Por Ramón Martín Rodrigo
Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia
En los años treinta del siglo XX, en Salamanca comienzan a destacar figuras importantes en puericultura, como don Eduardo Verástegui y don Ernesto Sánchez Villares. Les va a seguir don Guillermo Arce.
Don Guillermo Arce es una gloria indiscutible de Santander. En esta ciudad, merecidamente, tiene dedicada una calle y un monumento, para recordar así que fue una eminencia médica. Pero sin olvidar esto, y sin quitar mérito a Santander ni a don Guillermo, también es bueno recordar que este doctor fue catedrático de la Universidad de Salamanca, y aquí ejerció por espacio de 21 años continuos1. Por eso me parece adecuado que tenga un espacio en las páginas de Salamanca Médica para recordar su biografía, aunque sea brevemente.
Parte de su vida y de sus méritos fueron recogidos por la prensa en diferentes momentos, sobre todo por La Voz de Cantabria, El Cantábrico y La Región de Santander, pero también ofrecieron semblanzas de este doctor los periódicos de otras provincias, como los de Burgos y Salamanca. Aquí me serviré de esas exposiciones, que ciertamente se han centrado más en su trayectoria general que en su actividad docente en Salamanca.
Don Guillermo nació el 28 de enero de 1901 en Villegar, aldea perteneciente al municipio de Corvera de Toranzo (Santander). Cursó la carrera de Medicina en la Facultad de Valladolid. En ella fue alumno interno en la cátedra de Pediatría. Se licenció en 1924. Luego siguió ampliación de estudios en la Facultad de Medicina de San Carlos y en el Hospital del Niño Jesús, ambos centros de Madrid.
En 1928 fue nombrado por oposición médico-jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Provincial de Lérida, y al año siguiente, en 1929, también por oposición, ganó la plaza de jefe del Servicio del Jardín de Infancia de Santander2.
En Santander, don Guillermo se va ganando una merecida reputación profesional. El Cantábrico anuncia el 26 de marzo de 1932 una conferencia con estas palabras: “A cargo del joven e inteligente doctor don Guillermo Arce; el tema a tratar es Higiene individual del lactante, cuyo conocimiento es importante para evitar la morbilidad y la mortalidad infantil”. El citado periódico, el 6 de abril de 1932, incluye en la reseña de esta conferencia las siguientes palabras: “Al acto asistió numeroso público, con predominio del sexo femenino. El joven profesor ya cuenta con numerosos triunfos en su carrera”.
En aquellos años de la Segunda República de España se le ve citado una y otra vez, asistiendo a actos médicos importantes. Escribo unos ejemplos: “Año 1933, a 8 de septiembre: El domingo por la mañana se celebrará en el Cine Hispania un acto cultural organizado por la Asociación Amigos del Niño. En él tomará parte el prestigioso doctor de la capital, don Guillermo Arce”.
“Año 1934: Durante los días 23 al 28 del mes de julio se celebrarán en Santander unas Jornadas Sanitarias. El Comité Local lo presidirá el doctor don Guillermo Arce, y será secretario de dicho comité el doctor Lastra, distinguido pediatra santanderino”. “La clausura de estas jornadas tuvo lugar en la Casa de la Salud de Valdecilla con una sesión de puericultura. Presidió el acto el doctor Verdes Montenegro, que tuvo a su lado a los doctores Arce, Díaz Caneja y Fernán Pérez”. También en 1934, La Voz de Cantabria dice: “El día 29 se celebrará un banquete en el Hotel Royal, como homenaje al doctor Guillermo Arce, por haber obtenido en brillantes oposiciones la Cátedra de Enfermedades de la Infancia de la Facultad de Santiago”.
Días después se completa el asunto especificando: “Será un homenaje de sentida admiración de sus compañeros, de sus amigos y de todos cuantos ven con simpatía el triunfo de la juventud montañesa”. “Y al terminar la comida, don Emilio Díaz Caneja dijo: Don Guillermo Arce nació maestro. Es deseo de todos que esta gran figura de la Medicina siga en la Montaña”. Este no fue el único homenaje, ni fueron las últimas palabras elogiosas dedicadas al doctor Arce.
En 1934, ganada la oposición pertinente ya mencionada, por orden de 7 de agosto de 1934, fue nombrado catedrático de la Facultad de Medicina de Santiago de Compostela. Don Guillermo Arce fue a Santiago a tomar posesión, pero el 30 de septiembre, según La Libertad, la Universidad de Santiago le concedió la excedencia voluntaria3.
Esta decisión parece muy lógica, viendo que don Guillermo desempeñaba en Santander su oficio de profesor con la estima y el cariño de sus compañeros. Luego vino la Revolución de Asturias y dos años después llegó la Guerra Civil, y en el inicio de ella, don Guillermo, en 1936, fue cesado de empleo y sueldo4. En junio de 1937, un grupo de personas reclamaba a las autoridades republicanas la reposición en el Jardín de Infancia de este doctor. Las circunstancias, según la prensa de Santander, eran de mucha dificultad para atender a tantos problemas como surgían por todas partes, y con un único gobernador para las provincias de Palencia, Burgos y Santander, ya no se podía hacer nada. Efectivamente, en agosto de 1937, Santander fue ocupado por las fuerzas franquistas. La situación político-social dio un vuelco5.
Santander sufrió, el 15 y 16 de febrero de 1941, el tristemente famoso ciclón que avivó un enorme y descomunal fuego, que arrasó todo el centro histórico de la ciudad. Las pérdidas económicas fueron muy grandes. Santander empezó su reconstrucción, pero toda la situación pasada pudo haber incidido en el ánimo del doctor Arce de continuar en su ciudad.
A fines de febrero de 1943, el Colegio Mayor Universitario de Valladolid en Santander organizó un curso de conferencias. Don Guillermo impartió hasta tres6. Pero, fuera por lo que fuera, en 1943 don Guillermo, que ya había ingresado de nuevo en el Cuerpo de Catedráticos, consiguió por concurso de traslados la plaza de la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca.
Don Guillermo fue nombrado catedrático de la Facultad de Medicina el 7 de abril de 1943 y desempeñó el cargo desde el 1 de mayo de 1943 hasta mayo de 1964. Es decir, 21 años (sin atender a meses ni a días). Esta es, pues, su parte salmantina, y por eso Salamanca tiene motivos para hablar de este doctor. Ni Madrid ni Lérida ni Santiago, ni tan siquiera Santander (abril de 1929-1943), pueden mostrar tanto tiempo de ejercicio profesional realizado por don Guillermo como el que desempeñó en Salamanca. Aquí tuvo alumnos francamente entregados al aprendizaje de sus enseñanzas, por lo que se dijo que este catedrático creó a lo largo de su docencia una señera escuela de puericultura.
En Salamanca fue ascendiendo periódicamente desde la séptima7 categoría en el escalafón (que doblaba ya el sueldo que hubiera tenido en Santiago) a otras primeras, llegando a la tercera categoría en 1954, con un nuevo ascenso en 1956, y alcanzó la segunda categoría en 1962. Estos ascensos suponían un aumento en el sueldo anual, tan necesario en aquellos años de posguerra, y tan conveniente ante la creciente inflación.
En 1957 solicitó dos meses de licencia universitaria para restablecer su salud, licencia que le concedió el Ministerio de Educación. En 1963 reunió toda la documentación necesaria y la envió al Director General de Enseñanza Universitaria, solicitando la jubilación.
La Junta de la Facultad de Medicina y el Rectorado precisan lo siguiente: “Lamentan que la colaboración de tan eminente catedrático termine en esta Universidad, pero informan favorablemente la concesión de la jubilación forzosa que solicitó, Salamanca, a 7 de enero de 1964”.
Pero un intelectual valioso no puede adocenarse ni quedar como un provinciano. Si lo llaman de otros puntos, acude, y su valía puede beneficiar indirectamente a muchas personas. Y eso es lo que sucedió con don Guillermo, quien, a pesar de residir en Salamanca, acudió a varios congresos habidos en diferentes ciudades.
En 1944 se celebró en Santander el VII Congreso Nacional de Pediatría. Fue presidente de honor el Dr. Andrés Martínez Vargas, presidente efectivo el Dr. Cavengt Gutiérrez, y secretario don Guillermo Arce Alonso (calificado en La Hoja del Lunes como “glorioso asesor médico” del Auxilio Social). Acabado el congreso, el doctor Arce hizo un resumen del mismo. Según expuso, el número de representados fue de 200, y las comunicaciones alcanzaron más de 200. Seguidamente dio a conocer las largas e interesantes conclusiones alcanzadas por los reunidos.
La sesión de clausura del congreso se celebró en el Gran Casino del Sardinero. He aquí cómo este doctor pudo volver a Salamanca trayendo consigo una buena dosis de conocimientos. Serían los logrados con el intercambio de opiniones con otras figuras prestigiosas de Pediatría, con la escucha y el debate de las comunicaciones.
Es de suponer que ese bagaje cultural se proyectaría eficazmente sobre los alumnos de Salamanca. En 1945, según El Pueblo, en el Colegio Médico de Santander, y bajo la presidencia del Dr. Cortezo, don Guillermo pronunció una magistral conferencia sobre Estudio patogénico de la toxicosis. Las obras principales de don Guillermo Arce son Neumonía en la infancia, Trastornos del lactante y Patología del recién nacido.
Santander, con motivo de la festividad del 18 de julio de 1969, le concedió la Gran Cruz de la Orden Civil de Sanidad.
La noticia de la muerte de don Guillermo Arce se difundió por España. El periódico Baleares, el 23 de enero de 1970, escribió: “Ayer tuvo lugar el fallecimiento del eminente doctor don Guillermo Arce Alonso, de relieve mundial en Pediatría y Puericultura, tras una larga y dolorosa enfermedad llevada con entereza extraordinaria. Fue el creador de la mejor escuela de especialistas en España. Participó en numerosos congresos nacionales e internacionales. En 1945 el Gobierno le concedió la Encomienda de la Orden Civil de Sanidad”.
Conocida su defunción, el Ayuntamiento de Santander ofreció a su familia la posibilidad de que fuera enterrado en el pabellón de Hombres Ilustres. Y, efectivamente, sus restos descansan en el artístico y bello cementerio de Ciriego. Ese mismo año de 1970, en agosto, se celebraron en el Palacio de la Magdalena las Primeras Jornadas de Pediatría en Memoria del Profesor don Guillermo. No contento con esto, Santander le dedicó un monumento, sufragado por suscripción popular. Es una obra sencilla pero muy elocuente, pues además de recoger el parecido físico personal, presenta la característica de su humildad, sencillez y dedicación al trabajo. Es obra del escultor Juan de Ávalos (quien realizó varias estatuas en el Valle de los Caídos). Se colocó en el Paseo de Pereda, pero con motivo de la reforma de los jardines, se retiró en los años noventa del pasado siglo y se colocó al comienzo de la calle Castelar, enfrente de su vivienda.
Salamanca tampoco se quedó atrás en el reconocimiento de los méritos de este catedrático. El rector de la Universidad de Salamanca escribió al director general de Universidades el 4 de agosto de 1964. En este envío dice que ha recibido un oficio del Decanato de la Facultad de Medicina, de 30 de julio de 1963, y que también se le ha hecho saber el acuerdo unánime de la Junta de Facultad de 26 de septiembre de 1963, en el que se propuso a don Guillermo Arce Alonso para la concesión de la Cruz de Alfonso X el Sabio (cuando tuvo que jubilarse por imposibilidad física), y que esta concesión sea un homenaje a su destacada personalidad científica y por los servicios prestados a esta Universidad.
Y luego se añade: “Este Rectorado se adhiere a la citada petición por creerlo de toda justicia”.
También por entonces, en el Boletín Oficial de la Provincia se especifica que se ha iniciado el expediente para ver si se puede conseguir su ingreso en la Orden Civil de la Beneficencia.
Pero, por si todo esto fuera poco, en 1971 (al año siguiente de la muerte de don Guillermo) se va a poner en funcionamiento un hospital infantil recién construido por la Diputación Provincial, que había costado 28 millones de pesetas. Entonces, al momento de darle un título, por acuerdo de la Diputación Provincial, y a propuesta del profesor don Enrique Sánchez Villares (pediatra y puericultor), y con el apoyo de otros médicos, se decidió denominarlo Hospital Infantil Guillermo Arce.
El 16 de marzo de ese año visitó Salamanca el ministro de la Gobernación con el principal motivo de la inauguración del referido hospital. En el acto, las autoridades locales y el ministro visitaron las instalaciones hospitalarias y toda su dotación nueva y moderna y, como era lógico, se repitieron ante los asistentes las más adecuadas y elogiosas frases para el médico fallecido, al que se le dedicó el nuevo hospital8.
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