“Lo que el niño quiere es, más que nada, atención, cariño, tiempo. Y tiempo, precisamente, es lo que no hay”
“Las parejas españolas llevan tiempo sin creer que los hijos llegan con un pan debajo del brazo, como solía decirse”
Parece, Camilo, que te entiendes mejor con tu madre que con tu padre. Eso, al menos, me dicen y, en el fondo significa que con tu padre no te entiendes. Yo no me entendí con ninguno de los dos. Me acoracé frente a ellos. Aunque debí suponer que mi padre, con una especial rigidez, pretendía ocultar su predilección, nos pasamos la vida jugando al escondite. Hasta que fue demasiado tarde. Porque, yo creo, que no se trata de sentimientos –es insólito que un hijo no quiera a su padre, o viceversa-, sino de su expresión. Los sentimientos no están hechos para manifestarse “in artículo mortis”, sino para teñir las relaciones de quienes los poseen. Pero los seres humanos solemos ser muy torpes. Por no exteriorizarnos vamos de malentendido en malentendido.