Día del Padre

“Lo que el niño quiere es, más que nada, atención, cariño, tiempo. Y tiempo, precisamente, es lo que no hay”

Por Saturnino GARCÍA LORENZO
Doctor en Medicina

La historia de esos cuatro adolescentes fugados días pasados y encontrados en un país vecino, tras una correría de kilómetros y en coche robado, es en realidad la historia de la educación en nuestros días. Mejor dicho, de la falta de educación, pues cuanto se refiere a ella es un completo fracaso, y que no se sientan aludidos los padres de estos hijos, porque representan tan solo a miles de padres españoles en situación semejante. A todos ellos, a todos nosotros, se nos pueden escapar los hijos cualquier día. En realidad, se nos escapan las noches de todos los viernes, sin saber qué hacer.

Siempre se han escapado niños y niñas de casa. Lo nuevo es que antes se marchaban porque se les trataba mal, y ahora se largan porque se les trata demasiado bien. Se aburren. Saben, además, que cuando vuelvan no les va a pasar nada.

La segunda gran novedad en este campo es el completo desconocimiento que la mayoría de los padres de hoy tenemos de nuestros hijos. Los padres estamos demasiado ocupados en proporcionar a nuestros hijos lo que quieran como para poder ocuparnos de ellos. Piensan que su deber está en satisfacer todos sus caprichos, tal vez porque ellos no pudieron cumplir ninguno. Y ese es un gravísimo error, como nos dicen todos los psicólogos infantiles. Lo que el niño quiere es, más que nada, atención, cariño, tiempo. Y tiempo precisamente es lo que no hay, ante lo que el niño se rebela.

La rebelión infantil –leemos en una revista norteamericana especializada- no es, en la mayoría de los casos, más que una forma de llamar la atención. De ahí que esos padres generosísimos que dan cincuenta o cien euros los nes de semana a sus hijos para que se los gasten con los amigos no es que les estén acostumbrando mal, es que se los están quitando de encima. Y eso el chico o la chica lo nota. Niñez y adolescencia son edades tremendamente inseguras. Es cuando se va descubriendo el mundo y no se conocen aún sus fronteras. Ahí puede estar el origen de todo.

Delegar en la escuela

Los padres de hoy suelen delegar en la escuela la educación de sus hijos, cuando en la escuela actual, todo lo más, se instruye, pero no se educa. Los castigos que se pueden imponer, incluso las malas notas, son recusadas inmediatamente por la mayoría de los padres, que echarán las culpas a cualquiera antes que a sus hijos. Y, sin embargo, insisten en que en la escuela se les eduque.

Lo más grave es cuando dejan la labor de educación a la televisión porque, como estamos viendo, más que una educación la televisión ejerce una labor deseducadora. Hay niños que están ante ella más tiempo que en la escuela y, desde luego, más tiempo que con los padres. No hay diálogo, no hay conocimiento mutuo y no debe extrañar que casi no se conozcan.

Se pierde la familia, se pierde el barrio, se pierde la ciudad, incluso. ¿Qué se puede hacer? Diré sinceramente que no lo sé, pero pienso que un poco de educación de los padres previa a la educación de los hijos no estaría nada mal.

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