Desde mi clínica quirúrgica de la misma plaza veía continuamente esta obra, que contemplé desde todos los puntos de vista, bien desde las ventanas de mi consulta o durante las miles de veces que aparqué el coche delante de ella. La vi y la gocé a todas las luces del día y de las estaciones. El verdadero cariño que hacia esta obra se desprende de mis palabras tiene que ver con su autor, un escultor al que yo conocí casi en plena adolescencia y que ya por entonces me parecía un futuro valor para la escultura salmantina.
Si en nuestros días viviera don Inicial Barahona, estaría muy contento al ver promulgada y, además en buena medida cumplida, la reciente y tan nombrada medida legislativa: “No se permite fumar en sitios públicos”. Él, que para acortar un discurso conforme lo preceptuado, hizo suyo el conocido aforismo: “La ley es dura, pero es la ley”, estaría muy de acuerdo con la actual Ley Antitabaco, que aunque a muchos les cueste, deben cumplirla, porque el tabaco es muy perjudicial para la salud propia y para la ajena, cuestión que don Inicial ya dejó expuesta y demostrada hace ochenta y cinco años.
La profesora Teresa Santander leyó su discurso de ingreso en el Centro de Estudios Salmantinos en 1993.
Noventa primaveras – ya camino de la 91- dan para mucho. Así se desprende de esta entrevista en la que Ángel Zamanillo, testigo directo de grandes acontecimientos de la historia reciente de España, relata la vida de alguien al que la guerra le retrasó el sueño de ser médico, que después cumpliría con creces. Además de uno de los padres del Seguro Obligatorio de Enfermedad en Salamanca, ha dirigido instituciones como el Colegio de Médicos o el Consejo Social de la Universidad, sin olvidar que es uno de los firmantes de la Constitución española, en cuyo nacimiento participó como senador constituyente.