Por Ramón Martín Rodrigo
Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia
Hijo de Ruperto y de Francisca, D. Serafín nació en Salamanca en 1888. Es probable que en esta ciudad cursase la enseñanza primaria y algunos años o todos de la secundaria. En cambio, los estudios de Medicina los realizó en Barcelona. El destino de su padre, de profesión militar, contiene el motivo de esto último. En aquella ciudad debe conservarse el expediente de su Licenciatura, y por tanto lo he dejado sin consultar.
El apellido Pierna, aunque infrecuente en Salamanca, no es raro en la zona de la Armuña salmantina, por ejemplo en Palencia de Negrilla. El segundo apellido Catalán2, según me han dicho, procedía, en este caso, del alto Aragón. D. Serafín se casó con Dª. Pilar Chofre Basilio, valenciana, en 1909. De este matrimonio nació en 1910 en Barcelona, su hija María Francisca3. Es presumible que entonces tuviera ya terminada la carrera. Pero como las raíces de la tierra son siempre un poderoso imán, no es extraño que tan pronto pudiera, D. Serafín volviera a su provincia natal. Y aquí D. Serafín prestó sus servicios como médico titular, primeramente, en Rollán, y después en Abusejo hasta 1918, ambos pueblos de la provincia de Salamanca.
El año de 1918 fue excepcional a causa de la epidemia de gripe, y los médicos se vieron desbordados; no quedaba tiempo para el estudio. En el ámbito rural abundaba el trabajo, pero no los medios necesarios para el mejor desempeño de la Medicina, siendo la promoción sumamente difícil. Por eso mismo cualquier médico con inquietudes de superación procuraba venir a ejercer a la ciudad. Don Serafín Pierna ganó una plaza de médico de la Beneficencia Municipal de Salamanca. Desde el 5 de mayo de 1919 se anuncia en El Adelanto como doctor de “Enfermedades de la Matriz y de Medicina general”; consulta de once a trece horas, calle de la Rúa, nº 36.
El referido anuncio desapareció en septiembre de 1919. La razón era su marcha a Madrid para realizar el doctorado en la Universidad de Central, donde obtuvo el título de Doctor en Medicina y Cirugía el 5de febrero de 1920. De esta suerte, teniendo ya las condiciones requeridas, D. Serafín Pierna fue nombrado Profesor Auxiliar Temporal de la Facultad de Medicina de Salamanca4 en 1921, con la gratificación anual de 2.000 pts. Por entonces los nombramientos se hacían por cuatro años y se acostumbraba a prorrogarlos. Y, en efecto, su docencia fue prorrogada por cuatro años más en junio de 1925.
Ya antes, en 1922, fue encargado de la Cátedra de Higiene con prácticas de Bacteriología y Dermatología5, la que prácticamente venía desempeñando desde principios del curso6. La remuneración de este servicio suponía dos tercios del sueldo correspondiente al catedrático titular.
Hacer oposiciones ha significado siempre un duro esfuerzo, no sólo por la propia preparación que uno debe adquirir, sino también por la competencia que introducen los restantes opositores a las plazas convocadas. En aquella época se añadía una doble dificultad: que las oposiciones se realizaban en Madrid, y que se tardaba mucho tiempo en la conclusión de las mismas. D. Serafín presentó instancia para la provisión en turno de Auxiliares de la cátedra de Higiene, convocada en febrero de 1925. Dos años después, en febrero de 1927, marchó a Madrid para opositar a la cátedra de Higiene7. Y, finalmente, en febrero de 1929, en virtud de oposición, turno de Auxiliares, ganó la “Cátedra de Higiene con Prácticas de Bacteriología sanitaria”, obteniendo el número 1.
Pocos días después, en Salamanca le hicieron hasta cuatro homenajes para tributarle el merecido honor por su triunfo. El primero, los alumnos de sexto curso, asistiendo 74 comensales; el segundo, los compañeros y amigos en general. Se reunieron hasta 84 personas importantes en la ciudad y enviaron su adhesión otras 24. En los brindis primeramente le dedicó unos versos D. Fernando Íscar Peyra, y, seguidamente, el Dr. Cañizo dijo unas cariñosas palabras de felicitación. A ellos respondió D. Serafín expresando su agradecimiento y añadiendo lo que quizás sea la más acertada, pero humilde semblanza de sí mismo:
“Habéis oído los elogios que de mí se han hecho. No los creáis, porque miran mi obra a través del prisma de la amistad y del cariño. Para mí, es cierto, la vida profesional ha tenido momentos de verdadera amargura. Ha tenido espinas y asperezas, pero yo estos momentos los agradezco, porque la vida regalona no templa los espíritus y las voluntades”.
El tercer homenaje se lo dieron sus amistades del Casino de Salamanca, los componentes de la famosa tertulia ‘El Mosaico’. Finalmente se puede considerar un cuarto banquete, aunque compartido con otra finalidad. Fue éste el dado por tres nuevos médicos de la Beneficencia Municipal8, que obsequiaron con una cena íntima en la Hostería Vasca a los antiguos médicos de la Casa de Socorro, figurando en primer lugar el catedrático D. Serafín Pierna.
Desde 1929 hasta su muerte D. Serafín desempeñó la mencionada cátedra de Higiene General en la Facultad de Medicina de Salamanca. En 1932 también se hizo cargo de la cátedra de Microbiología Médica, en concepto de acumulada, y en tal desempeño siguió hasta 1944. En el curso siguiente, 1944-1945, en la Facultad de Medicina comenzó un nuevo Plan de Estudios, aunque él siguió impartiendo la cátedra de Higiene, además de seguir dando Microbiología y Parasitología, con carácter excepcional, a los alumnos del Plan antiguo. Por entonces, cambiando de nombre y de contenido, su cátedra titular pasó componerse de “Higiene, Sanidad, Microbiología y Parasitología”.
Aunque en los años cuarenta del siglo XX la economía española no estaba para gastos extraordinarios, durante cinco años sucesivos desde 1943 a 1948, en la Facultad de Medicina de Salamanca se impartió un Curso de Perfeccionamiento Médico Sanitario. Se organizó con la colaboración de la Jefatura Provincial de Sanidad y del Colegio Médico y asistieron al mismo 70 médicos. Intervinieron como profesores algunos intelectuales y los profesores más relevantes de la aludida Facultad, entre otros Fermín Querol, Alfredo Carrato, Miguel Moraza, Manuel Valdés, Fernando Cuadrado y, por supuesto, el Dr. Pierna, quien, en el curso II, trató El problema bacteriológico y clínico de la salmonelosis; y, en el curso III, Influencia, etiología, epidemiología y profilaxis.
Pero además, la cátedra de Microbiología y Parasitología, es decir la del doctor Pierna, organizó en 1946-47, un Cursillo de Parasitología, con sus correspondientes prácticas de laboratorio. En los cursos de doctorado de 1947-48, D. Serafín Pierna desarrolló el tema Enfermedades de los países cálidos. Además D. Serafín fue profesor de la Escuela de Trabajo desde su fundación, inaugurada en 1932.
D. Serafín Pierna vivió en una época en que no era fácil publicar. En 1927 La Gaceta Regional le publicó cinco artículos: El problema sanitario en Salamanca; el agua; la depuración bacteriológica; la inspección sanitaria las enfermedades infecciosas, y los alimentos. También se publicó su Oración Inaugural del Año Académico 1943-44: Los grandes conflictos sociales y su repercusión en el estado sanitario. En este Discurso él explica lo siguiente:
“No hay conflicto social alguno que no repercuta sobre la salud pública, que no se traduzca en un aumento de morbosidad y mortalidad inmediata de los individuos y en una degeneración más o menos perceptible de las generaciones. Son causas señaladas de muerte la carestía de la vida; la deficiente alimentación; la adulteración de los alimentos; la vivienda; el estraperlo9; el alcohol; y la moda. Sobre todas ellas las autoridades públicas y los particulares pueden hacer algo para disminuir sus efectos”.
Algo se venía haciendo en Salamanca, como él reclamaba, por ejemplo, el Instituto Provincial de Sanidad, en 1934 tan necesario y meritorio en la prevención de enfermedades, obra que había contado con el apoyo de D. Filiberto Villalobos, buen amigo de nuestro biografiado. El 29 de octubre del 1936 D. Serafín Pierna fue nombrado decano de la Facultad de Medicina10, cargo que desempeñó hasta el 21de agosto de 1939, en que puso la renuncia, alegando razones de salud. En abril de1953 es nombrado vicedecano de la referida Facultad11, y en este cargo se encontraba cuando falleció. También fue director muchos años de la Escuela de Trabajo. En septiembre de 1929 pasó a décima categoría en el escalafón. Paulatinamente fue ascendiendo en la misma, hasta llegar a la categoría tercera en febrero de 1955. Para curiosidad conviene añadir que el suelo anual en su comienzo era de 2.000 pts., y en su final de 44.000, habiendo llegado a la tercera categoría del escalafón. Se advierte claramente que la vida en España había subido desorbitadamente.
Para poder entender la vida de D. Serafín hay que ponerse en el contexto de su época, que corresponde aproximadamente a la primera mitad del siglo XX. En ese tiempo la vida en España cambió grandemente, y lógicamente también la Medicina. Cambiaron también los compañeros de profesión y hasta el círculo de amistades. De la Facultad de Medicina es preciso recordar que en los años veinte de la referida centuria era decano el eminentísimo D. Isidro Segovia, al que sucedió D. Arturo Núñez. Eran sus compañeros en la Facultad D. Prieto Carrasco, D. Godeardo Peralta, D. Julio Sánchez Salcedo, D. Andrés García Tejado, D. Adolfo Núñez, etc. Fuera de ese ámbito su amistad fue manifiesta con D. Miguel de Unamuno. Figuras tan sobresalientes ponían alto el listón para destacar en el conjunto. En 1931, siendo ya concejal, fue elegido por la Asamblea de sanitarios candidato a Diputado de las Cortes Constituyentes. Según sus palabras “Sólo con el orden es posible acometer las reformas necesarias. Libertad y respeto para todas las ideas que se deslicen por cauces jurídicos”12. A pesar de tan dignas ideas, aunque no obtuvo malos resultados, no salió elegido. Durante la guerra civil le fue concedido el grado de teniente médico, como sucedió con otros doctores.
Sobre D. Serafín ya va dicho que era sencillo, trabajador, excelente profesor, caballero de intachable conducta y honradez y sobre todo ‘bueno’.
Pero con todo lo dicho quizás alguien saque la impresión de que nos encontramos ante una persona introvertida, y de pocas relaciones sociales. Todo lo contrario. Él mismo en la Oración inaugural del curso 1943-44, después de hablar del consumo del alcohol y de las fiestas, se expresa así: “Nadie que me conozca podrá tacharme de puritano en la materia, pero del justo medio, donde se dice que radica la virtud al estado actual de cosas, media un abismo”. Baste recordar que en el Casino de Salamanca siendo secretario organizó a la perfección ciertas fiestas. De esta misma asociación fue vicecontador y, además, presidente desde el 26 de enero de 1930 al 29 de junio del mismo año.
También es destacable su afición al deporte, concretamente al futbol, siendo frecuente que algunas tardes realizase un paseo desde su domicilio, próximo a la avenida de Portugal, hasta el campo del Calvario para ver jugar a la Unión Deportiva de Salamanca.
A pesar de ser un hombre fornido, de vida moderada, en el verano de 1954 D. Serafín Pierna ya estaba tan enfermo que tuvo que dejar el ejercicio de su profesión. Falleció un año después, el 31 de julio de1955, a los 67 años de edad. El mismo año habían muerto sus amigos los doctores D. Filiberto Villalobos y D. Inicial Barahona. Los tópicos de siempre en este caso se hacían realidad: La Medicina de Salamanca sufría una ‘sensible pérdida’. La cátedra de Higiene de la Facultad de Medicina pasó a ser desempeñada por el profesor Adjunto D. Luis Díaz Martín, precisamente su hijo político. De esta suerte el Departamento de Higiene y Microbiología podía tener más viva la memoria del finado. En nuestros días aún hay algunas personas que lo recuerdan perfectamente. No caer en olvido es otro mérito.
A) Expediente profesional, conservado en el Archivo Universitario.
B) Periódicos El Adelanto y La Gaceta Regional .
C) D. María del Pilar Pierna Díaz, nieta de D. Serafín.
D) D. Ángel Zamanillo Encinas, doctor, ex presidente del Colegio de Médicos y otros títulos.
E) Memorias de los cursos y actividades docentes de la Universidad de Salamanca.
Agradezco sinceramente la aportación valiosa de ambos informantes.
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