Por Ramón Martín Rodrigo
Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia
De casta le vino Guillermo Martín Marín fue nieto por línea paterna de Dª. María Hernández y de D. José Juan Lorenzo Martín Blanco, “secretario gobernador del Juzgado de Instrucción de Salamanca”, que murió el 31 de octubre de 1911. De este matrimonio, con domicilio en la calle Juan del Rey, vivían en la fecha arriba expuesta dos hijos: Octavio y María. Octavio Martín Hernández, padre de nuestro biografiado, se casó con María Marín Lomo y fue médico oftalmólogo;2 y María Martín Hernández estaba casada3 con D. Ricardo Marín, medico oculista. Es decir, el parentesco entre estos dos matrimonios llevaba vínculo familiar duplicado: cada marido era consorte de una hermana política, lo que es igual a ser cuñados por partida doble.
Así pues, D. Guillermo, que nació en Salamanca el día 5 de enero de 1908, era hijo de un médico y sobrino de otro. Ciertamente D. Guillermo vino al mundo en el seno una familia de cierta relevancia social y con posibilidades económicas.4 Era por tanto razonable que estudiara una carrera, tras realizar la primera enseñanza y el bachillerato.
Parece ser que, siendo niño, Guillermo estudió la primera enseñanza en un colegio de religiosos en Vigo, lo que era debido al destino que allí tenía D. José Lorenzo. Pero Guillermo quedó huérfano de padre muy pronto, y su madre, él y su hermana regresaron a Salamanca, en dónde se encontraba su restante familia. También se cree que en Salamanca cursó el bachillerato en otro colegio religioso.5 Es conocido que en los referidos centros tanto en los estudios de enseñanza primaria como en los de secundaria se cuidaba y se exigía en grado sumo la formación humanística e integral de los alumnos. Y de ello se deduce que la formación básica de Guillermo sería profunda, sólida y bien orientada a los futuros estudios y a su vocación médica.
Guillermo Martín estudió Medicina en la correspondiente Facultad de la Universidad de Salamanca. Durante la carrera obtuvo 22 notas de Sobresaliente y 16 con Matrícula de Honor. Fue “alumno interno” por oposición en la referida Facultad, quedando adscrito a la Cátedra de Patología Quirúrgica en enero de 1927. Desempeñó este cargo durante los tres últimos años de la carrera. Se licenció en Medicina y Cirugía en 1930 con nota de Sobresaliente y fue Premio Extraordinario de Licenciatura.
Como se acaba de decir, ya de estudiante había alcanzado por oposición el puesto de alumno adscrito a una Cátedra. Así pues, en lógica continuidad, inmediatamente al terminar la Licenciatura fue adscrito a la Cátedra de Patología como profesor ayudante de clases prácticas en la Facultad de Medicina en la Universidad de Salamanca. Esto no era suficiente para una persona que siente la vocación y tiene ganas de estudiar.6 Por eso, antes del siguiente año, obtuvo por oposición, y a propuesta de la Facultad, el cargo de médico de guardia de la Facultad de Medicina, comenzando a ejercer como tal a partir del 20 de abril de 1931. Nuevamente antes de dos años había logrado, también por oposición, la plaza de médico Numerario de la Beneficencia Municipal, siendo nombrado el 23 de enero de 1933.
En 1934 consiguió por oposición la plaza de auxiliar de la Cátedra de Patología Quirúrgica de la Facultad de Medicina. El Adelanto, entonces, incluyó su foto y dijo lo siguiente:
“El joven y culto médico, nuestro querido amigo, acaba de obtener un nuevo triunfo en su brillante carrera. A los éxitos logrados en sus oposiciones a médicos del Hospital y de la Beneficencia Municipal, se une el recientemente alcanzado en los ejercicios que se han celebrado en la Facultad de Medicina, en los que ha obtenido la auxiliaría de Patología Quirúrgica”.7
Mientras tanto, D. Guillermo había continuado como profesor ayudante otros tres cursos más desde 1931, pasando a ser encargado de la Cátedra de Patología Quirúrgica durante el curso 1935-1936.
En aquel mismo año fue médico del Cuerpo de la Marina Civil, por oposición, siendo nombrado por Orden de 5 de marzo de 1935.
Continuando su carrera, consiguió el grado de Doctor en la Universidad Central de Madrid, con nota de Sobresaliente, el 9 de diciembre de 1940.
No terminaron aquí sus estudios, pues alcanzó el puesto de Cirujano Jefe del Hospital provincial de Lérida,8 por oposición, nombrado el 15 de abril de 1942.
Todavía no cesó en su empeño, pues aún se presentó a la Cátedra de Patología Quirúrgica de Santiago de Compostela de Santiago, a la de Salamanca (1942) y a la de la Universidad de de Valencia (1944). Finalmente fue nombrado profesor adjunto de Patología Clínica Quirúrgica en 1947.
La guerra destrozó los planes de muchos estudiosos y profesionales. ¡Adiós tesis! ¡Adiós aspiraciones a la Cátedra! Otra cosa es que la persona que vale sepa sacar provecho de las situaciones adversas. Declarada la guerra, las autoridades militares salmantinas ordenaron que los médicos, por razón de sus conocimientos, se presentasen en el cuartel, y allí se personó Guillermo Martín, pasando a los pocos días a prestar sus servicios en el Hospital de Salamanca. El 31 de julio de 1936 salió para el frente de Ávila como jefe de un equipo quirúrgico, siendo luego, el día 20 de octubre del mismo año, militarizado como capitán. Así pues, Guillermo Martín prestó sus servicios en distintos hospitales de frentes de campaña. Estar en el frente no era una bicoca, sino tener “puesta continuamente la vida en el tablero”. Precisamente el premio, además de la enorme responsabilidad, podía consistir en un balazo, en la metralla de una bomba, y sobre todo en el desfallecimiento por la fatiga y el continuado trabajo. Que a Guillermo Martín no le faltaron ocasiones de gran peligro, de las que felizmente pudo salir, hablan los honores y condecoraciones recibidos: Una medalla de Campaña, una Cruz Roja al Mérito Militar, una Cruz de Guerra y una Cruz del Mérito de la Orden del Águila Alemana.
Acaba la guerra, vuelve a Salamanca y, con relación a los estudios y trabajo, escomo si volviera a empezar de nuevo. En efecto en 1940 realizó la tesis doctoral. Seguidamente fue pensionado para un cursillo de tres meses en la Facultad de Medicina de Oporto en el curso 1940-41. Luego solicitó trasladarse a Berlín para realizar estudios de cirugía torácica, para lo que también fue pensionado por el C.S.I.C.
En 1947 el cargo de profesor auxiliar temporal se transforma en el de profesor adjunto, plaza de la Facultad de Medicina de Salamanca, que luego consiguió por concurso-oposición por un plazo de 4 años prorrogables, quedando definitivamente en esta categoría a partir de 1960.
Según él mismo consignó en su Hoja de Servicios, fue:
-Encargado de todas las Clínicas Quirúrgicas del Hospital Provincial y Clínico de Salamanca desde julio a septiembre de 1934.
-Como arriba ha quedado expuesto fue pensionado para realizar un cursillo de 3 meses en la Facultad de Medicina de Oporto en la Clínica de Medicina Operatoria y Cirugía experimental del Profesor Hernani Monttaso, estudiando Cirugía Experimental en el curso 1940-41.
-Igualmente estuvo pensionado por la Fundación Alemana Alexander von Humboldt, por 6 meses, para ampliación de estudios de Tórax en la Facultad de Medicina de Berlín, con el Profesor Sanerbruch, en el curso 1942-43.
-Finalmente, también alcanzó una pensión de la Fundación Alexander von Humboldt, por 3 meses, para la Facultad de Medicina de la Universidad de Insscruchk, bajo la dirección del Profesor Britner.
¿Dónde vas, Guillermo, siempre tan ocupado? Voy a la dehesa de Villar de los Álamos, donde me están esperando.
Con mucha frecuencia el matrimonio de los universitarios se solía y se suele retrasar por razón de estudios y de colocación. En este caso estamos ante un ejemplo en que confluyeron poderosos factores paraque no contrajese matrimonio hasta los 35 años de edad. Los estudios, la guerra y las oposiciones se sucedieron como determinantes insoslayables en la vida de D. Guillermo. Pero, por fin, el 2 de agosto de 1943 contrajo matrimonio con D.ª María de las Mercedes Pérez- Tabernero, hija del prestigioso ganadero D. Antonio Pérez-Tabernero. El Adelanto, que incluye una foto de la novia, cuenta la boda dando detalles interesantes.9 Tanto el viaje de luna de miel como el posterior cambio de vida se explican fácilmente: Recorrido por el Pirineo, por su cargo en el Hospital de Lérida y visita a las ciudades de Austria, porque en ese país había estado como pensionado. Desde entonces su vida profesional va a ir tomando otro rumbo, dejando el destino de Lérida y centrándose en Salamanca.
Trabajar para vivir ordena la ley divina. Hay que ganarse la vida. Por eso mismo, como veremos, fueron bastantes los empleos y servicios que D. Guillermo tuvo que desempeñar y que realizó eficientemente, además de los propios de la carrera como profesor y cirujano. Entre otros:
-Médico Numerario de la Beneficencia Municipal de Salamanca.
-Médico cirujano de la Delegación de Salamanca de la compañía de Seguros y Accidentes de trabajo “Fides”.
-Médico cirujano de la Delegación de Salamanca de la compañía de Seguros “Mutua General de Seguros”.
-Médico del Gabinete Sanitario de la Compañía de Ferrocarriles del Oeste de España.
-Médico del Cuerpo de la Marina Civil.
-Capitán-médico, jefe de Equipo Quirúrgico durante la guerra civil
-Cirujano jefe del Hospital Provincial de Lérida.
Puede decirse que sin ser muchas sus publicaciones, al menos fueron las suficientes para demostrar tanto su dedicación al conocimiento de la ciencia médica, cuanto para contribuir con ellas a una mejor curación de los enfermos. Entre otras publicaciones, el mismo Dr. D. Guillermo señaló las siguientes:
–Consideraciones sobre la artritis deformante (Revista de Medicina)
–Osteomielitis primitiva y única del peroné (Revista de Medicina)
–Anquilosis témporo maxilar (Medicina Española)
–Resultados de la operación de Ivanisssevich en el tratamiento del varicocele izquierdo (Cirugía de Barcelona)
–Cirugía del Ganglio estelar, monografía, por la Editorial Saeta.
–Bocios endotorácicos, (Revista Española de Cirugía)
No se terminaron aquí sus trabajos, pues los relacionados corresponden a los hechos hasta fines de los cuarenta del siglo XX, pero presumiblemente escribió varios otros posteriormente.
Cabe señalar su asistencia a las Jornadas Médicas organizadas en Sevilla en 1945, a las cuales también asistieron D. Francisco Díez y D. Julio Pérez Martín. También en los años cuarenta y en los cincuenta del siglo XX asistió a varios delos Cursos de Perfeccionamiento Médico que hubo en Salamanca.
En Salamanca se fueron abriendo a lo largo del siglo XX diversas clínicas y sanatorios. Baste recordar los de Muñoz Orea, Francisco Díez, Población, Moraza y Ferrer. Entre ellos uno de los últimos y más destacados fue el Sanatorio del Dr. Marín.
D. Guillermo, en vez marcharse a Madrid, decidió quedarse definitivamente en Salamanca. Además de la docencia comenzó a practicar la cirugía en el sanatorio del Dr. Población, a semejanza de lo que primeramente hizo Moraza. Pero D. Guillermo, siempre respaldado por su mujer, Mercedes Pérez-Tabernero, empezó a acariciarla idea de montar su propio sanatorio y después de un tiempo ambos encontraron el sitio ideal, en las proximidades de la actual plaza de Julián Sánchez. El sanatorio de Marín, cuya imagen exterior aún está presente en mucha gente, se instaló hacia 1953, y, como era de esperar, triunfó médicamente. Su mujer llevaba la parte administrativa. Él se rodeó de un magnífico equipo de ayudantes a los que formó con todo cariño, entre otros Goyenechea, Manuel Pérez, Ricardo San Román… y algunos de fuera de España. Y ciertamente todos los que con él trabajaron, cuando iban abandonando el sanatorio, para establecerse por su cuenta, seguían manteniendo una estrechísima relación con el que había sido su apreciado y cercano maestro.
Agradezco muy sinceramente la disponibilidad que ha tenido la familia del Dr. Marín10 para comunicarme un conjunto de datos y elementos biográficos con los que se completa la semblanza y el retrato moral de esta ilustre persona. Entre otras cualidades es preciso destacar, aunque sea de forma sumaria, las siguientes:
A. Responsabilidad, humanidad y enorme generosidad. El trato hacia los más desfavorecidos, enfermos sin medios económicos, era entrañable, lleno de cariño. Si el paciente era un niño, siempre en la visita le llevaba un juguete, un cuento o un libro, según la edad.
B. Hombre de profundas creencias religiosas, cuando estaba con su familia en la finca de Extremadura, rezaba el rosario por las noches dirigido por la abuela, en la cocina, con toda su familia, mientras Palmira, la mujer del mayoral, picaba el pan para las migas extremeñas, que a la mañana siguiente hacia él mismo. También era una tradición el vía crucis del jueves santo. El Dr. Marín y su madre señalaban las cruces en los robles y por la tarde todos participaban en el vía crucis con muchísimo respeto.
C. También era un gran amante de la familia, de sus amigos y de su ciudad. En varias ocasiones un amigo, médico famoso de Madrid, le tentó con la idea de trasladarse allí y le habló de las enormes ventajas económicas que eso le reportaría, pero él siempre contestó que en Salamanca ganaba más de lo que necesitaba, y que no perdería la calidad de vida que tenía.
Igualmente, por referencia proporcionada por su familia podemos conocer algunas de sus aficiones y modos de esparcimiento de D. Guillermo:
A. Le gustaba ir a las fincas del Villar de los Álamos y a la de San Fernando. Buen aficionado a los toros, hacia sus pinitos toreando alguna becerra, y era conocida su inclinación a torear de rodillas.
B. La Peña de Francia era otro de sus sitios favoritos en la provincia. Allí, en la Hospedería de los Dominicos, pasaba unos días en verano en compañía de su madre y su hermana Carmiña. Disfrutaba muchísimo de las maravillosas vistas y de la paz dela sierra, pues era un gran amante de la naturaleza.
C. Celebraba su tertulia en el Casino cada tarde después de comer. La charla con sus amigos y compañeros delante de un café era para él algo sagrado. Se formaba un grupo grande de personas de variadas profesiones con lo cual la conversación se enriquecía con las distintas opiniones.11 Él se sentía feliz entre ellos, y a las cinco y media, dejando el diálogo del agradable corro, salía a pasar la visita vespertina a sus enfermos.
La muerte, la celada en que caemos; ¡cuán cruel se le mostró!
Como D. Guillermo salvó a tantos de la muerte, quizás ésta, según el decir humano, vino hasta él muy airada con su flecha. En efecto, a las ocho de la mañana del domingo día 3 de diciembre de 1967, cuando se dirigía a misa a los PP. Carmelitas dela calle Zamora, para después disfrutar de un día de caza con amigos, un infarto masivo acabó con su vida, cayendo repentinamente muerto en la calle Vázquez Coronado. Él había salvado muchas vidas, pero, desgraciadamente, a él nadie pudo ayudarle. Se montó el velatorio en su casa de la calle Azafranal12 número 25. Allí iban llegando decenas de personas y pacientes que le besaban las manos.
Finalmente, para completar su semblanza humana, quiero recoger algunos ejemplos de la infinidad de personas que le estaban agradecidas, por su buen talante, por su gran habilidad y por su entrega:
A) En el pueblo de Barbalos, dado que había operado a la mayor parte de los vecinos, le guardaban toda la caza para él. Un día D. Guillermo llevó allí unas botellas de Vega Sicilia que le habían regalado, para, al terminar la jornada de caza, bebérselas. Pero cuando mandó a buscarlas, se encontró que, los vecinos, como habían visto que aquellas botellas tenían pinta de viejas y de vino malo, se las habían dado a los ojeadores.
B) Casi es imposible pasar por algún pueblo de la provincia y que alguno de sus habitantes no diga que fue operado por el Dr. Marín. Un nombre que se le repite a sus hijos para su orgullo, vayan donde vayan.
C) Un día a su casa le llegó una tarta. Su sorpresa fue mayúscula pues se la enviaba Luis Salinero, un paciente que acababa de morir. Y es que Salinero sabiendo que ya estaba para pocas, encargó la tarta antes de dejar definitivamente este mundo y pidió en sus últimas voluntades que se la hicieran llegar con una nota que decía: “De Luis Salinero, desde el cielo”.
Viven aún muchas personas en Salamanca que conocieron al Dr. Marín y guardan su memoria con cariño. La pena de su pérdida se consuela con estos recuerdos que producen grata satisfacción.
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