Por Ramón Martín Rodrigo
Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia
Este señor, viudo de Elvira García, se casó en segundas nupcias con Candelas Muñoz, hija de Tomás Muñoz y de María González, vecino de Hervás, fabricantes de paños finos, como otros de apellido Muñoz, muy representativos de esta industria en Béjar de los que eran familia. Este matrimonio tuvo tres hijos: Eusebio, Elvira y Candelas, todos nacidos en Salvatierra. El matrimonio había reunido una gran propiedad y una casa solariega en Salvatierra, pero también compró una casa en Salamanca con vistas precisamente al estudio de su hijo. Veremos, pues que Eusebio Díaz, el médico del que vamos a seguir hablando llevaba ascendencia de nobles como los Collantes y Díaz, y de personas económicamente poderosas como los Muñoz. Nada extrañara que llegue a ser dueño dos grandes fincas: Aldea gordo, y El Soto (de Aldeatejada). Ya tenemos una buena condición para poder sufragar una carrera larga y costosa. Las otras condiciones serán la inteligencia y a la aplicación, y ambas a nuestro médico no le faltaron
D. Eusebio Díaz Muñoz Nació en Salvatierra de Tormes (Salamanca) circa de 1887. Presumiblemente estudio el bachiller en Salamanca, y luego estudio Medicina en la Facultad de Medicina de esta ciudad. Acabaría su carrera hacia 1908 o poco antes de ese año (foto 3ª), puesto que El Adelanto dice con fecha 22 de julio de julio de 1908 lo siguiente: “Ha salido para Salvatierra, acompañado de su madre y hermana el joven médico don Eusebio Díaz Muñoz”. Por entonces ya había muerto su padre.
El 1 de enero de enero de 1909, el referido periódico, precisa: “Ha salido para Madrid para continuar sus estudios el joven médico, don Eusebio”. Allí lógicamente estaría todo ese curso, pues la noticia del regreso de la capital de España aparece a primeros de junio del aludido año y en el mencionado medio de información. Como consta claramente que se hizo especialista en Dermatología, es de suponer que su tesis doctoral trataría de esa temática o de las enfermedades venéreas que por lo general iban unidas en los estudios y en la especialidad
Pocos escritos se conocen de él, pero algún gusanillo debió de tener por la escritura, dado que en 21 de agosto de 1912 publica un artículo titulado La Canción de la Tarde, que firma en Salvatierra. Por entonces o no mucho más tarde debió establecerse en Salamanca como especialista. Y como hemos dicho que el gusto por la política iba en sus venas, se presentó a concejal del Ayuntamiento de Salamanca, y salió elegido. Y como concejal sale citado en la prensa en alguna que otra ocasión, por ejemplo, el día 9 de mayo de 1917, cuando el Sr. Diez Solano, alcalde de Salamanca, fue obsequiado por sus amigos íntimos con un banquete en el Hotel del Comercio al alcalde de Salamanca, estando entre los asistentes el mencionado Dr. D. Eusebio Díaz y también el doctor don Manuel Mondelo. En marzo de 1924, de marzo seguía de concejal en el Ayuntamiento de Salamanca, lo que significa que había sido elegido para el cargo más de una vez
D. Eusebio Díaz Muñoz se casó con María Reina, pariente del general Reina, de cuyo matrimonio nació una hija, cuyo bautizo, estando recién nacida, se verificó el 21 de junio de 1918, y se puso por nombre Candelas, que moría pronto. Esto hay que decir que probablemente se casaría en 1917. Posteriormente nacieron María Elvira, que aún vive, Candelas y Sara.
D. Eusebio Muñoz asistió en abril de1919 asistió al I Congreso Nacional de Medicina celebrado en Madrid, al que fueron médicos eminentes fueron de toda España, lo que da lugar para ver cómo en Salamanca ya tenía prestigio y nombradía.
En enero de 1923 se anuncia en la prensa local como especialista en enfermedades de la piel y venéreas. Su consulta se hallaba en la Avenida de Mirat nº 8. y las horas de consulta eran de 10 a 13.
Como detalles curiosos cabe señalar que alguna vez salió para El Castañar de Béjar, para pasar en lugar más fresco los de calos; que e 8 de mayo de 1923 apadrinó a una sobrina de los señores Reina- Pimentel; y que era muy aficionado a los toros, y finalmente que en 1924 estuvo bastante enferma su mujer, aunque logró recuperarse.
No nos consta por qué motivo había ido a Madrid y estaba trabajando con un eminente doctor, que quería que fuera su ayudante, (acaso ya lo era), pero lo cierto es que en 1936, poco antes de que estallara la guerra civil, se vino a Salamanca, y afortunadamente se libró de los peligros y privaciones que habría tenido que experimentar en la capital de España. Tampoco sabemos, de momento, si como es de suponer, fue militarizado, pero pude afirmarse sin riesgo de cometer error, porque estando en Salamanca, y con una especialidad como la suya, tan útil para los soldados, no se pudo librar de ser llamado para trabajar en el frente o en los hospitales.
Y lo que desde luego resulta muy llamativo es que dejando la especialidad, y la promoción que por esa parte pudiera lograr, acaba la guerra se fue de médico a un pueblo, Aldeatejada, y en él ejerció hasta su jubilación, a fines del los cincuenta del siglo XX. No todos los pueblos pequeños tienen la suerte de tener un médico excelente.
Murió circa de 1979.
Hasta aquí esta breve semblanza, no biografía, porque ese estudio amplio que aún falta, queda pendiente en mi ánimo para completar algún día con más tiempo, tanto los datos académicos como los de su hoja de servicios. Ciertas urgencias veraniegas me han impedido hacerlo ahora. Debo muchos datos de los arriba expuestos, y las tres fotografías a sor Candelas Sánchez Díaz, licenciada y monja jesuitina, que amablemente me los ha comunicado y me ha cedido las fotos. Ella las tiene incluidas en un bonito trabajo publicado con el título de Semblanzas de la Madre Candelas Díaz Muñoz. Se lo agradezco muy sinceramente, porque solamente estas fotos valen por sí solas una enormidad. Valen por lo antiguas que son, por lo bien conservadas que están y por lo que dejan ver y transmiten. Cualquier cita de estas fotos debe referirse a sor Candelas y el uso de estas fotos debería ser autorizado por la misma. Así lo deseo y lo ruego.
Cualquiera que se fije en el apellido de este médico, comprenderá de inmediato que no es de origen salmantino. Como otros mucho vino a estudiar Medicina a la Universidad de Salamanca.
Las Notas de Sociedad, página 2 del día 9 de abril de 1917 de El Adelanto dicen “: Se ha matriculado en el ejercicio de su profesión el joven doctor en Medicina, D. Emilio Firmat. Recién salido de las aulas de la Facultad, donde cursó estudios con un aprovechamiento brillantísimo y dotado de una clarividencia intelectual nada común, ha de reputarse muy pronto como uno de nuestros más afamados facultativos. Discípulo predilecto del Dr. Nogueras, ha aprendido de su preclaro maestro la competencia admirable de su prodigiosa técnica operatoria. Nosotros auguramos a D. Emilio Firmat numerosos éxitos en su profesión y le deseamos prosperidad en el ejercicio de de ella.”
D. Emilio Firmat fue uno de los médicos de la Policlínica de la que formaban parte Adolfo Núñez, Vicente Gaite; Monge y él. cuyo anuncio aparece con frecuencia en la prensa local, por ejemplo n 1919, el 13 de octubre de 1919. Y dice así: “Policlínica Medico Quirúrgica Dr. Riesco 70, consulta de 11 a 14. Dr. Firmat, Gaite, Monge Y Núñez”
Probablemente no se quedó solamente en el ejercicio de la medicina practica, sino que siguió estudiando hasta conseguir otra especialidad, En 1923 se anuncia así: “Enfermedades de la Infancia. Plaza Mayor, 35”
Don Emilio Firmat, como otros médicos, como don Julio Pérez Martín, por ejemplo, también se metió en política. Des de 1932, sigue a Acción Republicana y campaña a don Tomás Marcos Escribano. El 28 de marzo de 1933 se ve su foto en un mitin del mencionado partido. Durante la Segunda República es de una de las figuras de relieve en Salamanca. Su foto vuelve a aparecer el 28 de junio de 1933, y en una foto colectiva sale el 30 de junio de 1933 en El Adelanto.
En 1934 figura como Médico de la Beneficencia, en la relación que hace Juan Vicente Tapia lo que significa que ha sacado las oposiciones a la citada plaza. Durante la guerra continuó en Salamanca. En 1938, en la guía Fag, figura como especialista de niños
Don Emilio murió el 21 de agosto de 1966. La prensa local ofreció su foto y la de su entierro. La Necrológica de La Gaceta Regional, puesta el martes 23 dice así:
“El domingo día 21 falleció cristianamente en nuestra ciudad don Emilio Firmat Cimiano, prestigioso médico y hombre de acusada personalidad, que deja en Salamanca el recuerdo de las grandes cualidades que le adornaban. La noticia de la muerte del doctor Firmat, al divulgarse por la ciudad, produjo hondísimo pesar en todos los círculos sociales. Toda Salamanca conocía a don Emilio Firmat. Su prestigio como médico, tras una labor constante de muchos años, era reconocido y admirado por todos. Su cualidad humana, hecha campechanía, de inteligencia clara, de una capacidad lúcida para la comprensión y tolerancia, de don de gentes, le valió la consideración más distinguida, el afecto incondicional de cuantas personas le trataron.
Dentro de la vida salmantina en lo que va de siglo don Emilio Firmat ocupó un puesto destacado, y esto sólo gracias a su indudable personalidad y a una bondad espontánea, fruto de un auténtico conocimiento del hombre, de sus venturas y debilidades, que le indujo a practicar el bien con largueza y a sentir constantemente el culto a la amistad.
Para los periodistas salmantinos don Emilio Firmat no sólo fue el médico que en la rama de pediatría dejó constancia de su alta condición profesional, sino el amigo, el hombre cordialísimo, profundamente sencillo, y, repetimos, hondamente humano. Es para nosotros, pues, una pérdida muy sentida como los será para innumerables salmantinos.
El acto del sepelio, que tuvo lugar en la tarde de ayer, constituyó una sentida manifestación de duelo, sumándose al mismo personas de todas las clases sociales.
Por su parte la necrológica de El Adelanto, aunque coincidiendo en bastantes de las ideas del anterior periódico añade otros detalles:
“Desde que se creó la Asociación de la Prensa, don Emilio estaba en su cuadro médico. Poco podemos decir de esa vinculación que no esté en los sentimientos de la familia periodística. En la intimidad de los hogares, en los que quedó la gratitud y el reconocimiento por las constantes atenciones, y el recuerdo de los que, siendo niños, hoy son hombres y saben por esa transmisión de los afectos, del cariño, el respeto y la admiración que en todos supo crear el hombre que acaba de morir.
Pero esto no es un caso ni una condición. La labor profesional y humana del doctor don Emilio Firmat Cimiano es igual y bien conocida por los salmantinos. Médico por vocación, que se hizo entrega, ejerció con el máximo saber la Pediatría, pero también la bondad, el trato cariñoso, la afabilidad y el interés que trascendía a todas las esferas sociales y más concretamente a las modestas, que, además de una asistencia, siempre abnegada y competente, reunía otros ejemplos de caridad y de amor.
Estaría resumida la obra que deja tras de sí don Emilio Firmat, en lo que tan intensa y fervorosamente supo sentir, como es la profesión. Pero son muchas las virtudes y cualidades, que necesitarían de una mayor extensión. Entre ellas, la de caballero, las de amigo, las de salmantino y, sobre todas, las del hombre bueno. El más exigente concepto de la bondad tiene perfecta y definida manifestación en don Emilio Firmat Cimiano. Pocos como él hicieron culto de la amistad y del bien, mientras que su espíritu abierto a las causas más justas y nobles fueron testimonio de sus preocupaciones, en todos los órdenes de la vida.
Indefectiblemente, por los recuerdos y por las emociones, hemos de volver a su vinculación con nosotros los periodistas. Cuando se jubiló la Asociación de la Prensa pretendió tributarle el merecido homenaje. No quiso otro que el de la continuidad en el cuadro médico, como decano. Hasta que este momento triste, doloroso, en que ha pasado al reino de las sombras, para unirse a otros beneméritos hombres que dejaron huella en el corazón y en los sentimientos de los periodistas
La noticia de la muerte del doctor don Emilio Firmat Cimiano, de cuya enfermedad se tenía conocimiento en la ciudad y especialmente de la gravedad en la tarde del domingo, causó general sentimiento. Su fortaleza y su espíritu, que vencieron otras crisis, no han podido ahora. Los piadosos actos del funeral y entierro que tuvieron lugar en la tarde de ayer fueron testimonio de los afectos, de las amistades y del profundo cariño que se guardaban al doctor Firmat.
«Descanse en paz el muy querido amigo y noble caballero y sean estas modestas líneas, escritas bajo la tremenda impresión de su muerte, homenaje a su memoria y pésame muy sentido a sus hermanos don José y doña Patrocinio; hermano político don Nicolás Albertos; sobrinos don José, doña Dolores y doña Carmen Firmat Maldonado, y doña María Lourdes Albertos Firmat; sobrina política doña Ángeles Matilla y demás estimada familia”.
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