Sanitarios salmantinos masones (I)

Por Jesús Málaga

“El 9 de noviembre de 2023 entraba en el Centro de Estudios Salmantinos la Dra. María José Turrión, quien fuera directora del Centro de la Memoria Histórica, a la que tuve el honor de contestar tras su documentado discurso sobre las mujeres masonas salmantinas. Fue allí donde me surgió la pregunta de si sería posible indagar en la identidad de los médicos que fueron miembros de las logias masónicas de Salamanca capital y su provincia”

El antiguo Colegio de San Ambrosio, en la calle Gibraltar, sede del Centro Documental de la Memoria Histórica, alberga el Museo de la Masonería. / FOTO: Turismo de Castilla y León

En Morille, pueblo de la provincia de Salamanca situado a 18 kilómetros al sur de la capital, se celebra todos los años, coincidiendo con la festividad de la comunidad autónoma de Castilla y León, una feria en la que los vecinos representan la revuelta comunera y la derrota de Villalar. Sus tierras y caserío pertenecieron a una de las ramas de la familia Maldonado, conocidos como los Maldonado de Morille, cuya casa solariega acoge hoy la Casa del Brasil, en la plaza de San Benito de Salamanca, y en el pueblo, una casona de labor que perteneció a la familia, desde hace tiempo habitada y totalmente recuperada. Dentro de los actos que se programan todos los años destaca la ofrenda floral en la sepultura del capitán que fuera de las tropas salmantinas en aquel grave conflicto, don Pedro Maldonado Pimentel, en la Capilla de Talavera de la Catedral Vieja, donde también reposan los restos de su abuelo, fundador del oratorio; en una vitrina se puede contemplar la bandera estandarte de los comuneros salmantinos. Previamente a la ofrenda, los vecinos del pueblo y cuantos salmantinos capitalinos quieren añadirse se trasladan a Salamanca para realizar un paseo comunero por la ciudad que varía cada año. En 2023 fue por el barrio judío, y en 2024 será por los lugares donde tuvo sus logias y templos la masonería salmantina. El interés de los masones por los comuneros se demuestra en que una logia y un capítulo llevaron por nombre Comuneros y otro capítulo Villalar.

He sido el encargado de dirigir los desplazamientos por la ciudad en sus quince ediciones; para preparar el recorrido masón de este año he consultado los trabajos de Luis P. Martín-Martínez: su libro publicado por la Universidad de Salamanca y la Junta de Castilla y León en 1989 titulado La Masonería en Salamanca a finales del siglo XIX, y sus artículos, La otra cara de la Guerra Civil: la represión de la masonería salmantina, recogido en la Revista de Estudios de la Diputación en 1997, y, por supuesto, sus otros escritos insertados en el mismo medio, Textos y Documentos de la Masonería Castellano-Leonesa (Siglos XIX y XX). Notas para su interpretación e Introducción al Estudio de la Masonería Salmantina en el siglo XX. A estas aportaciones cabe añadir la contribución de Julio Martínez García, que en la misma revista provincial escribió sobre La musealización del tema masónico: el caso del Centro Documental de la Memoria Histórica (CDMH) de Salamanca.

El 9 de noviembre de 2023 entraba en el Centro de Estudios Salmantinos la que fuera directora del Centro de la Memoria Histórica, hoy jubilada y dedicada a la investigación masónica, la doctora María José Turrión, a la que tuve el honor de contestar a su documentado discurso sobre las mujeres masonas salmantinas. Fue allí donde me surgió la pregunta de si sería posible o no indagar sobre la identidad de los médicos que fueron miembros de las logias masónicas de Salamanca capital y su provincia. A ese listado se podrían unir otros profesionales sanitarios, como farmacéuticos, veterinarios y practicantes.

En el Centro Documental de la Memoria Histórica puede visitarse la recreación de una logia masónica en la que es posible contemplar muebles y todo tipo de objetos originales incautados a los masones durante la Guerra Civil. / FOTO: Turismo de Castilla y León

Para documentar este artículo he repasado la profesión de los masones, logia a logia, comenzando por las más antiguas que habían iniciado su actividad a finales del siglo XIX. La logia La Igualdad de Salamanca estuvo en activo desde 1871 hasta 1880. Fue la primera de la provincia de Salamanca, y perteneció en sus primeros años a la obediencia del Gran Oriente Ibérico. Se acogió a la apertura surgida en el Sexenio Democrático, que estableció libertad de culto, pensamiento y reunión. Al repasar el cuadro de hermanos, aparece el primer médico masón salmantino, Policarpo de Gándara, de 47 años, casado, natural y vecino de Salamanca, con el grado 3º y que ejercía el cargo de Primer Vigilante en la logia. La Igualdad tenía pocos miembros, más casados que solteros y 38 años de edad media. En el listado del Cuadro Lógico de 1879, el número de miembros ascendía a 21, la mayoría profesionales liberales y empleados con cargos importantes. Al contar con masones suficientes de grado superior, formaron una Respetable Logia Capitular. Entre los componentes de la logia en 1872 había cinco abogados, cuatro empleados y dos conocidos propietarios, Mariano Cáceres y Francisco Núñez.

La segunda de las estudiadas por su antigüedad fue la logia Los Comuneros, 1881-1882. Mantenía relaciones con otras logias masónicas, pero sufrió dificultades económicas y problemas para la captación de nuevos miembros. Estaba integrada por 14 masones, ocho de ellos relacionados con la enseñanza (dos catedráticos, dos maestros, tres profesores y un bibliotecario); también pertenecían a ella un juez, un militar y un industrial, la mayoría integrantes de la burguesía urbana. Sus miembros intervinieron en política y eran colaboradores habituales de los periódicos locales. En el listado no se citan galenos ni profesionales sanitarios.

La tercera logia salmantina fue La Mirobrigense, de Ciudad Rodrigo, 1882-1890. Su Carta Constitutiva la logra a partir de 1873. Contaba con seis miembros, uno menos de los necesarios para optar a su reconocimiento; pese a todo, consiguió ser admitida. Todos sus componentes eran vecinos de Ciudad Rodrigo, iniciados en el Triángulo (organización masónica previa a la logia) o en las logias de Salamanca capital. Desarrolló poca actividad, con escaso movimiento de grados. Su miembro más joven fue Vicente Maurelo, procedente de la logia del Perfecto Silencio de París. En 1883 tenía 18 miembros, triplicando el número que había logrado al fundarse. Doce de ellos estaban casados, tres viudos y dos solteros. Cuatro eran militares, tres empleados y tres profesionales sanitarios, el médico Antonio Coletty, nombre simbólico Hegel; el farmacéutico Cristóbal Anaya, nombre simbólico Colón 2, y el sanitario Miguel García, nombre simbólico Gambetta. La edad media era de 40 años. Colaboró con la logia Hijos de la Humanidad de la capital para fundar en La Fuente de San Esteban. Su actividad preferente fue la de inaugurar templos masónicos. En 1890 se produjo un cisma tras decantarse por la obediencia al Gran Oriente Nacional de España. La logia surgida de la escisión fue la logia Mirobrigense del Gran Oriente Español, que fue la primera logia de Adopción de Salamanca, es decir, admitía mujeres; en el listado se cita a Dolores Terán, nombre simbólico María Pacheco, y Teresa Hernández, nombre simbólico Fabiola. Dolores llegó a ocupar el cargo de limosnera. Ambas eran esposas de miembros de la logia. Al quedar con tan pocos masones, la logia matriz se declaró “en sueños”, así se denominan las logias que quedan sin actividad. Llegaron a editar una hoja informativa durante poco tiempo. Los periódicos de Ciudad Rodrigo se negaron a publicar las actividades de la logia, por el contrario, sí lo hicieron los periódicos de la capital, Béjar y Vitigudino.

El Capítulo Villalar de Ciudad Rodrigo desarrolló su actividad entre 1887 y 1890. Hasta 1888 no aparecen datos sobre el Capítulo, en el que figuraban miembros del cuadro-lógico de las logias La Mirobrigense, Luz Bejarana y Aurora del Progreso. Estaba formado por trece miembros, variando muy poco su número en los años de vigencia. Se constataba la poca experiencia masónica; algunos de sus componentes pasaban a grados superiores en poco tiempo, sin conocer el funcionamiento masónico; la logia promocionaba a sus miembros solo para cobrar la cuota.

Por ese motivo, el Capítulo estaba considerado poco serio. De algunos años en los que funcionó se carece de datos. Las dos mujeres, Dolores Terán (María Pacheco) y Teresa Hernández (Fabiola), ambas con el grado 4, pasaron a pertenecer al Capítulo. Fue declarado “en sueños” en 1890, es decir, sin actividad alguna. Fue entonces cuando los grados capitulares pasaron a formar parte del Capítulo Hijos de la Humanidad. Todos los componentes del Capítulo estaban casados, excepto uno. La edad media era de 34,6 años, y las profesiones eran: un ebanista, dos empleados, un herrero, un maestro, tres militares, un relojero, un vidriero y dos sin especificar. El Capítulo se dividió; cuatro miembros pasaron a depender de la obediencia del Gran Oriente Nacional de España, entre ellos, las dos mujeres, y otros dos se pasaron a la obediencia del Gran Oriente Español. Siempre el ATISARTA, máxima autoridad del Capítulo, era un militar.

La exposición permanente sobre la masonería incluye un centenar de piezas: documentos, libros y folletos, fotografías, joyas y medallas, espadas y malletes, etc. / Facebook: Logia Masónica de Salamanca

La logia Hijos de la Humanidad de Salamanca desarrolló su actividad entre los años 1886 y 1895. Fue la más importante de la provincia. Pertenecía a la Soberana Gran Logia Simbólica del Gran Oriente de España. Fue fundada por diez miembros, alcanzando los 35 en muy poco tiempo, en meses. En 1887, el venerable maestro Teodoro Campos intentó cambiar la pertenencia a la Gran Logia Regional de las Castillas y abandonar la obediencia del Gran Maestre del Gran Oriente de España (GOE), cosa que no consiguió, siendo la única logia que permaneció fiel al GOE. Se mostró a favor de la unión de toda la masonería española; al no lograrse, se decantó por constituir una Federación de Orientes y Obediencias de España. Acordaron su pertenencia al GONE del vizconde de Ros, resultado de la fusión del Gran Oriente de España y el Gran Oriente Nacional de España. En el momento de la unión al GONE eran 62 miembros, la más numerosa de la provincia. Entre sus componentes solo había cuatro naturales de Salamanca; el resto eran, en su mayoría, de Castilla y León y Extremadura. Eran masonas de la logia cinco mujeres, en este caso no formaban parte de matrimonios masónicos; y estaban inscritos dos hermanos, Máxima y Eduardo.

Los constantes cambios hacen farragoso el seguimiento. En 1887, la logia Hijos de la Humanidad formó parte de la Gran Logia Simbólica Regional de las Castillas, vínculo que abandonó al unirse a la Gran Logia Simbólica del Gran Oriente de España. Participaron en la creación de la Gran Logia Simbólica Regional de Castilla la Vieja y, a partir de la unificación, Salamanca quedó encuadrada en la Gran Logia Simbólica Central. Doce miembros fueron expulsados en 1889, quedándose la logia en 1890 con 46 miembros. El nuevo reglamento fue aprobado por el gobernador civil de Salamanca el 28 de octubre de 1889. Formaron taller; el secretario del mismo era remunerado siempre que estuviera formado por numerosos miembros, y el hospitalario era el que manejaba los fondos destinados a las obras de beneficencia. En 1881, el número de miembros era de 37. El promedio de la permanencia en la actividad masónica era inferior a los dos años. Entre los asociados había naturales de tres nacionalidades, dos franceses y un británico. 25 miembros fueron “irradiados”, término empleado para referirse a los que se expulsaba de la logia. En un año se celebraron 40 tenidas, entre las ordinarias, de iniciación, de banquete, de funeral y blancas.

En los meses de verano, desde el 11 de julio al 26 de septiembre, se paralizaba la actividad de la logia, solamente funcionaban las comisiones de Justicia, Hacienda y Beneficencia. Entre 1891 y 1895, la logia trabajó poco y mal. La última comunicacióncon el Ejecutivo masón fue el 30 de marzo de 1895. A partir de entonces, se declaró “en sueños” o “abatió columnas”, forma de comunicar su cierre. De los 98 miembros en 1888-90, seis eran comerciantes, tres abogados, dos artistas, 27 empleados, siete estudiantes, dos forjadores, dos propietarios, cinco ingenieros, dos jefes de estación, dos mecánicos, nueve médicos, cuatro militares, dos pastores evangélicos, y otros más que contribuían al cómputo con un solo miembro.

Los masones de finales del siglo XIX eran personas acomodadas; para entrar tenían que pagar 22 pesetas, comprar el manual, la cartilla y el Cuerpo de Derecho, todo ello obligatorio de adquirir y no asequible a las familias sin poder económico. Los ascensos de grado se pagaban caros. La cuota de Los Hijos de la Humanidad era mayor que la de La Mirobrigense. Además, el masón poseía collarines, joyas, espadas, mandiles, bandas y malletes, entre otros objetos de valor para emplearlos en sus ceremonias.

La Acacia fue una revista masónica publicada por la logia Los Hijos de la Humanidad de Salamanca capital. Su función era la de propagar los ideales masónicos y la de defenderse del clero y de la prensa afín a la Iglesia. Solo se conservan ocho números. La redacción y administración estaba en la calle Herreros nº 1 (hoy calle Toro), después pasó a la calle Cáliz nº 10, en la zona de Las Claras. Se imprimía en la plazuela del Corrillo nº25. Era una publicación decenal, costaba cinco céntimos cada ejemplar. Se vendía por suscripción de una peseta al trimestre en Salamanca ciudad y de 1,50 para los de fuera de Salamanca. El número uno estuvo dedicado al profesor y doctor Santiago Riesco, masón de prestigio. La revista La Acacia era anticlerical, librepensadora, ilustrada, filantrópica, laica y estaba en contra de la teocracia. Luchaba contra la intolerancia, buscaba la verdad, instruyendo a buscarla en las logias. Desde La Acacia se asumía que el mejor Gobierno era el de la República, y apoyaba el derecho al trabajo.

Los masones se denominan a sí mismos obreros, apuestan por la enseñanza pública y las escuelas laicas. Eran partidarios de crear en Salamanca un centro popular para la enseñanza laica. La Iglesia condenó en el siglo XVIII la masonería, y dio comienzo la persecución, encarcelamiento y muerte de masones. La Iglesia no podía condenarla como movimiento creyente, ya que no es irreligiosa ni anticristiana, la postura de la Iglesia en contra de la masonería ha sido siempre política. La revista La Acacia recibía críticas por parte de La Semana Católica. Cuatro concejales del Ayuntamiento de Salamanca eran masones, tres activos y uno “durmiente”.

Los médicos que pertenecieron a la logia Los Hijos de la Humanidad fueron: Casimiro García López, nombre simbólico Avicena; Octavio García López, nombre simbólico Abdul Kassis; Manuel Laporta, nombre simbólico Atropal; Ulpiano Perales, nombre simbólico Aristóteles; el catedrático Manuel Periáñez, nombre simbólico Scevola; Lisardo Rodríguez Criado, nombre simbólico Voltaire; Leonardo Sánchez Muñoz, nombre simbólico Arceo; Máximo Sánchez Recio, nombre simbólico Servet; Carlos Sena García, nombre simbólico Allan Kardec. A estos nueve médicos se les unía el farmacéutico Jerónimo Alonso Sopuello, nombre simbólico Orfilas. Continuará…

Los fondos existentes en el Centro Documental de la Memoria Histórica son los más completos que existen sobre la masonería en España. La exposición permanente se completa con un conjunto de paneles en los que se explican algunos de los conceptos más básicos sobre la masonería y su historia. / FOTO: Turismo de Castilla y León

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