Por M. Puertas
En este número nos vamos a remontar un poco más atrás para recuperar la memoria de una de las figuras más singulares y sugestivas de la Medicina española del siglo XIX: Anastasio García López (Ledaña (Cuenca),1821-Sevilla, 1897).
Aunque no nació en Salamanca, su presencia aquí está justificada si tenemos en cuenta que durante 26 años fue el director médico del afamado Balneario de Ledesma, sobre el que dejó importantes referencias bibliográficas. Además, fue catedrático de la Universidad Libre de Salamanca y aquí escribió algunas de sus obras más importantes, con relevancia en toda Europa.
Su singularidad en la medicina nacional del XIX no tiene que ver únicamente con el importante papel que jugó en la consolidación de la hidrología médica española, sino también con sus múltiples facetas de novelista, médico homeópata, espiritista y activo republicano federal. Su triple dedicación a la medicina homeopática, a la hidrología médica y al espiritismo otorgarán a su vida, según Agustín Albarracín, un carácter polémico que le llevaría a no pocos enfrentamientos a lo largo de su extensa carrera (2).
Desde joven, según el mismo autor, va a destacar en su personalidad “el triple afán de reformar la medicina y la sociedad, incorporar a la ciencia el espíritu científico que por entonces imperaba en Europa y soñar un mundo más justo, en un intento utópico de llevar aquella reforma hasta sus límites más inverosímiles” (2).
Nació en 1821 en Ledaña (Cuenca). Pronto se trasladó a Murcia, en cuyo Seminario cursa 1º y 2º de Filosofía, y el 3º en el Instituto. Prosiguió en Madrid los estudios de Medicina (se licenció en 1848) y Filosofía y Letras. El grado de doctor, sin embargo, no lo obtendría hasta 1870 en la Escuela Libre de Medicina de la Universidad de Salamanca.
Sus primeros años de ejercicio profesional transcurrieron como médico titular en distintas provincias. Inauguró su carrera como cirujano titular de Aragoncillo (Guadalajara), y fue sucesivamente subdelegado de Sanidad de Ávila (1849), titular y subdelegado de Navalmoral de la Mata (Cáceres) (1850) (4). En 1857 obtuvo por oposición una plaza de médico en el Hospital Provincial de Soria y un año más tarde tomó parte en Madrid en las oposiciones a médicos-directores de aguas y baños minerales, logrando plaza como titular en 1859 con destino en Segura de Aragón (Teruel). Allí comienza a desarrollar una intensa actividad, descubriendo incluso un manantial antes ignorado (1).
Ya por entonces inicia en Madrid una importante tarea médica y de publicaciones. También entra en contacto con la Sociedad Hahnemanniana Matritense. En esta época tendrá que hacer frente a sus primeros problemas por su condición de homeópata. Fue criticado, por ejemplo, por la breve interinidad que desarrolló al frente del Balneario de Panticosa. Hasta la propia Academia de Medicina -que años más tarde le iba a premiar- puso en duda la posibilidad de actuación en plazas médicas oficiales de médicos con criterios homeopáticos. Él se defendió asegurando que sólo trataba homeopáticamente a los enfermos que así lo querían (1).
Desde muy pronto se preocupó por que su trabajo médico respondiera a estrictos criterios científicos, pero sin renunciar a una concepción de la actividad de las aguas minerales asentada en su condición de homeópata (1). Ya en estos primeros años de ejercicio fueron continuas sus publicaciones en revistas y sus presentaciones científicas en congresos. En1867 aparece su Mapa balneario de España.
En 1868 es nombrado director médico de los baños de Ledesma (Salamanca), cargo en el que va a permanecer 26 años, durante los que llevará a cabo una importantísima labor de todo tipo. La cátedra de Fisiología e Higiene de la Universidad de Salamanca sólo le duraría de1869 a 1871, ya que tuvo que renunciar a ella por no querer jurar fidelidad, como se exigía, a Amadeo Saboya (4).
El Balneario de Ledesma, de primera categoría, estaba abierto desde el 15 de mayo hasta finales de septiembre. Por tanto, García López traslada su residencia a Salamanca y de inmediato publica el artículo “Del tratamiento de las parálisis con las aguas minerales de Ledesma”, seguido meses después por un grueso volumen de 548 páginas: “Aguas minerales. Tratado de Hidrología Médica con la guía del bañista y el mapa balneario de España”, publicado en Madrid en 1869. En esta obra ya hace alusión explícita a las relaciones entre la hidrología y la homeopatía (1).
Su tarea publicista alcanza el culmen en1875 con su obra magna, editada en Salamanca en dos volúmenes, bajo el largo título: Hidrología Médica con nociones de hidrografía, geografía, geología y climatoterapia; el estudio de los efectos fisiológicos y terapéuticos de las aguas minerales; de la patología y de los diferentes modos de aplicación de los medicamentos hidrológicos; propiedades físicas, químicas y medicinales de las aguas minerales de España y el mapa balneario, con noticias de las más importantes del extranjero. La obra tiene 698 páginas en su primer volumen y de 670 en el segundo.
Pronto se revelará, según Cristina y Agustín Albarracín, como un libro excepcional y completísimo frente a los tratados de Hidrología Médica, entonces en uso. Constituye, dicen los mismos autores, “una verdadera enciclopedia”, que pronto va a ser premiada en la Exposición Internacional de París (1877), en la Exposición de Minería de Madrid (1883) y en la Internacional de Barcelona (1888). Incluso la Real Academia de Medicina, que, como ya se ha dicho, no transigía con la homeopatía, le concede el Premio Pedro María Rubio en 1877, decisión no exenta de polémica (1 y 3).
En su obra magna, García López vuelve a dejar constancia de su fe homeopática, señalando “la necesidad de estudiar individualmente la acción de las aguas minerales en individuos sanos, lo mismo que hace la homeopatía con sus remedios, estableciendo previamente su patogenesias” (1).
Su tarea bibliográfica no concluye aquí, sino que consciente de que la gran obra no iba destinada al público general, en 1876 publica una Guía del bañista o Compendio de Hidrología Médica para uso de los enfermos. En ediciones sucesivas vería la luz su folleto El Indispensable para los bañistas de Ledesma (con varias ediciones), seguida en 1884 de un libro de263 páginas, Monografía de las aguas y baños minerales de Ledesma y en 1889 de la 2ª edición de su Tratado de Hidrología Médica de 1875 (1).
Su tarea no acaba en las múltiples publicaciones, sino que también fue clave su participación en la fundación y desarrollo de la Sociedad Española de Hidrología Médica, de la que llegó a ser presidente.
En 1876 propuso la constitución de la Sociedad a un grupo de directores médicos de baños. Su idea se hizo realidad un año más tarde. En 1881 es nombrado vicepresidente segundo, en 1883 vicepresidente primero, a la vez que continúa sus publicaciones.
Tras un periodo de cinco años fuera de la Directiva, en 1891, la Sociedad Española de Hidrología Médica le nombra su presidente. “Se da en él el caso insólito de que a lo largo de su existencia ostentó, a veces simultáneamente, la presidencia de las Sociedades Hahnemanniana Matritense, Espiritista Española y Española de Hidrología Médica” (2), muestra evidente de sus diversos talentos y de su dedicación real a las tareas que se le encomendaran (1).
En 1894 declina el cargo de presidente de la Sociedad y abandona el balneario de Ledesma que dirigía desde 1868, “probablemente con el dolor de despedirse de lo que ya formaba parte de su vida” (1), y busca la tranquilidad de Alhama de Aragón; un año más tarde pasa a Archena (Murcia), aunque permuta la plaza por la de Betelú. Se sabe que en 1890 vivía en Madrid con su segunda esposa, Victoria García Miguel, natural de Lumbrales (Salamanca). El 1de mayo de 1897 fallece en Sevilla, donde vivía con una hija, a los 76 años de edad, víctima de una fiebre infecciosa palúdica. Desde 1895 ocupaba el número 1 del escalafón” (1).
En sus últimos años compatibilizó las tareas homeopáticas e hidrológicas con una empresa editorial que tiene a su cargo la reedición de algunas de sus obras. Además, en 1868 había adquirido las Salinas de Ribas de Saelices (Guadalajara), que luego cedería a una sociedad familiar integrada por sus hijos, que las mantuvieron hasta principios del XX.
De su faceta política, se recuerda que fue elegido diputado a Cortes por Almazán (Soria) en 1873 (4).
Siete años de práctica de la medicina tradicional, según la biografía que de él se publica en la web de la Fundación Instituto Homeopático y Hospital de San José (4), fueron bastantes para engendrar en su ánimo el desencanto de los éxitos que soñara obtener, así como una neuralgia que en vano trató de combatir y de curar en una de sus pacientes con los medios ordinarios. “Conocedor del nuevo método de Hahnemann, ensayó en aquella enfermedad rebelde los principios indicados, consiguiendo con satisfacción y sorpresa la curación de aquel mal que había resistido a su pericia en los tratamientos más recomendados”, relata la misma fuente (4).
Desde entonces, año 1855, dedicó su talento y sus afanes a ensanchar sus conocimientos del método homeopático, dirigiendo su investigación no sólo a los principios fundamentales de esta escuela esencialmente vitalista, sino también a la materia médica de Hahnemann. El Hospital de Soria fue para él y parala doctrina Hahnemanniana fecundo manantial de éxitos.
Secretario general, y años más tarde Presidente, de la Sociedad Hahnemanniana Matritense, fue también redactor de El Criterio Médico, órgano oficial de la citada Sociedad.
En Salamanca, por el año 1869, y siendo catedrático numerario de Fisiología e Higiene, solicitó local y autorización para explicar el primer curso libre en España de la doctrina homeopática. Sus Lecciones de Homeopatía fueron un verdadero acontecimiento; se copiaron taquigráficamente y se publicaron después en El Criterio Médico en hojas separadas y se agotaron (4).
En 1872 se le encargó que formulara el proyecto de Fundación de un hospital homeopático, que se materializó en la Fundación Instituto Homeopático y Hospital de San José (Madrid), llevada a término por el Marqués de Núñez. Nombrado catedrático y patrono al inaugurarse en1878 dicho centro, García López explicó sus lecciones de homeopatía en varios cursos.
También por iniciativa suya acabó instituyéndose la Academia Médico-Homeopática de Barcelona, a cuyo frente aparece la figura del doctor Sanllehy.
García López fue un propagador infatigable de sus propios convencimientos tanto en medicina como en filosofía y en política, defendiendo con tesón y con valor sus ideales en cuantas ocasiones tuvo para ello (renuncia a su cátedra en Salamanca por exigírsele un juramento contrario a sus convicciones) (4).
Obtuvo la Cruz de Carlos III, la de primera clase de Beneficencia y la blanca de primera clase de los Caballeros de Italia. Fue teniente gran comendador del Grande Oriente Nacional de España, fundador del periódico El Criterio Espiritista y presidente de la Sociedad, también espiritista, La Fraternidad Universal, socio de honor y mérito de la Academia Médico-Quirúrgica Española, miembro de la Sociedad francesa de Higiene, y ocupó la secretaría general de la extinguida Academia de Esculapio en 1844, cuando aún era estudiante.
Datos recogidos en:
1. ALBARRACÍN SERRA, C. y ALBARRACÍN TEULÓN, A. (1992): “Grandes figuras de la Hidrología Médica española: La obra de Anastasio García López”, Bol. Soc. Esp. Hidrol. Med. (1992), vol. VII, nº 2 (pp. 105-108).
2. ALBARRACÍN TEULÓN, A. (1989): “Conferencias sobre cosmología, antropología y sociología bajo el criterio espiritualista científico del doctor Anastasio García López”, Revista Asclepio, vol. XLI-2-1989 (pp. 86-91).
3. ALBARRACÍN TEULÓN, A. (1991): “El premio de 1877 y la Homeopatía. Una polémica en la Academia”, Anales de la Real Academia (1991), tomo CVIII, cuaderno segundo (pp.445-456).4. “Homenaje al doctor Anastasio García López en el centenario de su fallecimiento, Madrid, 26-9-1997”, http://home-oint.org/ site/sanjose/garcialopez.html.
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