creo que soy un hombre liberal, profundamente social y al que le preocupa mucho el bienestar de las gentes, porque pienso que sólo cuando estos parámetros son elevados, las gentes son mucho más sociables, menos gamberras. En una palabra: es un bien para todos.

¿Eso en qué se traduce eso en el mapa político actual?

Considero que a medida que van pasando los años, tanto los gobiernos de derechas como los de izquierdas, es el fin que persiguen y el que tratan de hacer llegar a sus conmilitones. Que después se cumpla o no, es harina de otro costal. Si de salida, algunos políticos dicen que las promesas se hacen para no cumplirlas, apaga y vámonos.

“A mis hijos les repito mucho que en esta vida la procesión es muy larga y el cirio muy corto”

Intentaba que me dijera a quién vota.

Me lo reservo. Sólo decir que me repatean cosas como algunos cambios de postura que se han producido en torno al Archivo, en algunos políticos salmantinos.

¿Cómo valora el momento político actual de España?

Eso es incontestable. Me parece muy delicado, porque creo que no se puede tratar tan frívolamente de contentar a diestra y siniestra. A buen entendedor, pocas palabras.

¿A Salamanca cómo la ve?

Cada día más bonita y más intransitable. Dichosos los que la vean cuando desaparezca tanta grúa, tanto foso y tantas calles levantadas, pero bueno, me conformo con lo que veo ahora, que no es ni sombra de lo que conocí no hace tantos años. Ha dado un vuelco.

El mejor consejo que ha dado a sus hijos.

(Primero ríe, luego se concentra y piensa) Les repito mucho que en esta vida la procesión es muy larga y el cirio es muy corto.

¿Sigue pasando consulta a los nietos?

No, bajo ningún concepto, aunque siga leyendo Medicina.

¿Cómo le gustaría que le recordaran?

Me parece que eso es una exaltación del ego. Prefiero no contestar, porque con absoluta seguridad no habrá coincidencia en cómo me recuerden unos u otros. Si fuera un billete de 500 euros entonces…

¿Que te toque lotería es la mayor fortuna en la vida?

 No. Para mí el dinero es algo que viene y va, lo más importante que he hecho en esta vida es formar la familia que entre mi mujer y yo hicimos, y contemplar ahora colateralmente a los hijos de nuestros hijos, que son extraordinarios merced a su educación, en la que han intervenido, por qué no decirlo, los respectivos cónyuges que en su día mis hijos eligieron.

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