Por Ramón Martín Rodrigo
Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia
Prestigiosos médicos salmantinos entregaron probablemente sus mejores esfuerzos vocacionales a la atención de los enfermos acogidos a la BENEFICENCIA MUNICIPAL DE SALAMANCA. Falta, no obstante un estudio sistemático sobre esta honrosa y admirada institución.
D. Fermín Hernández Iglesias, ilustre diputado a Cortes por esta provincia, publicó en el siglo XIX “La Beneficencia en España”. Recientemente ha abordado el tema, con referencia a Salamanca y analizando de 1875 a 1898, D. Mariano Esteban de Vega, en su obra “De la Beneficencia a la Previsión”. Sin embargo, falta un trabajo específico que estudie desde la creación de la Beneficencia Municipal en Salamanca, por impulso liberal, en el primer tercio del siglo XIX, hasta su desaparición a mediados del siglo XX, con la creación del Seguro Social Obligatorio. Entre otros motivos, quizás uno poderoso haya sido que se quemó a fines de diciembre de 1889, con ocasión del incendio de la casa contigua al teatro Liceo, en donde se guardaba el referido archivo, estando a cargo de don Agustín P. Agreda, ex diputado provincial de Salamanca (El Adelanto).
En Salamanca, por lo común compartieron la sede la CASA DE SOCORRO Y LA BENEFICENCIA MUNICIPAL. Ocuparon un peculiar y pequeño edificio, característico revival, entre ecléctico y modernista. Ambas instituciones siempre fueron admiradas y consideradas mecedoras alta distinción honorífica. Tras el paso por el decanato de la Beneficencia Municipal de D. Manuel Mondelo Pérez (+ 1920), estuvo muchos años al frente del mismo don Juan Vicente de Tapia. Sirva, pues, la presentación de su vida para aportar un grato recuerdo de la Beneficencia Municipal de Salamanca y del domicilio de la misma.
Juan Francisco Vicente de Tapia nació en Salamanca el 3 de diciembre de 1877en una casa de la calle de San Justo, en cuya parroquia, dedicada al mencionado santo, fue bautizado1. Fueron sus padres D. Pedro Vicente, empleado, y María2, quienes además de Juan Francisco tuvieron otros hijos. Juan, como abreviadamente le llamaban3, cursó los estudios de Bachillerato en el Instituto General y Técnico de esta ciudad, obteniendo el título en julio de 1894. Algo más tarde4, (no consta por qué no fue seguidamente5), inició los estudios de Medicina en la Facultad de Salamanca, logrando la Licenciatura en 13 de junio de 1903.Quedó exento del servicio militar6.
El 28 de abril de 1905 consiguió el título de Doctor en la Universidad Central de Madrid7. Por eso mismo pudo presentar el 2 de diciembre de 1905 una instancia solicitando ser nombrado Ayudante interino y gratuito en la Facultad de Medicina de Salamanca8, lo que le fue concedido. Y al siguiente año obtuvo el título de Auxiliar Interino del Séptimo Grupo9. Luego en 1911 pasó a desempeñar el Grupo Sexto, en cuyo cargo fue confirmado en1915.
En 1909 firmó oposiciones a plazas de Ginecología en Salamanca, que debieron ser muy reñidas por los candidatos que se presentaron (obtuvo plaza don Casimiro Población). Poco a poco, don Juan Vicente se iba abriendo un nombre en Salamanca; así en 1913 estaba presente en la inauguración de la clínica de D. Francisco Díez, con otra serie de distinguidos médicos del momento.
La prensa de inicios del siglo XX va ofreciendo periódicamente noticias de su vida familiar y profesional. Con relación a su propio matrimonio, El Adelanto, tras anunciar las amonestaciones matrimoniales10, da cuenta el 15 de noviembre de1915 de su boda, en Zamora, con Ángela Belmonte, hija de D. Alberto Belmonte, exgobernador de la provincia de Salamanca11. En 1917 figura como vicebibliotecario del Casino de Salamanca. Igualmente la prensa va informando del nacimiento de sus hijos, por ejemplo, el de una niña, que nació en marzo de 1923 y hacía el tercer lugar de sus hijos. En ese mismo mes y año murió en Cipérez, el farmacéutico de la localidad, don Arístides Vicente Tapia, que era su hermano. Y en el inmediato abril, D. Juan Vicente fue a Madrid, probablemente a resolver algunos asuntos particulares, pues estuvo allí cinco días. Por entonces era Auxiliar Temporal de la Facultad de Medicina.
Pero vengamos a los temas profesionales. En 1915 se dice que es médico de la Beneficencia Municipal, lo que quiere decir que había superado las correspondientes oposiciones.
En 1921, en mayo se realizaron unos cursillos de Higiene y Bacteriología en los que disertaron D. Antonio Díez González12y él. El Adelanto dice:
El doctor Vicente Tapia continuó su brillante disertación acerca de tema tan importante como la diferenciación de los gérmenes tífico, paratífico A, B y Coli, señalando las reacciones químicas con que cuenta el bacteriológico. Igualmente habló sobre el cultivo de bacilos en un medio, el Petrusky. La concurrencia fue muy numerosa.
No fueron los únicos cursillos que dio don Juan Vicente. Precisamente el Boletín del Colegio Médico13 informó de que formó parte de los doctores que impartieron unos cursillos prácticos, organizados por la Academia Médico Escolar, así consta en el Boletín del Colegio Médico de 1927.
La necrológica de la Memoria de la Universidad deja constancia de una persona honesta y trabajadora y de su encomiable labor
El Adelanto el 5 de febrero de 1934 trae un reportaje sobre los servicios de la Beneficencia Municipal de Salamanca e incluye la foto de este doctor, la de unos médicos en su trabajo y la de pacientes esperando turno. Don Juan Vicente, que hablaba como decano de la Beneficencia en nombre propio y en el de sus compañeros, respondió en la entrevista que se le hizo, señalando cómo podría hacerse la instalación de una policlínica en la casa de Socorro, y especificando los problemas, las ventajas y los inconvenientes de esta institución. El resumen de la entrevista es como sigue:
La Beneficencia Municipal necesita más médicos, pero puede obviarse ese inconveniente con una mejor distribución de los horarios de los médicos. El edificio de la Casa de Socorro, sede de la Beneficencia Municipal, es poco holgado, por convivir constantemente en él los médicos, y disponer de poco espacio mientras el laboratorio ocupó la planta principal, en tanto que las curas de urgencia se hacían en la planta baja. Pero que una vez se ha quitado el laboratorio, han quedado unas salas en que poder estar durante el servicio nocturno, y con ello esta sede resulta más práctica. También don Juan Vicente, hablando en nombre de todos sus compañeros, da otros datos de interés, como que todos los días acudían a la consulta entre 50 y 60 personas, y que, aparte de las curas de urgencia existía, el régimen de visitas diarias a cargo de los médicos y practicantes de guardia, haciéndose diariamente de diez a doce. Y, entre otras cosas, añade: “El cuerpo de la Beneficencia Municipal es verdaderamente admirable, y conste que no pretendemos elogios, basta el conocimiento de los médicos que la integran. La Medicina está modernamente concentrada en especialidades, y en la Beneficencia Municipal existen todas.”. Una dificultad radica en tener que ir a pie a realizar las visitas los barrios extremos de la ciudad, por ejemplo, a Pizarrales y a La Prosperidad, de los que están encargados Cimas y Heredia. Esto se solucionaría, si dispusieran de un coche, y evitaría que se juntasen las consultas. En todo caso, dice, el Ayuntamiento tiene un ahorro económico, pues los médicos reducen en gran medida el dispendio de recetas14.
El 5 de febrero de 1936, según El Adelanto don Juan Vicente seguía siendo Decano de la Beneficencia, y continuó en el cargo hasta su muerte.
Y respecto de su servicio como profesor en la Facultad también fue escalando puestos. Por R. O de 14 de octubre de 1920 fue nombrado Profesor Auxiliar Temporal de la Facultad De Medicina, -a propuesta de la misma-, nombramiento que le fue prorrogado, según era lo habitual. En 1928, con esa categoría, se encargó del Grupo de Fisiología. Y en1941 estando de Auxiliar de las clases prácticas fue encargado de una de las Auxiliarías vacante15. A lo largo de su docencia en varias ocasiones estuvo encargado de la Cátedra vacante de Fisiología Humana, por eso nada extraña que en alguna ocasión la prensa se refiriera a él calificándolo de catedrático. Esta labor como profesor la simultaneó algunos años con el cargo de Jefe del laboratorio del Hospital Provincial y Clínico.
D. Juan Vicente de Tapia murió el 17de febrero de 1948 a los 70 años de edad16. La necrológica incluida en la Memoria de la Universidad ofrece todos los datos de sus servicios académicos. No he visto otras necrológicas en la prensa local, pero la aludida es suficiente para dejar constancia escrita de una persona honesta y trabajadora y de su encomiable labor.
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