Por Ramón Martín Rodrigo
Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia
El resumen biográfico de este competente e insigne doctor quedó expuesto, en parte por él mismo, en el “Discurso de recepción como Presidente de la Academia de Medicina de Salamanca”, en 1973, y, sobre todo, en la Contestación al mismo, del Excmo. Sr. Dr. D. Rafael Vara López, académico de Número de la Real Academia Nacional de Medicina2. Por tanto, mi tarea en este caso no es más que la de una recopilación3, que ya quisiera que se acercara un poco a lo que se ha escrito sobre D. Fernando Cuadrado, con mejor conocimiento y en correcta y clara exposición. Porque, lógicamente, sobre tan ilustre doctor se ha escrito también en otras ocasiones4.
D. Fernando Cuadrado Cabezón (1902-1985), palentino, vivió en Salamanca más de 40 años, con domicilio en la calle Álvaro Gil, nº 5. Se casó en Bilbao, en 1945, con Dª María del Pilar Idoyaga, y tuvo dos hijos, D. Fernando y DªPilar5, que fueron “su propia vida”. Viajó bastantes veces por Europa.
La vida de D. Fernando se desarrolló pasando por diversas etapas de diferente duración, aunque claramente diferenciadas: Infancia y adolescencia, 1902- 1917 aprox.; estudios en la juventud, 1918 -1926; profesor en Valladolid, 1927-1936; guerra civil, 1936-1939; nuevamente profesor en Valladolid, 1939-1944; catedrático en Salamanca, 1944-1972; y años posteriores a su jubilación,1972- 1985. Voy a exponer brevemente su biografía siguiendo cada una de estas etapas. Luego añadiré otros epígrafes para resumir su participación en congresos y dar cuenta somera de sus trabajos y publicaciones y, así, completar su semblanza.
D. Fernando Cuadrado, hijo de padre militar, nació en Villalobón (Palencia) el 26 de septiembre de 1902. Pronto perdió a su madre, que apenas tuvo tiempo “más que para darle la vida” En su pueblo realizó los estudios de enseñanza primaria, de lo que guardó un grato recuerdo para sus maestros, siete en unos cinco años. En Palencia cursó los años de Bachillerato, según él “sin pena ni gloria”, pero habría que añadir con facilidad y, desde luego, con gran eficacia.
Seguidamente, tras el Curso Preparatorio, estudió Medicina en la Facultad de Valladolid, aplicándose con intensidad y con tesón, teniendo notabilísimo éxito y obteniendo la Licenciatura connota de “Sobresaliente”, en 1926. Además de las asignaturas específicas de la carrera, adquirió algunos conocimientos de alemán y de francés, que como veremos le serían de gran utilidad en el futuro. Ya de estudiante destacó en la Facultad, pues en el tercer curso, en 1923, ganó, por oposición, la plaza de “alumno interno de Anatomía en el Instituto Anatómico Sierra”, labor que compartía con la de “alumno agregado a las Clínicas de Cirugía”, dirigidas por el profesor Murueta Goyena.
Nada más acabar la carrera fue nombrado Ayudante de Clases Prácticas de Anatomía y Técnica Anatómica en el Instituto Anatómico Sierra, y unos meses después también fue nombrado Ayudante de Clases Prácticas de Patología Quirúrgica. Pero D. Fernando continuó estudiando y, en 1929, obtuvo, por oposición, el cargo de Médico de guardia del Hospital Clínico de Valladolid. Al siguiente año, también por oposición, pasó a ser Profesor Auxiliar Temporal en la Facultad de Medicina de Valladolid. A todo esto, en 1931 había ganado el Primer premio de la Real Academia de Medicina de Valladolid al mejor trabajo sobre el Estado actual y orientaciones modernas de la Cirugía, y en julio de 1932 había defendido y superado la Tesis Doctoral. Como si aún le sobrara tiempo, en 1933 acompañó a un grupo de recién licenciados en viaje de estudios por Europa. Durante ese curso–desde octubre de 1933 a mayo de1934- estuvo en la Clínica Quirúrgica del Profesor D’ Equervain, en Berna, con la beca de una bolsa de viaje de la Facultad de Medicina de Valladolid y pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios.
La guerra civil lo cogió aún joven. Fue movilizado y, lógicamente, fue asimilado como capitán Médico, siendo Jefe de un equipo quirúrgico que atendió en hospitales de vanguardia (es decir, próximos al frente) a los heridos por la acción bélica. Él mismo dijo que durante la guerra su equipo quirúrgico había atendido a más de cinco mil heridos.
Acabada la guerra vuelve a la Universidad con el título que antes tenía, Profesor Auxiliar Temporal, para desempeñar la correspondiente docencia, estando encargado de la cátedra durante tres cursos, de 1939 a 1942. En ese tiempo se presentó por segunda vez a oposiciones a cátedra, y, como la constancia todo lo alcanza, en 1944, a la tercera, obtuvo la primera cátedra de Patología y Clínica Quirúrgica de la Universidad de Salamanca.
En noviembre de 1944 tomaba posesión de su nuevo destino. Pensaba, dijo, que se quedaría aquí sólo unos meses, sin embargo en Salamanca acabó su labor oficial, después de desempeñar la cátedra ininterrumpidamente durante 28 años. Por tanto, fueron otras tantas las promociones muy nutridas de alumnos, que lo tuvieron como profesor, de lo que guardan admirado reconocimiento.
Además de su cátedra, la necesidad de profesorado, y el cambio de plan de estudios en Medicina, requirió que él, como otros profesores, asumiera alguna otra asignatura en concepto, primero de “acumulación”, y luego, durante muchos años, bajo la denominación de “extensión”. Así el trabajo se aumentaba, aunque la remuneración económica por ello no iba en la misma proporción que el sueldo6.
En la Facultad de Medicina de Salamanca, desempeñó, sucesivamente diferentes cargos de prestigio, siempre de forma positiva y digna de encomio. Tomó posesión del cargo de Secretario de la Facultad el 18 de diciembre de 1951. Fue luego vicedecano desde el 25 de octubre de 1955, cesando el 14 de abril de 1958, para pasar a un puesto superior. Pues, efectivamente, fue nombrado Decano el 1de mayo de 1958, cargo en el que fue varias veces confirmado, hasta su cese el 4 de julio de 1968. En estos diez años y dos meses, según el Doctor Vara, siendo Decano promovió reformas importantes de la enseñanza de la Medicina.
Pero además, sin dejar de atender a su labor docente ni a las obligaciones de los cargos, llevó su atención a los enfermos en el Hospital Provincial y la jefaturade las Clínicas del mismo. Por eso llegó un momento, en noviembre de 1955, en que la Junta de Gobierno de la Facultad, por medio del Rector, elevó una solicitud al Director General de Enseñanza Universitaria para que se le reconocieran honoríficamente los servicios prestados como Jefe de Clínicas.7
Aunque jubilado al cumplir la edad reglamentaria de setenta años, el 26 de septiembre de 1972, en el curso 1972-1973 presidió el VI Congreso de Gerontología, organizado en Salamanca con la colaboración de la Facultad de Medicina y la Seguridad Social, durante los días 14 al 16 de junio8 de 1973.
El 2 de enero de 1971 había sido designado miembro electo de la futura Real Academia de Medicina de Salamanca. Una vez creada esta entidad por el Ministerio de Educación y Ciencia, el 27 de enero de 1973 fue nombrado Presidente de la Real Academia de Medicinade Salamanca. Su recepción pública tuvo lugar en un acto solemne, en el que D. Fernando pronunció un magnífico discurso, que fue contestado por el Dr. D. Rafael Vara. D. Fernando echó a andar la Academia desplegando gran celo, juntamente con D. Luis Sánchez Granjel9, secretario de la referida institución. Ambos trabajaron sobre los estatutos, la elección de futuros miembros, las reuniones, las actividades científicas, los premios, el escudo, etc. D. Fernando desempeñó la presidencia de la R. A. de Medicina de Salamanca hasta que a los cuatro años se renovó la Junta Directiva, en 1977, siendo entonces elegido por unanimidad su Presidente de Honor. Finalmente, D. Fernando, que ya era miembro de la Asociación Española de Cirugía, y que había formado parte del Consejo de Redacción, fue elegido Presidente de esta institución en 1976. En ella coincidió con su amigo y algunos años su adjunto, D. Adolfo Núñez Puertas, que era el secretario. Desempeñó esta nueva presidencia hasta 1980. Con ello culminaría su carrera profesional.
En los años de postguerra en Salamanca no había para mucho. No obstante, en la Facultad de Medicina se organizaron unos Cursos de Perfeccionamiento Médico Sanitario, a los que siguieron anualmente Sesiones Clínicas en el Hospital Provincial desde 1953 a 1963, por lo menos. En esos cursos y sesiones participó asiduamente D. Fernando como uno de los doctores más eminentes. En Salamanca había un grupo de doctores que pujaban fuerte: Alfredo Carrato, Fermín Querol, Manuel Valdés, Serafín Pierna, Miguel Moraza, y otros. Todo médico que se preciara y que “sintiera la Medicina” debía estudiar e investigar o pasaría a ser de segunda o tercera categoría. D. Fernando, no se quedó atrás, sino que siempre estuvo considerado entre los primeros y más señeros doctores.
Dio conferencias, ponencias y contraponencias en las Facultades de Medicinade Barcelona, Burgos, Valladolid, Zaragoza, Santiago de Compostela, Sevilla Menéndez Pelayo y Madrid. Participó en congresos de Granada, Zaragoza, Valladolid, Bilbao, Salamanca y Sevilla.
Publicó numerosos trabajos en revistas como Clínica Castellana, Medicina de Barcelona, Cirugía de Guerra, de Cirugía y Urología, Boletín del Consejo del Colegio de Médicos, etc. Entre sus publicaciones pueden citarse: Artritis agudas supuradas; Hidatidosis. Tratamiento de los quistes de pulmón; Heridas del abdomen; Heridas diafragmáticas; Heridas intraperitoneales; Heridas penetrantes del cráneo; Heridas de la médula espinal, etc. etc. Los medios de comunicación de masas se informaron ampliamente del primer trasplante de corazón llevado a cabo por el Dr. Barnard, en 1967. Para entonces D. Fernando ya había publicado, y explicado en varias ocasiones, artículos sobre Heridas del corazón, Discurso inaugural del curso 1858-59 de la Universidad de Salamanca, en donde deja claro que aunque un corazón esté roto o pinchado se puede coser y sanar, lo que, desde luego, es un conocimiento básico para el posterior desarrollo del trasplante del aludido órgano. D. Fernando colaboró en varias publicaciones con otros doctores, como Núñez Puertas, Pérez, García Bermejo, y con R. Argüelles en el Manual de Patología Quirúrgica, corriendo a su cargo la revisión de la sexta y la séptima edición. Finalmente en 1977 pronunció el Discurso inaugural del curso 1977-78 de la Real Academia de Medicina de Salamanca disertando sobre El Riesgo y pronóstico quirúrgico, que, en efecto, fue publicado.
Además de ostentar la presidencia decursos, mesas, seminarios y otras reuniones de médicos, y además de ser llamado para impartir conferencias, formar parte de jurados y de tribunales de oposiciones, en 1969 se le concedió la Encomienda con Placa de la Orden de Alfonso X el Sabio. Con ocasión de su nombramiento como presidente de la R. A. de Medicinade Salamanca se le hizo un homenaje universitario con una cena en el Hotel Regio. En 1973 la Universidad de Salamanca le concedió la Medalla de Plata de la misma10. La Real Academia de Medicina también le concedió la medalla de la institución.11
Para terminar la exposición de esta etapa vuelvo a las palabras del Dr. Vara López, que resumía así la trayectoria de nuestro biografiado: “D. Fernando Cuadrado ha sido a lo largo de su vida un auténtico profesor de Cirugía y además un verdadero maestro en la parcela del saber que ha sido objeto de sus desvelos y atenciones durante más de cincuenta años”. Cuantos han escrito sobre él destacan que aunó conocimiento, experiencia e investigación y que practicó una Medicina humanizada.
Trabajó con ejemplar honestidad profesional y profesoral (A. Núñez Puertas). Fue un hombre íntegro, riguroso. “Quería a sus pacientes y éstos le querían más a él”(L.C. Tejerizo López). Se granjeó la amistad de infinidad de profesores, compañeros, discípulos y personas, a las que con trato afable correspondía cordialmente siempre con generosidad. “Su vida fue sencilla y transparente”.
En resumen, creo que Salamanca Médica, cumple loablemente, recordando a D. Fernando Cuadrado, porque, como ha escrito el D. Tejerizo López, es obvio que este doctor “fue una figura emblemática de la Universidad de Salamanca en el segundo tercio del siglo XX”.
Sus publicaciones, especialmente las cuatro que siguen citadas aquí:
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