Allá por el año 1995, creo recordar, que por primera vez en su historia, tres organismos del más alto nivel, como eran la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Consejo Ejecutivo de la Unesco y la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa coincidieron en la temática de un año Internacional de la Tolerancia. En él se insiste en que la tolerancia dista mucho de resolver todos los problemas de un mundo cada vez más sombrío por la violencia, el terror, la muerte y la intolerancia.
Es habitual encontrarnos informaciones y, lo que es peor, opiniones médicas en los distintos medios de comunicación, prensa, radio o televisión, que vienen firmados por “expertos”, que en muchas ocasiones acaban de terminar sus estudios de Periodismo, y en el mejor de los casos, se autodenominan “periodistas científicos” porque se han inscrito en la correspondiente Asociación Profesional.
No he elegido el título –cardiológico-, por escribir para una revista médica. Ni siquiera por haber hecho las primeras ilustraciones del Manual de electrocardiografía del Dr. Estella (por lo que presumo no sólo de hermano, sino pedantemente de “coautor”). La elección obedece a una imagen acuñada por Unamuno, allá en septiembre de 1932, en un artículo dedicado al ágora salmantina. Escribió don Miguel: “Este es el corazón, henchido de sol y de aire, de la ciudad”. Setenta y cuatro septiembres más tarde, el autor del más importante libro sobre este Monumento Nacional, Alfonso Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, escribiría: “lo que ha sido y por ventura sigue siendo (la Plaza), corazón vivo y palpitante de la ciudad, ágora ciudadana, foro comercial y anfiteatro festivo en una pieza”.
Poder colaborar con una revista patrocinada y editada por el Colegio Oficial de Médicos de Salamanca supone para mí un honor y una gran satisfacción. En mi doble condición de médico y profesor universitario, creo firmemente que las actividades de ambas entidades, Universidades y Colegios han de coordinarse de una forma mucho más intensa que hasta ahora.